CERVANTES Y
PALMERAL BUSCANDO A AZORIN POR LA
MANCHA
El año 1605, y de la madrileña imprenta que en la calle de Atocha tenía
Juan de la Cuesta,
vio la luz la genial novela El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Tres siglos después, trescientos años postreros,
se cumplió el tercer centenario de su nacimiento, surgiendo a su socaire un
número de publicaciones sobre el Hidalgo y su autor, Don Miguel de Cervantes,
destacando según dicen ilustres y modernos autores dos hondos y hermosos libros que se hayan
escrito nunca sobre El Quijote, “Vida de Don Quijote y Sancho” de don Miguel de
Unamuno, y “La ruta de Don Quijote”, del
gran escritor de Monóvar Don José Martínez Ruiz, Azorín.
Azorín, tal vez por la cercanía
de su tierra natal o tal vez por su perspectiva limpia de España, quedo
seducido por Cervantes y por El Quijote, y marchó a recorrer los caminos que
siguiera el Ingenioso Hidalgo y emprender una hermosa ruta por la Mancha abarcando los confines sin límites de aquellos lugares de
los que el narrador no quisiera acordarse del nombre de la aldea donde
justamente naciera el Hidalgo Don Alonso de Quijano, y así, como nos dejo
dicho, “para que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre
si por ahijárselo y tenerle por suyo, como contendieron las siete ciudades de
Grecia por Homero”, disputa que Azorín
en su libro, zanjó definitivamente diciéndonos que aquel lugar forzosamente
debía ser Argamasilla de Alba, porque
“el pueblo entero de Argamasilla
es lo que se llama un pueblo andante”.
Y en el año de 2005, cuatrocientos años después, y IV Centenario de la
puesta de largo de nuestra gran Novela, Ramón Fernández Palmeral, volvió a
recorrer la ruta de Don Quijote en un memorable libro “Buscando a Azorín por la Mancha”, que ahora tengo
entre mis manos.
Yo creo que Ramón Fernández Palmeral es un Hidalgo español, con rasgos
muy acusados de artista del Renacimiento. Escritor, poeta, pintor, recitador, y
creación de ámbitos publicistas, es difícil acomodarlo a una sola expresión de
la cultura. Y ese desbordamiento de su arte impecable, le hace salir de aquella
adusta España de Don Quijote en la que difícilmente puede decirse que hubiera
un Renacimiento tan explendoroso como el
que se produjo en la península itálica, y en el que Ramón Palmeral, tras un
salto en el tiempo de alguna manera
participa.
No ha mucho y en la presentación de mi ultimo libro, nos regaló a los
presentes con su recitado de la
Elegía a Ramón Sijé que Miguel Hernández le escribiera “En
Orihuela su pueblo y el mío”, a su compañero del alma, llenando aquel acto de
sentimiento y de su inquebrantable admiración al poeta. Y es que Ramón como
dice en unos versos de un poemario antológico suyo, “Somos esencia de estrellas
/ que podemos pensar sobre las estrellas/.
Y este año de 2016, un año después del nacimiento de la Segunda Parte de El Quijote, y
como homenaje al centenario del fallecimiento de su autor Don Miguel de Cervantes
Saavedra, ocurrido el día 23 de abril, nos regala la lectura con la publicación
de la segunda edición de su libro “Buscando a Azorín por la Mancha”, tras una primera
edición artesanal, tan del gusto y originalidad del autor, agotada definitivamente.
Y lo hace en una cuidada y elegante edición, recordando aquella puesta en el camino
y así procede a “Salir de los libros para entrar en los lugares míticos y
venerables de una Mancha que nada tiene que ver con los descritos por Azorín en
1905 y menos aún con los inventados por Cervantes a través de su narrador Cide
Hamete Benengeli, y de otros narradores más”.
Y se pone a recorrer aquellos lugares y pueblos, porque Ramón que es de
Piedrabuena, y yo, que soy de Orihuela, y somos así hijos de lugares provincianos,
vamos siguiendo a nuestro admirado Gabriel Miró, y podemos decir con él, “caminando
por este huerto provinciano, me entré en las espesas y doradas mieses de la
vida”.
Nos contará Ramón su inicio del viaje diciendo que, “Y una mañana de
mayo mi mujer y yo salimos sobre las nueve horas, el cielo mostraba ese azul
cobarde y cobalto, limpio, característico del levante marino, ese azul
comestible que nos regalan los cielos y no merecemos, mi mujer se santiguó como
de costumbre…” y emprenden el camino de la ruta de Azorín y Don Quijote. Con
una descripción impecable de personas, lugares, pequeños y grandes detalles, siguiendo
acaso el libro, también de Azorín “Los pueblos”, nos desliza por los caminos y rutas, manchegas
y quijotescas: Monóvar, Ruidera, Montesinos y su cueva, Peñarroya y su
castillo, Argamasilla de Alba, “El lugar”, donde Ramón, nos dice que “Yo
saltaba de contento y de alegría no podía más e incluso me había olvidado el
bastón con empuñadura de madera de algarrobo blanco dentro del coche, allí, con
aquella temperatura de abrigo de visón, ya no estaba ni cojo ni me dolía nada,
porque había entrado en una fantasía literaria, en la médula de La Mancha tan plana como una
bandeja de plata”.
Y tras continuar por la ruta, Tomelloso, Alcazar de San Juan, Campos de
Criptana, El Toboso, Puerto Lápice, Villarta de San Juan… y por fin llegar a
Almansa, acabar el viaje y volver a Alicante, “la ciudad del cetro de cal del
Benacantil o Cara del Moro Juan”. Anexiona el libro con estudios posteriores: “Azorín
el último romántico”, “Azorín y Machado con Castilla al fondo” y otros, con un
álbum de fotografías del viaje entrañables, y una magnífica serie de grabados nacidos
de su pluma con un último “retrato” de Sancho Panza, como “representante del
pueblo llano”. Pueblo llano, que como se nos refiere en la novela llego a “sanchificar”
a Don Quijote, tal y como éste llegó a “quijotizar” a Sancho, con el que cierra la segunda edición
de su libro.
Gracias por este libro, Ramón. Gracias por
todos y gracias por mi parte, pues me lo has dedicado muy cariñosamente y donde me
dices: “Un viaje que te recomiendo hacer cuando puedas”. Te prometo, Ramón, que
te haré caso. Y dejo constancia de ello aquí con mi felicitación y abrazo en Alicante
en el mes de Abril del año de dos mil dieciséis, a pocos días de la efemérides
del cuarto centenario de la muerte de Don Miguel de Cervantes Saavedra, que le
sobrevino escasamente un año después de que naciera al mundo del papel la
segunda parte del libro de los libros en lengua española, “El Ingenioso
Caballero Don Quijote de La
Mancha”.
JULIO CALVET BOTELLA
(Escrito y poeta)
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