Me gusta escribir sobre viajes, y más que nada sobre viajes literarios, porque es el único sistema literario donde cabe de todos los estilos litearios posibles.
La literatura de viajes es un género colindante con la autobiografía. De hecho, si tomamos como base la definición propuesta por Lejeune, observamos que los libros de viajes cumplen todas las condiciones exigidas, salvo la del tema tratado. El libro de viajes no es un relato de toda una existencia, de una vida individual, pero sí de una parte de ella. La clave está en que el relato de un viaje debe ser reconstruido por la memoria, con el mismo procedimiento con que lo hace la autobiografía. Cuando el autor va más allá de una mera transcripción de las impresiones de cada etapa, el libro de viajes deja de leerse como una guía turística o como un reportaje periodístico y pasa a entenderse como el relato de una experiencia vital individual.
Me gusta llevar mi cámara fotográfica, una libreta, decirle a la gente que soy escritor, comprar algo de lo que se produce en artesanía, ir por los mercadillos, bua entrevistas. Cuando le compras algo a la gente es como si tuvieras licencia para pregunarles.
Quiero que me cuenten leyendas, milagros, magía, curanderos, fiestas y tradiciones.
Escritor alicantino de novelas, relatos, ensayos y artículos. Su contacto: ramon.palmeral@gmail.com
viernes, 26 de julio de 2013
miércoles, 24 de julio de 2013
Quiero hablar con el director médico
EL DIRECTOR MEDICO (relato real).
El día 5 de Noviembre del 2002 a las
nueve de la mañana, yo parecía un rosario de citas aceptadas y pospuestas, y me
presenté en la sección de Rehabilitación de la Clínica Vistahermosa que posee
ASISA en Avda. de Denia, acompañado de mi hijo David, que fue quien me llevó en
el coche hasta el aparcamiento subterráneo de dicha Clínica. Una vez allí, a la
espera de que me recibiera el doctor rehabilitar D. Agustín, me dicen que no ha
venido, porque ha tenido un accidente de tráfico, lo lamento mucho, muchísimo,
le conozco personalmente, bueno, pues pido que me vea el sustituto, el
suplente, el que está en el banquillo, me dicen que no se han previsto, y me
dan cita para el jueves de la semana siguiente, muy bien, y si el jueves no
puede venir el Dr. porque ha empeorado o no se encuentra recuperado ¿qué pasa?.
Y me contesta la fisioterapeuta señorita Juani que eso lo solucionará la
dirección de la Clínica, pero yo le argumento que mi rodilla recien operada con
una prótesis, no puede esperar, que se me pone rígida si no empiezo, ya, a
darle caña
Le enseño un
volante firmado por el traumatólogo que me hizo la movilización en Madrid bajo
anestesia en la rodilla maltrecha, por culpa de una rigidez o adhesiones
musculares, la “fisio” me dice que no, que ella necesita la orden del
rehabilitador. Bueno, pues haga una
excepción, y empiezo a mover la rodilla, de todas formas usted sabe muy bien
qué es lo que tengo que hacer. Ella me responde con enfado no,
imposible, me juego el puesto.
Este país ha
llegado a un estado de burocracia sanitaria que apesta, órdenes e
inhumanidad, a nadie le importa la
consecuencia de un fallo, si el empleado ha cumplido bien su obligación
escritas, es decir, si cumplo bien mi obligación quedo exento de culpa, su
rodilla está por debajo de la obligación humanitaria, aunque se incumpla en la
omisión del deber de socorro. Bueno, pero aquí en la clínica habrá alguien
que me pueda solucionar mi problema. Y seguimos con vueltas de tuerca lo
lamento pero no yo no puedo hacer nada. Y es estas personas duras,
endurecidas en decir no, son las que llegan lejos, son las preferidas por lo
jefecillos trifásicos, les llaman gente con personalidad con tendencia al mando.
Bueno pues me voy a ver a un médico de guardia, alguien habrá que me aclara
mis dudas, pues soy de los que no me conformo con un primer no, con el no
indocto de un bedel o del ordenanza de la delegación, uno tienen tantos años
que sabe que cuando no funcionan los conductos normales, funcionan las
recomendaciones, siempre ha sido así en este país de secular tradición rural y
agrícola y no vamos a cambiar de la noche a la mañana.
Insisto a la enfermera que recibe los casos de
urgencia, otra más de las entrenadas en el no y en lo lamento mucho pero no
puedo hacer nada, que quiero ver al médico de urgencia para una consulta de un
minuto, pues no pudo esperar la cola de verdaderas urgencias, ella otra de las
enfermera al mostrador, le explico que D. Agustín ha tenido un accidente, no
hay sustituto, yo tengo una autorización del traumatólogo pero que no vale. Espere,
que llamo a rehabilitación, lo hace, le explica lo mismo y le confirma que
sin el rehabilitador no pueden empezar las sesiones (20 que me había mando el
traumatólogo de Madrid (el Dr. Delgado), que fue el mismo que me puso la
prótesis de rodilla hace una año y medio. En fin, la respuesta de siempre, lo
siento pero no puedo hacer nada sin la autorización del rehabilitador no hay se
puede hacer nada, que vaya el jueves para lo próxima consulta, y vuelta a
empezar y si el D. Agustín, no puede venir después del accidente, yo estoy
acostumbrado a prevenir las situaciones adversas , ese es mi oficio el de
pronosticar los terremotos. Decido que desde urgencia me hoy directamente al
Administración, quiero poner una reclamación, y el escribiente que está allí
sentado tras un ordenador, cuyo rostro me es anónimo y hostil me dice que las
reclamaciones en Recepción, bueno bien, lo que yo lo que quiero hablar es
con el director de Vistahermosa, bueno depende de el tema que usted quiera
solucionar, si es administrativo o médico. Es médico, entonces tendrá que
hablar con el Directo médico, pero ahora no está, nunca está para una
reclamación, déjeme su número de teléfono
y en cuanto venga le llamará, es la técnica más común.
Me extrañó mucho esa decisión, pues ya eran
las nueve y media de la mañana, la mayoría de los trabajadores empiezan a las
ocho, por no decir de los que empiezan a las seis, o los correturnos que pueden
empezar a cualquier hora. Salgo de Vistahemosa con la sensación del vencido por
la burocracia y los sucesivos noes, mi hijo me dice que no me preocupe, que dos
días más de espera no son nada, sí, no son nada pero ya hace cuatro días que
viene de Madrid y la rodilla todavía no ha empezado a trabajar, si por el
contrario fuera la rodilla de Ronaldo ya estarían trabajando en ella cuatro
fisoterapeutas, lo cual demuestra que todo no somos iguales.
Como todavía no pensaba tirar la tolla, soy
terco e inconformista por naturaleza y eso de que me hagan comulgan con muelas
de molino es que ataca mis principios de libertar como ciudadano y como persona
humana. Saqué el libro de las consultas, y llamo a un centro de rehabilitación
de Maisonnave con quien Asisa tiene concierto, temo en un principio que me den cita para quince o
veinte días, y eso es lo que yo no quería, que pasaran días y días y mi rodilla
sin movilidad. La enfermera del Centro de rehabilitación me es conocida, yo ya
había estado, otra vez en esa consulta por rehabilitación de operaciones
anteriores. Mi rodilla ha sido operada cinco veces, y lleva siete años dándome
guerra. Le explico: mire yo había hablado con Dr. Ismael, para que en cuento
viviera de Madrid, empezara con rehabilitación, yo demás tengo un volante del
traumatólogo para empezar la rehabilitación, pero me han dicho en vista hermosa
que no vale el volante no vale, así que necesito que me hagan uno para empezar
ya, después de varias preguntas de la enfermera me dice que puede verme mañana
a las cinco menos cuarto, ¡aleluya!, ya no tengo que esperar a la incierta cita
del jueves con el doctor accidentado.
Nada mas colgar el teléfono me llaman de
Vistahermosa, es el Director médico, me pregunta lo que me pasa y antes de
empezar a contarle mi reclamación, le digo que ya he solucionado el problema
pues de esta manera baja un poco la guardia, la tensión de su necesidad de
oírme, le explico el motivo de mi reclamación, y me dice que efectivamente la
autorización del traumatólogo no vale, y que el jueces próximo si no puede
venir el doctor accidentado, pondrán a un sustituto. Muy bien, me despido con
un perdone las molestias, de nada, para eso estamos.
Empecé las
sesiones de rehabilitación muy contento con mucha determinación de sufrir lo
que hiciera falta con tal de darle a mi rodilla la oportunidad que se merecía.
Tras un mes de sesiones me salió un bultito en la zona de flexión exterior de
la rodilla. Me lo tienen que operar, no hay quine le meta mano, se hace gordo y
al fin revista solo, ocho meses echando líquido sinovial. Un trasplante de piel
me toca que me hace el doctor Salvador salvajemente. Te quita un trozo y me lo
pegan, es tan grande el corte, la herida, los puntos, que el primer día que me
lo vi por poco me desmayo, que casi me caigo si no es que estoy en una camilla.
Seguiré informando...
viernes, 19 de julio de 2013
La argumentacion en el razonamiento político y la negociación
Ir al pdf, de La argumentación en el pensamento político y la negociación. Recopilación de articulos: sofismas, sofistas, argumentos, tipo, pensamiento deductivo, premisas. Para tener éxito en la relaciones públicas y políticas, abogacía, negocios, toma de rehenes, adminstraciones, familia...
La negociación en los negocios:
Para una larga negociación hemos estar entrenados, podría alargarse 12 ó 13 horas. Uno no se puede levantar de la mesa y marcharse, pues la da por perdida. Lo que se puede hacer es cerrar el portatil y guardar la carpeta de notas en la cartera, y quedarse en la mesa con los brazos cruzados.
La mesa de ser redonda, si es alargada sentarse ne lo dos bandas, no en un lateral como si fuera a predidirla alguien importante.
TEORIA DE JUEGOS
viernes, 12 de julio de 2013
El tedio de un domingo de verano
(Antiguo palacio de los duques de Frigiliana)
El tedio de un domingo de verano
Por Ramón Fernández Palmeral
(Género: corto
de humor).
"¡Coño dejarme tranquila!" era una de las frases favoritas de mi abuela, por
parte de madre. Pasaba de los ochenta pero aún fumaba, tomaba té, y de vez en
cuando alguna mistela de Málaga, su tierra de nacimiento. Vivía con nosotros,
mejor sería decir, que nosotros vivimos con ella, pues en realidad ella era la
propietaria del palacete o cason antiguo donde vivíamos en Madrid. Estaba cansada de que nadie
le prestara atención, de que fuera una reliquia más de los recuerdos del
palacete, cun cuadro o una antigua cortina. Se había puesto muy quisquillosa y su afán era vivir su vida "quiero vivir mi propia vida" y que le
dejaran tranquila ¡coño!, de una puta vez. Aseguraba que tenía un admirador más joven que
quería casarse con ella. Esto nos ponía de los nervios. Pues le había entrado el reflorecer del geranio.
Aquella
mañana de domingo quería que ella me prestara atención y como no lo conseguía, le
dije su frase mágica abuela quieres cien pesetas. Al instante la abuela
dobló el cuello de ave rapaz cubierto de encajes. ¿Qué, qué..?, su
avaricia casi de pecado capital le despertó por primera vez de su letargo en muchos años y abrió uno
de sus ojos de gavilán atento a ñla presa. ¿Que si quieres un té, abuela? Con
desilusión de hipopótamo me negó. No, que tu siempre me lo envenenas. Mejor dame un Dunngil. Y es que encima de todo fumaba tabaco rubio inglés, con lo que vale cada paquete.
Pero no le hice caso y metí el paquete de taco en el último cajón de la coqueta. Ella tenía la obsesión de que la queríamos envenenar para quedarnos con la herencia. Pero si es qestabamos caso arruinados.
Bajé a la cocina. Era uno de esos domingos tediosos de inverno madrileño con Navacerra nevado en los que mi familia hibernaba hasta las once o las doce de la mañana y el servicio libraba los domingos y días de guardar. Después se ducharían, se vestirían de M-30 y se pondrían frente a la catedral de la Almudena a misa de 13 porque no había de 14 horas desde el Concilio de Trento. Después de calentar el agua metí en la marmita el escapulario de té, cuando el agua estaba para meter el dedo de firmar se fue el gas, y cambié la bombona un par de veces para hacer un poco de aductores de espalda, y ahorrarme una sesión de gimnasia, apunté en el diario de cocina que había cambiado la bombona y así me ahorraba un día de bajar la basura, porque todo esfuerzo en casa estaba sopesado y controlado. Era cuatión del servicio, podía prescindir de ellos, pero que diría la visitas de la aritogracia que venía a jugar al bridge con los abuelo. Preparé dos té, el de mi abuela y el mío, me lo iba a tomar con un poco de leche condensada, puse su platito y una cuchara y empecé a hacer vapores encima del té y así reblandecer un grano, obra de un mosquito aviador nocturno equipado con ametralladora.
Bajé a la cocina. Era uno de esos domingos tediosos de inverno madrileño con Navacerra nevado en los que mi familia hibernaba hasta las once o las doce de la mañana y el servicio libraba los domingos y días de guardar. Después se ducharían, se vestirían de M-30 y se pondrían frente a la catedral de la Almudena a misa de 13 porque no había de 14 horas desde el Concilio de Trento. Después de calentar el agua metí en la marmita el escapulario de té, cuando el agua estaba para meter el dedo de firmar se fue el gas, y cambié la bombona un par de veces para hacer un poco de aductores de espalda, y ahorrarme una sesión de gimnasia, apunté en el diario de cocina que había cambiado la bombona y así me ahorraba un día de bajar la basura, porque todo esfuerzo en casa estaba sopesado y controlado. Era cuatión del servicio, podía prescindir de ellos, pero que diría la visitas de la aritogracia que venía a jugar al bridge con los abuelo. Preparé dos té, el de mi abuela y el mío, me lo iba a tomar con un poco de leche condensada, puse su platito y una cuchara y empecé a hacer vapores encima del té y así reblandecer un grano, obra de un mosquito aviador nocturno equipado con ametralladora.
Luego
preparé una bandeja de plata o alpaca y le subí el té a la abuela, tentando con los pies
enfundados en babuchas los escalones alfombrados de la escalera con pendiente
que siempre me cansó como un Pirineos, sobre todo un domingo en el que todo
ruido estaba condenado al pago de bulas y cada esfuerzo debía ser objeto de
anotación para ser recompensado. En la habitación corrí las cortinas con sus
aros de bronce que sonaron como un acorde de aviso conocido, la diana matinal
estaba prohibida hasta después de las doce. La blancura de la cara de mi abuela
se difuminó en la luz y era un mancha de polvo de marfil sobre la almohada. El
día se había encharcado en limón con té, se murieron mis ojos ante la invasión
de la luz. Cuando mi abuela se fue al té, sin tostadas, sin mantequilla, sin
zumo, sin una flor, como ella estaba acostumbrada a ver cada mañana con la
sirviera Matilde Altoplano, lo enfrió con la mirada y se levantó por primera
vez en siglos, se quitó el camión blanco de fantasma hizo sus maletas y se
marchó de casa para siempre.
El gato
Mustafá, silencioso como un tímido sin corbata, pasó indiferente como si
aquello no fuera con él, se rascó el lomo por la pata de la cama, como pensando
en la inutilidad de joven como yo. "Abuela neceito 1.ooo pesetas". Y sin rechistar me dijo que las cogiera de la cartera de su bolso de piel de nutri. Esta actitud suya era de sospechar, que no estaba muy bien. Después se arreglo y salió sola en un taxi que llegó a la puerta.
Los geranios del balcón se me pusieron
respondones culpándome de la falta de riego.
El domingo
servían paella, papá, después de misa, se metía en traje de luces de cocinero,
después de que nos la comiéramos nos interrogaría varias veces sobre el punto
divino del arroz de Calasparra, de la añora valenciana, del punto de retén, del toque maestro, de las
clases que recibió de su amigo alicantino cuando hizo la mili en el fortín de
Los Llanos en Albacete, en aviación. Estaba buena, pero quería elogios a cambio de su arte
culinario, y lo peor que nos sabía de la paella eran los interrogatorios sobre
la misma. Cuando fui a contarle lo de la abuela, me mandó a buscar pimientos y
hacer de pinche pelando gambas.
Mamá
empleaba la tarde del domingo en levantarse, luego escribía unas páginas en su
diario secreto, y una novela interminable como uso de su vida, nunca acabaría,
si escribía cuatro páginas rompía luego tres o cinco, siempre con la misma
novela de amor, cuyo argumento nos sabíamos todos de memoria, el protagonista Emilio
tenía un velero, y la chica se llamaba Ana y estaba loca por él, una novela de
amor, cuyo título nunca acabó de decidir, una veces se llamaba "La pasión
Mediterránea", otras, "El amor brujo de Ana", pero siempre
era la misma. Mamá se desahoga con la novela, soña con ser esritora reconocida, en ella ahoga sus frustraciones
de ama de casa o licenciada en el hogar, al casarse con papá dejó una beca para
estudiar en Virginia. Por la noche tocará lectura en familia de las páginas
escritas, y a opinar al respecto. Cuando fui a decirle lo de su madre, me mandó a los
infiernos de Dante.
A mi
hermana Mari Carmen se le rompió una uña y se marchó a urgencias con el novio,
un desconocido que quiere ganarse la confianza de ella y de los demás con sus
sonrisas de macho de anuncio de tabaco rubio, un cara que desayuna, come y cena
en casa, eterno estudiante que nadie sabe cuantas carreras acarrea o
asignaturas arrastra. Eso sí hijo de buena familia del Escorial, el centro de España, católica y nobiliaria. No me dio tiempo a contarle la fuga precipitada de la
abuela.
El
abuelo, general retirado de Infantería, se metió dentro del ABC...
este relato y treinta más está pùblciados en mi libro "Perito en pecados" de venta en AMAZON
este relato y treinta más está pùblciados en mi libro "Perito en pecados" de venta en AMAZON
Alicante, 1996
Se publicará en mi próximo libro de relatos: Perito en pecados.
domingo, 7 de julio de 2013
"Perito en pecados". Relato breve, brevísimo (llamado realismo sucio)
Perito en pecados
Ramón Fernández Palmeral
Yo era uno de esos tipos perdedores a los
que la gente le apetecería pegarle un noski o una colleja en el cogote,
impunemente, simplemente porque le
apetece, porque presiente que no me voy a defender con violencia, pues saben, intuyen
que mi condición cristiana es la de poner la otra mejilla porque así es la
educación religiosa: ser humilde, no revelarse, no ser soberbio..., y, sobre todo confiar en
ese amigo invisible y omnipotente que llaman el Altísimo y seguir la vida de
mendigo del Mesías, pues como los pájaros comen de lo que encuentran uno
también debe seguirle. Me enseñaron los curas que ir de huelga era un pecado, que mentir era
otro confesable, y que si no confiesas no puedes comulgar, y además tenías que estar
en ayunas, con lo que se me iban los ojos al cielo. Mi educación fue represora y diferenciada, solo éramos niños en el San José Obrero dirigido por un cura jesuita que, los lunes, pasaba revista (cartilla donde se anotaban las asistencia a Misa) daba correzos a los que faltábamos a Misa los domingos.
La
idea religiosa originariamente es genial: no trabajar, andar sobre las aguas, recoger los frutos del sufrimiento en el cielo y
comer de casa en casa o pegarle el gorrazo a tu hermano o lo que te den la providencia. Siendo yo gemelo con otro hermano éste parece
que tiene otros genes intelectuales porque hizo dos carreras en la Universidad
Central, una de ella Económicas y trabaja con corbata en no sé qué torre de Madrid.
Siempre pensé, creí firmemente que el
afortunado era el hombre que vive sin trabajar, de vez en cuando echas un polvo
por la cara en alguna discoteca o te follas a una rumana en Montera por 20 €, y
así aguantas una semana más sin sueños perturbadores e incómodos que no te
puedes poner bocabajo, con la “obstinada piedra en mí brota” según el poeta
Miguel Hernández.
Y ya
está la vida contemplativa resuelta: Catecismo, sofá, televisión y algún
partido de fútbol de Atleti cuando dan entradas
de beneficencia para llenar el
estadio.
Evidentemente esta vida al relentín de
mileurista, sin más riesgo que acudir al Ayuntamiento de Madrid a fichar por
semana, era aceptable, hasta que me vino
la carta de despido, y lo más jodido, sin cobrar el paro sin firmar un puto
finiquito de un contrato temporal, y sin la S.S. Entonces me acordé de la Botella de Aznar. Es decir, que estaba en
la calle sin prestación social y me podía dedicar a ser un nuevo Mesías. Vivir predicando la verdad y
sin trabajar, a imagen de Jesucristo y de lo que he habían enseñado los curas
profesores de las clases de Religión: humildad, obediencia y seguir al Señor.
Pues no era mala idea, hasta que le pedí por
primera vez una ayuda a Dios, se me ocurrió pedirle un curro en alguna de las muchas parroquias
de las suyas, y me dijo con una voz de Biblia, “ponte en la puerta con la mano
abierta y a pedir, que algo caerá o Cáritas”. Por
favor, Señor que nunca te he pedido nada, que por este camino me voy a tener que hacer ateo.
Se lo dije así de directo y de rodillas en una Iglesia de San Agustín en el altar mayor con cierto socarronismo para contraatacar a ver
si se daba por aludido. Pero nada, oí unas risotadas como si vinieran del
cielo, y me dije pero es posible que Dios se esté riendo de mí, seguro que está
apostando con los ángeles y arcángeles el tiempo que yo aguantaba de rodillas
sin quejarme y gastado las cuentas ya gastadas del rosario.
Decidí convertirme en un pecador
incorregible, que iba pecar a mansalva, y a robar lo que pudiera en los bancos
mientras la media no me asfixiara, ni me fallara la pistola de agua de perfecta
imitación de un Star 9 milímetros largo, o atracar una joyería, porque claro
para poder robar millones a lo Bárcenas tienes que estar antes en algún partido
político, y claro esto no se consigue así como así, tan fácil, antes tienes que
ir a la Universidad y sacarte una licenciatura de Derecho o Ciencias Políticas. Así que cuando entré a la joyería de Leganés, aprovechando
que estaba de dependienta una vieja señora enjuta, entré pistola en mano, pero
la hija de puta no se amedrantó ni lo más mínimo, sino que saltó el mostrador y
me quitó la media de la cabeza que por poco se lleva la nariz por delante y me
tiró al suelo y me pateó el costillar, menos mal que yo puede huir, aunque no creo que me viera mi rostro demacrado y acojonado, era mi pirmer atraco. Al menos intenté robar y pecar, que debe ser
pecado mortal aunque fuera un robo frustrado. Al menos pequé contra el octavo mandamiento “No robarás ni hurtarás”. A ver si ahora
al Altísimo se le torcían las risitas.
Por otra parte iba a pecar con toda lujuria,
pero ¿dónde voy con esta talla en alzada de 1.60 m de alto?, y encima tengo entre las piernas un magnum 9 cm. como el de un amerindo, poco se
puede hacer, además que yo me corro a la primera; o sea, que de chulo no podía
ganarme la vida. Y es que pecar cuesta dinero, y entonces no tenía un euro. Es que
cuando uno es un pobre desgraciado es difícil cometer algunos pecados capitales
como por ejemplo la lujuria o la gula, es que la gula se puede cometer en un restaurante de lujo comiendo
mariscos y botellas de vino del Señorío de Bierzo, y con atracones de dulces y
cataratas de chocolate; pero robando en un supermercado cuatro paquetes de
cereales o galletas a uno no le pueden multar los ángeles custodios del "Supercielo". Ni tampoco
se puede cometer lujuria con dos tías
haciendo posturitas pornos que no están ni escritas ni en el Kamasutra, que hasta el Hijo Pródigo y Dalila en Sodoma y Gomorra se escandalizarían. Lo que sí tengo es mucha ira, y cabreo incontenible, y envidia mucha, una envidia de confesar de rodillas con dos Biblias en los brazos...
Ramón Fernández
Palmeral
Alicante, 7 de
julio 2013, San Fermín. ¿Era este un
santo laico?
ENLACES:
Perito en lunas
Perito en sueños
Perito y valoración de accidentes
Perito en la escritura
Pecados capitales
Malo en la vida
ENLACES:
Perito en lunas
Perito en sueños
Perito y valoración de accidentes
Perito en la escritura
Pecados capitales
Malo en la vida
sábado, 6 de julio de 2013
"Robinsón por Alicante" libro que acabo de sacar.
Prólogo
La guía de un Robinson por Alicante me ha sorprendido gratamente. Era muy
necesaria una guía de este tipo dado el
carácter cosmopolita de la ciudad y los innumerables turistas que cada año nos
visitan, atraídos por su maravilloso clima, sus bellos paisajes y su colorido.
Ramón Fernández "Palmeral",
escritor, poeta y pintor, ha sabido llenar este vacío que existía en cuanto a
un estudio profundo y exhaustivo de la ciudad, aportando una excepcional
información y numerosos datos sobre muchos aspectos históricos, sociales,
humanos y artísticos desconocidos.
Esta
guía para mí es un libro-joya por el lirismo poético con que va describiendo
los monumentos, las calles y las plazas de la ciudad, por medio de un realismo
mágico que me recuerda a los escritores hispanoamericanos.
Ramón a través de su "amigo Algazel" personaje inspirado en un filósofo árabe va explicando y descubriéndonos, a modo de cicerone, unas historias desconocidas para muchos que constituyen la raíz y el origen de Alicante.
Ramón a través de su "amigo Algazel" personaje inspirado en un filósofo árabe va explicando y descubriéndonos, a modo de cicerone, unas historias desconocidas para muchos que constituyen la raíz y el origen de Alicante.
Una
ciudad sin historia es como un barco sin timón, Ramón sabe descubrir y
mostrarnos de una forma magistral los orígenes más genuinos de esta tierra, que
como una inmensa palmera se abre para acoger a todos bajo sus hermosas y
amplias hojas protectoras.
A través de estas páginas descubriremos
unos rincones inundados por esa luz levantina que Ramón nos describe como un
rayo luminoso y vivificador que infunde calor y alegría a nuestros corazones,
empleando unas metáforas con claras reminiscencias hernandianas y de otros
poetas conocidos.
En el recorrido por la ciudad aparecen
descripciones costumbristas al más puro estilo azoriniano y mironiano,
descritas con una pluma concisa y penetrante; en otras páginas nos describe
situaciones con la mordaz ironía de un Gómez de la Serna utilizando ingeniosas
greguerías que hacen aflorar una sonrisa irónica a nuestros labios.
Por otra parte, acompañado de la mano
experta de un mentor literario: Algazel, sabe adentrarse en la vida cultural y
artística de Alicante mostrando un panorama de geniales artistas, de escritores
y poetas llenos de sensibilidad y emociones.
También nos sabe hablar del mar, como una
amante caprichosa que acaricia con sus aguas las orillas de la ciudad
mostrándonos unas imágenes surrealistas llenas de ingenio y genialidad.
En otras ocasiones nos acerca a la belleza
de sus fiestas mostrándonos su esencia, en la que el "foc" se
convierte en arte que hace arder la ciudad en la noche de San Juan,
descubriéndonos el simbolismo ancestral de estas fiestas que son una
catarsis espiritual que nos renueva cada año.
Para
finalizar, esta guía es un canto epistolar a la ciudad de Alicante que aparece exultante, bella y seductora,
invitándonos a ser visitada para perdernos en ella. A todos los Robinsones que se pierden al llegar a
la ciudad, les sugiero buscar en cualquier librería esta guía, les aseguró que
encontrarán en ella el mapa del tesoro que les descubrirá los maravillosos
secretos ocultos en la ciudad.
Pilar Galán
Profesora
de Literatura, escritora y poeta.
Versión pdf de un "Robinson por Alicante"
Preco del lbiro 10 €, 96 páginas. Editorial Palmeral.
48.- Estadio Rico Pérez
La
práctica de varios deportes como la espeleología, ciclismo, carrera y fútbol
aficionado, fueron habituales durante mis años juveniles, por ello siempre ha
quedado en mí una actitud positiva hacia los deportes, sin ser un acérrimo
hincha del fútbol pero siendo éste un deporte de masas, no puedo ni debo pasar por
alto al equipo Hércules C.F y ni a su estadio Rico Pérez que tiene gran
historia. Hasta que dejé de ir a ver los partidos para evitar algún golpe extra
de alguna carga policial en mi maltrecha rodilla derecha ya desahuciada por los
traumatólogos.
El
actual estadio Rico Pérez se inauguró el día 3 de agosto de 1974, con una
capacidad de 30.000 espectadores en terrenos adquiridos al Ayuntamiento
perteneciente a la zona del castillo de San Fernando. Se solicitó del Ayuntamiento las
opciones sobre el campo de La Viña y los 26.200 metros cuadrados adquiridos en
el castillo de San Fernando. El
Ayuntamiento accedió en el pleno de 12 de julio de 1971 y el 26 de agosto se
firmó la escritura. Anteriormente estuvieron el Campo de La Viña (1922-1932) en la
Florida, Campo de Bardín (1932-1954), Campo de La Viña (remozado, 1954-1974).
Se
sabe que el primer partido oficial lo disputó contra el Athletic Club
Benaluense en 1919, con la victoria del Hércules por 2-1. Por aquel entonces
las camisetas herculanas eran a rayas blancas y rojas. En 1922
el Hércules Club de Fútbol queda inscrito
en la Federación Regional levantina. El 10 de Noviembre de 1935 jugó el Hércules
en el Campo Bardín su primer partido de liga
frente al Real Madrid., gracia a la inversión del empresario francés Rene Bardín
Delille aportando
unos terrenos donde crear el ya desaparecido estadio, que acompañaría al Hércules
durante casi treinta años.
La historia del fútbol en Alicante
se remonta a finales del siglo XIX cuando unos marineros ingleses desembarcaron
en Santa Pola para observar el eclipse de Sol del 28 de mayo
de 1900. Pues resulta que los simpáticos científicos ingleses, jugaban al fútbol en la playa. En 1914 un muchacho deseó crear un
equipo llamado Hércules, grande y poderoso como el
semidiós mitológico. Este joven fundador fue Vicente Pastor de la
Llosa Alfosea, apodado por sus amigos "El Chepa"
(1902-1939), de oficio mancebo de farmacia.
Este equipo posee una trayectoria
de 20 temporadas en Primera División, 40 en Segunda División. Su mayor logro en
liga ha sido un 5º puesto en Primera, en la temporada 194/75, donde tras
empatar a puntos con el 4º clasificado, no disputó la Copa de la UEFA por la diferencia de goles.
Plaza Balmis de Alicante
Este artículo comienza la segunda parte para de "Robinson por Alicante II", libro que acabo de publicar en mi editorial de autor "Palmeral".
52.-Plaza Balmis
Existen apartadas plazuelas entre tus calles que sin pasan
desapercibidas por su ubicación, sí lo son por sus nombres que repetimos sin
darnos cuenta de qué personaje, se trata. Es el caso de la plaza Balmis,
escondida, pequeña y a la vez tan blanca
de baldosas que se diría fuera todo de azulejos, de teselas de azulejos de
amplia paleta de colores con asientos ondulados y en el centro enhiesta
surtidor de un pie de farola con cinco faroles.
Desde la
plaza Calvo Sotelo tomamos dirección sur por Calle Canalejas, paralela a la
Avda. Doctor Gadea. Ya desde el principio de Canalejas se ve el monumento que
tiene en una plaza que mira al mar y al puerto, junto a la explana. A unos cincuenta metros en la acera de la izquierda
y pasado la tiende de nueva Decoradora, de materiales para las bellas artes,
que regente el amigo Federico, encontramos por sorpresa la plaza Balmis de no
más de 300 metros cuadrados y rodeado de bellos con fachadas modernista que
recuerdan años pasados donde vivían señores de la industria textil alicantina,
y profesionales liberales.
Uno presiente
un lugar misterioso que huele a “resonancias antiguas enviadas como rayos” de
vacunas salvadoras. El ilustre Francisco
Javier de Balmis y Berenguer nació en Alicante el 2 de diciembre de 1753, fue un médico militar español y cirujano honorario de la corte de Carlos IV, su nombre ha quedado vinculado a la Real Expedición Filantrópica de la vacuna (conocida como expedición Balmsi) realizó por varias colonias de América y Filipinas para difundir la vacuna de la viruela, un hito en la historia de la medicina.
Cuando uno se
sienta en uno de estos asientos artísticos da pena marcharlos, y desde allí se
rompiendo el entorno adormecido en el tiempo, el mural de Manuel Galdón
titulado “Mosaico de miradas, ahí arriba… ¿o ahí abajo?, Alicante 2012, que
cubra la fachada de un edificio de aparcamientos o parking de Canalejas, figuras en blanco y legro
sobre fondo gris perla de mares del Sur.
La plaza
parece tranquila, dormida en un solar que como olas se levan en formas de
asientos ondulantes con geométricos seres inteligentes que mudos dejan ver solo
su rostro enamorado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)