La famosa Málaga de Picasso, y de Pablo Alborán, era uno de las ciudades que quería conocer antes de irme de España y el viaje se hizo esperar.

Málaga es de esas ciudades sobre las que todo el mundo te dice: «está la Malagueta y ya no hay más nada». Pero aún así vas. Y te enamoras.

Mientras planeaba mi visita a Málaga -sí, visita porque solo estuve 24 horas en la ciudad-, muchos a mi alrededor me sugerían que pasara de visitarla porque no valía la pena, pero tenía metido que quería visitarla y seguí con mis planes. Fue la segunda parada de nuestro roadtrip por Andalucía. Viajamos en autobús desde Sevilla, temprano en la mañana.

A la hora de elegir los hospedajes tomamos mucho en cuenta que estuvieran relativamente cerca de los centro históricos para poder caminar a todos lados y evitar tener que tomar taxis. En Málaga, al alojamiento se llegaba cruzando la calle del centro histórico. Pero sí estábamos un poco lejos de la Malagueta: aunque podíamos ir caminando, la distancia era mucho más larga comparada a los otros lugares.

Nuestra primera parada fue obviamente el Teatro Romano que está en medio del centro histórico. Luego caminamos hacia la casa museo de Picasso, pero en el camino nos topamos con una de las joyas de Málaga, el restaurante El Pimpi, lleno de barriles con firmas de famosos y fotos de sus numerosas visitas. Es un lugar que, si van a Málaga, no pueden irse sin visitar. Nosotros no lo teníamos en la lista de cosas para ver, pero fue una muy grata sorpresa en el camino.

La casa museo de Picasso es otra joya. Crecí rodeada de artes y escuchando hablar de los grandes del arte, especialmente de la pintura y el diseño, así que con los años fui eligiendo a mis favoritos. Y Picasso es, sin duda, uno de mis top. Recorrer la casa donde nació y vivió años de su infancia, conocer su historia y saber más de sus obras fue realmente increíble. Yo venía más enamorada de Picasso después de haber visitado su museo en Barcelona, pero el de Málaga es igual de increíble.

Fuimos hasta el malecón por recomendación de varias páginas en internet para almorzar y la vista nos recordó mucho a Panamá. Tenía mucho tiempo sin comer frente al mar así que lo disfrutamos mucho. Cerca del malecón se encuentra el famoso faro de Málaga, ese que sale en muchas fotos, es precioso, pero lo esperaba más grande de lo que realmente era. Seguimos caminando hasta llegar a la Malagueta, una playa preciosa y con muchas menos personas que en la Barceloneta, pero posiblemente se deba a que era un día de semana y por eso no había tantas personas.

Para cenar pedimos recomendaciones al staff del hostal donde nos estábamos quedando. Hicimos una reserva y le doy un 10 completo, la comida era deliciosa, el vino divino y el show estuvo muy bueno, no era el típico tablao que ves en las películas o folletos turístico, pero igualmente lo disfrutamos mucho y tanto música como bailaores eran espectaculares.

En la noche es un must caminar por la calle Larios, pasearse por sus tiendas, sus calles llena de restaurantes y músicos en cada esquina. Para la mejor vista de noche de la ciudad sin duda hay que subirse a la Rueda Mirador Princesa Ferris: ¡ver Málaga iluminada a una altura de 70 metros es de ensueño!

Málaga me dejó con esas ganas de pasar más tiempo en Andalucía y de pasar más tardes de verano en su playa.