domingo, 27 de septiembre de 2015

Inventar personajes de ficción

Al crear un personaje nuevo inventamos una nueva realidad, que ha de ser verosímil y creíble, poara ello nada hay como escribir sobre alguien que conocemos y le cambiamos el nombre. Y además debemos hacer una ficha personal de los personajes principales para consultarla y no equivocarnos, salvo que tengas una memoria de elefante.

Fragmento

      –Necesito crear, inventar personajes, no te enfades papá, lo siento, pero tú mismo eres un personaje inventado por mí para escribir desde tu memoria idealizada, en un mundo que se parece mucho al tuyo. Nada puede ser contado como real, no es posible al relato absoluto.  Es decir, escribir desde la memoria de un padre. Ser original no es en sí mismo un valor excepcional, pero también hay que saber distinguir  entre lo que está ya escrito y lo que queda por escribir.  Cervantes se inventó a Alonso Quijano para que a su vez se inventara al Quijote, es lo que se llama alejarse de la invención del personaje para darle más realidad, tanto fue el éxito de esta obra que el Quijote tomó vida propia y es más famoso que su propio autor.  No te voy a devolver la palabra para que no me la quites.

     He terminado de comer y pongo la televisión, pero él sigue:

     –Cuando esas horas que uno posee en propiedad, que una puede disfrutar en descansar, no en ocio, porque no es la mismo ocio que descanso, son empleadas en ver televisión, dejándonos invadir de otra realidad,  por ese come "bolos", uno pierde parte del placer de lamerse a uno mismo, te roban tiempo de ser amante, de dedicarlo a tu decoración interior.     Tenemos la obligación de disponer de horas muertas, de horas asesinadas, para nuestra conquista interior, para nuestras pequeñas locuras,  para nuestros sueños, con un uso sosegado y relajado ante la sordera del mundo, que nos producen beligerancia constante y resabios de tensión. Tenemos obligación de tener horas muertas para el aseo del espíritu, para confundirnos con el aire, para ser portadores del cheque en blanca que nos firmamos cada día al levantarnos.  Horas que no te roben los amigos, sino para uno mismo. Disponer de horas secretas para arrancar de cuajo las ciudades con sus barrios incluidos.  No es de ocio de lo que hablo o de echar la partida al dominó en el hogar de jubilados, ni de vacaciones, hablo de tiempo para oírnos respirar, nuestras voces interiores, el tiempo que nos pertenece para creer, escribir o amar todas estas cosas maravillosas vivir. Soñar que algún día pueden hacer una película de uno de mis relatos”.


Para más información consultar mi trabajo "Cómo escribir novelas y relatos"

Ramón F. Palmeral es autor de varias novelas entre ellas "El cazador del arco iris". 

jueves, 24 de septiembre de 2015

Escribir y relatar.



Me gustaría que mi hijo no hubiera aprendido a leer, ahora pierde mucho tiempo en ese entretenimiento de la literatura, mejor que se vaya con los amigos al bar a echar la partida como hago yo, o al corrillo de los aficionados el fútbol, o con la familia a pasear por esta Málaga encantada.  Eso de escribir lo tiene esclavizado, y lo disocia de la realidad, se ha convertido en un mentiroso o fabulador patológico enfermedad de toso los escritores, todo escritor tiene algo de autista.  Le examino los folios y le hago una crítica destructiva y severa, casi me peleo con él, para que se desengañe y lo deje a dormitar y no lo mande a ningún sitio para hacer el ridículo. 

          Así comienza:
     “Si se contaran los días, aquel era ya la quinta mañana que el grupo de montañeros del Grupo Gema, llevaban perdidos por los Pico de Europa por culpa de la nieve, agotadas las provisiones deambulaban por los abruptos caminos de monte bajo:.  Chaparrales, tejas, pinos y abetos, nieve de vez en cuando tapizando los claros, y tajos de vertical caída por los que era imposible subir a bajar.  Cinco jóvenes aventureros: tres .nombres y dos mujeres...”
         En  principio a mí me parece que no has estado ni siquiera en Sierra Nevada, la vegetación del norte son: hayedos, brezo, escobas, piorno, alejo, urce, castaños..., léete Luna de Lobos de Julio Llamazares. En aquellas sierras debe haber hoteles, carreteras y puntos de referencia.  Y por qué no son tres mujeres y dos hombres y seguro no se hubieran perdido.  Además si te coge una ventisca de nieve no se puede deambular, te quedas en un sitio y allí te mueres congelado.  Lo mejor hubiese sido buscar una cueva, encender fuegos y hacer caza, y resistir.  Ya me dijiste que con el teléfono móvil no se pierde nadie. O sea, que el relato es a primeros de siglo, la cuestión varía. El lector no está obligado a leerte, por lo tanto tú debes desde el principio ponerle las esposas, atraparle, el lector es perezoso. Yo hubiera dicho: “Llevaban cinco siglos perdidos y no encontraban la salida del laberinto blanco que se movía...”        
      “...Las mujeres, inexpertas en estas líderes, les suponía a los hombres una carga pesada, que siempre pueden sobrevivir con más sacrificio en el monte que la mujer.  El hambre y la sed hacía de sus estómagos  estuviesen llenos de agua cristalina de los arroyos, dar un paso,  ya les costaba mucho esfuerza, las ampollas en los pies, la fatiga y la desesperación de no encontrar ni un cortijo habitado, les iba a provocar una muerte segura.  Eran una piña, todas las decisiones de seguir un camino u otro eran tomas en votación democrática...”
¿Y tú  quieres  llamarte escritor?, tú crees que a estas alturas se puede escribir agua “cristalina” y que eran una “piña” en sus decisiones, en sus decisiones democráticas, pero hombre,  si estarían todos acojonados. No se puede contar que unos montañeros votan porque en estos grupos siempre hay un líder, un sabiendo y un tontarrón que no se enterando nada y que se deja llevar por lo que digan.  El líder siempre decide lo que hay que hacer, es el más fuerte, se impone, y seguro que alguna de las chicas es su novia y le apoya, llevará siempre la contraria a la mayoría, habla más que nadie y lo más segura es que se pongan a discutir.  Los grupos, ante las desgracias lo que hacen es culparse unos a otros de su desventura, de sus males y de su falta de precisión en llevar una brújula...  Si llevaban cinco días perdidos es que eran unas memos  domingueros, unos malos aficionados a las discotecas y al rock duro que se querían desintoxicar un día al aire libre, y no hay más.  La regla más simple para no perderse, es elevarse a un cerro, otear y buscar alguna aldea, que siempre las hay,  orientarse con el  sol o eso tan complicado de los anillos de los árboles.

“.... Cuando desesperados sus vidas no valían más que la botas de cuero de becerro que llevaban, sentados bajo un quejido, apareció un jabalí, hermoso, fiero, de culo meneón y rabo acaracolado, y el jabalí se acercó a ellas, y el jabalí les preguntó, qué era lo que les ocurría.  'Nos hemos perdido, y aquí estamos andando en círculo y ya no podemos dar un paso más ¿usted nos podría decir -preguntó una de la chicas- donde se encuentra el pueblo más cercano?  El señor jabalí abrió su feroz boca, y les dijo que donde estaban no había forme de salir, e incluso siguiendo una dirección recta se morirían antes de llegar a cualquier punto habitado...”

     Haber empezado por decirme que esto era un cuento infantil, la fábula del jabalí bueno y los hombres malos, pero esto es la tontería más grande que ya he leída jamás, un jabalí que habla y razona, no seguiría leyendo si no es porque una chica saltó.  Si yo soy el jabalí es que me los meriendo a los cinco tontos, y es que encima le hablan de usted, esto es demencial, hay cuentos para niños pero no para imbéciles. ¿Cómo se pueden cometer estos errores?   Las fabulaciones son un estilo muy antigua, los griegos lo aprendieron de los hindúes que escribían muchas, y el Libro de la Selva de Rudyard Kipling, ¿qué me dices?, pero no es esta mamarrachada.

          “...o a cualquier cortijo de pastores. El jabalí les hizo ver que lo más razonable y sensato era que lo mataran y se la comieran, se ofrecía en sacrificio, pues de todas formas su fin era el que algún cazador acabara con é tarde o temprano. Los montañeros, impresionados por aquellas fórmula para salvarse, merendándose a aquel animal tan sensato, inteligente y solidario y casi humano, posiblemente reencarnación de algún espíritu bondadoso, le dijeron que no, que no se lo comerían, que preferían morirse de hambre antes de matar a un animal que hablaba...”

O sea, me dices que todavía hoy ha llegado lo bueno del final del relato.  A mi me parece que jamás has visto en tu vida un cerdo salvaje con la montera encrespada y dos lanzas en la boca. En principio en el norte no hay cortijos, sino caseríos o pallozas, por eso se debe escribir de lo que se conoce.  Que el jabalí se ofrezca como carne de cerdo para alimentar a aquellos impresentables es ya presumir de jamones, me parece demencial, y qué carajo de espíritu va a querer reencarnarse en un cerdo salvaje apestoso y lleno de garrapatas y roña,  y huele que apestan, si los hubieras visto acercarse a la Acebumeya con los jabatos y embestirte ya no serías tan idealista con este cochino.
           ...y claro, decisión tan peculiar, la volvieron a votar: Gracias señor jabalí,  pero no podemos aceptar su deliciosa carnes, somos personas civilizadas jamás seríamos capaces de comer carne la fauna silvestre endémica, ni de alguien tan generosa como usted". Más tarde el jabalí, cabezón en sus decisión de ayudar a los seres humanos, se subió a una alta peña, una que estaba encima de los desventurados montañeros, y como en el cuento de cristiano y la mora que se tiraron por al Peña de los Enamorados en Antequera.  El jabalí se arrojó por amor a los hombres al vacío y cayó sobre las piedras y se mató.  Entonces los humanos comieron de su carne, se alimentaron y se salvaron. Amigos, que no volvieran a serla nunca más.
       Final sorprendente si no fuera porque ya los inventaron los cuentos de Jatakal de tradición budista que suceden con animales, en este caso, es un elefante blanco que se arroja desde una montaña para ser carne de un grupo de caravaneros perdidos.  ¡Ah!, que es tuyo, que te lo has inventado, eso pasa muy frecuente que inventas algo y luego resulta que ya estaba inventado, hasta el título se parece.  Pero siguiendo con mi feroz crítica, he de aclarar que el jabalí no pertenece a la fauna endémica de España, hay muchos que destrozan cosecha, huertos y plantíos. Por qué no pusiste como protagonista un oso pardo del norte, esos sí que son endémicos. Cuando llega al suelo no quedaría ni un trocito de carne en condiciones de comérsela. No entiendo muy bien la moraleja del final del cuento, cuando por comer carne de jabalí dejan de ser amigos o era porque los montañeros se reencarnaron a su vez en cinco cerditos o porque cogieron un sidazo (el Sida) de triquinosis.


lunes, 21 de septiembre de 2015

"El cazador del arco iris". Tres apartados. Libro completo de venta en Amazon.



Autor Ramón Fernández Palmeral



                                      (Retratos del autor. Ramón Fernández Palmeral)


Información en pdf

Versión digital e impresa:
 http://www.amazon.es/El-cazador-del-arco-iris/dp/1517221919


5.5" x 8.5" (13.97 x 21.59 cm)
Black & White on Cream paper
430 pages/ páginas
ISBN-13: 978-1517221911 (CreateSpace-Assigned)
ISBN-10: 1517221919
BISAC: Fiction / Biographical

Los habitantes de esta humilde aldea eran depositarios de un secreto, sober la teletransportación de las almas. Secreo que no puedo revelar en esta introducción.


    52/   Cuando yo cumplí dieciocho años de edad, me enteré de que era de la quinta del biberón y los Nacionales me llamaron a filas, por un oficio sellado de la Caja de Reclutas  que me trajeron en mano la Guardia Civil de Cómpeta. Empezó para mí el Alzamiento Nacional, el alzamiento interior de mi vida, el cambio no esperado. Serví seis años en el Ejército de los Nacionales porque Málaga había sido tomada por Franco en febrero de 1937 y estábamos bajo su control de reclutamientos. Fue cambio total en nuestras vidas y en el bello valle de Acebumeya. Perdimos la inocencia y los años bucólicos de un vivir en felicidad, se acabaron, vino la tragedia y el acero de la guerra civil.   En aquella aldea no sabíamos muy bien por dónde iba el tajo de la guerra, dijeran que había empezado en Canarias y en Sevilla, que entró por el Sur y que iba para el Norte en un cerco sobre Madrid y cercando también Barcelona republicana después de la Batalla del Ebro. El tío Sebastián Fernández  llegó a estar en los dos bandos: primero en el republicano y luego en el Nacional. A José Castillole pasó lo mismo y acabó muerto en Leningrado alistado en la División Azul. A otros vecinos los detuvieron por republicanos, pero no fusilaron a nadie

    La Noche de las Lumbres del año 1938, que se celebra  el 8 de septiembre, mis quintos: Darío Platero, Plácido Martínez y yo, nos juntamos para hacer la despedida en la placeta de la Acebumeya frente a la ermita.  Se acercaron ni novia Carmela y su hermana Salvadora con su hermano José y otros amigos y vecinos. Después de comernos un arroz con dos gallos, luego empezamos a jugar al “anillico” con las mozas que se acercaron a despedirnos ante una muerte anunciada. Cerca del fuego de una hoguera hecha de pencas secas, aulagas, ramos de olivos y algún prohibido sarmiento medio hurtado, (ya que los sarmientos y las cepas no se podían quemar para diversión ya que era el combustible de todo el año en el hogar). Unos tocando la guitarra por Alamino, otros la caracola, las dos cucharas, otros una zambomba de pellejo de conejo, de gato dicen que son las mejores,   Baldomero, el sobrino,  raspaban la botella de anís con un tenedor, Antonio el de Paco Sánchez bailaba muy bien. Yo que siempre fui tímido con la mujeres me acerqué a Carmela, a la que hacía años pretendía y me declaré en la boda de su hermana Virtudes   A las mujeres les gustan los hombres  decididos, varoniles y duros, y no los sentimentales como yo.  Parejas de  mujeres bailaban cogidas entre ellas y algún matrimonio joven.  La noche parecía vestida de inocencia en aquel lugar  bendecido, alguna vieja enlutada se asomaba a la ventana para criticarnos. Aquí fue donde besé por primera vez a mi novia, cerca del algarrobo del cárabo. Ella se puso colorada. Tenía dieciséis años.

 Cuando se acabó el baile y la música, los mozos nos quedamos solos a nuestras anchas, le cogimos la burra al tío Manuel, el Botanas, para jugar a las cintas, es decir, a ver quién tenía el acierto de meter un palo por una arandela con una cinta enrollada en una cuerda montados en la burra y hartos de vino. Ya de madrugadas nos fuimos al arroyo cerca de la cueva de Pandura, Dieguito se encargó de hacernos un conejo frito al ajillo con mucho vino, cuando nos lo comimos empezó Dieguito a aullar: miau, miau, miua.  Y todos a devolver, porque el conejo era un gato que nos daba mucho asco. Pues aquí no era de costumbre comerlos,  aquellos gatos de la Acebumeya eran verdaderos salvajes, se alimentaban de lo que cazaban en las zarzas, y ya sabemos lo que habita entre los  matorrales de los arroyo. Creo que soy capaz de comerme un lagarto, que dicen saben a pollo, ancas de ranas, una culebra,  pero con un gato ni un perro nunca jamás. Y allí vomitando acabó la fiesta de los tres quintos que se iban a hacer el servicio militar, y después a la guerra. 

      Aquel campo dominado ya por los Nacionales sacó de sus casas a los últimos jóvenes para llevárselos a la guerra, aquella noche de lumbres en los que se quemaban los restos de un verano de trabajo, sería, para el futuro, no ya  una llama en el recuerdo sino, el tatuaje de su rescoldo, las cenizas de una herida, la vida se apaga coma las ascuas, poco a poco, como los amores que se van marchando sin decir adiós, sin una despedida como respuesta. A partir de esa Candelaria, nunca jamás, la vida en la aldea sería igual que antes, ni para mí, ni para los demás vecinos. Pero no hicimos como los quintos de Agrón que la quinta entera se marchó a la sierra para no ir a la guerra.

       Mi padre me llevó a Cómpeta para que me midieran en diciembre de 1938, así es como se le decía al acto de pasar un reconocimiento médico y tallarte para alistarte en el Ejército Nacional, era el segundo hijo que mi padre llevaba para entregarlo a las Autoridades militares, a su Miguel ya lo llevó dos años antes, esperando siempre cartas, que llegaban siempre sin remite porque nunca sabía a donde iba a estar al día siguiente, en la próxima batalla no pienses en mí, no pienses en que estoy muerto o herido bajo las estrellas de un cielo que no entiende nada de lo que bajo él se juega el hombre contra el hombre. El hombre acecha al hombre. El hombres es un lobo para el hombre.

     Mi padre  se levantó muy temprano, se afeitó aquella mañana serenamente, mirando al roto espejo que colgaba de una tomiza en la cocina a la luz del candil, con la cuchilla nueva Palmera, una que guardaba en un sobrecito para ocasiones especiales, la metía con cuidado en una maquinilla a la que se apretaba la hoja con una rosca para que se arqueara y tuviera mejor ángulo de corte, aquella maquinilla era de un material ligero de colamina y exclusiva de él que  no la podíamos usar los hijos, siempre se quejaba de que se la usábamos a escondidas, nos tenía prohibido bajo la más severa de las advertencias de que no podíamos usar aquella cuchilla de corte mágico para afeitarnos nosotros; se puso mi padre su camisa negra de luto y su sombreo también del mismo color del llanto, porque ni padre siempre vistió de negro. Una vez que terminó mi padre me afeité yo en el mismo agua del palanganero o jofaina que había dejado él, con la vieja navaja de afeitar después de darle unos pases sobre el cuero, podíamos hacerlo con su navaja de afeitar sin mellarla, la cual suponía un gran esfuerzo meterla por el buen camino del corte  suave.

       Por una parte estaba yo contento por salir de aventuras, todo viaje con incidentes es una aventura, a donde fuera, la cuestión era salir de las faldas de la madre, porque llega un momento que uno tiene que tomar un camino de vida íntima y privada, la estrechez de la jaula te obliga a volar, en cambio, hoy,  los hijos viven tan bien en casa que no se quieren marchar.

      Llegamos a Cómpeta por el camino que cruza el río de Torrox, y las adelfas se aletargaban a nuestro paso en una procesión de manos verdes que saludaban el adiós, olía a cierta humedad,  el rumor del río nos dejaba sordos, era todavía oscuro y la boca me sabía a alegría y a liberación.  Por el  viejo camino de arrieros nos encontramos a otros hombres también arreglados y afeitados, y el ir afeitado ya daba a entender que se trataba de un viaje por obligaciones.  Sin muchos remilgos ni exclusiones nos tallaron en el Ayuntamiento, un sargento del Ejército con una cicatriz bajo el ojo pero con una voz de señorita sentado en el despacho del secretario que por un día había sido confiscado, me tomó los datos de mi filiación, me midió al altura, 1´90 casi nada, y un médico me estuvo auscultando el  pecho y me miró los pies descalzos.  Acabada nuestra obligación nos quedamos en Cómpeta para visitar al tío Manuel, hermano de mi padre, comimos en su casa ese día todos en silencio como si me fueran a matar de seguro en la guerra, mientras  ellos hablaban de cosas serias, me llamó la atención un gorrión, se subió en la mesa y estuvo comiendo en el mismo plato del tío sin ningún temor,  mi forma de pensar demostraba que era un crío todavía.

 Cuando me entregaron la carta de que estaba  útil para el servicio de las armas, que sentí glorioso y magnífico, era un reconocimiento a tu ego, eres útil para las armas y no un inútil. El Ejército Nacional había encontrado un buen talludo porque yo media 1'90 de alto, me destinaron al Campamento Benítez, Regimiento de Oviedo número 38,  7º Compañía de Málaga.   Me iba al servicio militar y  de seguro a pegar tiros en cualquier frente, la guerra había llamado a la puerta de todas las familias como un ángel que marcara con sangre de cordero las puertas de los que les ha tocado servir, servir a la Patria, sin saber muy bien qué era la Patria. Baldomero, el de la Enciclopedia, de sentimientos republicanos, no se pudo callar en la Taberna, se los llevan como lo que son, como corderos sin ideales, como no tienen que pagar por ellos, morirán como chinches.



        Carmela y yo no habíamos formalizado en serio nuestro noviazgo, pero aún, no le había pedido la mano a  sus padres que a la vez eran mis tíos. Me quedaba para un rato de   vergüenza, pues mi timidez podía conmigo, pero no con mi voluntad. Aunque si lo pensamos toda la vergüenza se acumula al pretendiente cuando  no tiene nada que ofrecer a cambio,  la seguridad supone dar. Palabra muchas, insinuaciones miles, besos ninguno, y mi corazón se me reventaba como un globo lleno de agua por ni novia.  Temía al marcharme que cualquiera me la podía quitar o pillar como también se decía, la podía perder sí no era capaz de pedirle relaciones formales a sus padres. Nosotros nos queríamos mutuamente. Pero esto no era bastante: quererse, había que formalizar nuestro noviazgo para yo poderle escribir cartas.  Así que una tarde noche, después del trabajo, ya me faltaba pocos días para irme con mis quintos al Campamento Benítez, me afeité con el sentimiento de quien tienen por delante obligaciones ineludible. Le conté a mi  madre lo que pensaba hacer aquella tarde, al saberlo, ella se enfureció como una corneja, no quería más primas hermanas en la familia, ya estaba bien de juntar la sangre, busca a una en Frigiliana que las había muy hacendosas y bonitas.

 Pero no sé lo que pasa que, en cuanto te prohíben algo, te gusta más lo que deseas, no madre, yo la quiero a ella, y voy a formalizar nuestra relación.  No cedí. Siguió pensando que me dejara de primas hermanas, no creyó que lo nuestra iba en serio, me hacía ver que los tiempos no eran los de antes, que no había mujeres en la sierra, donde había más mulas que mujeres. Se oponía a mi noviazgo, además mi hermana Dolores también noviaba con su primo hermano Antonio, es demasiado ¿qué diría la gente?  Terco como el más cabezota de todos los Simontes, no le hice caso a mi madre ni a mi padre que era de la misma opinión. Marché hacia el cortijo de Carmela, por la vereda hice ensayos verbales de declaración de intenciones, dudaba y me volvía sobre mis pasos, recuperaba los pasos perdidos, me preguntaba por qué hay que hacerle pasar este mal rato a un hombre enamorado. Además, allí en el cortijo estarían todas sus hermanas y hermanos pendientes de mi actuación, temía al guasón de mi futuro suegro, mi tía Virtudes que a lo mejor pensaba como mi madre, se iban a reír todos de mí. Temía hacer el ridículo. Qué hacía yo solo delante de todos mis, primos y amigos a la vez, pensé: a lo mejor no me querían como yerno. 

 La angustia y el desánimo querían apoderarse de mí, pero  yo mismo me decía: eres un hombre o qué coño eres, me alentaba yo mismo para darme valor.  Al fin y al cabo si me tenía que casar no era con su madre sino con su hija, ignoraba por entonces que el carácter de una persona consiste en hacer lo que uno cree conveniente sin importarle la opinión de los demás, pero para que yo llegara a esta premisa debieron pasar otros veinte años,  con un gran esfuerzo de quien ha de superar lo más difícil de las situaciones que hasta ahora se me habían presentado y recordando palabras de otros pretendiente cuando tuvieron que hacer lo mismo que iba hacer yo en esos momentos. Me presenté en el cortijo y tuve una iluminación: la  primera entrada sería que iba a despedirme de ellos porque me iba a la mili y a la  guerra.   Subí saltando la cuesta del lagar y los geranios reventones y superé el último obstáculo de los escalones más empinados que nunca, y entré al cortijo ciego ya con oscura tarde, pues como a Don Quijote, el cortijo me parecía un palacete o almunia  donde vivía mi amada...                      sigue

  







 




  

   

     

domingo, 6 de septiembre de 2015

LA TRIDIMENSIONALIDAD DEL GUERNCA DE PICASSO

Articulo 34 de mi libro "LA CARA ATROZ DEL GUERNIC DE PICASSO"
Por Ramón Fernández Palmeral

34 .- LA TRIDIMENSIONALIDAD DEL GUERNICA
   La luz o eje luminoso interior del cuadro, de donde deriva la
triangulación de las figuras no se limitan a la proyección de luz de la
bombilla, sino también a la luz del quinqué y otros puntos situados al
exterior del cuadro. 
   La luz, ¡ay de la luz! distorsionadora de la realidad y la verdad. Para
que aparezca luz ha de existir la oscuridad, la luz rompe las sombras, ¿las
sombras tienen sombra? en el Guernica sí. Los colores de las sombras.
Estos conceptos de proporcionalidad y perspectiva son la genialidad
invisible, donde reside la fuerza vital del cuadro, teniendo en cuenta que
todo la escena se encuadra dentro de una habitación, estudio o almacén.
Aquí radica la dificultad y la genialidad. Kandinky dejó escrito:
la subordinación de la composición a una forma geométrica... la
construcción, sobre una base espiritual, requiere un largo trabajo... es
necesario que el pintor no sólo con sus ojos sino también con su alma... la
armonía es una yuxtaposición..., que forman en la vida común una
totalidad llamada cuadro..., el artista debe tener algo que decir porque su
deber no es dominar la forma sino adecuarla a un contenido
... En todo caso podíamos recurrir a otro argumento de autoridad, el de René Berge,
cuando dice que el arte del espectador cosiste en apreciar las obras en
función de su valor plástico (cualidades expresivas de una obra). También
se pregunta el mismo autor, qué es la belleza si nadie la ha visto.
La ausencia de colorido es precisamente la fuerza de este cuadro, se
dramatiza el tema y entran dentro del mundo de lo simbólico y metafísico,
hay que tener en cuenta que es una escena nocturna, todas las figuras
parecen azuladas, tétricas, porque en realidad todos están muertos como
en la Colama de Juan Rulfo, a los fantasmas de Región de Juan Benet, o la
Celoma de Mateo Díaz, son cadáveres en movimiento y fantasmas de la
guerra, de todas las guerras del mundo. Parece como si Picasso hubiese
utilizado un proyector, y todo el cuadro fuera ni más ni menos que una
proyección cónica, en un claro abuso de la geometría descriptiva.
    De los destellos del quinqué parten dos haces o líneas imaginarias de luz o
líneas maestras de donde se triangula el cuadro (ver líneas números
1,2,3,4,). Existen otras líneas de triangulación como la sale de la parte
superior de la cabeza de la figura que se supone entra por una ventana
(línea 5) y la que parte del ángulo de la puerta de luz central y pasa por el
borde de la mesa (ver línea 6). Tenemos otra luz reflejada en el suelo que
he marcado con línea número 7, cuyo ángulo inicial nace en la rodilla de la
mujer que sube del sótano. La línea que parte como bisectriz del ángulo
superior derecho, pasa por la pequeña bisectriz que forma la puerta y
coincide con la dirección de la espada rota (línea 8). Existe otras líneas de
menor importancia como la que parte del punto de luz derecho de la puerta
central y llega al centro de la rodilla y coincide con las líneas 2 y 7 (línea
9), la cual tiene forma de libro abierto, la importancia de la rodilla: ¿Acaso
el abotargamiento de esta rodilla, nos da a entender que el pintor
padeciera algún tipo de artrosis, reuma o condromalacia artrítica en la
rodilla izquierda. Existen otras líneas como la superior horizontal (línea l0)
ó 11 y 12. El espacio donde se encuentra la escena del cuadro parece ser una



o varias habitaciones nos lo indican los triángulos superiores de las
esquinas, pero también puede ser el interior de un Parlamento, de un Foro
de Érmua, una escuela, la pantalla de un cine, el muro de la lamentaciones
de Jerusalén, una calle de una ciudad en llamas, el muro de Berlín
En realidad no hay un lugar físico, un escenario, se convierte en una
tumba, en el lugar monstruoso que todos guardamos secretamente en
nuestro inconsciente, aquí radica la fuerza invisible del cuadro, en la
capacidad de sugerirnos imágenes tenebrosas.
Si queremos ver se nos dará la llave de la luz del cuadro. Parece como si
acabáramos de entrar a una cámara de los horrores o al mundo del
exorcismo. Si nos esforzamos podemos ver tres cuadros en uno o la
tridimensionalidad o la quintaesencia de su fuerza y de sus perspectivas. A
la derecha un interior con ventana en llamas y una puerta semiabierta,
representa al bonzo que protesta, el inmigrante quemado, la víctima del
terrorismo, una ciudad en guerra: Málaga o Madrid en la guerra civil,
Londres, Berlín, Sarajevo, Mostar, Bagdad, Beirut...). El fuego del cuartel
de Vich o Santa Pola, Hipercor, Vascongadas, Madrid... En la parte
central el último escalón de las escaleras de un sótano (el sótano o el
armario donde guardamos nuestros cadáveres, nuestras miserias, nuestros
vinos, nuestro subconsciente) la forma del pie de la mujer que pisa el
último escalón de una huida o escapada de las miserias; un ángel
exterminador con un quinqué en la mano derecha e iluminar la oscuridad
de un salón, el caballo, y la espada. A la izquierda el toro, algunos
especialistas, han querido ver un frontón, puede ser, la grandeza del
cuadro es que se da a cualquier interpretación, yo veo la pantalla de un
cine donde se proyecta un documental de volcanes o de guerra en blanco y
negro. En el techo cuelga un sol con luz eléctrica, una bombilla
Las ocho figuras carecen de volúmenes aparentes, parecen recortes de
cabezas pegadas, o como si se quisiera plasmar una figura en su totalidad,
observadas desde varios ángulos a la vez, no debemos olvidar que se trata,
además de un cuadro simbolista, cubista. Las cabezas están siempre de
perfil –como la de las pinturas egipcias-, es la intención de dibujar un todo
en un perfil. Los cuerpos lo mismo se nos dan de frente como de espalda,
la imagen de un dibujo que nos llama siempre la atención, para mí la figura
que más me fascina es la de la mujer de la rodilla abotargada, quien me
dice a mí que no es un marinero o un pescador que pide justicia (ver lo que
tiene en la espalda), a lo mejor son los marineros del submarino Kursk,
saliendo por una escotilla. El cuadro parece ser visto por un calidoscopio,
vemos luces globales, extremas, afines, reflejas, directas e imaginarias,
desnudas. Si nos dejamos llevar por la iluminación natural podemos ver
como si las figuras hubiesen recibido el flash de un relámpago, como
fósforos de la luz del entendimiento, linternas de vida en agonía, memoria
del rechazo. Todo el Guernica intentar iluminar, iluminar al espectador,
iluminar al ciudadano, iluminar su entendimiento.
Giulio Carlo Argan en su obra “El arte moderno”, editorial Akal, nos
dice del Guernica que es el único cuadro histórico del siglo XX. Añade:
“Está compuesto con los modos de un Rafael o un Poussin, hay simetría,
perspectiva, gradación de valores, rito creciente de acentos. Simetría el eje
medio de la pared blanca..” No aporta nada nuevo sobre este cuadro.