jueves, 21 de abril de 2016

CERVANTES CAUTIVO EN ARGEL (1575-1580). Estuvo 5 años





   Miguel de Cervantes fue cautivado el día 26 de septiembre de 1575 por el famoso corsario Arnaute Mamí, capitán de la mar de Argel, a quien cupo en suerte en la división de las presas. Cuando venía a España desde Nópoles en la galeera Sol de Carrillo de Quesada.  Pero esto no aconteció así, porque quien principalmente cautivó a Cervantes y tomó su galera y le tuvo por su esclavo fue el arráez Alí Mamí o Dalimamí, renegado griego, que tenía una galeota de veintidós bancos, y de quien hablan muchas veces el P. Haedo y el P. Pedro Dan en su Historia de Berbería, distinguiéndole siempre de Mamí Arnaut, o Arnaute Mamí, capitán de la mar, renegado albanés y dueño de otra galeota de igual fuerza. Dalí Mamí era también conocido con el nombre del Cojo porque lo era; residía ya en Argel en 1567, donde se hallaba casado, y cuando Azan Bajá partió de Constantinopla a 15 de mayo de 1577 para ser rey de Argel traía siete bajeles, uno de los cuales era la galeota de Dalí Mamí, que venía provisto entonces por capitán de la mar y cabeza de los corsarios. Pidieron por él un rescate de 500 escudos de oro, porque por las cartas que lleva de recomendación de D. Juan de Austria y el duque de Sessa, creyeron que era una persona importante, también cautivaron a su hermano menor Rodrigo.

A la carcel, lo turcos llamaban "baños".

El primer intento de fuga fracasó, porque el moro que tenía que conducir a Cervantes y a sus compañeros a Orán, los abandonó en la primera jornada. Los presos tuvieron que regresar a Argel, donde fueron encadenados y vigilados más que antes. Mientras tanto, la madre de Cervantes había conseguido reunir cierta cantidad de ducados, con la esperanza de poder rescatar a sus dos hijos. En 1577 se concertaron los tratos, pero la cantidad no era suficiente para rescatar a los dos. Miguel prefirió que fuera puesto en libertad su hermano Rodrigo, quien regresó a España. Rodrigo llevaba un plan elaborado por su hermano para liberarlo a él y a sus catorce o quince compañeros más. ¿Cuánto pagaron por él, la familia? Tenían dos rescates por pagar.

El segundo intento de fuga de Cervantes se reunió con los otros presos en una cueva oculta, en espera de una galera española que vendría a recogerlos. La galera, efectivamente, llegó e intentó acercarse por dos veces a la playa; pero, finalmente, fue apresada. Los cristianos escondidos en la cueva también fueron descubiertos, debido a la delación de un cómplice traidor, apodado El Dorador. Cervantes se declaró como único responsable de organizar la evasión e inducir a sus compañeros. El bey (gobernador turco) de Argel, Azán Bajá, lo encerró en su «baño» o presidio, cargado de cadenas, donde permaneció durante cinco meses.

El tercer intento, lo trazó Cervantes con la finalidad de llegar por tierra hasta Orán. Envió allí un mensajero,  moro fiel con cartas para Martín de Córdoba, general de aquella plaza, explicándole el plan y pidiéndole guías. Sin embargo, el mensajero fue preso y las cartas descubiertas. En ellas se demostraba que era el propio Miguel de Cervantes quien lo había tramado todo. Fue condenado a recibir dos mil palos, sentencia que no se realizó porque muchos fueron los que intercedieron por él.

El último intento de escapar se produjo gracias a una importante suma de dinero que le entregó un mercader valenciano que estaba en Argel. Cervantes adquirió una fragata capaz de transportar a sesenta cautivos cristianos. Cuando todo estaba a punto de solucionarse, uno de los que debían ser liberados, el ex dominico doctor Juan Blanco de Paz, reveló todo el plan a Azán Bajá. Como recompensa el traidor recibió un escudo y una jarra de manteca. Azán Bajá trasladó a Cervantes a una prisión más segura, en su mismo palacio. Después, decidió llevarlo a Constantinopla, donde la fuga resultaría una empresa casi imposible de realizar. De nuevo, Cervantes asumió toda responsabilidad.

 En mayo de 1580, llegaron a Argel los padres Trinitarios (esa orden se ocupaba en tratar de liberar cautivos, incluso se cambiaban por ellos) fray Antonio de la Bella y fray Juan Gil. Fray Antonio partió con una expedición de rescatados. Fray Juan Gil, que únicamente disponía de trescientos escudos, trató de rescatar a Cervantes, por el cual se exigían quinientos. Llevaban 300 escudos recaudado por sus hermanas y su madre (el padre debií aportar algo digo yo) faltaban 200. El fraile se ocupó de recolectar entre los mercaderes cristianos la cantidad que faltaba. La reunió cuando Cervantes estaba ya en una de las galeras en que Azán Bajá zarparía rumbo a Constantinopla, atado con «dos cadenas y un grillo». Gracias a los 500 escudos tan arduamente reunidos, Cervantes es liberado el 19 de septiembre de 1580. El 24 de octubre desembarcó en Denia (Alicante),  desde donde se trasladó a Valencia. En noviembre o diciembre regresa con su familia a Madrid.