Mostrando entradas con la etiqueta Julio Calvet. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Julio Calvet. Mostrar todas las entradas

jueves, 1 de junio de 2017

Comentario al libro "Cincuentenario de la muerte de Azorín", por Julio Calvet




(Julio Calvet, autor del artículo)






CINCUENTENARIO DE LA MUERTE DE AZORIN.



Se cumple en este año de 2017, el cincuentenario de la muerte de José Martínez Ruiz, Azorín. Este aniversario, concretamente, ha tenido lugar el día 2 de marzo, pues falleció en Madrid, en su domicilio de la calle Zorrilla 21, a las nueve treinta horas de dicho día 2 de marzo del año 1967, a consecuencia de “insuficiencia miocárdica”, tal y como dice la certificación del Registro civil del Distrito del Congreso de Madrid.
Se nos fue en aquella fecha quien con mayor pulcritud, escribió en la lengua española, en cuya custodia y conservación, participó como Académico de la Real Academia de la Lengua española desde 1924, en la que ingreso a propuesta de Armando Palacio Valdés, el escritor asturiano autor de “La hermana San Sulpicio”, del insigne cervantista de Osuna, Francisco Martínez Marín, y el vallisoletano Leopoldo Cano, autor de “La muerte de Lucrecia”, para ocupar el sillón de la letra “P”. Si el lema que circunda el escudo blasón de la Real Academia de la Lengua, dice “Limpia, fija y da esplendor”, en parte se lo debemos al escritor de Monóvar, de cuya muerte se cumplen cincuenta años.
Azorín es un increíble escritor: Los Pueblos, Castilla y la Ruta de Don Quijote”, son libros de los que me he ocupado en alguno de mis escritos. Hoy Azorín, languidece en su lectura. Sus libros, permanecen un tanto olvidados. Diríamos que no están de moda. Andrés Trapiello, nos ha llegado a decir que su obra ha amarilleado como aquellas fotos del pasado, “¡Que le vamos a hacer¡ Tampoco leemos a Berceo a diario. Azorín será nuestro Berceo moderno en el camino empedrado de nuestra literatura”.
No deja de tener razón el espléndido escritor en su libro, “Los Nietos del Cid”, pues hoy los escasos, si, escasos, lectores de libros que quedan, gozan más con los libros o novelas digamos en román paladino “de policias y ladrones”, o de “monstruos polifémicos”, o de “novela histórica”, re-inventando la historia, como si la historia no fuera más que hechos constatados; luego estarán los historiadores que no son mas que historio-opinadores.
Pero acaso no olvide, que frente a todo lo anterior, aun quedan, -y siempre quedaran-,  escritores luchadores en el tiempo y en el espacio, que no olvidan el escribir como  lo hizo el escritor alicantino, y le dediquen sus atenciones literarias. Y hasta su enorme recuerdo cervantino.
Y este es el caso, sin duda, de mi querido y respetado amigo Ramón Fernández Palmeral.  Hoy, cincuentenario de la muerte de Azorin, Palmeral, nos ofrece un magnifico libro que titula “Cincuentenario de la Muerte de Azorín”, en una magnifica impresión en Lulu/Franciaj, y en su primera edición de Mayo de 2017. Es un elenco admirable de sus artículos azorinianos, publicados en varios libros, revistas y blog´s en Internet. Y, cjomo nos dice en su Introducción, “En definitiva, mi intención es la de reunir mis artículos y aportar un recuerdo, a modo de homenaje de Azorín, en este cincuentenario de la muerte del universal genio de la Literatura castellana". Y, a fuer, que lo consigue. Del conjunto de su libro, creo que no me equivoco si afirmo que el que quiera conocer la vida y la obra de Azorín, debe leer este libro. Está todo lo que constituyo la vida de un hombre, que, justo es decirlo, tuvo mucha suerte en la vida, merecida sin duda, pues fue un constante luchador en sus ámbitos. Azorín, alcanzó como escritor y hasta como político, las más altas cimas de esta vida. Diputado a Cortes por Almería, Distrito Electoral de Purchena, y Académico de la RAE, como hemos recordado. Y pudo ser desde “anarquista” en su juventud,8 hasta conservador en su vejez, y tuvo hasta la suerte de vivir nada menos que 93 años, y morir, como nos recuerda Palmeral, completamente lúcido y preparado para irse a mas allá.
Yo,  tengo una anécdota que añadir. Como nos dice Palmeral, Azorín murió en siendo enterrado en la Sacramental de San Isidro, pero más tarde en 1990, sus restos mortales fueron exhumados para ser traídos a su pueblo natal, Monóvar, para enterrarlos nuevamente en su panteón familiar. Este traslado de los restos de Azorin, se realizaba en un traslado especial en ferrocarril, adaptado al efecto, y venían sus restos   acompañado de personajes literarios y ex_-políticos importantes. Creo recordar que venían, Camilo José de Cela, otros importantes escritores y también su amigo y albacea testamentario Ramón Serrano Súñer. Estaba prevista una misa de “corpore insepulto” de sus restos,  y el acto de su inhumación definitiva en cuyo acto,  se  leerían textos de Azorín, por los Académicos acompañantes. Como este acontecimiento fue difundido por los medios, tuve conocimiento de ello. En aquel momento yo era el Juez Decano y titular del Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción de Elda, ciudad muy próxima a Monóvar, y con íntima relación. Me puse en contacto con el Ayuntamiento de Monóvar y fuí cordialmente invitado a compartir estos actos. Imagínese el lector mi entusiasmo y contento. Iba conocer a grandes escritores y asistir a este gran acto. Era un sábado por la mañana. Llegue a la Iglesia de Monóvar, abarrotada de gente. Me coloque en el último banco de madera de la entrada. Al poco, ante mi apareció el cortejo de personajes que portaban un féretro con los restos de Azorin. Comenzó la misa oficiada por el Sr. Obispo y varios sacerdotes. Empezó la homilía por el Reverendísimo Señor. La inició, alabando la figura de Azorin. El silencio era total. Y en eso, sonó, airadamente un pequeño aparato que yo llevaba sujeto en mi cinturón: el temido “busca”. La gente se volvió, y salí apresuradamente de la Iglesia. Aquel aparato,  te marcaba un número al que habías de llamar. Cuando inmediatamente lo hice, era del Juzgado y el Oficial de guardia me comunicaba que la Guardia Civil, y con su correspondiente “atestado”, había traído “a presencia”, esto es a la mía, tres detenidos para que cómo Juez de Instrucción competente resolviera sobre su situación personal (medidas cautelares, dicen ahora). Cogí mi coche, y marché a Elda donde a lo largo de la mañana, -declaración, resolución-, estuve ya todo el resto de la mañana y parte de la tarde. Era mi obligación, y no lo discuto, pero… Cosas de la vida, perdí la gran ocasión de mi vida literaria de haber compartido aquel día con aquellas grandes personalidades en una ocasión única. Y esta es mi anécdota. Tan cierta como la vida misma.
Bueno, me perdonara el lector y también mi amigo Palmeral, esta disgresión, pero es que Palmeral se refiere a este acontecimiento, -traslado de los restos de Azorín- en su magnifico libro.
Gracias Palmeral por tu libro. Gracias Palmeral por recordarnos a Azorín con tanta extensión y pulcritud. Gracias por recogerme mi comentario a tu viaje por la “Ruta de Don Quijote”, y gracias Palmeral, por tu afecto y amistad que compartimos.
Lean a Azorín. No olvidemos a los grandes. Son nuestros modelos. Alguien dijo que para saber escribir hay que leer antes, mucho. De ente estar lecturas no puede faltar Azorín. Ni tampoco Palmeral.

Alicante, 1 de junio de 2017.
JULIO CALVET BOTELLA.

martes, 5 de abril de 2016

Comentario literario. Cervantes y Palmeral "Buscando a Azorín por La Mancha", por Julio Calvet Botella










CERVANTES Y PALMERAL BUSCANDO A AZORIN POR LA MANCHA

  El año 1605, y de la madrileña imprenta que en la calle de Atocha tenía Juan de la Cuesta, vio la luz la genial novela El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Tres  siglos después, trescientos años postreros, se cumplió el tercer centenario de su nacimiento, surgiendo a su socaire un número de publicaciones sobre el Hidalgo y su autor, Don Miguel de Cervantes, destacando según dicen ilustres y modernos autores  dos hondos y hermosos libros que se hayan escrito nunca sobre El Quijote, “Vida de Don Quijote y Sancho” de don Miguel de Unamuno, y “La ruta de Don Quijote”,  del gran escritor de Monóvar  Don José  Martínez Ruiz, Azorín. 

  Azorín, tal vez por la cercanía de su tierra natal o tal vez por su perspectiva limpia de España, quedo seducido por Cervantes y por El Quijote, y marchó a recorrer los caminos que siguiera el Ingenioso Hidalgo y emprender una hermosa ruta por la Mancha abarcando  los confines sin límites de aquellos lugares de los que el narrador no quisiera acordarse del nombre de la aldea donde justamente naciera el Hidalgo Don Alonso de Quijano, y así, como nos dejo dicho, “para que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre si por ahijárselo y tenerle por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero”, disputa que Azorín en su libro, zanjó definitivamente diciéndonos que aquel lugar forzosamente debía ser Argamasilla de Alba, porque  “el pueblo entero  de Argamasilla es lo que se llama un pueblo andante”. 

  Y en el año de 2005, cuatrocientos años después, y IV Centenario de la puesta de largo de nuestra gran Novela, Ramón Fernández Palmeral, volvió a recorrer la ruta de Don Quijote en un memorable libro “Buscando a Azorín por la Mancha”, que ahora tengo entre mis manos.  

  Yo creo que Ramón Fernández Palmeral es un Hidalgo español, con rasgos muy acusados de artista del Renacimiento. Escritor, poeta, pintor, recitador, y creación de ámbitos publicistas, es difícil acomodarlo a una sola expresión de la cultura. Y ese desbordamiento de su arte impecable, le hace salir de aquella adusta España de Don Quijote en la que difícilmente puede decirse que hubiera un Renacimiento tan  explendoroso como el que se produjo en la península itálica, y en el que Ramón Palmeral, tras un salto en el tiempo  de alguna manera participa.

  No ha mucho y en la presentación de mi ultimo libro, nos regaló a los presentes con su recitado de la Elegía a Ramón Sijé que Miguel Hernández le escribiera “En Orihuela su pueblo y el mío”, a su compañero del alma, llenando aquel acto de sentimiento y de su inquebrantable admiración al poeta. Y es que Ramón como dice en unos versos de un poemario antológico suyo, “Somos esencia de estrellas / que podemos pensar sobre las estrellas/.

  Y este año de 2016, un año después del nacimiento de la Segunda Parte de El Quijote, y como homenaje al centenario del fallecimiento de su autor Don Miguel de Cervantes Saavedra, ocurrido el día 23 de abril, nos regala la lectura con la publicación de la segunda edición de su libro “Buscando a Azorín por la Mancha”, tras una primera edición artesanal, tan del gusto y originalidad del autor, agotada definitivamente. Y lo hace en una cuidada y elegante edición, recordando aquella puesta en el camino y así procede a “Salir de los libros para entrar en los lugares míticos y venerables de una Mancha que nada tiene que ver con los descritos por Azorín en 1905 y menos aún con los inventados por Cervantes a través de su narrador Cide Hamete Benengeli, y de otros narradores más”. 

  Y se pone a recorrer aquellos lugares y pueblos, porque Ramón que es de Piedrabuena, y yo, que soy de Orihuela, y somos así hijos de lugares provincianos, vamos siguiendo a nuestro admirado Gabriel Miró, y podemos decir con él, “caminando por este huerto provinciano, me entré en las espesas y doradas mieses de la vida”.

  Nos contará Ramón su inicio del viaje diciendo que, “Y una mañana de mayo mi mujer y yo salimos sobre las nueve horas, el cielo mostraba ese azul cobarde y cobalto, limpio, característico del levante marino, ese azul comestible que nos regalan los cielos y no merecemos, mi mujer se santiguó como de costumbre…” y emprenden el camino de la ruta de Azorín y Don Quijote. Con una descripción impecable de personas, lugares, pequeños y grandes detalles, siguiendo acaso el libro, también de Azorín “Los pueblos”,  nos desliza por los caminos y rutas, manchegas y quijotescas: Monóvar, Ruidera, Montesinos y su cueva, Peñarroya y su castillo, Argamasilla de Alba, “El lugar”, donde Ramón, nos dice que “Yo saltaba de contento y de alegría no podía más e incluso me había olvidado el bastón con empuñadura de madera de algarrobo blanco dentro del coche, allí, con aquella temperatura de abrigo de visón, ya no estaba ni cojo ni me dolía nada, porque había entrado en una fantasía literaria, en la médula de La Mancha tan plana como una bandeja de plata”.

  Y tras continuar por la ruta, Tomelloso, Alcazar de San Juan, Campos de Criptana, El Toboso, Puerto Lápice, Villarta de San Juan… y por fin llegar a Almansa, acabar el viaje y volver a Alicante, “la ciudad del cetro de cal del Benacantil o Cara del Moro Juan”. Anexiona el libro con estudios posteriores: “Azorín el último romántico”, “Azorín y Machado con Castilla al fondo” y otros, con un álbum de fotografías del viaje entrañables, y una magnífica serie de grabados nacidos de su pluma con un último “retrato” de Sancho Panza, como “representante del pueblo llano”. Pueblo llano, que como se nos refiere en la novela llego a “sanchificar” a Don Quijote, tal y como éste llegó a “quijotizar”  a Sancho, con el que cierra la segunda edición de su libro.

 Gracias por este libro, Ramón. Gracias por todos y gracias por mi parte, pues me lo has dedicado muy cariñosamente y donde me dices: “Un viaje que te recomiendo hacer cuando puedas”. Te prometo, Ramón, que te haré caso. Y dejo constancia de ello aquí con mi felicitación y abrazo en Alicante en el mes de Abril del año de dos mil dieciséis, a pocos días de la efemérides del cuarto centenario de la muerte de Don Miguel de Cervantes Saavedra, que le sobrevino escasamente un año después de que naciera al mundo del papel la segunda parte del libro de los libros en lengua española, “El Ingenioso Caballero Don Quijote de La Mancha”.     

JULIO CALVET BOTELLA
(Escrito y poeta)




.