Los «falsos 9» de la política y del fútbol
Por Ramón Palmeral
Las gárgolas de las catedrales tienen un uso práctico desde su creación a
partir del siglo XIII como desagües decorativos, también tenían fines
ideológicos-místicos para alejar a los malos espíritus y eran también falsos
diablos.
El mitin de Pedro Sánchez a los directivos del IBEX 35, me dejó planchado,
porque va de «falso 9» como Messi en el F.C. Barcelona (no Real Barcelona que
quede claro, fundado en 1899), porque lo más practico en política consiste en echarle
las culpas de tus propios fracasos a la oposición, en este caso a Pablo Casado
y a Vox, que no le dejan aprobar los Presupuesto General del Estado –que ya
apestan de viejos– a pesar de que Ciudadanos de Inés Arrimada (que va a
desaparecer en próximas elecciones), los apoya.
Messi, el
delantero culé argentino, que pronuncia igual que Di
Stéfano, también le echa las culpas de la derrota por 2-8 con el Bayer a sus
compañeros de equipo incluso a los que estaban sentados en el banquillo. Ahora Messi se quiere ir con Guardiola al
Manchester City, en contra de Bertomeu que tiene un pie más fuera que dentro de
la presidencia del Barça. Esperemos que no se vaya con bastones al Real Madrid
como hizo Figo (extremo falso derecho), porque ya tiene 33 años, y los años
pesan se lo aseguro al más pintado.
Ahora resulta que el Gobierno de Sáncheztein
se pone duro con los «negacionistas» que
no se quieren poner la mascarilla, porque niegan el coronavirus y se va a darles
un mitin a los directivos del IBEX-35 que tienen los diente de sierra de sus
gráficas al rojo vivo, y los bancos no
digamos se arrastran por la soledad del mundo. Pues bien, después del mitin
bajó la Bolsa de Valores de Madrid ¿Pero qué pasa Matilde?. Todo este teatro
era para forzar a Casado a que apruebe los Presupuestos «por el bien común de
España y de los españoles» cuando Pedro, el Cruel, fue quien se instaló en el
«no es no» a Rajoy, y se largó del escaño del Congreso y del partido «socialistos».
Los mítines es cuando tu hablas cómodamente solo y sin que nadie te pregunten, porque en el
fondo todos quieren complacer al presidente, y es lo que más le gusta: coger
por banda al director de TVE y decirle tengo que habar una hora a las 15 horas.
Por otra parte, Pablo Casado
destituye a la portavoza (sí portavoza) Cayetana
Álvarez de Toledo, el ariete del Coletas o el «falso portero» de Galapagar,
para contentar a los barones del PP porque ella estaba tomando mucho
protagonismo, y descabezando al propio Casado, y, ya sabes, quien hace sombra
al líder que dejas de bebe vino Ribera del Duero ni comer carne gallega. Y es
que el Coletas no tenía argumentos para
defender las acusaciones de: independentistas, bolivariano y, además tarjetas, más
vanagloriarse de que su padre militó en el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y
Patriota), y llamo 40 veces a Cayetana por
“la marquesa”. Es decir, que Casado les ha quitado la piedra en el zapato a la
oposición.
En estos tiempos de crisis económica
galopante, industrial y social abundan los «falsos 9», los falsos extremos como
las olas del mar, y, nos toca sufrir y padecer en carne propia, los gobiernos
«soezes» y ponderativos con resignación con una cruz de madera por las calles
de la Amargura, hasta que todo esto pase, porque todo pasa, como pasaron las
marchitas Las flores del mal de Charle Baudelaire que acuñó el término
de la modernidad y que a la vez admiraba al poeta francés del parnasianismo Laconte de Liste (1818-1894), escribió en aquel tiempo adelantándose a
lo que ahora pasa con la pandemia del virus coronado:
«Un
ávido infierno, cielo rugoso en remolinos,
donde se oyen los sórdidos clamores sepulcrales…,»
donde se oyen los sórdidos clamores sepulcrales…,»
En el
romanticismo se llevaba a lo tétrico. Pero Pedro Sánchez «El Dante en una época
decadente» debe leer a nuestro Ortega y
Gasset (que no son dos sino uno como dijera nuestro Azorín), y dejarse de
leer El Capital de Karl Marx, porque lo de la lucha de
clases no se lleva, sino la lucha contra la ruina de la pandemia.
Ramón Palmeral
Publicado en Diario de Alicante, 3 de setiembre de 2020