La fosa de los represaliados y Monóvar
El profesor Glicerio Sánchez considera que "la exhumación de esta fosa ha de entenderse como un acto de justicia para las víctimas"
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alicante, Glicerio Sánchez Recio, está considerado como uno de los expertos más importantes en la historia política de la Guerra Civil y el régimen franquista. Sus numerosas investigaciones y publicaciones así lo demuestran. Vinculado a la Comisión Cívica de Recuperación de la Memoria Histórica, Sánchez Recio, ha estudiado a fondo, entre otros, el tema de la represión de muchos pueblos y familias durante la dictadura, entre ellos Monóvar y la familia Villalta Gisbert.
Sánchez Recio ha señalado a INFORMACION que "la importancia y el significado de la fosa común existente en el cementerio municipal de Monóvar son la prueba inapelable de la intensidad que alcanzo la represión franquista en la localidad y la comarca al final de la guerra civil".
La ubicación de la fosa y los Consejos de Guerra
La razón por la que la fosa común se halla en este enclave, según Sánchez Recio, responde a que la ciudad de Monóvar era entonces la cabeza del Partido Judicial de su nombre y, en consecuencia, entre abril y diciembre de 1939 actuó un juzgado militar permanente, hubo un campo de concentración en la plaza de toros y se celebraron numerosos consejos de guerra.
Para Sánchez "es obligado recordar los 7 consejos celebrados el 12 de julio ante el mismo tribunal, en los que fueron juzgadas 28 personas, de las que 13 fueron condenadas a muerte y, más tarde, ejecutadas, y las demás condenadas a distintas penas de privación de libertad".
En Monóvar, según Sánchez Recio, "además, la confrontación social y política había sido muy intensa, tal como se manifestó en 1036, durante los meses siguientes al golpe de Estado y comienzo de la Guerra Civil; por lo que las sentencias de los consejos de guerra expresaron claramente su finalidad vindicativa".
Una fosa conocida por todos
"Una de las característica de esta fosa común, según Sánchez, es que desde su apertura se ha conocido su existencia y localización, de manera que los familiares y deudos de los allí arrojados han podido visitar el lugar."
La primera descripción de la fosa pertenece al Dr. Villalta Nebleza, médico forense que certifico la muerte de los 11 fusilados del 18 de octubre, indicando el orden, la orientación y la profundidad en la que se hallaban los cuerpos. El propio médico forense fue detenido al día siguiente y murió en la cárcel de Alicante el 3 de febrero de 1941. Está enterrado en el mismo cementerio.
Glicerio Sánchez ha manifestado a este diario que "la exhumación de esta fosa ha de entenderse, sobre todo, como un acto de justicia para las víctimas y de alivio para sus allegados, en consonancia con el artículo 4 de la Ley de Memoria Histórica de 2007, quienes, después de 80 años, podrán darles una digna sepultura".