Antecedentes. El nacimiento del odio.
Entre febrero y julio de 1936, antes de
iniciarse el golpe de Estado, hubo un total de 189 incidentes y 262
muertos, de ellos 112 causados por la intervención de las fuerzas de
orden público (Guardia de Asalto). De las 262 víctimas, 148 serían militantes de la
izquierda, 50 de la derecha, 19 de las fuerzas de orden público y 45 sin
identificar. Además, ese estudio constata que el número de víctimas
mortales causadas por la violencia política fue disminuyendo en esos
cinco meses. Asesinato del líder político de derechas José Calvo Sotelo, y del teniente Castillo de la Guardia de Asalto.
La conspiración
La conspiración militar para desencadenar un «golpe de fuerza» (como lo llamaban los conjurados) que derribara al Gobierno, se puso en marcha nada más tomar posesión el Gobierno de Manuel Azaña el 19 de febrero de 1936, apoyándose inicialmente en las tramas golpistas que se habían rehecho tras el fracaso de la insurrección militar de agosto de 1932 encabezada por el general Sanjurjo.18El 20 de febrero el periódico de la Comunión Tradicionalista, El Pensamiento Alavés, ya afirmaba «que no sería en el Parlamento donde se libraría la última batalla, sino en el terreno de la lucha armada» y esa lucha partiría de «una nueva Covadonga que frente a la revolución sirviera de refugio a los que huyeran de aquella y emprendiera la Reconquista de España».19
El 8 de marzo de 1936, horas antes de que el general Franco se marchara a su destino en Canarias, tuvo lugar en la casa de Madrid de un agente de bolsa militante de la CEDA y amigo de Gil Robles,20una reunión de varios generales (Emilio Mola, Luis Orgaz Yoldi, Villegas, Joaquín Fanjul, Francisco Franco, Ángel Rodríguez del Barrio, Miguel García de la Herrán, Manuel González Carrasco, Andrés Saliquet y Miguel Ponte, junto con el coronel José Enrique Varela y el teniente coronel Valentín Galarza, como hombre de la UME), en la que acordaron organizar un «alzamiento militar» que derribara al Gobierno del Frente Popular recién constituido y «restableciera el orden en el interior y el prestigio internacional de España».17El historiador franquista Ricardo de la Cierva ha afirmado, sin embargo, que lo que se acordó en la reunión del 8 de marzo fue llevar a cabo un golpe de Estado solo en caso de amenaza grave a "la unidad de la patria" y quiebra límite del orden público.21 Los generales conjurados acordaron también ofrecer la jefatura de la Junta Militar que se formaría al exiliado general Sanjurjo y que, hasta entonces, el coordinador en España fuera el general Ángel Rodríguez del Barrio.13
No se llegó a acordar el carácter político del “movimiento militar o Alzamiento Nacional”, pero para su organización recurrirían a la estructura clandestina de la UME integrada por oficiales conservadores y antiazañistas y llegaron a fijar la fecha del golpe, para el 20 de abril, pero las sospechas del Gobierno y la detención de Orgaz y Varela, confinados en Canarias y en Cádiz, respectivamente, les obligaron a posponer la fecha.22
El general Gonzalo Queipo de Llano (jefe de los carabineros), que estaba organizando otra conspiración golpista por su cuenta, visitó a Mola en Pamplona el 12 de abril. Tras informarse mutuamente de sus respectivos planes decidieron colaborar.21 El 19 de abril el general Rodríguez del Barrio abortó un alzamiento militar en Madrid, en parte por el cáncer que sufría y en parte porque creía que la policía estaba al corriente de la conspiración. La coordinación de la conspiración pasó entonces al general Mola, por decisión del general Sanjurjo, mientras que la coordinación del golpe en Madrid quedaría en manos del teniente coronel Valentín Galarza, pronto apodado como «el Técnico».2324
Vuelo de Franco desde Las Canaria a Tetuán
Vuelo: de Gran Canaria a Tetuán
El día de la celebración del sepelio del general Balmes, el viernes 17 de julio, el general Franco conoce a última hora que la sublevación en el Protectorado ha comenzado esa misma tarde, gracias a un telegrama que le envía desde Melilla el general Soláns.16 Pocas horas antes la mujer y la hija del general Franco han sido escoltadas al Puerto de la Luz, donde han embarcado rumbo a Lisboa.16 A primeras horas del sábado 18 de julio, el general Franco sale del hotel donde ha pasado la noche y se dirige a la Comandancia Militar de Las Palmas, desde donde proclama el estado de guerra en todo el archipiélago. Todos los edificios oficiales son tomados por los militares sublevados y los gobernadores civiles de las dos provincias son detenidos. A mediodía, el archipiélago canario está bajo el control de los sublevados.1716
A las diez de la mañana de ese sábado 18 de julio se había recibido en Santa Cruz de Tenerife un telegrama del coronel Eduardo Sáenz de Buruaga desde Tetuán, en el que se confirmaba que todo el Protectorado de Marruecos estaba bajo el control de los sublevados y de que el avión que ha de transportar al general Franco hasta allí podía aterrizar sin problemas, en el mismo Tetuán o en Larache. A las dos y media de la tarde despega de Gando el Dragon Rapide rumbo a Casablanca, a donde llega hacia las diez de la noche, después de repostar en Agadir. A Franco le han acompañado su primo, el teniente coronel Francisco Franco Salgado-Araújo, y el teniente piloto Antonio Villalobos Gómez. En Casablanca le estaba esperando Luis Bolín, el periodista del diario monárquico ABC que había alquilado el Dragon Rapide en Inglaterra. Después de pernoctar en esta ciudad del Marruecos francés (desde el hotel Franco telefoneó a Tetuán para cerciorarse de que el levantamiento había tenido éxito y Yagüe se lo confirma;18 Bolín le enseña los titulares del periódico marroquí La Depêche Marocaine: "El general Franco, llamado por el Gobierno para sofocar la rebelión, se encuentra en pleno viaje de Canarias a Madrid")19 el general Franco y sus acompañantes, junto con Luis Bolín, vuelan hasta Tetuán, la capital del Protectorado español en Marruecos. Llegan a las siete y media de la mañana del domingo 19 de julio.201621 Antes de aterrizar, Franco o Bolín (según versiones) dio instrucciones al piloto: «Dé una vuelta a la pista lo más bajo posible. Si le digo ¡Arriba! retome el vuelo sin vacilar». Después de dar varias vueltas, Franco reconoció a uno de los coroneles sublevados y dijo al piloto: «¡Ahí está el rubito! ¡Aterricemos!». Al tomar tierra es recibido con júbilo por los oficiales sublevados, entre ellos Yagüe, que le besa y le abraza. Franco se despide del piloto: «Algún día sabrá usted lo que ha hecho. Hoy no tengo palabras para expresarle mi gratitud».22
Con gran perspicacia, Franco había recorrido los casi 20 km que separan la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria hasta el entonces aeródromo de Gando en barco, evitando que en carretera fuera interceptado por la Guardia de Asalto. En algún momento del viaje, Franco se afeita el bigote. Gil-Robles más tarde dejaría escrito que Franco, por miedo a que interceptasen el avión, llevaba una carta dirigida al presidente del gobierno, en la que expresaba su apoyo a la República y su intención de viajar a Madrid para defenderla.23 Según testimonio del piloto Cecil W. H. Beeb:
Mientras volábamos sobre las aguas del Atlántico, el general se quitó el uniforme, encerró sus efectos en una maleta y después de meter en ella también los papeles que llevaba sobre sí, la arrojó al mar. Inmediatamente le vi ponerse un jaique y un albornoz y enrollarse a la cabeza un turbante. Se le hubiera creído un verdadero árabe salido de los zocos de Marrakech.18
La historiografía franquista ha calificado este viaje de histórico. «La primera pregunta que surge ante el vuelo de Gran Canaria-Tetuán del Dragon Rapide es si podría haberse hecho sin escalas. Así lo aseguran bastantes historiadores». Sin embargo, la primera escala de Agadir, según Carlos Fernández, era necesaria dada la autonomía de avión y la segunda se habría justificado por la necesidad de recoger al corresponsal del ABC Luis Bolín.21
En Alicante y Valencia
El diputado Diego Martín Barrio logro detener la sublevación en Levante.
En la noche del 18 al 19 de julio de 1936, Manuel Azaña, tras la dimisión de Santiago Casares Quiroga, le ofreció la difícil tarea de formar un gobierno de conciliación que pudiese evitar el inicio de la guerra. Durante unas horas de actividad frenética, Martínez Barrio telefoneó a varios jefes militares en un último intento para que depusieran su actitud, consiguiéndolo con varios de ellos en parte gracias a amistades personales. Por último, tal como relata en sus memorias, habló por teléfono con el general Mola, el cual se negó a ningún acercamiento. Los historiadores Juan María Gómez y Hugh Thomas, así como el periodista Rafael Fernández de Castro, que contó dicha llamada, sostienen que llegó a proponerle un puesto en el nuevo gobierno republicano;9 sin embargo, el propio Martínez Barrio lo negaría años después en sus memorias.1 El 19 de julio, presentó la dimisión al comprender que la guerra civil era inevitable. Fue entonces sustituido por José Giral. Durante la guerra civil fue uno de los consejeros más íntimos de Azaña y presidió en varias ocasiones las Cortes de la república.10
Tras dimitir como presidente del gobierno, Martínez Barrio se traslada a Valencia donde presidirá la Junta Delegada del Gobierno de la República para la región de Levante para asegurar la lealtad de esa zona a la República. Y logró convencer el general Martínez Monje (Capitán General de Valencia) para no declarara el Estado de Guerra y ser fiel a la República, conseguido esta lealtad el 22 de julio se traslada a Alicante para convencer al general García Aldave (G.M) que no se sublevara le convenció a dirigirse a la población a través de Radio Alicante, una vez cumplida su misión a regañadientes lo sustituyó por el coronel Rodolfo Espá, Jefe del Regimiento Tarifa nº 11 cuando regresó de permiso desde Almería (destacado comunista militar). El general Aldave fue retenido en el Hotel Samper de Alicante. El coronel de Carabineros Rafael Cabrera y el Tecol Enrique Gili eran afines de la República como el capitán de Asalto Rubio. En la Guardia Civil había dudas de entregar la armas, si bien, el Tecol José Estañ, era contrario a la sublevación, su comandante Enrique Ballenilla Herrero, sí lo era, fue detenido y trasladado a Cartagena y a Almería, donde fue fusilado en diciembre del 36.