El diputado Diego Martín Barrio logro detener la sublevación en Levante
En la noche del 18 al 19 de julio de 1936, Manuel Azaña, tras la dimisión de Santiago Casares Quiroga, le ofreció la difícil tarea de formar un gobierno de conciliación que pudiese evitar el inicio de la guerra. Durante unas horas de actividad frenética, Martínez Barrio telefoneó a varios jefes militares en un último intento para que depusieran su actitud, consiguiéndolo con varios de ellos en parte gracias a amistades personales. Por último, tal como relata en sus memorias, habló por teléfono con el general Mola, el cual se negó a ningún acercamiento. Los historiadores Juan María Gómez y Hugh Thomas, así como el periodista Rafael Fernández de Castro, que contó dicha llamada, sostienen que llegó a proponerle un puesto en el nuevo gobierno republicano;9 sin embargo, el propio Martínez Barrio lo negaría años después en sus memorias.1 El 19 de julio, presentó la dimisión al comprender que la guerra civil era inevitable. Fue entonces sustituido por José Giral. Durante la guerra civil fue uno de los consejeros más íntimos de Azaña y presidió en varias ocasiones las Cortes de la república.10
Tras dimitir como presidente del gobierno, Martínez Barrio se traslada a Valencia donde presidirá la Junta Delegada del Gobierno de la República para la región de Levante para asegurar la lealtad de esa zona a la República. Y logró convencer el general Martínez Monje (Capitán General de Valencia) para no declarara el Estado de Guerra y ser fiel a la República, conseguido esta lealtad el 22 de julio se traslada a Alicante para convencer al general García Aldave (G.M) que no se sublevara le convenció a dirigirse a la población a través de Radio Alicante, una vez cumplida su misión a regañadientes lo sustituyó por el coronel Rodolfo Espá, Jefe del Regimiento Tarifa nº 11 cuando regresó de permiso desde Almería (destacado comunista militar). El general Aldave fue retenido en el Hotel Samper de Alicante. El coronel de Carabineros Rafael Cabrera y el Tecol Enrique Gili eran afines de la República como el capitán de Asalto Rubio. En la Guardia Civil había dudas de entregar la armas, si bien, el Tecol José Estañ, era contrario a la sublevación, su comandante Enrique Ballenilla Herrero, sí lo era, fue detenido y trasladado a Cartagena y a Almería, donde fue fusilado en diciembre del 36.