Promontorio e Isabel, los hijos bastardos del escritor y novelistas, Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616)
permanecieron ocultos, inexistentes, invisibles al tiempo, a sus
orígenes, repudiados por su auténtica familia. El primero, nace según
algunas fuentes, en 1575 en Nápoles fruto del romance
que mantiene el escritor con "una señora de Nápoles" En el capítulo octavo de "Viaje del Parnaso" describe a Promontorio, su supuesto hijo. Lo único que se sabe de él es que vive y que ejerce de soldado. A su madre, que adopta en el texto el nombre poético de Silena,
se le ubica en Nápoles. Así lo describe su pluma: "Llegáse, en esto, a
mí, disimulado/ un mi amigo, llamado Promontorio,/ mancebo en días, pero
gran soldado/. Creció la admiración, viendo notorio/ y palpable que en
Nápoles estaba/ espanto a los pasados acesorio/ Mi amigo tiernamente me
abrazaba,/ y con tenerme entre sus brazos, dijo/ que del estar yo allí
mucho dudaba./ Llamóme padre, y yo llaméle hijo/: quedó con esto la verdad en punto/ que aquí puede llamarse punto fijo/Díjome Promontorio: Yo barrunto,/ padre, que algún caso a vuestras canas/ las trae tan lejos, ya semidifunto.
La segunda Isabel de Saavedra nacida en Madrid el 19 de noviemnbre 1584- 1652,
reconocida como hija natural casi a los quince años de edad tras la muerte de su madre, se gesta en
uno de los habituales encuentros que el escritor mantenía con su
amante, la tabernera madrileña Ana Franca de Rojas, casada con el tratante asturiano Alonso Rodríguez.
Dos personajes reales que sin duda superan a aquellos que se encuentran en las páginas de la ficción cervantina.