miércoles, 26 de febrero de 2014

Primera lección sobre el Hooponopono



Primera lección sobre Ho´oponopono.
   
 Un relato hawaiano decía que si a un ganadero le robaban una cabra, el chamán (huna) reunía a las dos partes, al ladrón y al propietario y mutuamente se tenían que pedir perdón, el ofendido y el ofensor, de esta forma el hilo del odio se rompía, y de esta forma reinaría entre ellos la paz mental e interior.
Vivimos con tanta prisa, con tanta información, con tanto cabreo interior y exterior que no tenemos tiempo para atender a otras cosas que no sea quedarmos bizcos mirandonos nuestro ombligo y reviviendo nuestros problemas, que por cierto, todos tenemos problemas bien de  salud, espiritual, familiar  o laboral.  No tenemos tiempo para la meditación ni para darnos unas cortas vacaciones mentales.
Las técnicas hawaiana del Ho´oponopono (Joponopono en español) que nos revelan ahora como nuevas, en realidad no lo son, tienen sus principios en el budismo, en otras religiones, pensadores, filósofos de la vida y psocólogos que poco a poco nos han hecho ver el mundo, nuestra realidad, de otra manera. 
En el Ho´oponopono  descubren tres entes o personalidades en uno mismo: El Conciente, el Supraconciente y el Subconsciente. Este último es un antiguo término utilizado en el psicoanálisis para referirse a lo inconsciente, y que con este nombre aparece en los escritos del psicoanalista Sigmun Freud, aunque lo psicoanalistas actuales reconocen solamente dos: el consciente y el inconsciente.
Sea como sea, el Ho´oponomo (Casua y perfección, paz y equilibrio) da un paso más allá y encasillan la mente en tres estratos, lo cual es sin duda una aportación novedosa.
Para ello, en el subconsciente o niño interior (que necesita muchos mimos y no entiende de humor) se sitúa nuestra memoria que no es la menta), ella somos nosotros, pues a lo largo de nuestra vida vamos sumando experiencias unas veces positivas y otras negativas, desde que nacemos, infancia, juventud, madurez. En este tiempo hemos ido fabricándonos a nosotros mismo y somos lo que somos: seguro o inseguros, felices o infelices, positivos o negativas, alegres o pesimistas. Debido a los mensajes que hemos idos creciendo: tú vales o no vales, eres un inútil o un genio, eres malo en matemáticas o muy bueno con los números, o qué bien dibujas, me decía mi madre y salí pintor. Y poco a poco nos lo hemos ido creyendo de verdad unas cualidades, es como los ciegos, lo bien que oyen.
Cuando  decimos “no puedo hablar en público”, porque me pongo nervioso, ¿cual es la causa?, tal vez la de un profesor que nos hizo hablar en clase y no nos mimó, sino que nos castigó y nos hizo poner contra la pared. Por eso cuando estamos en el estrado, en el atril nos acuden los malos pensamientos de nuestra memoria con aquel fracasos y frustraciones, se nos acelera el corazón y se nos traba la lengua.
    Por ello la educación basada en el premio y el castigo, en el de la letra con sangre entra, no es la forma más adecuda de educar a un niño para que el día de mañana tenga un equilibrio, autoestima y sea positivo, carente de miedos. Una cosa es la disciplina del estudio y otra la dictadura del estudio. Por eso la educación tradicional de la escuela es nefacta para la formación del individuo fuerte y seguro de sí mismo.
   Dicho estos ejemplos, y reconocido y demostrado que somos al suma de nuestros pensamientos, de nuestra educación, emociones, palabras,  errores, hechos, lutos y acciones atesorados en el nuestro disco duro de la memoria; hemos de cambiar nuestra forma de pensar para ser más positivos, aunque estemos en la más extremas de las situaciones. Es como si nos engañásemos a nosotros mismos. Puesto que sentimos lo que pensamos cambiemos nuestra forma de pensar. Pues la Ley de la Atracción es muy simple, atraemos lo que pensamos, por ello hay familias enteras de deprimidos, negativos y pesimistas, en un 80 % todo son cortados por la misma tijera. Qué ha sucedido que todo se ha contagiado de ese pesimismo de la vida.

    Hay muchos libros sobre el optimismo, autores que se dieron cuenta del poder de la mente, y sobre todo del pensamiento. Para no tener ordios, lo mejor es perdonar, pues si no lo haces lo grabas con imperdibles en tu memoria.

    El Ho´oponopono hawauiano lo que trata es de poner orden en nuestros errores pasados que subyacen en nuestra memoria, es decir, comunicarlos con el subconsciente, para pedirle, solicitarle, rogarle que olvide o borre lo negativo para que nos dé paz y equilibro, restituir nuestro pasado, ellos lo hacen acudiendo a una Divinidad Inteligente, que puede ser Una Energía Superior Universal, Una energía estelar o el Divino Creador (para creyentes). Si no es otra cosa que rezar para convertir y convencernos de algo, tras repetirlo muchas veces como un mantra budista, o una oracion cristiana, si al fin y al cabo es lo mismo: enviarle mensajes a nuestra memoria (residente en el inconsciente o subconsciente) para que nos perdone de nuestros errores y los borre. Es como intentar borrar de nuestro disco duro nuestro pasado vivido y recordado desgradable para ser más felices y atraer enegías positivas.

Por ello, cuando se tienen pensamientos llamémosle pesimista, derrotistas, o digo "no puedo", esto no se me va a curar, hay que tener cuidado porque se nos almacena en la memoria subconsciente y nos puede jugar malas pasa, bien con recuerdos desagradables persistentes o una acción no deseada, que es lo peor: “cometer una acción”, una orden irresistibles. Por ello, sin odios ni remordimientos la felicidad mental está asegurada. Al repetir una  frase acaban creyéndotela y atrayendo lo positivo, y el dinero si cabe, y la salud por supuesto.

¿Qué ha descubierto el Ho´oponopo (jopononomo en español)?   Borrar del subconsciente, errores, pensamientos negativos, perjudiciales o esa realidad creada por  nosotros que no va a limitar en nuestra actividad. La palabras mágicas que hay que repetir son: LO SIENTO, PERDÓNAME, TE AMO, GRACIAS.

 Las personas que lo practican decimos que nuestra vida a cambiado.

 Hay más palabras, pero por hoy es suficiente.

Ramón Palmeral
Alicante, febrero 2014