Los 48 días inéditos de Miguel de Cervantes como comisario real
La historia demuestra que enmarcar el inicio y fin, el nacer y el
morir de los acontecimientos en ocasiones resulta imposible. Ocurre con
la biografía de Miguel de Cervantes, que pudo nacer un 29 de septiembre,
fiesta de San Miguel, de 1547 en Alcalá de Henares, y más probablemente
pudo morir, "puesto ya el pie en el estribo", un 22 de abril de 1616.
Igual sucede con las investigaciones de José Cabello Núñez, que ya en 1992 trataba de rescatar un documento cervantino que hoy se ha convertido en la llave de otros cinco descubrimientos posteriores que registran, todos juntos, los movimientos del creador del Caballero de la Triste Figura durante 48 días en los que viajó por la provincia de Sevilla como comisario real de abastos para la Armada y la Flota de Indias.
No fue hasta 2001 cuando los documentos contenidos en el Archivo de
protocolos notariales de Morón de la Frontera, centro de la comarca a la
que pertenece el municipio sevillano de la Puebla de Cazalla,
merecieron la atención del público. Seis años más tarde, José Cabello Núñez
pudo empezar a trabajar con las microfilmaciones y es en 2011 cuando
encontró lo que buscaba en un último párrafo: la llave que le ha abierto
cinco puertas más, las dos últimas este año. Tendremos que esperar
algunos meses más para conocer sus trabajos científicos, comprometidos
para su publicación desde 2013.
La primera huella es un contrato de 5 de marzo de 1593 por el que el Ayuntamiento de la Puebla de Cazalla, en la serranía sur de Sevilla, se compromete a entregarle a Miguel de Cervantes 130 fanegas de trigo y 20 fanegas de cebada para el abastecimiento de los galeones en la carrera hacia América. Su importancia radica especialmente en que "estamos documentando un periodo de la vida de Cervantes hasta ahora desconocido", asegura Cabello Núñez, que rechaza la teoría de que entre el 10 de enero y el 8 de julio de 1593 Cervantes se encontraba en Sevilla sin ocupación, cuando en realidad prestaba servicios a la Corona en pueblos de los alrededores.
Esta información lleva al archivero de la Puebla de Cazalla al
Archivo de Indias de Sevilla, donde, siguiendo la pista, da con nuevos
hallazgos. El segundo documento se presenta como una partida contable
que ordena se paguen a Cervantes 19.200 maravedíes por
48 días de trabajo, y en el tercero, el pagador Francisco de Agüero
asegura haber desembolsado esta cantidad que "no estaba ni bien ni mal",
dice Cabello. "Si un albañil cobraba entre 2 o 3 reales diarios,
Cervantes podría llevarse 12 reales o 400 maravedíes". 1 real eran 34
maravedíes. Sin embargo, lo llamativo es que quien cobra el salario por
los días trabajados entre el 21 de febrero y el 28 de abril de 1593, no
es Miguel de Cervantes sino Magdalena Enríquez en su nombre.
El escrito indica que esta mujer cobra gracias a un poder notarial obtenido en la capital. Este es el cuarto documento, que además resulta ser de gran valor, ya que recoge la firma auténtica de Miguel de Cervantes. ¿Por qué Miguel de Cervantes no cobra personalmente este dinero?, ¿qué nivel de confianza tendría con Magdalena Enríquez?, ¿o es que Cervantes le estaría pagando así una deuda?, se pregunta el investigador de historia local.
De momento, la hipótesis de mayor peso explicaría que Cervantes tuvo que marcharse urgentemente para cumplir con otra comisión encargada y documentada, en julio de 1593 por Miguel de Oviedo, razón por la que pediría que se cobrase en su nombre. Debe ser tenido en cuenta el contexto y recordar que las naves partían al Nuevo Mundo faltas de las provisiones necesarias, que la Armada solía pagar con retraso y siempre después de que los comisarios rindiesen cuentas del trabajo una vez finalizado.
En este punto aparece otra de las curiosidades advertidas por José
Cabello Núñez: mientras los comisarios solían pagar con vales o pagarés a
sus proveedores, que luego cobraban de otro comisario o en la Casa de
Contratación de Sevilla, Cervantes pagaba por las viandas encargadas en
metálico. En efectivo es como Cervantes paga al Ayuntamiento de la Puebla de Cazalla para que un regidor, a su vez, pague a los vecinos de los que se han obtenido las 130 fanegas de trigo y 20 de cebada.
En la comisión se especifica que, acompañado del bizcochero y experto en la materia Juan Sáenz de la Torre, debe acudir y recaudar las provisiones de los pueblos de Paradas (1588), Carmona (1588 y 1590), Utrera (1592), Arahal (1592) y Marchena (1588, 1590 y 1592), pueblos en los que ya era conocida su presencia, además de ir a Osuna, Morón y Villamartín (Cádiz), con los que Cervantes aparece relacionado por primera vez.
"Teníamos constancia de la relación de Cervantes con Osuna porque su
abuelo, Juan de Cervantes, fue en su día criado del duque de Osuna, y
por la Universidad, pero no había prueba documental de que hubiera
estado allí", explica Cabello Núñez, quien confía en los vecinos de
estos municipios para que revisen sus registros centrándose en esta
horquilla de tiempo. Que el cometido ordenase ir a Osuna no prueba que
efectivamente pisase esta tierra.
Morón de la Frontera aparece mencionado en el capítulo XLIX de la Segunda Parte de la "gloria del Ingenio español y precioso depósito de la propiedad y energía del Idioma castellano", que declaraba el Marqués de Grimaldi sobre el Quijote. Parece probable, según Cabello Núñez, que Miguel de Cervantes degustase en la comarca unas sabrosas perdices que luego trasladaría a 'De lo que sucedió a Sancho Panza rondando su ínsula': "Entregóse en todo, con más gusto que si le hubieran dado francolines de Milán, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de Morón...".
También se le ordena en la comisión que acuda a todos los lugares de Andalucía que considere oportuno hasta sacar 5.000 fanegas de trigo para fabricar bizcocho -una
especie de pan duro que soportaba el largo trayecto-, 500 de cebada
para los arrieros, 400 de garbanzo, 400 de habas y 300 quintales de
queso.
Cristóbal de Barros considera en este sexto documento a Cervantes una persona inteligente y de confianza para cumplir la misión encargada, le da permiso para que se ayude de todos los que necesite -confiándole con ello, como delegado del Rey, poderes de detención frente a los que se opongan a 'hacer la saca'- al tiempo que les obliga, independientemente de su estado o condición, a socorrerle. Entre ellos, destaca a los escribanos, alguaciles y carceleros.
Vemos cómo se trata de un documento muy completo que dispone las pautas a obedecer. De este modo, establece también una limitación, al prohibirle desposeer de trigo a las personas pobres. La saca debe hacerse con brevedad y pagándose a 14 reales la fanega, expone el texto. El investigador explica que "lo habitual es que fuesen con una relación de personas pudientes: los regidores, pequeños hidalgos (...) Sin embargo, los comisarios reales de abastos tenían muy mala fama, y se sabía que si no podían sacar el encargo de buena manera, lo harían a la fuerza". Estas malas prácticas le cuestan a Cervantes la excomunión, ser encarcelado en Écija (Sevilla), y más tarde en Castro del Río (Córdoba) por venta ilegal de trigo.
Además de Cristóbal de Barros, el bizcochero Juan Sáenz de la Torre o
el pagador Francisco de Agüero, a José Cabello Núñez se le llena la
boca de posibles compañeros de viaje y de un sinfín de anécdotas que
pudieran influir en la obra de 1605 que el propio don Miguel señala en
la Dedicatoria al Conde de Lemos como el libro indicado para la
enseñanza del castellano.
El testamento de una vecina de la Puebla de Cazalla deja constancia de que en 1588 un comisario llamado Bernabé Álvarez de Loaysa le debía 70 fanegas de trigo que le sacó en 1586. Pues bien, uno de los mayores estudiosos de la obra de Miguel de Cervantes, Francisco Rodríguez Marín, consideraba que el personaje de Loaysa en "El celoso extremeño", una de las novelas ejemplares, pudiera estar basado en este comisario. Bernabé fue escribano público de Sevilla, pasando a ser comisario de abastos justo un año antes de que Cervantes llegara, para cubrir la misma labor.
Otro comisario de abastos fue Juan de Roa, natural del Puerto de Santa María (Cádiz). "Aparece un Juan de Roa prisionero con Cervantes en Argel, luego, ¿sería el mismo?, ¿vinieron de Argel a Sevilla juntos a buscarse la vida como comisarios? "Nadie puede decir que no", comenta Cabello.
Otro nombre es Agustín de Cetina, amigo personal de Cervantes. "Cuando Cervantes aparece en la Puebla en 1593, el alcalde con el que contacta tenía vinculación con Agustín de Cetina a raíz de una compraventa de esclavos que hizo Agustín en el pueblo: la documentación evidencia que la Puebla de Cazalla era una zona en la que Cervantes debió estar más veces, y que se movería por aquí como nos movemos nosotros ahora".
El documento cuenta que por la fecha en la que Miguel de Cervantes estuvo en Sevilla, desde 1587 hasta 1597, Magdalena tiene 50 años; mientras la mujer de Cervantes, Catalina de Salazar, estaba en Esquivias (Toledo) y Cervantes iba y venía. El escrito revela incluso que Magdalena estuvo presa por encubrir a su yerno.
José Cabello Núñez sabe también que Magdalena Enríquez estaba casada en 1598 con Francisco Montes de Oca. "Ella aparece relacionada con Cervantes en 1593, cinco años antes, por lo que podría ser viuda en ese momento y casarse por segunda vez. No lo sabemos". El matrimonio fue padrino de bautizo en 1598 de un hijo de Tomás Gutiérrez, un buen amigo de Cervantes, que tenía una posada en la céntrica calle Bayona de Sevilla, junto a la Catedral.
Y resulta que Montes de Oca también era bizcochero. "Es curioso: todos, Magdalena, Sáenz de la Torre, Montes de Oca, dedicados a la fabricación de pan para la Armada; todos, conocidos de Tomas Gutiérrez: un mundo comercial del que Cervantes formó parte en esa época, en esos 48 días de vida que ahora ven la luz a través de estos valiosos documentos cervantinos. Toda una aventura".
Igual sucede con las investigaciones de José Cabello Núñez, que ya en 1992 trataba de rescatar un documento cervantino que hoy se ha convertido en la llave de otros cinco descubrimientos posteriores que registran, todos juntos, los movimientos del creador del Caballero de la Triste Figura durante 48 días en los que viajó por la provincia de Sevilla como comisario real de abastos para la Armada y la Flota de Indias.
Estamos documentando un periodo de la vida de Cervantes hasta ahora desconocido
La primera huella es un contrato de 5 de marzo de 1593 por el que el Ayuntamiento de la Puebla de Cazalla, en la serranía sur de Sevilla, se compromete a entregarle a Miguel de Cervantes 130 fanegas de trigo y 20 fanegas de cebada para el abastecimiento de los galeones en la carrera hacia América. Su importancia radica especialmente en que "estamos documentando un periodo de la vida de Cervantes hasta ahora desconocido", asegura Cabello Núñez, que rechaza la teoría de que entre el 10 de enero y el 8 de julio de 1593 Cervantes se encontraba en Sevilla sin ocupación, cuando en realidad prestaba servicios a la Corona en pueblos de los alrededores.
Documento Nº1 de la Puebla de Cazalla.
El misterio de Magdalena Enríquez
"La situación jurídica de las mujeres en esa época no les permitía comerciar sin el poder notarial de un hombre, a no ser que fuese viuda", apunta Cabello Núñez, "y es muy interesante porque en la vida de Cervantes hay pocas mujeres con las que se le pueda vincular", aparte de sus hermanas, su mujer, y alguna amante con la que tuvo una hija.El escrito indica que esta mujer cobra gracias a un poder notarial obtenido en la capital. Este es el cuarto documento, que además resulta ser de gran valor, ya que recoge la firma auténtica de Miguel de Cervantes. ¿Por qué Miguel de Cervantes no cobra personalmente este dinero?, ¿qué nivel de confianza tendría con Magdalena Enríquez?, ¿o es que Cervantes le estaría pagando así una deuda?, se pregunta el investigador de historia local.
De momento, la hipótesis de mayor peso explicaría que Cervantes tuvo que marcharse urgentemente para cumplir con otra comisión encargada y documentada, en julio de 1593 por Miguel de Oviedo, razón por la que pediría que se cobrase en su nombre. Debe ser tenido en cuenta el contexto y recordar que las naves partían al Nuevo Mundo faltas de las provisiones necesarias, que la Armada solía pagar con retraso y siempre después de que los comisarios rindiesen cuentas del trabajo una vez finalizado.
Archivo General de Indias en Sevilla.
Estuvo en Osuna, Morón y Villamartín
Así llegamos a los dos últimos documentos inéditos encontrados recientemente, el quinto y el sexto. Ambas son órdenes escritas por Cristóbal de Barros, nombrado por Felipe II proveedor general de la Flota de Indias desde 1592 en Sevilla tras ser el ingeniero que diseñó los barcos de la batalla de Lepanto (1571). La primera obliga al funcionario Francisco de Agüero a pagar los 19.200 maravedíes, y la segunda es el encargo específico de trabajo que desempeña Cervantes en aquellos 48 días de vida.En la comisión se especifica que, acompañado del bizcochero y experto en la materia Juan Sáenz de la Torre, debe acudir y recaudar las provisiones de los pueblos de Paradas (1588), Carmona (1588 y 1590), Utrera (1592), Arahal (1592) y Marchena (1588, 1590 y 1592), pueblos en los que ya era conocida su presencia, además de ir a Osuna, Morón y Villamartín (Cádiz), con los que Cervantes aparece relacionado por primera vez.
Documento de la Puebla de Cazalla.
Morón de la Frontera aparece mencionado en el capítulo XLIX de la Segunda Parte de la "gloria del Ingenio español y precioso depósito de la propiedad y energía del Idioma castellano", que declaraba el Marqués de Grimaldi sobre el Quijote. Parece probable, según Cabello Núñez, que Miguel de Cervantes degustase en la comarca unas sabrosas perdices que luego trasladaría a 'De lo que sucedió a Sancho Panza rondando su ínsula': "Entregóse en todo, con más gusto que si le hubieran dado francolines de Milán, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de Morón...".
Las malas prácticas le cuestan a Cervantes la excomunión, ser encarcelado en Écija (Sevilla), y más tarde en Castro del Río (Córdoba) por venta ilegal de trigo
Cristóbal de Barros considera en este sexto documento a Cervantes una persona inteligente y de confianza para cumplir la misión encargada, le da permiso para que se ayude de todos los que necesite -confiándole con ello, como delegado del Rey, poderes de detención frente a los que se opongan a 'hacer la saca'- al tiempo que les obliga, independientemente de su estado o condición, a socorrerle. Entre ellos, destaca a los escribanos, alguaciles y carceleros.
Vemos cómo se trata de un documento muy completo que dispone las pautas a obedecer. De este modo, establece también una limitación, al prohibirle desposeer de trigo a las personas pobres. La saca debe hacerse con brevedad y pagándose a 14 reales la fanega, expone el texto. El investigador explica que "lo habitual es que fuesen con una relación de personas pudientes: los regidores, pequeños hidalgos (...) Sin embargo, los comisarios reales de abastos tenían muy mala fama, y se sabía que si no podían sacar el encargo de buena manera, lo harían a la fuerza". Estas malas prácticas le cuestan a Cervantes la excomunión, ser encarcelado en Écija (Sevilla), y más tarde en Castro del Río (Córdoba) por venta ilegal de trigo.
Entre cárceles
Durante varios meses, en 1597, Miguel de Cervantes estuvo preso en la Cárcel Real de Sevilla -junto a la calle que hoy lleva el nombre de "entrecárceles" y donde dio vida al ingenioso hidalgo enloquecido por las novelas caballerescas- por defraudar a la Hacienda Real como recaudador de impuestos atrasados. "A lo mejor vendían parte del trigo, lo cobraban ellos, y como las cuentas las rendían después, jugaban con ese dinero. Se dice que Cervantes era aficionado a las cartas", señala Cabello. "O a lo mejor, en un mundo en el que sólo sabían leer y escribir unos pocos, los comisarios anotaban y firmaban más fanegas de las que efectivamente se entregaban sin que el otro se percatase".
Dibujo de la antigua Cárcel Real de Sevilla.
El testamento de una vecina de la Puebla de Cazalla deja constancia de que en 1588 un comisario llamado Bernabé Álvarez de Loaysa le debía 70 fanegas de trigo que le sacó en 1586. Pues bien, uno de los mayores estudiosos de la obra de Miguel de Cervantes, Francisco Rodríguez Marín, consideraba que el personaje de Loaysa en "El celoso extremeño", una de las novelas ejemplares, pudiera estar basado en este comisario. Bernabé fue escribano público de Sevilla, pasando a ser comisario de abastos justo un año antes de que Cervantes llegara, para cubrir la misma labor.
Otro comisario de abastos fue Juan de Roa, natural del Puerto de Santa María (Cádiz). "Aparece un Juan de Roa prisionero con Cervantes en Argel, luego, ¿sería el mismo?, ¿vinieron de Argel a Sevilla juntos a buscarse la vida como comisarios? "Nadie puede decir que no", comenta Cabello.
Otro nombre es Agustín de Cetina, amigo personal de Cervantes. "Cuando Cervantes aparece en la Puebla en 1593, el alcalde con el que contacta tenía vinculación con Agustín de Cetina a raíz de una compraventa de esclavos que hizo Agustín en el pueblo: la documentación evidencia que la Puebla de Cazalla era una zona en la que Cervantes debió estar más veces, y que se movería por aquí como nos movemos nosotros ahora".
Una nueva Magdalena con barcos a las Indias
Antes de finalizar nuestra conversación, José Cabello Núñez nos adelanta su último descubrimiento, aún en ciernes: una nueva Magdalena Enríquez aparece en 1615 con dos hijas, de 14 y 16 años. Es la propietaria de barcos que realizaban viajes comerciales a las Indias, mientras que en el primer documento Magdalena Enríquez se presentaba como una bizcochera con un patrimonio relevante.El documento cuenta que por la fecha en la que Miguel de Cervantes estuvo en Sevilla, desde 1587 hasta 1597, Magdalena tiene 50 años; mientras la mujer de Cervantes, Catalina de Salazar, estaba en Esquivias (Toledo) y Cervantes iba y venía. El escrito revela incluso que Magdalena estuvo presa por encubrir a su yerno.
José Cabello Núñez sabe también que Magdalena Enríquez estaba casada en 1598 con Francisco Montes de Oca. "Ella aparece relacionada con Cervantes en 1593, cinco años antes, por lo que podría ser viuda en ese momento y casarse por segunda vez. No lo sabemos". El matrimonio fue padrino de bautizo en 1598 de un hijo de Tomás Gutiérrez, un buen amigo de Cervantes, que tenía una posada en la céntrica calle Bayona de Sevilla, junto a la Catedral.
Y resulta que Montes de Oca también era bizcochero. "Es curioso: todos, Magdalena, Sáenz de la Torre, Montes de Oca, dedicados a la fabricación de pan para la Armada; todos, conocidos de Tomas Gutiérrez: un mundo comercial del que Cervantes formó parte en esa época, en esos 48 días de vida que ahora ven la luz a través de estos valiosos documentos cervantinos. Toda una aventura".