La «Jungla» de Calais toca a su fin
El crecimiento de los campos de refugiados
en Francias se ha convertido en un punto de fricción social y político.
Los
campamentos de refugiados e inmigrantes se han convertido en un
problema de fondo en París, Menton y otras ciudades francesas, y
especialmente en Calais, al norte, donde se levanta la nueva «Jungla»,
donde la tragedia alcanza dimensiones dramáticas.
Los refugiados que no consiguen instalarse en París o algún centro de acogida en Francia, en algún lugar desconocido, siguen viajando hasta Calais, en el Norte, a caballo entre la frontera belga y la frontera marina con el Reino Unido, donde la nueva «Jungla» se ha convertido en el más famoso de los campos franceses, donde más de 10.000 hombres, mujeres y niños aguardan un incierto destino en unas condiciones de higiene que han comenzado a degradarse.
El Gobierno británico paga al francés varios millones de euros para asegurarse unos controles fronterizos que tienen mucho de campo militar, imponiendo una «paz policial» que se ha convertido en una pesadilla humanitaria, social, económica y política.
En la «Jugla» viven más de 900 menores sin familia, a la espera de soluciones siempre provisionales y sin futuro. El campo se convirtió hace meses en una ciudad sin ley. Policía y fuerzas del orden controlan con mano militar sus fronteras. Mafias toleradas o incontroladas han creado «restaurantes» y «servicios de urgencia».
Las diferencias étnicas y religiosas son motivo de tensión muy frecuente: cuatro hombres murieron durante el último semestre, víctimas de peleas a navajazos o estacazos entre refugiados de bandas rivales. Un número impreciso de mujeres han sido violadas. Se desconoce el número exacto de suicidios o muertes «accidentales», en numerosos intentos de llegar al Reino Unido.
La «Jungla» original fue desmantelada en varias ocasiones durante los últimos años. La nueva solo es el último y más angustioso de los campamentos, con unas proporciones de difícil desmantelamiento. «La nueva Jungla está al borde de la asfixia», repiten a coro las organizaciones humanitarias. Las asociaciones de comerciantes de Calais piden socorro económico urgente, pues la nueva «Jungla» se ha convertido en una amenaza para toda la región. El Gobierno de François Hollande calla y espera. Los flujos de inmigrantes y refugiados siguen su propio, dramático e imprevisible curso.
...........................apendice de R.F.P..................
Esta es la France de la igualite y de la fraternalite
Los refugiados que no consiguen instalarse en París o algún centro de acogida en Francia, en algún lugar desconocido, siguen viajando hasta Calais, en el Norte, a caballo entre la frontera belga y la frontera marina con el Reino Unido, donde la nueva «Jungla» se ha convertido en el más famoso de los campos franceses, donde más de 10.000 hombres, mujeres y niños aguardan un incierto destino en unas condiciones de higiene que han comenzado a degradarse.
El Gobierno británico paga al francés varios millones de euros para asegurarse unos controles fronterizos que tienen mucho de campo militar, imponiendo una «paz policial» que se ha convertido en una pesadilla humanitaria, social, económica y política.
En la «Jugla» viven más de 900 menores sin familia, a la espera de soluciones siempre provisionales y sin futuro. El campo se convirtió hace meses en una ciudad sin ley. Policía y fuerzas del orden controlan con mano militar sus fronteras. Mafias toleradas o incontroladas han creado «restaurantes» y «servicios de urgencia».
Las diferencias étnicas y religiosas son motivo de tensión muy frecuente: cuatro hombres murieron durante el último semestre, víctimas de peleas a navajazos o estacazos entre refugiados de bandas rivales. Un número impreciso de mujeres han sido violadas. Se desconoce el número exacto de suicidios o muertes «accidentales», en numerosos intentos de llegar al Reino Unido.
La «Jungla» original fue desmantelada en varias ocasiones durante los últimos años. La nueva solo es el último y más angustioso de los campamentos, con unas proporciones de difícil desmantelamiento. «La nueva Jungla está al borde de la asfixia», repiten a coro las organizaciones humanitarias. Las asociaciones de comerciantes de Calais piden socorro económico urgente, pues la nueva «Jungla» se ha convertido en una amenaza para toda la región. El Gobierno de François Hollande calla y espera. Los flujos de inmigrantes y refugiados siguen su propio, dramático e imprevisible curso.
...........................apendice de R.F.P..................
Esta es la France de la igualite y de la fraternalite