jueves, 10 de septiembre de 2020

¿Qué es la «Operación Kitchen»?, Por Ramón Palmeral

 


 

 

 

"La venganza siempre se sirve fría"

Por Ramón Palmeral

Para Opinión Diario Alicante.es

Cuando a una fiera le brillan los dientes es que se dispone a  atacar, y  es lo que le ha pasado a Pedro Sáncheztein, que tras su retiro veraniego andaluz entre linces, corzos, avefrías y patos, aislado de pandemia en el Coto Doña, es cuando «al presi» le ha venido la revelación y se ha hecho un experto en ánades o patos. Los patos se encuentran entre las escasas especies de aves que tienen pene. Y son unos genitales realmente curiosos. Son muy largos -hasta 20 cm- y en espiral como a los toros.

Pues bien, la gallineta común o polla de agua ​ es una especie de ave gruiforme  que habita en Eurasia y África, por lo tanto abundan en el Coto Doñana y es muy vengativa. Ha sido aquí, entre charcos y pantanales, donde abundan los mosquitos tigres, en un estado espiritual bajo el sol de Andalucía cuando «al presi»  le  llegó la revelación y se dijo: «Si el PP no se abstiene en la aprobación de los presupuestos generales del Estado, no tendré más remedio que sacar trapos sucios de la lavadora». Y así ha sido:

¡Bualá, un pato de Doñana convertido al canibalismo!  Y leo en El País, ahora reconvertido de independiente a  socialista-podemistas, de fecha de 9-09-2020:  «El Congreso investigará la presunta trama de espionaje parapolicial a Luis Bárcenas, extesorero del PP, durante la etapa de Jorge Fernández Díaz como ministro del Interior en el Gobierno de Mariano Rajoy. El PSOE y Unidas Podemos han decidido, ante la dimensión política que ha adquirido la Operación Kitchen dos días después de que se levantara el secreto de sumario, pedir la creación de una comisión en el Parlamento. Partidos nacionalistas y minoritarios respaldan la iniciativa. El PP reprochó al PSOE que impida, al mismo tiempo, una comisión sobre la presunta corrupción en Podemos».

 

¿Qué es la «Operación Kitchen»?

Según Asuntos Internos señala que Rajoy tenía «conocimiento» de la Operación Kitchen se había gastado más de 50.000 € en fondos reservados. Investiga el caso del polémico comisario  Villarejo considera que el expresidente Mariano Rajoy figura con la clave «el Asturiano», y que tenía «conocimiento» de la operación «parapolicial» desplegada en 2013 a espaldas de la Audiencia Nacional para sustraer al extesorero del PP Luis Bárcenas documentación «comprometedora» del partido y sus dirigentes.

Según explica Asuntos Internos, es  la operación Kitchen, «encaminada a la localización» de «documentos y archivos de audio comprometedores con dirigentes del Partido Popular» coordinada por el entonces Secretario de Estado de Seguridad con conocimiento del «Asturiano» y del Largo», dos motes que utilizaba el comisario y que los investigadores tienen «plenamente identificados» con Mariano Rajoy y al abogado Javier Iglesias, respectivamente. Bárcenas se fue de la lengua para evitar que ante la inminente sentencia del juicio de la primera época del Caso Gürtel supusiera la entrada en prisión de Rosalía Iglesias, mujer de Luis Bárcenas. Estas eran las amenazas.

Conclusiones

Es razonable que cuando gobiernas un país, ingobernable como España, actualmente, agarras al toro hispano por los cuernos y te pongas a sacar trapos sucios del pasado cercano para amenazar, presionar y doblegar a la oposición, a tu antojo, así es el juego de la política. Y veo bien que se investiguen todas las corrupciones de las cloacas del Estado. Pero… y aquí está el pero como conjunción adversativa, y no como fruto, que la vara de medir no siempre es la misma todavía no he visto entrar en prisión ni a Griñán condenado a seis años de presión por el Caso de los ERE de Andalucía, con Chaves inhabilitado. O el caso de las tarjetas de Podemos.

Yo no pretendo exonerar a nadie, y digo que el que la haga que la pague.

Ramón Palmeral

Diariode Alicante. es

Alicante, 10-09-2020

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Recuerdos de Madrid de los años 1970 (II)


Recuerdos de Madrid de los años 1970 (II)

(Plaza de España de Madrid, 1972)






Ramón Palmeral


En el artículo anterior conté nuestro viaje en tren desde Sevilla a Madrid en septiembre de 1972, un largo paseo por la noche madrileña por Neptuno, Puerta del Sol, Plaza Mayor, Cuevas de Luis Candelas y regreso a las 2 de la madrugada al hostal dando tumbos los dos mi mujer y yo como si Madrid fuera el cielo estrellado, luego, perdidos  tuvimos que tomar un taxi. Al día siguiente visitamos al Museo del Prado, donde pasamos el día porque como pintor aficionado que soy, me gustaba mucho ver a los grandes maestros que solo había listo en las enciclopedias.
Al tercer día ya estábamos cansados y no dejamos la cama del hostal por lo menos  hasta la diez de la mañana, era tarde, pero los cuerpos de unos recién casados se tienen que recuperar…, además era nuestra luna de miel y estábamos los dos solos. Bajamos a desayunar a un bar en Atocha, unas tostadas con aceite de oliva virgen y unos pasteles con café con leche, luego en un kiosco compré un mapa de Madrid, que todavía conservamos, para no perdernos en nuestras nuevas aventuras y conocer cuáles eran las paradas del metro. Nunca habíamos viajado en metro y desde luego que fue una experiencia muy gratificante por la rapidez que  nos desplazábamos por todo Madrid, y de esta guisa no tener que usar taxis como unos guiris, porque la noche de la Cueva de Luis Candelas hasta el hostal nos costó 50 pesetas, y si seguíamos así nos íbamos a tener que volver a Sevilla andando. El metro nos gustaba mucho.
El primer viaje en metro fue a eso de las 11 h. en Atocha, en la línea 1 hasta la plaza de España con trasbordo en Sol para tomar línea 2. La verdad es que merecía la pena viajar bajo tierra a tanta velocidad, las estaciones estaban muy limpias, era barato y viajaban todo tipo de personas y ejecutivos con sus maletines de trabajo. En la plaza España pasamos gran parte de la mañana, nos espantó sobradamente el monumento a Cervantes, teniendo detrás la torre de Madrid (era el rascacielos más alto de España) y uno se quedaba mirándolo y se decía «esto parece Nueva York». El monumento a Cervantes estaba rodeado de un estanque de agua, y el príncipe de los ingenios se nos mostraba sentado como una Cibeles, presidido por las figuras ecuestres de Don Quijote y Sancho Panza, hablando de sus cosas, con dos alegorías laterales. Según el mapa se había inaugurado el 13 de octubre de 1929, obra del arquitecto Rafael Martínez Zapatero (el bueno) y del escultor sevillano Lorenzo Coullaut Valera. Nos hicimos fotos, y no sé cuantas vueltas le dimos para ver bien a Miguel de Cervantes majestuoso, altivo, en su trono mármol con un libro en la mano derecha porque la izquierda, como sabes atento lector,  la tenía inutilizada desde la memorable batalla de Lepanto. Y no éramos solo nosotros los únicos visitantes absortos, sino que había muchas parejas más, y palomas, eso sí palomas por todas partes comiendo de la mano.
Desde la Plaza de España caminos hasta los jardines de la plaza de Oriente, allí había unos policías municipales de uniforme dando vueltas, detrás  se alzaba el Teatro Real, que en el 36 fue medio destruido porque a algún militar republicano que se le ocurrió, sí oyen bien, se le ocurrió utilizarlo como polvorín durante la defensa de Madrid, y medio edificio salió volando a los cielos velazqueños. Cruzamos la calle Bailén con tráfico, aún no estaba construido el paso subterráneo para los vehículos. La gran verja de hierro forjado del  Palacio Real  estaba cerrada y no pudimos entrar, desde fuera se veía el patio de armas. Según datos de la guía de Madrid es el más grande del mundo incluso que el de Versalles o Buckingham o el de Viena. Este palacio fue  mandado construir por orden del rey Felipe V, el primer Bordón tras la guerra de sucesión (tras la muerte del rey Carlos II en 1700 sin dejar herederos) sobre el solar del antiguo Real Alcázar y los jardines de Moro. Fue la residencia oficial de los reyes de España.  Alfonso XIII último monarca en habitarlo hasta de que abandona España el proclamarse la II República.  Pues bien según leo en libros de historia, al Palacio Real se le cambió el nombre por Palacio Nacional, y  se instaló, por un tiempo, Manuel Azaña presidente y jefe del Estado de la República junto a si esposa Dolores Rivas Cherif. Con el Palacio Real de Madrid pasó más o menos como con el Palacio de Invierno de los zares de Rusia que tras la Revolución de febrero de 1917, durante un breve tiempo el palacio fue la sede del Gobierno Provisional Ruso, liderado por el abogado y revolucionario  Alexander Kerensky, luego los bolcheviques asaltaron el palacio en octubre, lo que se conoce como revolución de octubre y se instaló Lenin líder del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.
Me he desviado mucho de mi viaje de luna de miel en Madrid de 1972, y para finalizar con el Palacio Real, que también fue atacado en la guerra civil, he de decir que Franco no lo utilizó porque su residencia fue el Palacio del Pardo. El rey Juan Carlos I tampoco residió en el palacio, salvo algunas recepciones oficiales,  porque residía en el Palacio de la Zarzuela hasta ser invitado a machar de España por los socialistas-podemistas a Dubai, hasta que se celebren juicios por lo que dice la prensa.
 A pesar de que Manuel Azaña residía en el Palacio Nacional, la aviación franquista nunca lo bombardeó, en cambio, la aviación republicana sí bombardearon y destruyeron el Alcázar de Toledo defendido por el general franquista Moscardó o el Santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar (Jaén), defendido por el capitán Cortés de la Guardia Civil.
 Desde el Palacio Real nos acercamos a la catedral de la Almudena, en la entrada había una mujer en un puesto provisional vendiendo rosarios, estampas y medalla del Cristo de Medinaceli,  compramos uno de plata porque nos dijo la mujer «Este Cristo de  Madrid es muy milagrero» y le hicimos caso porque la fe en lo divino no hay que perderla nunca, por si acaso. 











Después nos acercamos caminando hasta el recién reconstruido, piedra a piedra, del templo egipcio de Debod, regalado a España por Egipto por su colaboración en salvar monumentos para poder construir la mega presa de Asuán para regular las crecidas del Nilo. El templo de Debod fue abierto al público e inaugurado el 18 de julio de 1972. Tuvimos ocasión de entrar mi mujer y yo dentro y ver en directo las decoraciones egipcias en las paredes, recuerdo que en suelo había unos tablones de maderas para evitar ser pisado directamente con los zapatos sobre la piedra original.








   Desde el templo de Debod nos acercamos al funicular y subimos en él, aunque mi mujer no estaba muy conforme, pero accedió entre regañadientes para complacerme. En el funicular pasamos por encima del río Manzanares, que llevaba un hilo de agua, desde arriba se veía panorámico el Parque de Atracciones de  la Casa de Campo, foto que adjunto. En un bar restaurante que había en el Parque comimos unas patatas bravas que picaban como escorpiones en la boca, unos calamares fritos y unas cervezas bien frías y postre. Luego nos adentramos por de la Casa de Campo para descansar a la sombra de los pinos.
Por la tarde-noche fuimos paseando por la Gran Vía, la de los teatros y cines hasta llegar a plaza de Callao donde entramos a ver una película española, regresar en metro. Visita al Escorial y Valle de los Caídos,  pero esto lo dejaremos para el próximo capítulo. 


Ramón Palmeral
Publicado en El Confidencial de Madrid 09-09-2020

Recuerdos de Madrid de los años 1970 (I), Por Ramón Palmeral

 Recuerdos de Madrid de los años 1970 (I)
(Congreso de los Diputados de Madrid, 1972


Ramón Palmeral

Dentro de dos años, y si Dios quiere, cumpliremos mi mujer y yo las Bodas de Oro (50 años de matrimonio). El lector de esta crónica se preguntará cómo se llega a los 50 años de matrimonio con la misma. Pienso en nuestro caso que la regla es muy simple: «Estamos enamorados» desde el primer día que nos vimos en Sevilla. Y no fue el embrujo de la ciudad que, pudo ser, sino que creemos que fue el Gran Poder que nos unió. No te puedes casar, en ningún caso por conveniencia sociales, ni por otro sistema que no sea el amor. Y eso se puede encontrar o no. En el enamoramiento no ves defectos en el otro, sino virtudes y te parece siempre estupenda.
Nos  casamos en Sevilla, en septiembre de  1972 hicimos un corto viaje de luna de miel, como se llamaba antes, no fue a Cancún, ni a Bora Bora, ni a Tailandia, como se suele hacer hoy día, sino a Madrid, siete días porque no había para más. La capital del reino  tenía un atractivo especial y además  tenía el afortunado eslogan «De Madrid al Cielo» todavía vivía Franco.
En la conocida estación de Cádiz de Sevilla montamos en el tren de Renfe dirección Madrid, era un lunes  a eso de la 9 de la mañana. No sabíamos por qué, pero el tren iba abarrotado de gente hasta en los pasillos, y sin asiento fuimos en el pestante hasta Córdoba. El pestante en los vagones de ferrocarril estaba situado en la zona que se une con otro vagón. Mi ya mujer se sentó encima de la única maletas (sin ruedas que llevábamos). En aquellos años no se vendían billetes numerados de vagón con asiento. A  partir de Córdoba nos pudimos sentar en un compartimento. Era un tren de vagones interminable  cada uno tenía diez compartimentos, los cuales tenían dos asientos continuos uno frente al otro, y una ventanilla. En la parte superior, sobre nuestras cabezas, se ponía el equipaje. No tenían bar. Al pasar por La Mancha vimos kilómetros y kilómetros de viñas: manantiales de placer. Recuerdo que la estación de Alcázar de San Juan paró media hora y me dio tiempo a bajar para comprar unos bocadillos. El bar de la estación era muy grande y estaba decorada con azulejos de escenas del Quijote. En cada parada se subían vendedores ofreciéndonos los productos locales, fruta, dulces, navajas, Lotería, o lo que fuera, era un como  mercadillo ambulante en tránsito. Los revisores no le decían nada, de vez en cuando pasaban picando billetes a los nuevos viajeros, y si no llevabas billete, llamaba a la pareja de la Guardia Civil de escolta de trenes y te hacían baja en la próxima parada.
Una mujer mayor decía sin parar: « ¿Dónde estás mis cojones, donde estás mis cojones…?» Y luego supimos que se refería de los cojines que llevaba ella, pensando que alguien se los había quitado.  Nos reímos todo lo que pudimos, éramos jóvenes,   Como el tren paraba en todas las estaciones llegamos casi de noche a la estación de Atocha, después de casi 12 horas de viaje. Una vez bajados en el andén se nos acercó un hombre alto y fuerte y nos preguntó  si buscábamos pensión. Le dijimos que sí, y si más, el hombre nos cogió la maleta a pulso, que pesaba como un muerto, y nos llevó, después de caminar por lo menos un kilómetro hasta un hostal X, no muy lejos de un escalestrix, de los muchos que en aquel tiempo había por todo Madrid. Por lo general, no se hacían reservas de hoteles, porque no se conocían los teléfonos. Cada ciudad tenía su propia guía telefónica, y para llamar a otra ciudad había que ir a Telefónica para pedir una conferencia.
   Después de dejar el equipaje y asearnos, nos fuimos andando de noche por Madrid, por el Paseo del Prado lleno de árboles hasta la Plaza de Neptuno, por allí había un bar muy elegante y cenamos con dos raciones de lacón con unos vinos. Después subimos por la Carrera de San Jerónimo pasamos por la puerta de un gran edificio con dos leones de bronce y unas columnas, que no sabíamos lo que era. Continuamos caminando hasta la Puerta del Sol que estaba casi solitaria con una gran farola en el centro, en una esquina había una pastelería y nos comimos unos dulces. Después callejeando llegamos a  Playa Mayor, y en el bar taberna de Luis Candelas tomamos unos vinos, bajamos las escaleras, no sabíamos dónde estábamos porque era la primera vez que habíamos ido a Madrid. Madrid de noche nos pareció tranquilo, seguro y señorial por aquellos edificios con fachadas modernistas. Estábamos perdidos, preguntado y callejeando. Tuvimos que buscar un taxi para  lograr llegar al hostal X, a eso de las 2 de la madrugada. Como no teníamos llave del portal tuvimos que llamar, con apuros, a la señora para que nos abriera. Por aquellos años todavía había serenos nocturnos, pero por Atocha no lo vimos.
Al día siguiente, martes, fuimos a ver el Museo del Prado, cuando llegamos de buena mañana había solo una pareja delante de nosotros, entramos en el museo gratis, y estábamos solos nos fuimos directos a «Las Meninas» de Velázquez, la pudimos contemplar sin japoneses, sin reyes y sin nadie. Todo Velázquez para nosotros solo, y sentado en los bancos. Pero los cuadros que más me impresionaron fueron «La rendición de Breda» y «La fragua de Vulcano», no me podía imaginar cómo unos dioses mitológicos estaban desnudos en una fragua con la cantidad de chispas que sueltan los hierros candentes. Luego los Goya, Madrazos, Zurbaranes y un Rembrandt. En el bar restaurante del museo  comimos unos bocatas.  Mi mujer no paraba de sentarse y decirme «cuándo salíamos» y llegó un momento que mi mujer me tuvo que sacar  arrastrando. Salimos por la tarde, nos habíamos dado una paliza como si fuera el último día de la creación.
Por hoy es suficiente, en el próximo artículo más Madrid, de cuando estuvimos en el recién inaugurado Templo de Debod, Casa de Campo, Cibeles,  el Escorial y Valle de los Caídos, etc.


Ramón Palmeral

Publicado en El Confidencial de Madrid, 3 de septiembre 2020

lunes, 7 de septiembre de 2020

Salón Imperio del Casino de Alicante, por Ramón Palmeral


Aquel salón Imperio del Casino de Alicnate estaba decorado como un trono del mejor califato, relucía de dorados y marfiles, de techos pintados, espejos y ángeles barrocos mostraba al ojo envidioso como decoración una rancia colección de tapices (la fábula de Aracne entre otras), sillas y sillones en alineada formación de cátedras y un ambiente en el que parecía moverse dinero fresco y opaco porque decir negro está muy feo en la alta sociedad, digamos dinero de bodegas,  billetes deseoso de ver la luz entre las tinieblas de las inmobiliarias y, sobre todo, en las obras de arte como bolsa lenta de ganancias, aunque la realidad son caprichos de la belleza. Así de elegante era el escogido grupo de invitados a la subasta anual de arte, que  las pintan calva, hora sublime para el arte tato de pintura antigua como de otros objetos, entendidos algunos, curiosos otros y oportunistas  los más, se reunieron en  lugar de tan privilegiada fortuna al alcance de una puja, en  salón Imperial que los días señalados se convertía en salón de baile o recepciones para la elección de las bellezas de las Hogueras de Sant Joan, pero ese día, el Casino parecía una señora peinada con bucles y arbotantes, podía pasar por una iglesia, donde los feligreses eran los compradores en el rito solemne de la comunión y el subastador el sacerdote apócrifo con  cáliz cual maza de adjudicaciones, si no fuera por las telefonistas que recibían las pujas por teléfono. El Casino olía bien  laca y relucía de collares de piedras preciosas auténticas, sombreros antiguos con plumas que ya no se llevaban, monóculos con aires de barón en algunos ojos desteñidos, trajes italianos a medida, perritos  de compañía con permanente, lacitos en el flequillo y correas de brillantes, teléfonos móviles como una plaga de cucarachas a la oreja,  traficantes de dinero negro en la profundidad del mar, profesionales liberales de cuyos ingresos poco sabe Hacienda, pecadillos fiscales,  y algún que otro crítico de arte engañando en la esperanza de hallar el Murillo o el Velázquez juvenil e ganga en el taller  perdido de su maestro Pacheco (inquisidor y autor del libro El Arte de la pintura), perdido o embargado por lo azares del tiempo, que todos ansiamos descubrir y vender por una fortuna que te quite del tajo de vivir en un bloque de vecinos con aceras compartidas.   El gran salón Imperio de subastas se encendía de una calor comunicante y los coleccionistas de siempre, los mirones, cazadores y funcionarios elegidos a dos dedos,  se disputaban el bocado de una herencia completa de un viejo marqués con el título empeñado y muerto para bien de sus herederos que como hienas que bailan  tras el delicioso cadáver se disputaban los despojos de su colección de cuadros, joyas, la vajilla de plata con escudos nobiliarios, sillas, cortinas, camas, recuerdos y sobre todo una importante y colección de encajes de Flandes, y la ropa interior de su criada. También se subastaban  cuadros de colecciones privadas.
 Aquella noche, vísperas de la Navidad, en Alicante el sol hacía horas que había acuchillado las calles festivas de turrón de Jijona y cocas, quietas, pacificas como perros tendidos al sol del aljarafe, calles como la de la Maisonnave que más que calle es un zoco árabe, paseo Canalejas con ficus centenarios y parada de autobuses con los últimos pasajeros en cola, los grandes almacenes poniendo su huevo luminoso de Navidad admirado de luces y gente que florece espontáneamente de entre el paisaje de la ciudad, los taxis llevan todos su muerto dentro, los autobuses van cargados de esperanza, el Ayuntamiento es una obra maestra, la calle Jorge Juan algún día se hará peatonal. Y el barrio de Santa Cruz despetaba de su letargo solar para empezar a vivir la noche de los varres y terraza en Labradores. 1992

Apendides de mi novela en preparación sobre arte. 
Ramón Palmeral

viernes, 4 de septiembre de 2020

Leer gratis aquí "Cómo escribir novelas y relatos" por Ramón Fernández Palmeral

Cómo escribir novelas y relatos?

el
libros11.jpgRAMÓN FERNÁNDEZ PALMERAL
Un amigo me propuso que le enseñara algunos trucos para escribir novelas y relatos, lo cual me molestó en cierta manera, porque un escritor que pretenda ser profesional de la novela o del relato, como profesional lo es un médico, un ingeniero o un técnico en informática, no puede usar trucos o fullerías en su oficio como si el arte de escribir novela y relatos fuera una cuestión de magia o malabarismo de palabras, juegos nada más, como si cualquier hombre o mujer, que haya fracasado en su profesión y necesitando salir del paro profesional busque en el relato o la novela dar el golpe de suerte...


Pinchar en el enlace de abajo para leer gratis:
 https://400elefantes.wordpress.com/2007/08/26/%C2%BFcomo-escribir-novelas-y-relatos/
 

jueves, 3 de septiembre de 2020

Los «falsos 9» de la política y del fútbol por Ramón Palmeral



 
Gárgola en Notre Dam de París





Los «falsos 9» de la política y del fútbol

Por Ramón Palmeral

Las gárgolas de las catedrales tienen un uso práctico desde su creación a partir del siglo XIII como desagües decorativos, también tenían fines ideológicos-místicos para alejar a los malos espíritus y eran también falsos diablos.

El mitin de Pedro Sánchez a los directivos del IBEX 35, me dejó planchado, porque va de «falso 9» como Messi en el F.C. Barcelona (no Real Barcelona que quede claro, fundado en 1899), porque lo más practico en política consiste en echarle las culpas de tus propios fracasos a la oposición, en este caso a Pablo Casado y a Vox, que no le dejan aprobar los Presupuesto General del Estado –que ya apestan de viejos– a pesar de que Ciudadanos de Inés Arrimada (que va a desaparecer en próximas elecciones), los apoya.
Messi, el delantero culé argentino, que pronuncia igual que Di Stéfano, también le echa las culpas de la derrota por 2-8 con el Bayer a sus compañeros de equipo incluso a los que estaban sentados en el banquillo. Ahora Messi se quiere ir con Guardiola al Manchester City, en contra de Bertomeu que tiene un pie más fuera que dentro de la presidencia del Barça. Esperemos que no se vaya con bastones al Real Madrid como hizo Figo (extremo falso derecho), porque ya tiene 33 años, y los años pesan se lo aseguro al más pintado.
Ahora resulta que el Gobierno de Sáncheztein se pone duro con los «negacionistas»  que no se quieren poner la mascarilla, porque niegan el coronavirus y se va a darles un mitin a los directivos del IBEX-35 que tienen los diente de sierra de sus gráficas al rojo vivo,  y los bancos no digamos se arrastran por la soledad del mundo. Pues bien, después del mitin bajó la Bolsa de Valores de Madrid ¿Pero qué pasa Matilde?. Todo este teatro era para forzar a Casado a que apruebe los Presupuestos «por el bien común de España y de los españoles» cuando Pedro, el Cruel, fue quien se instaló en el «no es no» a Rajoy, y se largó del escaño del Congreso y del partido «socialistos». Los mítines es cuando tu hablas cómodamente solo  y sin que nadie te pregunten, porque en el fondo todos quieren complacer al presidente, y es lo que más le gusta: coger por banda al director de TVE y decirle tengo que habar una hora a las 15 horas.
Por otra parte, Pablo Casado destituye a la portavoza (sí portavoza) Cayetana Álvarez de Toledo, el ariete del Coletas o el «falso portero» de Galapagar, para contentar a los barones del PP porque ella estaba tomando mucho protagonismo, y descabezando al propio Casado, y, ya sabes, quien hace sombra al líder que dejas de bebe vino Ribera del Duero ni comer carne gallega. Y es que el Coletas no  tenía argumentos para defender las acusaciones de: independentistas, bolivariano y, además tarjetas, más vanagloriarse de que su padre militó en el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota), y llamo 40 veces a Cayetana por “la marquesa”. Es decir, que Casado les ha quitado la piedra en el zapato a la oposición.
En estos tiempos de crisis económica galopante, industrial y social abundan los «falsos 9», los falsos extremos como las olas del mar, y, nos toca sufrir y padecer en carne propia, los gobiernos «soezes» y ponderativos con resignación con una cruz de madera por las calles de la Amargura, hasta que todo esto pase, porque todo pasa, como pasaron las marchitas Las flores del mal de Charle Baudelaire que acuñó el término de la modernidad y que a la vez admiraba al poeta francés del parnasianismo Laconte de Liste (1818-1894), escribió en aquel tiempo adelantándose a lo que ahora pasa con la pandemia del virus coronado:
«Un ávido infierno, cielo rugoso en remolinos,
              donde se oyen los sórdidos clamores sepulcrales…,»
En el romanticismo se llevaba a lo tétrico. Pero Pedro Sánchez «El Dante en una época decadente» debe leer a nuestro Ortega y Gasset (que no son dos sino uno como dijera nuestro Azorín), y dejarse de leer El Capital de Karl Marx, porque lo de la lucha de clases no se lleva, sino la lucha contra la ruina de la pandemia. 

Ramón Palmeral
Publicado en Diario de Alicante, 3 de setiembre de 2020