6.- DE RUIDERA A VILLANUEVA DE LOS INFANTES
(Un capítulo de mi libro "Buscando a Azorín por la Mancha") Ediciones Lulu /Usa.
Sr. Azorín:
Tomamos la carretera de los Infantes, que
lo de Villanueva le sobra, por la N-430 hasta un cruce que se nos abre en Casas Blancas, antes de llegar a Alhambra,
por una carretera solitaria, la CM-3129, donde el paisaje es de tierras
rojizas, que como usted sabe por eso le deben llaman Alhambra, que es un nombre
árabe como la Alhambra de Granada de los
nazaríes a la que llamaban «La roja» por el color de las tierras del cerro
donde se alza. (Quién dice si Cide Hamete Benengeli o Berenjena como le llamaba
Sancho, no era de Alhambra). Los
eruditos y discretos especialistas de la ruta de don Quijote sitúan en este
pueblo, de semejanza nazarí, las bodas del rico Camacho con Quiteria, relatadas
en los capítulos 19-21 de la 2º parte.
Se pasa por el centro del vetusto pueblo de Carrizosa (la aldea de Basilio,
cap. 21, 2º parte), situado en una especie de charnela por donde pasa el arroyo
de Cañamares, la travesía tiene una curva a la derecha, continúan las
tierras rojizas de labrantío, buena
tierra sobre ondulaciones y algún otero sobre el que aparecen los restos
arqueológicos de una especie de torre, restos de lo que fue un molino de
viento, manchas de viejos olivos y viñedos, sobre todo viñas que han empezado a
enseñar su verdes pámpanos como billetes verdes, porque no sé el precio de la
uva al viticultor pero el vino embotellado es oro tinto.
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Ya entramos en los Infantes, cruzamos sus
calles en las que se aprecian las piedras nobles, monacales,
aristocráticas de palacios, conventos e
iglesias, piedras cenobitas de
arenisca rojiza, bermellones, ocres, todas ellas convertidas en arte, piedras apretadas,
quietas, hechas a besos de cinceles. El
origen de la villa es romano. El
Infante don Enrique de Aragón le concedió la Carta Puebla en 1421, y se
independizó de Montiel, y en honor de
sus hermanos los Infantes don Juan y don Pedro, recibió el nombre de «Los
Infantes» en 1480 y en 1491 se le dio el de Villanueva de los Infantes, su censo siguió creciendo hasta sobrepasar
los 5.000 habitantes a mediados del siglo XVI.
Esto le valió a Felipe II para proclamarla capital del Campo de Montiel
en 1573 tanto política como eclesiásticamente, y capital de Gobernación de la
Orden de Santiago, influyendo considerablemente en el Campo de Montiel y zonas
de Albacete, Murcia y Jaén durante toda la Edad Moderna. En el censo de 1998 tiene 5.801 habitantes.
Estos datos históricos más las cinco citas que
hace Cervantes del Campo de Montiel en El
Quijote han valido a algunos investigadores para considerarla que este es el enigmático «En un lugar de La Mancha». En este IV Centenario se está hablando de Villanueva de
los Infantes en detrimento de Argamasilla. Por los datos aportados es evidente
que esta ciudad ya se llamaba así un siglo antres de cuando se escribió El Quijote. Además si el Caballero del
Verde Gabán era de aquí, no podía ser también don Quijote y Sancho.
Cruzamos longitudinalmente la villa hasta
llegar cerca del parque de la Constitución que fue remodelado en 2002, donde se ve una Ermita del Santísimo
Cristo. Aparqué el coche junto al monumento dedicado a don Francisco de Quevedo
y Villegas, señor de La Torre de Francisco Abad que murió aquí el 8 septiembre
1645 en el convento de Santo Domingo, aunque fue enterrado en la iglesia de San
Andrés, capilla de los Bustos. Desde
luego que yo, ahora, los Infantes le bautizaría como la Deseada (aquí desea uno vivir). Entremos en la iglesia de Santo Domingo,
dentro no había ni un alma, nunca mejor dicho, la foto que le hice a una estela
de nombres medievales no salió por falta de luz o de un encantamiento. Santuario de Nuestra Señora de la Antigua.
Pero como el motivo de nuestro viaje era
buscar sus huellas, señor Azorín, y a la vez, también la de don Quijote,
tomamos la calle central peatonal llamada de Cervantes, una calle comercial,
locales de souvenir, palacios y la casa del Caballero del Verde Gabán, aquí me
hizo mi mujer una fotografía, no pudimos entrar al impedirlo una puerta cerrada
y además es propiedad particular, lo dice el letrero en metacrilato que hay en
la puerta. En la fachada de la casa es de piedra arenisca rojiza de la zona,
tiene una puerta nueva de doble hoja, enmarcada entre dos columnas empotradas
con capiteles erosionados, escudo en el dintel que no puedo describir porque no
soy heraldista, hay un amplio balcón que toma
ángulo recto hacia la esquina de la calle Jacinto Benavente, alero
amplio en el tejado de una robustez nueva.
Aquí estuvo don Quijote y Sancho, y aquí mismo, ahora, 400 años después
estoy yo profanando un lugar casi sagrado y que además pintó el ilustrador Gustavo Doré (Casa del caballero del Verde Gabán)
Por un momento quiero acordarme, nos vamos
a detener, porque quiero retroceder por el túnel del tiempo novelesco y el
real, simbiosis que no se puede experimentar con tanta nobleza y dignidad que
aquí, por asombroso que sea, esta casa la describe Cervantes en el Capítulo 18
de la 2º parte, cuando llegó don Quijote
con Sancho acompañados del dueño de la casa don Diego de Miranda, el Caballero
del Verde Gabán al que encontraron en el camino después de una lid con el
caballero del bosque. Invitación que les hizo
don Diego con la inequívoca pretensión de que don Quijote desengañara o
desencantara a su hijo en la fantasía de ser un poeta. La descripción de la
casa por Cervantes es la siguiente:
«Halló don Quijote ser la casa de don Diego de Miranda ancha como de
aldea; las armas, empero, aunque de piedra tosca, encima de la puerta de la
calle; la bodega, en el patio; la cueva, en el portal, y muchas tinajas a la
redonda, que, por ser del Toboso…» (Cap.18,2º.P).
Desde luego, ahora, estoy seguro de que
el gran ilustrador francés Gustavo Doré no vio esta casa porque el dibujo que
realizó de su patio interior es el de un palacio y no el de una cas machega de
la época.
Las tinajas toboseñas, ya fueron
descritas en el siglo XVI, según don Martín de Riquer, famosas en La Mancha.
Aquí vivía el matrimonio don Diego de Miranda, rico labrador, con doña
Cristina y con su hijo don Lorenzo
«estudiante de poesía» en Salamanca y que quería dedicarse a ser poeta, lo cual
daba quebraderos de cabeza a su padre.
(El narrador del Quijote equivoca
al lector en el número de hijos, porque cuando en el diálogo de
auto-presentación que hace don Diego de Miranda en el Cap. 16, escribe: «…paso la vida con mi mujer, y con mis hijos,..» en plural, cuando en
el mismo capítulo dice: «tengo un hijo
(…) será de edad de diez y ocho años». Porque Cervantes, como decía el
erudito cervantista nurciano don Diego de Clemencín no tenía costumbre de
repasar sus escritos.
Madre e hijo salen a recibirles: al padre y
a los dos personajes cuyas presencias habían sido ya escritas en El
ingenioso Hidalgo con Quijote de Mancha, según el bachiller Sansón Carrasco
(cap, II, 2º parte). Don Quijote,
ayudado por su escudero se desarmó y «quedó
en valones [calzones al estilo de Valonia] y en jubón de camuza, todo bisunto [sangriento] con la mugre de las armas». A «fuerza
de adulación» don Lorenzo de Miranda,
recitó a don Quijote versos glosados y un soneto, la insistencia propia
del novel ante el consagrado maestro. Lorenzo dice del Caballero de la Triste
figura que «él es un loco bizarro, un entreverado loco, lleno de lúcido
intervalos». En realidad don Quijote va tomando cordura en la II Parte,
recordemos que es un loco que muere cuerdo. Habla don Quijote de los premios
literarios, y ya entonces tenía las mismas sospechas y opiniones de tongo, que
hoy en día:
«…el primero siempre se lleva el favor o la gran calidad de la persona,
el segundo se le lleva la mera justicia, y el tercero viene a ser segundo, y el
primero a esta cuenta será el tercero, al modo de las licencias que se dan en
las universidades…».
En la casa de don Diego de Miranda
comieron, y pasaron cuatro días como huéspedes bien recibidos, don Quijote y
Sancho.
Usted dio una conferencia en el Ateneo de
Madrid, en el mes abril 1905: Don Quijote
en casa del caballero del Verde Gabán, esta conferencia aparecerá en la recopilación de artículos Lecturas españolas, Madrid, 1912, y Con Cervantes, 1947 y Con
permiso de los cervantistas (Biblioteca Nueva, 1948), habla de este caballero propietario de esta
casa de los Infantes, en dos artículos: «La entrevista» y «En casa de Miranda».
En la cabecera escribe usted:«Este es el
trabajo que ha escrito Azorín para que sea leído aquí, en el Ateneo, con motivo
del centenario del Quijote. No tiene importancia; carece de trascendencia; el
autor no puede meterse en disquisiciones hondas, porque sabe muy pocas cosas».
Firmado Azorín. Usted habla de sí mismo
en tercera persona, lo cual es llamativo.
En la explicación de la conferencia, dice
usted que Lorenzo es un mozo absurdo y fantástico, su padre no ha podido hacer
nada para que estudiara leyes, «esto le granjea nuestra más calurosa simpatía».
¿Por qué le causa a usted simpatía Lorenzo?, quizás porque es la misma estampa
de usted, que no acabó leyes en Valencia
como su padre quería, y acabó siendo tratante de palabras. Y ve usted en Don Diego a don Isidro
Martínez, con el mismo problema de hijo que no saca los estudios de
Derecho. Sin duda alguna don Isidro como
don Diego no estaba contento con la decisión tomada por su hijo en ser poeta,
cuando asegura en un diálogo: «tengo un
hijo, que, a no tenerle, quizás me juzgara por más dichoso de lo que soy; y no
porque él sea malo, sino porque no es tan bueno como yo quisiera», (Cap.
16, 2º parte). Sin embargo, Lorenzo de
Miranda no estudiaba leyes en Salamanca sino «las lenguas latina y griega», y
no quería estudiar otras ciencias.
«Don Diego, su padre, no ha podido hacer
que se aplique a más provechosas y sólidas especulaciones; pero hasta ahora sus
ímpetus, sus gustos, sus tendencias, se hallaban reprimidas, tenidas por el
ambiente sosegado y regular de esta vivienda…». Al final de la conferencia hay
una defensa de los ideales ante los prosaicos:
«¿Qué creéis que importa más para el aumento y grandeza de las naciones:
estos espíritus solitarios, errabundos, fantásticos y perseguidores del ideal,
o estos otros prosaicos, metódicos, respetuosos con las tradiciones, amantes de
las leyes, activos, laboriosos y honrados, mercaderes, industriales, artesanos
y labradores?»
La grandeza del Quijote es la capacidad
humana de presentarnos problemas de antaño que son vigentes actualmente, porque los hijos «son pedazos de la entraña de sus padres, y
así, se han de querer, o buenos o malos que sean».
En el artículo «La entrevista», usted
nos cuenta:
«La entrevista que han celebrado Don
Quijote y Lorenzo de Miranda se ha desenvuelto, como decimos ahora, en un
ambiente de entera cordialidad». No faltaba más sino que hubiera sido de otro
modo. Ocurre con Don Quijote que, siendo un hombre de acción, es, en ocasiones,
un intelectual; no retrocedamos ante este sustantivo moderno».
En «La casa de Miranda», usted se
refiera, sin duda a la casa de don Diego de Miranda, el Caballero del Verde
Gabán, aunque no le nombre, y nos cuenta:
«La casa de Miranda es bonita; lo dice todo
el mundo; no podemos nosotros menos de asentir; asentimos, desde luego, con
mucho gusto. ¿Y cómo nos describe Cervantes la casa de don Diego de Miranda? No
nos da de la casa sino cuatro rasgos. Y no nos da más porque, en puridad, no
puede darnos más. Y no puede darnos más porque el arte, en su tiempo, no lo
permite».
En la calle Cervantes de esta villa
puebla de los Infantes, se abren puertas de tiendas de souvenir, son típicas
las figuras de don Quijote y Sancho forjadas en hierro con pie como si fueran pisapapeles,
valen de 25 a 30 €, hay que empezar a comprar recuerdos. Seguimos por la
barroca fachada de la Encarnación, hasta el final donde a la derecha aparece
una farmacia que fue botica desde finales el siglo XIX, allí se abre la Plaza
Mayor, cuadrada, con soportales con
arcos neoclásicos, bancos de piedra
donde se sienta doña Julia, doña Paquita con niños que juegan a montar
en bicicleta, y en un banco de piedra nos sentamos mi mujer y yo, he hice unas
fotografías y tomé notas en mi bloc.
Lo que más llama la atención del viajero
ya cansado de caminar a cojetadas, es ver la torre y la puerta de la parroquia de San Andrés, soberbia catedral con puerta enmarcada en grandioso
arco de medio punto, y ante el paño de la catedral un monumento dedicado al
patrón Santo Tomas de Villanueva (1486-1555), cuando el santo murió, se repartieron
entre los pobres todo el dinero que había en su casa. La patrona es la Virgen de las Angustias.
Junto al Ayuntamiento hay una tienda con venta de prensa, compré La Tribuna del día 10, número
5.260. En primera página FENAVIN (Feria
del vino) promete, en la foto vemos al presidente regional: José María Barreda,
brinda junto a Manuel Juliá, Clementina Díez de Baldeón, Ángel Amador, Mercedes
Gómez, Nemesio de Lara y Francisco Gil Ortega. El vino es sin duda la mayor
riqueza de la Mancha, 600.000 hectáreas de viñedo lo que supone el 50% de la
superficie nacional. También aparece en la portada un suceso: la muerte,
siempre lamentable, de un trabajador en Daimiel de 55 años al caer de un
andamio de cuatro metros de altura.
-Tengo hambre, tú mucho monumento y mucha
foto, pero las piedras, las iglesias y los soportales no alimentan.
Se quejó mi mujer de cierto apetito crepuscular,
aunque ella es de poco comer, por eso mantiene el tipo y la figura de modelo.
-Anda, pregunta tú donde hay una cafetería
que esté bien.
Una amable chica de los Infantes,
hospitalaria, porque iba vestida de enfermera, nos estuvo indicando varios
lugares cercanos, y nos mandó a la plaza de San Juan donde se erige el
monumento a Quevedo. Allí hay varios bares de pueblo, donde todos los clientes
son varones. Tomamos una merienda cena en la terraza de un bar con pizzas. Las
gentes son muy mirones porque no están muy acostumbrados a ver a dos turistas
comiendo «ruideritos», detrás de unas pizzas.
No vi en los locales nombres dedicados a
usted, señor Azorín, sin embargo, ha quedado engrandecido el nombre del
caballero del Verde Gabán, gracias a usted.
Al anochecer, porque en este mes de mayo
los días son largos regresamos por la misma carretera al Hotel la Colgada, lo
ideal hubiera sido pasar por Villahermosa donde se cuenta que camino de Montiel
don Quijote alanceó a las ovejas y desde allí regresar a las Lagunas de
Ruidera, pero tal vez uno se va volviendo precavido porque siempre puede haber
una legua de mal camino, sobre todo de noche.
Autor. Ramón Fernández Palmeral
Autor. Ramón Fernández Palmeral