CERVANTES Y LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA
por
Ramón
Fernández Palmeral
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Una invitación al
Quijote
Antes de comenzar este ensayo cabría
preguntarse qué celebramos cuando en estos días gélidos
del mes de marzo de 2005 tenemos el alto honor de ver y
oír en TVE la cálida lectura que nos brinda S.M. el Rey
Juan Carlos del Capítulo I, de El ingenioso hidalgo Don
Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.
Para exponer esta celebración
cultural nada más ilustrativo como una introducción:
Nos hallamos de
pleno ante el IV Centenario de la publicación de la I
Parte del Quijote, aunque se debió empezar a
celebrar a partir del pasado 2004 y no ya en medio del
2005, puesto que fue en 1604 cuando se le concedió a
Miguel de Cervantes Saavedra el privilegio o cédula real
para la publicación de El ingenioso hidalgo...
puesto que dicho privilegio (licencia y condiciones para
su impresión) del rey Felipe III y firmado por mandato
real por Juan de Amezqueta, está fechado en Valladolid el
26-09-1604, lugar donde en aquellos años se hallaba la
Corte (1601-1606), y donde además vivía el autor.
El Testimonio de las
erratas
[1] fue fechado el 1 de diciembre de 1604 por el Licenciado
Francisco Murcia de la Llana, que era médico de oficio.
«Halló editor en Francisco de Robles, quien lo dio a
imprimir en Madrid a Juan de la Cuesta»
[2].
La I Parte de don Quijote salió a la calle los primeros
días del mes de enero de 1605 con muchas erratas. La
novela está dedicada al duque de Béjar, que según el
murciano don Diego Clemencín (1765-1834), se trataba del
séptimo duque de Béjar don Alonso Diego López de Zúñiga,
que lo fue desde 1601 hasta 1619 fecha de su muerte. Era
norma que los autores dedicasen sus libros a los opulentos
y poderosos con la intención de que sufragasen los gastos
de publicación.
Evento cultural que «me
espanta esta grandeza» [3]
y es de tal importancia para las letras universales que
no podemos dejarlo pasar sin indagar, investigar y aportar
los últimos descubrimientos, y cómo no, aproximarnos a la
filosofía española que tanto tiene que ver con Cervantes,
incluso, aparece en el reverso de los Euros acuñados en
España y el español es conocido también como «la lengua de
Cervantes». Desde aquí os invitamos a la relectura del
Quijote, y además a hacer un repaso a algunos de los
libros y ensayos que a lo largo de estos 400 años han
escrito los más destacados analistas cervantinos. Y a
través de ellos podremos tener argumentos para razonar y
comprender «el quijotismo» como filosofía de lo español,
no ya porque la coyuntura de la efeméride nos invite a
ello, sino por el aprendizaje de la vida y del
conocimiento empírico que nos dejará las lecturas del
gran molino de los libros, y a la vez, os aseguro, que nos
abrirán los ojos del entendimiento y nos descubrirá un
mundo de no-ficción, sino real con una vigencia palpable a
través de los siglos sobre el pensamiento y la conducta
más oculta y secreta del ser humano.
Aunque la filosofía de
la realidad sea una pura apariencia, pues ya Ortega y
Gasset introdujo el tema de la realidad y sus diversos
sentidos cuando buscamos la realidad buscamos la
apariencia. «Las verdades son
eternas, únicas e invariables» [4].
Para el filósofo español la realidad era una
incómoda palabra, estaba convencido de que los objetos
materiales poseen una tercera dimensión que ni la vemos ni
la tocamos. Y es aquí a donde queremos llegar, a sentir y
percibir la tercera dimensión del Quijote, de cómo un
pobre hidalgo desinteresado sueña en un mísero lugar con
imperios, batallas míticas y laureles de gloria. Y como
contraste tenemos a un labrador, Sancho Panza, con los
pies en la tierra, que es la sublimación del egoísmo y del
materialismo.
Sobre El Quijote y el
pensamiento filosófico español
[5] nos dieron lección hace más de un siglo don Nicolás Díaz
de Benjumea en su Novísima historia crítica de la vida
de Cervantes (1878). O el conferenciante don Adolfo
Bonilla y San Martín sobre Don Quijote y el pensamiento
español, el 6 de mayo de 1905 en el Ateneo de Madrid, en
la que nos argumenta que Cervantes no hizo filosofía
directamente; sin embargo, todas su obras desde Galatea es
filosofía española y de lo español. Patricio de Azcárate
[6] consideró a Cervantes como iniciador del método racional
de Descartes. Lord Byron escribió que El Quijote es un
gran libro que mató a un gran pueblo. Harold Bloom se
pregunta ¿Por qué somete Cervantes a su héroe al maltrato
físico de la primera parte y a las torturas sicológicas de
la segunda?
La lista nominal de
escritores, poetas, pensadores y filósofos cervantistas y
cervantinos es tan larga que no cabría en este corto
espacio. Todo intelectual en español que se precie de
serlo ha de enfrentarse alguna vez con El Quijote. Lo hizo
Santiago Ramón y Cajal en su ensayo Psicología del Quijote
y del quijotismo, 1902. Escribieron también los de la
Generación del 98: Unamuno (hizo una defensa de don
Quijote contra Cervantes), Azorín (apología de Cervantes y
de Castilla), Ortega y Gasset (Meditaciones del Quijote) o
Ramiro de Maeztu. Este último, creía que un hombre de
cultura no debía considerar al Quijote como una guía del
pensamiento, nos advertía que tiene sólo valores
literarios porque expresa lo decadente de la historia de
España, reiteraba que la obra de Cervantes no debía ser un
ejemplo en cómo vivir ni pensar. Maeztu, un hombre de la
Generación del 98, dolido por la pérdida de la
credibilidad internacional española, se adelantaba a
advertir que no viéramos en la España actual el «fantasma
doloroso, una cruel pesadilla»
[7]
de un ayer decadente, pobre y mezquino. Maeztu consideró
perjudicial tener como espejo el quijotismo, y atacó
contra el complejo adquirido tras el desastre de 1898
(pérdida de Filipinas y de Cuba).
«Si nos
creemos inferiores a otros pueblos, es por ignorancia de
nuestra Historia. Cuando ésta nos muestra la perspicacia
de nuestros genios, el magnífico sentido de justicia de
nuestras instituciones tradicionales, el espíritu moral de
nuestra civilización, las mentes escogidas pensarán, con
Menéndez y Pelayo, que la extranjerización de nuestras
almas es la razón de nuestra decadencia»
[8].
Se ha visto que era un
temor infundado, porque un siglo después los españoles
hemos hecho de España un país altruista que mantiene sus
tradiciones, y, cree en el progreso y en el proyecto común
de una Constitución Europea, y que tiende un puente hacia
Hispanoamérica.
Los de la Generación
del 27 retomaron el teatro cervantino: Rafael Alberti en
Cerco de Numancia
[9],
en Federico García Lorca con “La Barraca”, representaba
obras del Siglo de Oro: Las cuevas de Salamanca, Los dos
habladores... Conferencias de Jorge Guillén y Pedro
Salinas, y músicos como Manuel de Falla (Retablo de Maese
Pedro) y Oscar Esplá con su poema sinfónico Don Quijote
velando las armas. Más contemporáneos son la filósofa
veleña María Zambrano (de la realidad y el ser de la
novela del Quijote), los pensadores Salvador de Madariaga
o el mejicano Carlos Fuentes (Premio Cervantes 1987) etc.,
sí hemos de hacer constar las influencias de Cervantes en
la literatura hispanoamericana, las cuales son harto
evidentes, además Cervantes intentó pasar a las Indias
Occidentales (América) pero no le autorizaron
[10],
y, ahora, actualmente como escribe Edgar Montiel en «Tesis
para una filosofía americana»
[11]:
«La literatura
latinoamericana ha encontrado ya un rostro propio con el
que se presenta al diálogo mundial de las culturas. Esta
literatura reconocida y admirada en Oriente y Occidente es
una expresión de la civilización latinoamericana. Ahora le
toca el turno a la filosofía. Hay que afilar las armas de
la razón para convertírsela en la otra filosofía. La
filosofía interlocutora de Occidente».
La filosofía española
El Quijote
se escribió en el momento de iniciarse el declive español,
y por eso es un libro de abatimiento y decadencia social,
ciertamente la más genial apología de la decadencia
española de primeros del siglo XVII. Por ello Mario
Vargas Llosa escribe: « ...y la utopía que fraguaron los
seres humanos para huir de algún modo de la inseguridad y
el salvajismo en que vivía para encontrar refugio en una
sociedad de orden, honor, de principios, de justicia y de
redentores civiles...»
[12], es decir, olvidarse de la realidad y vivir una ficción.
Aunque con el tiempo esta ficción se convierte en
realidad, en mito o en el espíritu quijotesco, que se
sintetiza en el esfuerzo, en la lucha constante de
levantarse de cada caída, sobreponerse a los obstáculos
que se presentan con formas de pasiones o intereses, a
vencer los fantasmas o enemigos visibles o invisibles, la
solidaridad con los débiles, en definitiva, esta es la
filosofía española: la voluntad de poder creer en
proyectos ilusionantes no ilusorios.
Porque como expuso
Menéndez Pelayo, según notas de Alberto Navarro: «no es
libro triste y demoledor, sino de exaltación y de fecunda
síntesis, es decir, el último y mejor libro de caballerías
y el primero e insuperado modelo de la moderna novela
realista». Y tiene razón, no es un libro triste, a pesar
de las burlas y ofensas que recibe Don Quijote y Sancho.
En cuanto estas burlas nos provocan risas es porque no
somos solidarios, o es que, por el contrario, alguna vez
fuimos objetos de ellas y tomamos nuestra particular
venganza.
Es cierto que la
sociedad ha cambiado a lo largo de estos 400 años; no
obstante, a pesar de los adelantos tecnológicos y
económicos, y el bienestar social alcanzado, creemos, y es
nuestro parecer, que poco o nada han mejorado nuestros
sentimientos o las debilidades humanas. Continuamos
practicando la envidia, la insolidaridad, la burla y el
abuso sobre el débil, la risa sobre los locos, la
picaresca en los negocios de la oferta y la demanda, y si
es posible practicar la rapiña, el engaño o la
apropiación, continuamos practicando el ritual de las
apariencias y del qué dirán, el uso de las
recomendaciones, el abuso del patrón o del gobernante de
turno, que premian a los necios y se olvidan a los
honrados, la discriminación de la mujer, la desconfianza y
el recelo ante el Estado o ante la Administración,
reverenciamos al famoso o a los que tienen poder,
cátedras, títulos nobiliarios o académicos, importunando a
los poderosos. Y me pregunto, ¿en qué sentimientos y
debilidades hemos mejorado o superado a lo largo de estos
400 años? Quizás con el romanticismo se ganó liberalismo,
y con la revolución industrial aprendimos formas nuevas
de convivencia social, como el poder del sindicalismo y
que la unión hace la fuerza, pero, dónde quedan los
sentimientos.
A través de las
generaciones que nos precedieron, hemos heredado un legado
irreemplazable que son valores reales y ciertos para el
análisis y examen de nuestras conciencias, y parte de
este legado literario es gracias al ingenio y la
imaginación de Cervantes sin excluir a los dos veguistas (Garcilaso
y Lope) o calderonianos, que a través de sus obras nos han
abierto una ventana, una tercera dimensión a la realidad
aparente y orteguiana, un punto de vista y de observación
desde donde asomarnos y vernos a nosotros mismos, y nos
riamos de la futilidad de la vida que no es más que el
quijotismo bien entendido, y, a la vez, es nuestra
idiosincrasia a la que no debemos renunciar, puesto que
por ella nos hace ser reconocidos en el mundo como un
doblón de oro con garantías.
A lo largo de estos
cuatro siglos el prestigio de las Letras españolas ha dado
lugar a la creación de varias instituciones que llevan el
nombre de Cervantes, como por ejemplo el Instituto
Cervantes, dirigido actualmente por César Antonio Molina,
que despliega por el mundo la enseñanza del español: una
lengua para sentir y pensar. Tampoco olvidemos el
importante Premio Cervantes de Literatura celebrado en la
Universidad de Alcalá de Henares y que se entrega cada 23
de abril (aniversario de la muerte de Cervantes), desde
donde con un criterio exhaustivo se reconoce y premia el
trabajo y la labor de intelectuales y escritores en
beneficio de la lengua española. Premio que anualmente se
alterna con los escritores hispanoamericanos.
La influencia o
proyección mundial que ha ejercido Cervantes a través del
Quijote sobre filósofos, pintores, músicos, escritores,
cineastas, teatro o pensadores internacionales es la
prueba de convicción de la veracidad del mensaje
cervantino que, como un venablo de ideas, llega a
impactar en la sensibilidad creadora del hombre como
elemento inherente al arte y a la forma de interpretar el
mundo.
Por ello, los
inequívocos valores espirituales que obtenemos o que nos
proporciona la lectura del libro de los libros o el molino
de los libros o joya manchega, son los motivos
irrefutables para recomendar una invitación a nuestro Don
Quijote eterno, y a una nueva meditación que restablezca
la luz y el orden en el retablo de nuestras imperfecciones
humanas, con una nueva esperanza ante esta equivocada
doctrina bélica y tan de lamentar.
Dejadme la esperanza,
escribió el poeta universal Miguel Hernández en su poema:
«Canción última» de su libro El hombre acecha (1939).
Ediciones
singulares en el IV Centenario.
Una de las ediciones
más celebradas en este IV Centenario es la mediática
edición de la Real Academia Española y Asociación de
Academias de la Lengua Española (2004), con las notas al
texto del académico Francisco Rico. Entre cuyos
prologuistas se hallan las reconocidas firmas de Mario
Vargas Llosa, Francisco Ayala y Martín de Riquer. Aunque
echamos de menos la falta de algún artículo del
reconocido hispanista, firma crítica, como la de Harold
Bloom, para darle colorido y «canon occidental» a este
evento internacional.
Mario Vargas Llosa como
indiscutible escritor peruano en «la lengua de
Cervantes» recibió en 1994 la más alta distinción de las
Letras Españolas: El Premio Cervantes, además es
académico de número, ensayista y articulista tenaz, y no
tiene por lo general, críticas adversas, además de que
tiene cara de buen chico, le avalan por sí solo. Sin
embargo, al leer detenidamente su artículo «Una novela
para el siglo XXI», ya anotado (ver nota 10), hemos podido
observar que ha caído en generalidades dignas de ser
comentadas, con la mejor intención:
Es evidente que la
intención de Vargas Llosa, para tan selecta edición es
laudatoria, con muy buenas pretensiones logísticas sobre
la carpintería interna de la novela, y, de la que también
nos habló Gabo, debido a un indiscutible encargo de la
Real Academia Española como señuelo para atraer a lectores
hispanoamericanos, que también podrían llamarse «hispanocolombinos»
[13].
El artículo es sumamente ortodoxo casi sin riesgos, se
divide en seis apartados: el primero doctrinal; el segundo
sobre la ficción de un mito que se confunde con la
realidad, parecido a lo que leímos: Consejos a un joven
novelista
[14]
de este mismo autor; el tercero sobre la libertad
individual, la libertad de pensamiento y nos dice lo que
todos sabemos que Alonso Quijano se hace caballero andante
«se lanza por los caminos, a buscar remedios para todo lo
que anda mal en el planeta»; el cuarto sobre el espacio
concreto y humano de la España del Quijote, de un mundo
plural y abigarrado de incontables patrias; el quinto es
la construcción de la novela como una novela moderna, que
fue en su época lo que para la nuestra es el Ulises de
Joyce, En busca del tiempo perdido de Proust, Cien años de
soledad de García Márquez o Rayuela de Cortázar, nosotros
incluiríamos también Tiempo de Silencio de Luis
Martín-Santos; y finaliza el sexto apartado sobre los
tiempos del de la novela en El Quijote, que entendemos de
arqueo menor y se podía haber aprovechado para comentar
sobre las influencias del pensamiento quijotesco o sobre
la psicología del Quijote. Porque en realidad hablar
cronológico de los tiempos en la novela de El Quijote, es
hablar de un desastre de novela.. Porque en realidad El
Quijote empezó siendo una novela ejemplar o corta, una
novela a la que su autor le fue cosiendo todo tipo de
retales, recortes, sueños de cajón, y restos de novelas
desechadas por los editores. No es una novela compacta, ni
escrita de un tirón, ni escrita en una cárcel.
Por lo tanto nos
encontramos ante una novela narrativa sin intriga, que con
el tiempo debemos hablar más de la ucronía del Quijote, o
para explicarlo con la acepción de esta palabra: «utopía
histórica, o construcción de la historia sobre datos
hipotéticos o ficticios»
[15].
Un libro que se ha ido engrandeciendo más por los
incontables estudios cervantinos de cervantistas o
«cervatos» de la lengua que por su lectura ya que muy
pocos la han leído. Una novela que se ha ido montando de
un halo de inmortalidad con posterioridad, debido a que se
ha buscado en El Quijote el sello de lo español como lo ha
demostrado nuestra moneda del Euro, de lo cual nada más
hay de comentar, porque Cervantes es el logotipo de
España, como un recordatorio del Imperio que fue en el
siglo XVI. Y nos preguntamos: ¿No hubiese sido más
rentable históricamente para nuestro Euro la efigie del
Emperador Carlos I de España y V de Alemania? Aunque se
hubieran enfadado belgas, holandeses, alemanes e
italianos, porque aún recuerdan al malo de la película: a
nuestro duque de Alba o a algún capitán Alatriste. En
fin, es Cervantes, un hombre generoso, quien tiene el
honor de figurar en nuestra moneda de curso legal como
espejo numismático de una historia y de una filosofía
española.
Francisco Ayala
[16]
(Premio Cervantes 1991), escribió el ensayo «La invención
del Quijote». Discurso leído en la fiesta de la lengua
española celebrada en la Universidad de Puerto Rico el día
24 de abril de 1950. Ahora nos lo presentan sin ninguna
nota de su ejecución. Este ensayo que ahonda profundamente
en el pensamiento quijotesco y sancho-pancismo, necesita
de un lector atento. En el discurso de recepción del
Premio Cervantes dijo Ayala:
«La imagen de don
Quijote tentando en vano el ciego muro que veda la entrada
al paraíso de su fantasía me ha resultado, siempre que he
vuelto a ella, patética en el más alto grado».
De Martín de Riquer su
«Cervantes y el Quijote», es un indudable trabajo
eruditísimo de quien se ha dejado las pestañas en los
archivos.
Francisco Rico con sus
«Notas al Texto» aporta abundantes novedades filológicas y
lingüísticas, etnográficas y aclaratorias de indudable
valor para un hombre actual que no tiene tiempo literario.
Los trabajos
académicos de José Manuel Blecua, Guillermo Rojo, José
Antonio Pascual, Margit Frenk y Claudio Guillén sobre «La
lengua de Cervantes y el Quijote», quedan reservados para
filólogos, y quienes quieran profundizar en la obra desde
el punto de vista lingüístico.
La otra edición que
más nos han llamado la atención en este IV Centenario ha
sido la de Alfredo Ortells, S.L., de Valencia con los
comentarios completos del murciano don Diego Clemencín
[17] es a nuestro parecer la mejor edición comentada hasta la
fecha, con un amplio prólogo de don Luis Astrana Marín y
las ilustraciones del francés Gustavo Doré. Clemencín fue
injustamente olvidado, casi no existen referencias a su
biografía o trabajos, y es ahora gracias a esta edición
de Alfredo Ortells, cuando aparece en una publicación
asequible y sus muy eruditos y abundantes comentarios al
Quijote. A la vuelta del absolutismo don Diego Clemencín
fue perseguido, pero no abandonó los comentarios hasta el
día de su muerte por culpa de un cólera en 1834. (El
comentario contiene 949 páginas a dos columnas en letra
minúscula y en papel Biblia, más extenso que la suma de
las dos partes del Quijote, y luego nosotros nos quejamos
cuando escribimos un folio). Si exceptuamos a Luis Astrana
Marín, no ha existido un comentarista de la talla, calidad
y precisión como la del murciano Clemencín, ni Juan
Antonio Pellicer, Navarrete, ni J. Eugenio Hartzenbushc,
ni Vicente de los Ríos, ni Rodríguez Marín, ni Azorín o la
del reverendo inglés John Bowler (comentarios aparecidos
en 1781), no han podido superar la erudición de don Diego,
sus análisis comparativos de los libros de caballería,
romances viejos, símbolos, estudios pormenorizados de la
gramática y deslices de Cervantes, que según don Diego, no
tenía el «príncipe de los ingenios» la costumbre de
repasar sus escritos, por ello, a Sancho le hurtaron el
rucio en el capítulo XXIII y lo recuperó en el XXX. Además
hizo apreciaciones de defectos sintácticos, observaciones
que los cervantistas melindrosos no se lo han perdonado.
Conclusiones
A través de estos
cuatrocientos años de la publicación del Quijote (1605) de
la I Parte, y diez años después la II Parte (1615), se han
teorizado y escrito montañas de papel sobre el molino de
los libros. Sólo la Bibliografía de ediciones críticas del
Quijote entre 1606 hasta 1917, de Juan Suñé Benagés y Juan
Suné Fombuena, Ediciones Perelló, Barcelona, tiene 485
páginas, de alto valor bibliográfico y económico. A la que
ahora hay que añadir la Bibliografía del Quijote
1905-1997, de Jaime Fernández, SJ Sophia Universita,
Japón. Consultar en la red.
Conocida es la
observación del Quijote como arquetipo del carácter
español y un modo de ser, porque tenemos una particular
forma de concebir el mundo, «una manifestación histórica
de eternidad»
[18],
o una forma de enfrentarse a los acontecimientos de la
historia, ante los «ruidos» del mundo, de lucha contra el
terrorismo, un heroísmo espiritual que se resuelve como
en grotesco descalabro superior.
Este IV Centenario ha
de servirnos para reflexionar sobre nuestro pasado,
nuestro presente y en especial nuestro futuro, teniendo
en cuenta nuestra herencia, patrimonio cultural, identidad
y valores altruistas y solidarios en un proyecto
ilusionante de fe en sobreponerse a las caídas, en
definitiva nuestro quijotismo y filosofía española.
Bibliografía consultada
-Don Quijote de la Mancha,
Miguel de Cervantes, Edición IV Centenario,
Real Academia Española y Asociación de
Academias de la Lengua Española, 2004. Coordinada por el
académico Francisco Rico, lleva unas 5.000 notas, "muy
breves", para facilitar la lectura de la obra cervantina,
además de un estudio, dividido en cinco partes, sobre "La
lengua de Cervantes y el Quijote" Un glosario general del
Quijote, con un índice de 7.000 palabras, locuciones,
frases proverbiales y refranes, que constituirá "un
instrumento valiosísimo" para todo tipo de lectores,
completará la edición, según García de la Concha.
-Encuentro en el IV Centenario,
Ramón Fernández Palmeral, Colección Brotes/Palmeral,
Alicante, 2004. Consta de un prólogo del profesor Manuel
Parra Pozuelo, y consta de 18 artículos críticos y 17
láminas.
-La verdad sobre el Quijote,
Nicolás Díaz de Benjumea, Imprenta de Gaspar,
Editores, 1878.
-El Ingenioso Hidalgo Don
Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra, y
comentarios de don Diego Clemencín, Editorial Alfredo
Ortells, S.L. Valencia, 1998.
-Don Quijote y el
Pensamiento Español. Adolfo Bonilla y San Martín.
1905. Conferencia en el Ateneo de Madrid.
Notas
[1] Una vez obtenido el testimonio de
erratas se solicitaba la Tasa, que era el documento por el
que se establecía el precio del libro de venta al
público. La Tasa para la I Parte del Quijote la
redactó el escribano de cámara del Rey don Juan Gallo de
Andrada, fechado en Valladolid el día 20-12-1604. En
cambio, la Tasa de la II Parte de don Quijote, la firmó el
escribano Hernando de Vallejo. El precio de la I Parte
se estableció en tres maravedíes el pliego, o sea, un
total de 290 maravedíes, un precio muy elevado si tenemos
en cuenta que una docena de huevos valía 62 maravedíes
según E.J.Hamilton. Estos tres documentos habían de ser
impresos en las primeras páginas del libro.
[2] Según nota de Luis Astrana Marín,
uno de los más ilustres cervantistas, cuya obra Vida
ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, que
tiene siete volúmenes. Se le erigió un busto en Alcalá de
Henares en reconocimiento a su magna labor.
[3] Tomado del primer verso «Al túmulo
del Rey Felipe II en Sevilla». Cervantes, (1598).
[4] El tema de
nuestro tiempo (1923), cap. X: «La doctrina del punto de
vista».
[5] Sobre el pensamiento filosófico de
Cervantes nos podemos remontar a uno de los primeros
libros sobre el tema Exposición histórico-crítica de los
sistemas filosóficos modernos y verdaderos principios de
la ciencia, publicado por Patricio de Azcárate, Exposición
histórico- crítica de los sistemas filosóficos modernos...
(1861). Y un folleto de Federico de Castro Cervantes y la
filosofía española (1870).
[6] Patricio de Azcárate Corral
(1800-1886). Filósofo y político español, historiador y
traductor de la obras de Platón, Aristóteles y Leibtniz.
Nació en León donde inició sus estudios, pasó a la
Universidad de Oviedo y Santiago de Compostela donde se
licenció en Derecho.
[7] «Ante la Fiesta del Quijote»,
Ramiro de Maeztu, 13 de diciembre 1903
[8] Ramiro de Maeztu; La hispanidad en
crisis. «VI Contra moros y judíos» (1 febrero de 1933)
[9] Edición de la Residencia de
Estudiantes, Madrid, 1937, la obra fue estrenada por la
entonces esposa de Alberti: María Teresa León Goyri en el
teatro de la Zarzuela en 1937.
[10] Cansado de sus correrías, en mayo
de 1590 dirige una petición al presidente del Consejo de
Indias, solicitando un oficio en las Indias de los
vacantes a la sazón: contaduría del reino de Granada,
gobierno de Soconusco, contador de las galeras de
Cartagena o corregidor de la Paz. La respuesta vuelve a
ser negativa y decepcionante: "busque acá en que se le
haga merced".
[11] El autor de esta tesis obtuvo el
Dialôme d´Etude Approfondie de Filosofía en la Sorbona,
junio de 1980. Corresponde al texto que se incluye en el
libro El humanismo americano. Filosofía de una comunidad
de naciones. Perú, Fondo de Cultura económica, 2000.
[12] Pág. XIV, «Una novela para el siglo
XXI» Edición del Quijote para el IV Centenario de l RAE y
AALE. (Convenientemente anotado en la Bibliografía)
[13] Para diferenciar a los
hispanófonos, es decir, distinguir a los americanos de
lengua española de los de lengua inglesa, portuguesa y
francesa de Québec. Pero esta palabra aún no ha sido
incorporada al diccionario y por lo tanto no puede ser
liberada de sus dos comillas o barrotes carcelarios del
lenguaje artificioso.
[14] Leer en:
http:://www.Ciudadseva.com/textos/teoría/opin/vargas2.htm.
[15] Según el Diccionario Abreviado del
Español Actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino
Ramos, de Aguilar, Madrid 2000, es decir, una novela que
mucho se ha editado, vendido, y pocos han leído.
[16] Francisco Ayala García-Duarte nació en Granada el 16 de marzo de 1906. A los dieciséis
años se trasladó a Madrid. Allí estudió Derecho y
Filosofía y Letras. En esta época escribe y publica sus
dos primeras novelas, Tragicomedia de un hombre sin
espíritu e Historia de un amanecer. Colabora habitualmente
en Revista de Occidente y Gaceta literaria. Reside en
Berlín entre 1929 y 1931, coincidiendo con el surgimiento
del nazismo. Se doctora en Derecho en la Universidad de
Madrid, en donde da clases. Es letrado de las Cortes desde
la proclamación de la República, y el estallido de la
Guerra Civil en 1936 lo encuentra en una gira de
conferencias por Sudamérica.
[17] Nació en Murcia el 27 de
septiembre de 1755, de padre de descendencia francesa,
niño despierto, ingresó en el seminario de San Fulgencio,
donde inicia los estudios eclesiásticos, llegó a traducir
varias epístolas del griego. En 1778 fue nombrado
preceptor de los hijos del duque de Osuna. Viajó a París.
Se casó en Madrid con la rica señora Dámasa Soriano. Fue
nombrado académico de la Historia y de la Lengua. Desde la
Gaceta Oficial y del Mercurio promovió en 1808 un
levantamiento contra el general Murat que acabó en el 2 de
Mayo. Para evitar un proceso se retiró a su finca de
Guadalajara y para distraerse y olvidar sus cuitas se
inició en la lectura y los comentarios del Quijote.
[18] Francisco Ayala, «La invención
del Quijote» 1950.
Alicante, marzo del 2005
Miami
Estados Unidos Año VI
Nº35/36
|
Ramón Fernández Palmeral
nació
en Piedrabuena,
Ciudad Real, España (1947). Reside en Alicante desde 1990.
Escritor y Artista
plástico. Su tiempo literario lo dedica a la poesía, a
recitales, conferencias y a colaborar con varios medios de
comunicación y revistas especializadas con monográficos sobre
Cervantes, Zorrilla, Azorín y Miguel Hernández. Fundó en Alicante la revista ilustrada PALMERAL
(Poético-Artístico), y actualmente dirige la revista PERITO
(Literario-Artístico) junto a la poetisa Rosario Salinas. Ha
colaborado con artículos de opinión en El País, Información y
La Verdad, al igual que en las revistas: Utopía (Axarquía), en C-37
Televisión de Alicante y en las revistas oriolanas: El Eco
Hernandiano, Orihueladigital y el “iaio” del C.E.A.M. Colabora
en la Comisión del IV Centenario de Aranjuez. Asiste y organiza
tertulias culturales y recitales en la provincia de Alicante,
así como conferencias en la sede de la Universidad de Alicante y
en Ámbito Cultural de El Corte
Inglés. Ha publicados los libros de poemas: Desolación sin
nombre (1983), y Homero en Tarsis
(1983); de ensayos cervantinos: Encuentros en el IV Centenario (2004); ensayos hernandianos
ilustrados: Simbología secreta de “Perito en lunas” de Miguel
Hernández (Palmeral 2005), Simbología secreta de “El rayo que
no cesa” de Miguel Hernández (Palmeral, 2004) y “El hombre acecha” como eje de la poesía de guerra (Palmeral, 2004). En
el género de novela corta ha publicado:
El héroe de Nador (Palmeral, 2005).