sábado, 20 de agosto de 2016

Necrópolis de Lagos (Vélez-Málaga)

NECROPOLIS DE LAGOS


Esta necrópolis viene asociada al  yacimiento de las Chorreras.
En la necrópolis de los Lagos, se encuentran algunos vasos egipcios de alabastro haciendo pensar que podría  tratarse de una necrópolis fenicia de incineración.
Como todos los emplazamientos fenicios se encuentra sobre una elevación dominando la costa.
. Los fenicios que vivían en este asentamiento aprovechaban los recursos agrícolas, ganaderos, forestales y pesqueros de la región y tenían sus propias industrias de cerámica y textil. También participaban en el comercio mediterráneo de cerámica arcaica etrusca y griega oriental.
  Las tumbas de esta necrópolis serían un nicho-cámara orientado al este, de tendencia circular irregular y unos 45-50 cm de anchura, cuyas dimensiones vienen determinadas por el tamaño de las ánforas que funcionaron como receptáculo de los restos incinerados.
Este tipo de enterramiento es característico de las tumbas fenicias arcaicas (siglos VIII-VII a.C.) en la costa andaluza mediterránea.
Se encuentran fragmentos de un pequeño y excepcional pithos en una de las tumbas.
La vinculación que se establece en los ritos fúnebres de las necrópolis del área de Málaga con las formas que adopta la representación del poder en Oriente la encontramos también en el uso de vasos de alabastro. Estos recipientes fueron utili­zados como elemento de ajuar o como urnas cinerarias en muchas de las ne­crópolis fenicias del litoral mediterráneo como  Lagos y otras. Algunos de estos vasos, que en su origen debieron contener vino y perfumes de alta calidad, son de producción egipcia y excepcional­mente disponen de inscripciones jeroglíficas.
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Cabe destacar los enterramientos de una elite social elevada que se entierra en las lujosas tumbas de cámara, cuya cronología se data del siglo VII a C.
En las colonias fenicias del área malagueña,  se da el uso de determinadas tecnologías o formas de hacer propias de grupos locales, y determinados vasos de cerámica destinados principalmente a la preparación y cocción de alimentos.
 En estas necrópolis se intenta proteger a los antepasados, existe una clara intención de guardar o esconder a sus muertos en lugares muy próximos y/o recónditos ante el temor de que las tumbas fueran saqueadas, potencialmente por los indígenas. De ello la diferencia con respecto a las necrópolis orientales y la singularidad que nos ofrece estazona, pues los enterramientos se encuentran en un territorio ajeno.
La cultura material de estos asentamientos revela una importante diferencia con respecto a los barrios con población fenicia en los enclaves onubenses: la cultura material ligada a prácticas sociales con una alta visibilidad pública y que es crítica para la construcción de determinadas identidades y jerarquías sociales en las colonias remite prácticamente siempre a modelos fenicios, que pueden ser netamente orientales o reelaboraciones propias de estos ám­bitos occidentales.
Esta utilización de la cultura material manifiesta, por un lado, una clara intención por parte de los residentes de estos enclaves en construir una iden­tidad comunitaria, propia y diferenciada con respecto a la población local que vive en asentamientos no coloniales, y, por otro, la intención de estable­cer unas jerarquías sociales en la colonia que pivotan en torno a identidades de tipo étnico. En estos ámbitos, estas identidades sociales se establecieron, posiblemente, a través de la descendencia, pero principalmente a través del uso de una cultura material que subjetivamente identificaban como «feni­cia», tal y como sugieren los enterramientos.
Varias décadas después del establecimiento de los primeros colonos en esta área, se erigen los primeros cementerios. Los más antiguos, como el de Lagos, datan de finales del siglo VIII a. C. (Aubet et al., 1991), cuando pare­ce consolidarse el proyecto colonial en la zona. Todos los grupos de tumbas se sitúan a cierta distancia de los asentamientos e insinúan que ya a finales del siglo VIII a. C. las colonias se han apropiado de un pequeño territorio que se extiende a su alrededor. Estos cementerios coloniales son siempre agrupaciones de muy pocas tumbas –entre dos y una veintena en el mayor de los casos–, por lo que criterios muy restrictivos (López Castro, 2006: 76-77), posiblemente de descendencia, debieron de definir el enterramiento en estos espacios.
Las gentes según los hallazgos, quizá,  vivían en régimen de población mixta.
En muchas de las necrópolis fenicias y púnicas conocidas a lo largo de las costas hispanas como Lagos,  se ha venido detectando un fenómeno antropológico y social opuesto, pues las tumbas de cámara han sido interpretadas tradicionalmente por los investigadores como principescas o como sepulcros pertenecientes a las clases aristocráticas dirigentes de la empresa comercial fenicia. La escasez de los restos de tumbas de esta categoría y la enorme riqueza de los ajuares encontrados en el interior de las mismas, han hecho pensar que pertenecieron a una clase social elevada.
Una de las dolencias más habituales con las que tenían que lidiar los médicos de la Antigüedad era la artritis, un mal que afectaba a las articulaciones mucho antes de la llegada de Roma a Hispania. Así queda de manifiesto en los restos óseos de un varón de entre 40-50 años de edad que fue enterrado en una de las tumbas fenicias del siglo VIII a. C. ex­cavadas en Lagos.
Las tumbas de lagos y otras confirman el arraigo en la Península ibérica de mercaderes de rango que controlarían las transacciones comerciales entre las colonias occidentales y las ciudades reino-fenicias.