sábado, 23 de mayo de 2015

Romanticismo español. Los poetas Romanticos, Siglo XIX




"Los Poetas Románticos Españoles"

Por Ramón Fernández Palmeral


Quienes escriben poemas sin haber leído un solo verso de Espronceda lo tienen muy crudo.
Aprovechando el rescoldo que me ha dejado el artículo de César Rubio Aracil titulado: "EL ROMANTICISMO DE HOY" de 3 de agosto 2005, publicado en Mundo Cultural Hispano, siempre tan polémico con sus reflexivas opiniones llevadas al campo de la realidad contemporánea, me pongo «al loro» y he de atrochar por lo de romanticismo como liberalismo, que lo expone muy acertadamente cuando escribe: «De considerar las principales características que mal definen el romanticismo como: predominio del individualismo, del sentimiento y la pasión; del idealismo y del amor a la libertad sobre la razón y las normas, ¿dónde están los románticos de hoy?».

Efectivamente, romanticismo literario no significaba enamoramiento cuando nació en el primer tercio del siglo XIX. Ramón Sijé, lo sitúa en España en 1833, cuando salió "Hernani", la obra de Víctor Hugo, con inauditas libertades artísticas, más el famoso prefacio para "Cromwell" tomado como manifiesto inicila del romanticismo, o "El moro expósito" de Alcalá Galiano. El oriolano Ramón Sijé era uno de los que estaba en contra del romanticismo, y lo expuso en su crudo y áspero libro/ensayo: "La decadencia de la flauta y reinado de los fantasmas", escrito en 1935 para el Premio Nacional de Literatura, aunque no se publicó hasta 1973, gracias al Instituto de Estudios Alicantinos (hoy Instituto de Cultura Juan Gil-Albert), uno de los libros más difíciles de leer de los he que tenido entre mis manos. Ramón Sijé era muy cercano a los jesuitas de Orihuela, amigo también del capuchino de Fray Buenaventura de Puzol (mártir de la guerra civil), según Alonso Cecilio, Sijé era falangista joseantoniano, porque también José Antonio que, por cierto lo fusilaron en Alicante en el 36, estaba en contra del romanticismo como entelequia de la libertad individual, porque había sido fuente o despertar de revoluciones, caída de la monarquía de Isabel II, y se culpaba de las reivindicación del nacionalismo separatista vasco de Sabino Arana, y también del separatismo catalán, ya expuesta por Ortega y Gasset, que es una de las consecuencias de las ideas liberales del romanticismo del S. XIX, y, evidentemente, en contra del desmoronamiento de la Unidad de España. Evidentemente, hablamos de otros tiempos, en un contexto histórico que no prosperó por la intransigencia de todos los politicos de la II República.

El romanticismo no tiene reglas, de aquí surge la polémica contra el clasicismo que define un sistema de orden, exactitud, reglas, es decir, inmutable. El éxito del romanticismo sueña «con la perfectibilidad del hombre y su espiritualidad». En las artes interesa el genio individual. Nacen los pronunciamientos, las barricadas, los pronunciamientos, la exaltación de lo nacional (desemboca en la idea de nacionalismo o recuperar la memoria nacional) y de lo tradicional y lo revolucionario. La triple embriaguez romántica: el amor, la libertad y la patria. Reaparecen los temas medievales, heroicos, leyendas con milagros de José Zorrilla, "Un testigo de Bronce", los temas luctuosos y espirituales "Don Juan Tenorio", el gusto el gótico, las cruzadas, lo que Mariano José de Larra intenta en sus "Artículos de Costumbres" es la regeneración nacional. Esponceda rapta a Teresa, casada y con hijo en Lisboa, regresa industado a España en 1833, escribe el Famoso "Canto a Teresa". En un banquete pronunció un discurso satírico en verso, que hizo hablar a toda la Corte, y fue desterrado a Cuéllar, donde compuso El "Estudiante de Salamanca". Fue una regeneración que sacaría a las bellas artes de su letargo clasicista.

Como también apuntó Guillermo Díaz Plaja en su libro "Introducción al estado del romanticismo español", con el que ganó el Concurso Nacional de Literatura de 1935. El clasicismo en contraposición del romanticismo, porque aquéllos mostraban una fuerte resistencia a los cambios y seguía los cánones de la rigidez inmovilista del Antiguo Régimen, hubo una polémica entre el romanticismo y el clasicismo. Las ideas de Schlegel fueron difundidas en España por Juan Nicolás Böhl de Faber, padre de la poetisa que firmaba Fernán Caballero. (Recodemos que Juan Nicolás Böhl de Faber, fue cónsul alemán de Federico Guillermo III de Prusia en Cádiz, delegado de la firma comercial Duff Gordon y Cía se casó Francisca Larrea, gaditana con sangre irlandesa, traductora de Byron y de Mary,. Böhl defendió el clasicismo del romancero y el teatro español, prácticamente menospreciado en beneficio del teatro francés modernizante, y es famosa su polémica con el gaditano J.J. de Mora. Juan Nicolás era padre de Cecilia, que firmaba como Fernán Caballero).

El primer movimiento romántico surge en Inglaterra y Alemania tras la Reforma, por las transformaciones que sufre la Iglesia; protestantes, anglicanos, hugonotes, luteranos, clavinistas... En España nos aplicaron la Contrareforma. Las nuevas ideas del romanticismo nos llegaron desde Francia, por diversos caminos: los viajeros románticos, los exiliados fernandistas, libros y noticias que se filtraban sobre lo que pasaba fuera. Y las traducciones al castellano de obras románticas importantes que realizó la generación anterior. Se tradujeron las obras importantes de Rousseau, Chateaubriand, Víctor Hugo, Voltaire, Dumas, Sand entre otros franceses; Young, Ossian, Richardson, Lord Byron y Scoutt entre los ingleses; y entre los alemanes, Böhl de Faber difundió las ideas románticas de Schlegel sobre el teatro. Se tradujo a Goethe (Werther, Fausto), a Schiller, Hoffmann; Cooper e Washintong Irving entre los norteamericanos.

La ideas de Schlegel fueron difundidas en España por el alemán Böhl de Faber, el colector de la "Floresta" de rimas antiguas españolas (1822-25). En el primer periodo constitucional se declaró la libertad de imprenta En Cádiz, donde residía Böhl de Faber, surgió la polémica con el clasicismo y el romanticismo con José Joaquín Mora.

Los temas románticos denotan un anhelo de libertad de expresión, la aversión a la autoridad (liberación del Antiguo Régimen), libertad de pensamiento, pensamiento psicológico por encima de lo ético de revolución. Supone un cambio, una rebelión contra el mundo ordenado del racionalismo: la razón, caminos para renovar el arte, la política, la educación, la filosofía y la religión de la época.

Uno se puede hacer médico, ingeniero, pintor, pero no se puede hacer poeta, y, menos aún sin leer a los clásicos como referencia, esto es lo que muchos tristes poetas modernos pretenden, que sin estudiar la técnica, la historia de la poesía se meten a remendones de versos de cuarta fila, recitándole a la luna y a las marchitas margaritas. ¿Entonces para qué sirvió tanto riesgo en el absolutismo, tanto peligro en las dictaduras, tanto sortear a la censura franquista?, y ahora que no tenemos obstáculos, nos ponemos a recitar rosarios, letanías ya machacadas, a rimar versos como si solo la música importara. Hay poeta que se vuelven locos por buscar una rima cuando en realidad se deberían volver locos para buscar una asonancia, un versículo, un adjetivo que concentre y resuma el sentir del poema, un adjetivo que te puede tardar años en llegarte. Horacio consagrada a la teoría literaria, la "Epistula ad Pisones", Donde nos dice que cada verso es una arquitectura independiente del poema.

Como dice Diccionario Abreviado de Seco: «Corriente literaria, cultural e ideológica de la primera mitad del s. XIX, caracterizada por su oposición al clasicismo y por su exaltación del sentimiento y la libertada», pero es algo más, además de estilo literario lo es también político. El romanticismo no tiene reglas, de aquí surge la polémica contra del clasicismo que define un sistema de orden, exactitud, reglas, es decir, inmutable, la academia. El éxito del romanticismo es que sueña «con la perfectibilidad del hombre y su espiritualidad». En las artes interesa el genio individual. Nacen los pronunciamiento, las barricadas, la exaltación de lo nacional (desemboca en la idea de nacionalismo o recuperar la memoria nacional) y de lo tradicional y lo revolucionario. Acaban en la Revolución de 1869 y la salida de Isabel II, y proclaman la I República. Con el romanticismo reaparecen los temas medievales, heroicos, leyendas de Zorrilla y los milagros, los temas luctuosos, el gusto el gótico, las cruzadas, lo que Marinao José Larra, "Fígaro", autor de "Cánticas", lo que intenta en sus Artículos de Costumbres es la regeneración nacionala través de una critica directa a los putnos débiles de la sociedad. Era una regeneración que sacaría a las bellas artes de su letargo.

El Romanticismos español empieza tras la muerte del Fernando VII, el "Deseado" en 1833, puesto que la regencia de su esposa, María Cristina abre un periodo de resurgimiento de la libertad creadora y la libertad de expresión o como nos expone Vicente Ramos en su libro Literatura Alicantina: «El Romanticismo, más que himno a la libertad y sin dejar de serlo, implicó una total y renacida concepción humana y estética, basada en el mundo del sentimiento, en la legendaria y casi mística atracción del Medievo, en el libérrimo despliegue de la fantasía creadora...». Es el año en que regresan los exiliados intelectuales, e importan este movimiento de Francia e Inglaterra: Espronceda, Martínez de la Rosa. Las nuevas tendencias se materializan en su "Blanca Flor" (1828) de Gallardo, en "El moro expósito" de Antonio Alcalá Galiano, el drama de Macías de Larra, "Don Álvaro o la fuerza del sino" en verso del Duque de Rivas en 1835. Los temas románticos denotan un anhelo libertad de expresión, la aversión a la autoridad (liberación del Antiguo Régimen), libertad de pensamiento, pensamiento psicológico por encima de lo ético de revolución. Supone un cambio, una rebelión contra el mundo ordenado del racionalismo: la razón, caminos para renovar el arte, la política, la educación, la filosofía y la religión de la época.

Una revista muy del romanticismo fue "El Artista" (1835-36) son sesenta y cinco números, colaboraron unos setenta escritores. La contribución de Ochoa fue la más extensa. El segundo en el orden de importancia fue Pedro de Madrazo. Por lo que se refiere a la parte ilustrada de la revista, el principal colaborador fue Federico de Madrazo. Entre los colaboradores más ocasionales merecen destacarse Cecilia Böhl de Faber, Bretón de los Herreros, Patricio de Escosura, Bartolomé José Gallardo, Juan Nicasio Gallego, García de Tassara, Alberto Lista, José de Madrazo (padre de los hermanos Federico y Pedro), Juan María Maury, Nicomedes Pastor Díaz, Roca de Tagores, Julián Romea y Ventura de la Vega, es decir, muchos de los nombres que iban a componer la plana mayor del romanticismo español. En El Artista publicó también Espronceda su Canción del pirata y algunos fragmentos del Pelayo, además de su famosa sátira El Pastor Clasiquino, y Zorrilla cinco poesías y un relato en prosa con anterioridad a su “revelación” ante el cadáver de Larra .

A Alicante también llegó el romanticismo, el cual conocemos al encomiable trabajo de Vicente Ramos, por su libro "Literatura Alicantina" (Alfaguara, 1966) que ganó el premio Azorín en 1965. Gracias a la creación del Liceo Artístico y Literario de Alicante inaugurado la noche del 8 de agosto de 1839: «pues bien podemos afirmar que no hay literatura alicantina propiamente dicha hasta al apertura de aquel centro». Si primer presidente fue el Sr. Barón de Petrés. Nos habla V. Ramón de la generación del 1850. Guillermo Carnero, poeta considerado de Los Novísimo, es catedrático de Filología española en la Universidad de Alicante, y es además un gran especialista en el romanticismo español, autor entre otros libros de "Los orígenes del romanticismo reaccionario español: El matrimonio Böhl de Faber".

Retomando el artículo de César Rubio Aracil, escribe: «A lo que hoy aspiran numerosos poetastros y escritores de cuarta fila, no es al avance literario en función del divorcio de las letras con el academicismo que no conocen y que sí entendieron los románticos, ansiosos de liberalidad y del idealismo e individualidad que necesitaban para sentirse personas». Indudablemente los poetas de hoy en día entienden el romanticismo en su acepción errónea de enamoramiento, luna de miel poética y amores eróticos, y no entienden la verdadera razón de la poesía romántica como libertad del individuo, riesgo y provocación, porque no leen a los maestros, no se enteran de la historia de la poesía, no saben que son las Vanguardias, el Ultraísmos, la poesía de la experiencia y se ponen a rimar lo primero que les viene a la cabeza. Siguen con los clásicos sonetos, siguen sin escuchar a nadie que les plante cara, que no le aplaude y que les dice la verdad de su poesía.

Uno se puede hacerse médico, ingeniero, pintor, pero no se puede hacer poeta, y, menos aún sin leer a los románticos como referente diferencial, esto es lo que muchos tristes y lacios poetas modernos pretenden, que sin estudiar la técnica, la historia de la poesía se meten a remendones de versos de cuarta fila, recitándole a la luna lunera y a las marchitas margaritas... ¿Entonces para qué sirvió tanto riesgo contra el absolutismo fernandino, tanto peligro en los pronunciamientos, en las dictaduras, tanto sortear a la censura franquista, las barricadas...?, y ahora que no tenemos obstáculos de pensamiento, nos ponemos a recitar rosarios, letanías ya machacadas de la luna lunera, a rimar versos como si sólo la música importara. Hay poeta que se vuelven locos por buscar una rima cuando en realidad se deberían volver locos para buscar una asonancia, un versículo, un adjetivo que concentre y resuma el sentir del poema, un adjetivo que te puede tardar años en llegarte. El poeta latino Horacio consagrado a la teoría literaria, es en la Epistula ad Pisones (Epístola a los Pisones), donde nos dice que cada verso es una arquitectura independiente del poema. Y se pueden tardar años en dar por acabado un poema, pero claro hablo de poema no de letrillas para canciones.

No puedo olvidarme del título de mi artículo, sin recordar a los poetas romanticos españoles: Juan María Maury, Bartolomé José Gallardo, Francisco Martínez de la Rosa, Angel de Saavedra o Duque de Rivas, Mariano José de Larra, José de Espronceda, Patricio de la Escosura, Nicomedes Pastor Díaz, Pedro de Madrazo, Salvador Bermúdez de Castro, Jacinto de Salas y Quiroga, Luis de Usoz y Río, Eugenio de Ochoa, José Zorrilla, Juan Eugenio Hartzenbush, Enrique Gil y Carrasco, Juan Arolas, Ventura de la Vega y Tomás Aquiló. Quedan otros poetas, que son autores de apenas uno o dos poemas.

Por ello los que se menten a poetas sin haber leído un sólo poema de estos pioneros del romanticismo español lo tienen muy crudo.



                                                       Revista PERITO (Literario-Artístico)
       

                                                     Poesía y poetas en Alicante