viernes, 26 de mayo de 2017

Novela. La mujer del Amadorio, por Ramón Fernández Palmeral

                             (Fotografia en Internet)

De venta en LULU. on-line 9.50€
 http://www.lulu.com/shop/ramon-fernandez-palmeral/la-mujer-del-amadorio/paperback/product-23222261.html




                             Contraportada

    Una joven noruega aparece misteriosamente ahogada en el embalse del Amadorio de Villajoyosa de Alicante, la Guardia Civil, cierra la investigación como un supuesto suicidio por ahogamiento. Meses después el padre de la víctima residente en Benidorm encarga una investigación privada al bufete de abogados Ridruejo & Brother de Alicante. El bufete tenía contratado como investigador autónomo a un  ex picoleto (Guardia Civil por el tricornio de tres picos), que había sido expulsado del Cuerpo, tras cumplir condena en un penal militar por agresión a un superior, y padecer el “Síndrome del Norte”, por ello, se había vuelto medio alcohólico y porrero, separado de su mujer y no muy agraciado físicamente y estaba en tratamiento psiquiátrico. Lo que podíamos llamar un antihéroe, conocido en el mundo de hampa alicantino como Harry, el expicoleto, pero su olfato policial era digno del mejor de los detectives privados profesionales.
   La trama transcurre en Alicante, La Vila, Benidorm, Orcheta y Londres; donde se verán implicados una serie de personajes de lo más diversos tipos y condición. En una novela de las llamadas negras, thriler o policiaca, no puede faltar la mujer, que en La mujer del Amadorio, es Claudia, una abogada del turno de oficio, que será la pareja sentimental de Harry, la que aporta la parte técnico legal del caso.
    Ramón Fernández Palmeral, Piedrabuena 1947, es un reconocido escritor y novelista, autor de El cazador del arco iris (narrativa), El héroe de Nador, una guerra africana; El rey de los moriscos, novela historia ambientada en el siglo XVI; y del libro de relatos Perito en Pecados. Autopublicada en la prestigiosa editorial de Amazon/Lulu (USA), con venta de libros bajo demanda online.
Una novela  de cine, o de película.

La técnica descriptiva del escritor estadounidense Thomas Wolfe (1930-1938)

Con el dinero ganado siendo profesor en una universidad de Nueva York viajó a Europa en 1926. Tras visitar varios países consideró que Londres era el lugar más adecuado para escribir por lo que en el otoño alquiló allí dos habitaciones en una casa, compró varios gruesos libros de contabilidad y comenzó a escribir en ellos, dada su prodigiosa memoria, cuanto recordaba:
de personas,
su nombre,
 físico,
expresiones,
 profesión,
 costumbres,
 vestimenta,
 lo que habían dicho;
de las calles,
 su constitución,
pavimento,
 farolas,
casas;
de hoteles,
 los muebles,
 el servicio,
 el coste de restaurantes,
 la calidad de la comida,
 de conversaciones allí oídas,
 de las oídas en la calle,
en el tren,
 de los vecinos en el patio,
 puentes,
carreteras,
paisajes que había visto,
 ruidos como el pisar de hojas secas,
 el de los cascos de un caballo en el empedrado,
el del viento en los aleros de la casa...
absolutamente todo lo que había experimentado, visto y oído

Al abuso de la descricciónes relentiza la acción. esto le pasa tambien a Azorín en su novela
 La Voluntad, 1902, empieza a describir y se mete en cuationes religiosas, filosóficas, politica, sociedad,  parece un periodista en lugar de un novelistas. Se dice que es una novela sin trama.

domingo, 21 de mayo de 2017

Relato corto: El puerto. por Harry,el exmadero




 Seguía despierto sobre la cama cuando las luces del amanecer entraron con lentitud consciente y una mirada inquisidora en mi habitación. Llamé por teléfono a la Guardia Civil del puerto, para adelantarles, que en el muelle de contenedores encontrarían un hombre hecho pedazos, y otro desaparecido en las aguas del puerto. Sería interesante que los identificaran y se pusieran en contacto con la Cabo 1º  de la P.J. de.. , para que les tuviera al tanto. Me pidieron que me acercara a firmar una declaración.
Antes de acudir al puerto y de que el  Sr. Ridruejo se enterara por otros conductor, al fin y al cabo siempre acababa por enterarse de todo, me acerqué al despacho y le conté lo de mis perseguidores y lo de los fiambres.
–No te quiero en el caso –me ordenó el Sr. Ridruejo en un todo autoritario y convencido de me había perdido en el caso–,  o puedes ir por ahí matando a tipos que te persiguen como en las películas americanas.
-Pero Sr. Ridruejo, si eran dos tíos fuertes y duros que querían matarme, ellos matar a mí. ¿entiende? Además, se han matado accidentalmente.
–Pero acaba la persecución con dos fiambres. No estamos en el Norte. No quiero líos de este tipo. La agencia se verá implicada. Mi buen nombre. Manchada mi reputación con sangre. Olvídate del caso, renunciamos a él.
–Olvidar es un lujo al que no tengo acceso, ya quisiera yo poder olvidarme de muchas cosas... Sabe qué le dijo, querido jefe, que si su nombre sale en la prensa o perjudicado, yo me auto-inculpo y me auto-despido. Cuando llegan los palos es que la película  está muy próxima a su fin. Además necesito un anticipo de tiempo.
No había considerado la posibilidad de una respuesta negativa. Le pedí una semana más. Si tras esa semana no conseguía nada lo dejaba. Me dio 72 horas.
Tras dos o tres horas de declaración en el Cuartel de especialistas, el cuerpo me pedía chocolate con churros: onzas de Valor. Mi metabolismo me pide calorías ante las situaciones de estrés, en cambio, a otras personas, los nervios se le meten en el estómago y no comen en tres días. Padecía un síndrome de restitución de energías por medio de la saciedad por  chocomanía.
Luego acudí a ver a mi amigo Silva.  Ya sabía lo del puerto. Le aseguré que le contaría el caso como para rellenar la tercera página durante varios días, con una sola condición, que no apareciera el nombre de Ridruejo & Brother. Aceptó la condición, y le conté pormenorizadamente la persecución. Además me interesaba que al asunto se le diera aires de espectáculo macabro, posiblemente un ajuste de cuenta, tortura para hacer hablar al despedazado pues de esta forma si llegaba a oídos de quien debía, me colocaba en una situación favorable.

sábado, 20 de mayo de 2017

Libros hernandianos de Ramón Fernández Palmeral, en el porta de la Fundación Miguel Hernández. Escritor y poeta nacido en Piedrabuena.

   Página fotografiada del portal Miguel Hernánde Virtual de la Fundanción de Orihuela.


http://www.miguelhernandezvirtual.es/new/index.php?option=com_content&view=article&id=2407:obra-hernandiana-de-ramon-fernandez-palmeral&catid=1:noticias&Itemid=56

Nuestro colaborador y hernandiano Ramón Fernández Palmeral es autor de los siguientes libros de temas hernandianos publicados en Amazon y LULU: Experto hernandiano.








9.-Carlos Fenoll, trayectoria vital y poética (Ayuntamiento de Orihuela)

10. 151 ilustraciones sobre Miguel Hernández (Un ejemplar en la Fundación)

 
12.- Hermeneutica de Elegias de Guadalet de Vicente Ramos.
13.- Glosada de "Candente Horror" de Juan Gil-Albert


VER TODOS LOS LIBROS DE ESTE AUTOR 


 Ramón Fernández Palmeral, escritor residente en Alicanta

jueves, 18 de mayo de 2017

La Biblioteca Valenciana homenajea a Azorín

La Biblioteca Valenciana homenajea a Azorín con una exposición que muestra documentos del autor y su relación con la Generación del 98

La Biblioteca Valenciana homenajea a Azorín con una exposición que muestra documentos del autor y su relación con la Generación del 98
16/05/2017 -
La Biblioteca Valenciana ha abierto su exposición en homenaje a José Martínez Ruiz, ‘Azorín’, en el 50 aniversario de su muerte, con la muestra de un centenar de documentos de fondos propios del autor y su relación con el grupo de escritores de la Generación del 98.
Azorín perteneció a la Generación del 98, movimiento literario que formó, junto a Pío Baroja y Ramiro de Maeztu, y a la que, posteriormente, se sumaron Miguel de Unamuno, Antonio y Manuel Machado, Angel Ganivet, Ramón María del Valle Inclán y el filólogo Ramón Menéndez Pidal, entre otros.
Todos estos autores comparten las tesis del regeneracionismo y adoptan una actitud pesimista y crítica con la realidad española, sienten un gran interés por los pueblos abandonados de Castilla y en sus obras revaloran su paisaje, sus tradiciones y sus personajes con un lenguaje castizo y espontáneo.
Azorín es una de las principales figuras de la Generación del 98 y cuenta con una prolija obra literaria, con novela, teatro, ensayo y crítica. En 1924 fue elegido miembro de la Real Academia Española y en 1907 fue diputado en las Cortes Generales por el Partido Conservador.
En la exposición se muestran sus primeras obras, en las que firmaba como ‘Ahrimán’ o ‘Cándido’, hasta que en 1904 asumió el pseudónimo de ‘Azorín’, extraído del personaje Antonio Azorín, de su obra más conocida, ‘La Voluntad’ (1902).
En su faceta de novelista també se exhiben ‘Don Juan’, ‘Alma Castellana’, ‘Los pueblos’, ‘Valencia’ y ‘La ruta del Quijote’, que está traducida al inglés, alemán y noruego. Como ensayista, se muestran ‘Lope en silueta’ y ‘L’efímer cine’.
También se pueden leer los textos de sus colaboraciones periodísticas en ‘Pueblo’, partituras musicales de la época que vivió y la correspondencia que mantuvo con el poeta Juan Gil Albert y con Vicente Blasco Ibáñez, con quien mantuvo una gran amistad que se fue perdiendo con el tiempo.
En la sección de fondo gráfico se ha recreado el municipio alicantino que lo vio nacer en 1873: Monòver, con fotografías aéreas, postales, diapositivas y fotos de la vida del municipio.
En la exposición se puede escuchar la voz de Azorín que habla sobre la creación literaria en una recopilación de voces de los protagonistas de la Generación del 98 procedente del fondo documental de Ignacio Soldevila.
La obra de Azorín se encuentra en muchos de los fondos documentales de la Biblioteca Valenciana, especialmente aquellos centrados en la literatura como son los de Ignacio Soldevila y Bas Carbonell. También es importante destacar las contribuciones de Laureano Robles, autor que investigó la figura y obra del escritor.

Fotos de Yegen, el pueblo del "Al Sur de Granada" de Gerald Brenan. Visita del escritor Ramón Fernández Palmeral estuve el año 2006









                        Juliana Martín Peregrina, con la que Brenan tuvo una hija llamada Mirando Helen




Al sur de ‘Al sur de Granada’


Alrededor de la obra de Gerald Brenan hay otras historias, que explican, con más o menos fortuna, el encuentro del escritor con mi tía bisabuela Juliana Martín Pelegrina en Yegen. Ahondamos en ellas o haciendo servir una metáfora, vamos más al sur.



Vista de Yegen, por Letícia Castellsaguer [CC-BY-NC-SA]

No recuerdo que hubiera una primera vez en que me hablaran sobre Al sur de Granada. La obra de Gerald Brenan era un murmullo familiar cíclico, quizá avivado por mi abuelo. Un volumen descansaba entre las novelas de misterio de Agatha Christie de mi madre, guardando para la posteridad un puñado de impresiones e historias sobre el pueblo de La Alpujarra granadina donde el escritor llegó por primera vez en 1919, Yegen, y de donde proviene mi familia.
El esfuerzo del inglés por cambiar el nombre de los yegeros en su intento de monografía antropológica no sirvió de nada; todos los nativos sabían qué personaje era quién en el pueblo, que para Brenan parecía “construido por insectos”. Y claro, el libro fue objeto de zumbidos.

Esta no es una historia de amor

En las páginas de Al sur de Granada, Brenan relata la visita de su querida Dora Carrington junto a quién acabaría siendo su esposo, Ralph Partridge, y el gran amor no correspondido de la pintora, Lytton Strachey, que era homosexual. Pero no encontraréis mención alguna al hecho que Brenan dejara embarazada a su criada, Juliana Martín Pelegrina, que tenía 15 años.
Fernando Colomo se inspiró con poco rigor en esta relación en su película Al sur de Granada, un biopic sobre el escritor y ex capitán inglés, que resulta de lo más inverosímil e insoportable para quienes hayan pasado tiempo a la sombra de Sierra Nevada. Recuerdo ver el filme con vergüenza ajena y notar que nada encajaba, ni el paisaje, ni el acento de los lugareños, ni mucho menos Verónica Sánchez como mi tía bisabuela.
No hay nada de comedia en una historia que sí bien recoge el periodista Antonio Ramos Espejo en Ciega en Granada: Murió buscando a su hija. La hija de Brenan, que incluye una entrevista íntegra con mi bisabuela que pone los pelos de punta, por su crudeza, por articular cosas que llevaban calladas, por el dolor que esconde su jerga.
Incluso hay que dudar de que hubiera amor entre la dispar pareja, por lo que puede leerse en un texto del hispanista recogido en Autobiografía: Una Vida Propia. Memoria Personal:
“Hacia medianoche fui a su habitación y me metí en la cama con ella. Estaba, o parecía estar, profundamente dormida. Traté de despertarla sacudiéndola pero no lo conseguí. Hice entonces lo que había venido a hacer -es decir, el amor- y durante todo el tiempo fingió dormir….”
Este no es el gesto más violento de Don Geraldo —así le llamaban en Yegen— hacia Juliana. Tres años después del nacimiento de la hija de ambos, Elena, éste se la llevó a Inglaterra, le cambió el nombre a Miranda Helen, su madre nunca más la volvió a ver y él se casó con otra. El pretexto era un futuro mejor para la pequeña.

Rumores y saladuras

Fue entonces cuando el cuchicheo tomó fuerza, provocando, dicen, que Juliana se marchara para instalarse en la capital, huyendo del escándalo y, seguro, de otras cosas. Los rumores cuentan que sí consiguió ver a su hija, ya de mayor, en una zapatería de Granada. Otro cotilleo afirma que incluso se la presentaron, aunque ella no confesó ser su madre. Lo único que es cierto es que Juliana se quedó ciega y con ella, todo el mundo.
Hasta que hace un par de años se reeditó Ciega en Granada y se puso una placa que recuerda a Juliana en la plaza de la Ermita, donde nunca ha habido una ermita que se recuerde. En el distintivo puede leerse que ella fue “la ‘sal’ de la vida de Gerald Brenan”. La frase es de lo más desafortunada. Ninguna mujer debería ser la ‘sal’ de la vida de ningún hombre, y de serlo, que fuera tan salada que no hubiera agua con la que se le apagara la sed.
Si bien Al sur de Granada contribuyó a que se conociera Yegen, lo hizo a costa de un retrato desviado que ha dado lugar a otros relatos disparatados, desde la película de Colomo al redactado de una placa homenaje que hace poca justicia a lo que ocurrió. En resumidas cuentas, no va haber quien acabe con el runrún.
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Buscando de Gerald Grenan al Sur.
 
Libro ebook de Amazon

lunes, 15 de mayo de 2017

Historia de Frigiliana. Reseña histórica de la villa de Frigiliana, de venta en Amazon, a todo color









 Historia de Frigiliana de Ramón Fernández Palmeral. Ir a mi blog NUEVO IMPULSO
De venta en AMAZON:
https://www.amazon.es/Rese%C3%B1a-hist%C3%B3rica-Frigiliana-M%C3%A1gica/dp/1530609062

Este hitoriador local es también autor de la "Historia de la puebla de Nerja", y de la Historia de Torrox" (Venta en Amazon). Los tres pueblos de la Axarquía Malagueña.  Y de Historia de la aldea de El Acebuchal, en colaboración con Vicky Fernández.


 Ramón Fernández Palmreral, escritor residente en Alicante. correo: ramon.palmeral@gmail.com


 Escenificación de la expulsión de los moriscos en Frigiliana. Fiesta de las TRES CULTURAS. La Cabalgada.
Expulsión de los moriscos

 Frigiliana es uno de los pueblos con más historia de la provincia de Málaga. Célebre y destacada es la batalla del Peñón de Frigiliana (El Fuerte) en 1569. Pero su historia se remonta a tiempos prehistóricos, fenicios, griego, romano, árabes y repobladores de cristianos viejos castellanos. Su barrio mudéjar y morisco es una joya de la arquitectura urbana que se conserva actualmente como hace 500 años. Su característica principal es el carácter abierto y hospitalario de los “aguanosos”, gentilicio por el que se conocer a sus habitantes, donde además hay más de 1.400 residentes comunitarios y europeos. Esta reseña histórica de la villa de Frigiliana es un reconocimiento al condado que lo fue desde 1630 y el reconocimiento de Villa desde 1640. Era necesario hacer un estudio global general que ha realizado con acierto el estudioso Ramón Fernández “Palmeral”.

miércoles, 10 de mayo de 2017

"El cuaderno negro". Diario íntimo. Ramón Fernández Palmeral





EL CUADERNO  NEGRO


     A esta serie de mi cuerpo escrita, o partes de mi mismo o pedazos de mi vida,  le llamo el “Cuaderno negro” porque empecé a escribir este diario o más bien dietario donde en un cuaderno de patas negras –de la marca Moleskine, que me regalaron–. Aquí puedo pergeñar mis ideas, o los acontecimientos más destacados del mundo, en incluso los más nimios. Se inician las notas con la fórmula de fecha que es la que utilizó Josep Pla para su “Cuaderno gris” que tanto éxito tuvo cuando los publicó en 1966, pero ya era un famoso periodista catalán de Parafrugell, y fumador de pulmones de acero. Escrito entre el 8 de marzo de 1918 y el 15 de noviembre de 1919, no sin antes sufrir un profundo trabajo de reescritura y reelaboración por parte de su autor. La cuestión es que para que le intereses al público, lo primero es ser famoso, como sucede con los superventas de los libro de algún famoso de la televisión de “Sálvame”, o de otros programas, primero la fama y luego el público lector.
    Me gusta también leer a Azorín, el de Monóver, por su estilo, breve, simple y sencillo, del que se aprende a recopilar los detalles del paisaje.





SESENTA Y OCHO AÑOS

   7 de mayo de 2015.- Hoy he cumplido 68 años (sesenta y ocho “con letra” según las reglas gramaticales), pero tanto sea no una fórmula u otras, los años no varías, y soy feliz. Y lo soy porque he llegado, cuando otras personas no lo han hecho.
    Vivimos mi mujer y mis dos hijos en Alicante desde septiembre de 1990. Al principio vivimos unos años de alquiler en calle Llisbert, y ahora en Astrónomo Comas Sola, en un piso  en propiedad. A esta alturas de 1990, mis hijos se fueron a vivir su vida y a sus pisos y sus trabajos de profesores de la enseñanza.
   Ahora Julia mi bellas y joven mujer.   Me gusta su nombre de Julia porque me recuerda el nombre de la mujer de Julio César, emperador de Roma, mujer que no sé muy bien, quien fue, ni qué edad tenía cuando le puso los cuernos con Cleopatra, la faraona egipcia, no la Lola Flores. Y como estoy escribiendo a lápiz en mi cuaderno negro, no me voy a levantar a busca en Wikipedia, quién era, y si se divorciaron o no, Cuando tú ahora, amigo lector, los puedes hacer tranquilamente y aprender un poco de historia clásica.
   Como es mi cumpleaños me ha prometido Julia hacerme unas patatas fricas con huevo –que es mi debilidad–, y de entremeses unos gambones –que son igual que los langostinos pero un poco más grandes y rosados–. Y de postre me hará un bizcocho relleno con cabello de ángel y rebozado con chocolate especial y unas guindas enlatadas de la huerta murciana. Es mi premio por cumplir 68 años. Y es un postre que ella me hacer des tiempo inmemorial, porque es mi preferido. Además lo suelo bautizar con una copita de anís dulce la Castellana. Vendrán mis hijos con las parejas y me cantarán el cumpleaños feliz. Seguro que mis hijos satisfacen mi vicio y regalarán algún que otro libro.
   –¿Te cantamos el cumpleaños feliz?
   –Pues claro que sí, me hace mucha ilusión que me lo cantéis a coro, y luego apagaré la velas de un soplido inmenso, potente y alegre.
   Las ceremonias me gusta, porque qué sería la vida sin ceremonias y buenos modales.

     Esta ciudad de Alicante es especial, mi barrio de la plaza de la Viña es familiar, baja y si quieres te puedes sentar en un bando, bajo el murmullo de la fuente y ponerte a hablar con Joaquín, con Antonio, con Hipólito, con García. Todos son hombres más o menos de mi edad, y son grandes entendidos en todas las materias, y sobre todo el política, pues son atentos oyentes de la radio y de las noticias de la televisión.
   Desde la terraza de la casa, que yo he habilitado como despacho, por el ventanal veo la distraída plaza de la Viña, en esta fecha de la primavera lis tilos y los ficus –de hoja pequeña– están verdes y otros árboles me enseñan su copas con flores violetas. Es un mañana apacible, y no se mueve ni una hoja. Los peatones pasan, y algunos perros arrastran a sus dueños, que son los que mandan en casa.
   Hace un temperatura que ya calorea, – si me permite la expresión–. Por ello mi rodilla derecha, que es la que tengo protésica está tranquila y no me duele nada, como si nada hubiera pasado este invierno con la guerra que me ha dado por culpa de las altas y bajas presiones de los anticiclones y borrascas.
   Por la galería de la cocina, donde mi mujer tiende las ropas a secas, me asomo al ventanal y veo un paisaje de terraza y antenas de televisión,  la campana de la iglesia de la plaza de Magallanes –cuyo nombre no me acuerdo–, y a lo lejanos alumbrado por la clara luz de amanecer, el elefante tendido del cerro de Foncalent. En las terrazas más inmediatas, de la otra calle, hay ropa tendida desde hace meses, es siempre la misma. Es como si la dueña se hubiera muerto y a no ha vuelto a quitar de los alambres del tendedero. Supongo que hasta que los herederos no vendan el piso, no se darán cuenta que la ropa sigue tendida y se está haciendo añicos, por el sol, y los vientos, la lluvia y los relentes de la nocturnidades.
   
   El día se presenta bien, por la tarde tengo que ir a una exposición que se hace en la Asociación de Artistas Alicantinos, un espacio cultural, donde además de exposiciones y ver fantásticas obras de arte de pintores alicantinos, saludo a mis amigos: Rafael, Carlos, Fernando, Julio, Pedro, Antonio, Paco, Emilia, Ana, Carmen, Asunción… y no sé cuántos nombres más porque somos 280 socios. Son mis amigos de la pintura. Son mi familia de la pintura. Son unos discretos y educados amigos con lo que se puede chalar de todo y sobre todo. Un suerte el tenerlos

 Ramón Fernández Palmeral