LA CASA GERALD BRENAN PRESENTA EL ESTRENO ABSOLUTO DE LA ÚNICA OBRA TEATRAL DEL HISPANISTA
El próximo viernes 12 de mayo se estrenará la lectura dramatizada de
El señor en su castillo y su prisionero
9/05/2017.-
La Casa Gerald Brenan estrena por primera vez en la historia “El Señor
del castillo y su prisionero”, la única obra de teatro que escribió
Gerald Brenan.
Será el próximo viernes 12 de mayo, a las 19.30 horas. La fórmula
dramática que ha escogido Belén Santa-Olalla, directora y adaptadora de
la obra –con una idea de Pablo Bujalance-, será una lectura dramatizada
de “El Señor del castillo y su prisionero”, editada
por primera vez en 2009, con traducción y edición de Carlos Pranger.
Esta
alegoría dramática en tres actos presenta diferentes personajes para
representar la situación humana. La puesta en escena de esta lectura
apuesta también por
reforzar la poesía y los símbolos del autor. Con un espacio sonoro que
invita a un viaje hacia la abstracción, los actores llevan el texto más
allá del papel, recreando tres espacios diferentes por los que trascurre
la acción.
El
personaje de Emanación simboliza el alma, el instinto y la libertad, y
siempre habla en clave poética; mientras que el personaje de Razón le da
cuerpo a todo lo
contrario: la cordura, la moral, la civilización. Ambos protagonizan un
enfrentamiento universal, en el que Emanación llora desde el castillo
en el que ha sido encerrado por Razón.
La
puesta en escena de esta lectura apuesta también por reforzar la poesía
y los símbolos del autor. Con un espacio sonoro que invita a un viaje
hacia la abstracción,
los actores llevan el texto más allá del papel, recreando tres espacios
diferentes por los que trascurre la acción.
EL SEÑOR EN SU CASTILLO Y SU PRISIONERO
Autor: Gerald Brenan
Editor y traductor: Carlos Pranger
Adaptación y dirección: Belén Santa-Olalla
Intérpretes: Rodrigo de la Calva, Garikoiz Lariz, Antonio Arcos, Belén Santa-Olalla
La
candidata de la ultraderecha ha suavizado su programa y ha ido variando
su discurso, hasta llenarlo de ambigüedades, durante toda la campaña de
cara a conquistar el Elíseo. Desde el principio se ha mostrado
partidaria de una Francia hermética, fuera de la UE y con exhaustivos controles en las fronteras.
Una
eventual victoria de Le Pen podría revertir así décadas de integración
europea. La ultraderechista ha prometido nuevas barreras para proteger a
los trabajadores franceses y reprimir la inmigración para romper con la
"globalización salvaje". Y aunque ya no garantiza
retirarse del euro -todo dependerá de las negociaciones que entable con
la UE si es elegida, ha señalado- pretende recuperar el franco
("protege mejor los ahorros de los franceses") pero no acierta a
explicar cómo convivirían las dos monedas y con qué se pagarían las
importaciones.
Le Pen pretende darle libertad a Francia y
devolverle a los franceses la palabra y su dinero, "porque desde hace
muchos años la política social y fiscal empobrece a las clases medias y populares, enriquece a las multinacionales y dilapida los fondos públicos a través de una inmigración descontrolada", llegó a asegurar.
Las tres grandes reformas de Macron
Emmanuel Macron es un europeísta convencido, quizá el mayor que nunca haya tenido Francia, progresista y reformista. Las propuestas de Macron tienen guiños a la izquierda y a la derecha, y se aleja de los excesos de la ultraderecha.
"Ella (en referencia a Marine Le Pen) quiere segregar a Francia, romperla en dos", señalaba Macron el pasado 27 de abril. "Mi proyecto pretende reconciliar a estas Francias porque todos somos franceses".
Busca esta reconciliación con tres grandes reformas: laboral, basada en un nuevo marco de relaciones laborales más flexible; paro, con ayudas que se abrirán a autónomos y trabajadores que quieren cambiar de trabajo, y pensiones, con un modelo más justo que el actual en el que cada euro cotizado genere el mismo derecho a la pensión para todos.
A principios del siglo XX se consideraba a los socialistas
iluminados y criminales. Tras la primera guerra gobernaban en casi toda
Europa tras renunciar a la revolución. En 2002 gobernaban en 15 países
de la UE; en 2010 solo en España, Grecia y Portugal La ‘tercera vía’ de Tony Blair acabó por acomodar la socialdemocracia al liberalismo
Cuando
la caída del muro de Berlín, en 1989, había inquietud por las
consecuencias posibles del acontecimiento sobre el estatus de los
trabajadores occidentales. Muchos entendían que los derechos laborales y
el Estado de bienestar eran concesiones del capitalismo liberal por
miedo al comunismo y que, al hundirse el bloque soviético y desaparecer
el peligro de contagio, comenzaría el proceso de anulación y liquidación
de las conquistas sociales. Procede aquí la anécdota de un viejo
comunista, ya fallecido, que, una tarde de palique en cierta terraza,
lamentó la desaparición del bloque comunista que dejaría al capitalismo
sin enemigo de consideración; lo que le permitiría acabar, añadió, con
los derechos de los trabajadores, arrasar los sindicatos y demás. Quiso
la casualidad que estuviera en la rueda de presentes un amigo polaco al
que los lamentos del veterano comunista llenaron la buchaca: -Lo que
estás diciendo es que debemos nosotros, los polacos, los checos, los
húngaros, seguir como estábamos para que ustedes vivan bien y
tranquilos– dijo.
-Razones –convinieron los
contertulios en los que, sin duda, latía la idea que la
socialdemocracia, en cuanto artífice principal de los logros históricos
de los trabajadores, había sido la vacuna contra el peligro comunista.
Pero vayamos por orden.
Lo que va de ayer a hoy
A principios del siglo
pasado se consideraba a los socialistas bandas sectarias de iluminados y
criminales. Sin embargo, tras la primera guerra mundial se les vio
compartir poder con los partidos burgueses en Alemania, Suecia y
Austria; más adelante, en Inglaterra y Francia. Habían renunciado a la
violencia revolucionaria y a la destrucción de la propiedad privada a
cambio de que se aceptaran políticas de redistribución de los superávit
tendentes a la igualación social. Esta transacción, por llamarla de
alguna manera, es el origen del prejuicio de tildar a la
socialdemocracia de simple gestor del capitalismo orientado a desactivar
intentonas peligrosas.
>En cualquier caso, lo
cierto es que los socialdemócratas consiguieron sacar adelante a lo
largo del siglo buena parte de sus propuestas programáticas: sufragio
universal de ambos sexos, incorporación de la mujer al trabajo,
reconocimiento de los sindicatos y del derecho de huelga, reducción de
la jornada laboral a 40 horas y lo que dio en llamarse “Estado
providencia” (pensiones de vejez, enfermedad, viudedad, etcétera).
Fueron logros asumidos por la sociedad europea que dejaron a la
socialdemocracia sin objetivos y de ahí que derivara hacia el mero afán
de ganar elecciones; so pretexto de preservar lo conseguido, entre lo
que cabe incluir la ambición de quienes pretendían medrar de
socialistas.
El indudable éxito de la política socialdemócrata
hizo que en 2002 quince países de la UE tuvieran gobiernos de su signo.
En 2010, sin embargo, sólo gobernaban en España, Portugal y Grecia. Ya
entonces era evidente el agotamiento de la socialdemocracia al carecer
de un proyecto que oponer a los neoliberales; de una política que al
menos suavizara las crecientes desigualdades que sólo 85 personas
acumulen una riqueza igual a la que comparten más de tres mil millones,
la mitad de la población del planeta es dato para ponernos en guardia.
En la reunión última del Foro de Davos se abordó este problema de la
desigualdad que tiene, como es sabido, su reflejo en España, uno de los
países en que más se ha incrementado. En algún sitio leí en referencia
al famoso lema, que no hay más Libertad que la del dinero, ni más
Igualdad conocida que la limitada a la cabina de votación y que ambas
dejan descolgadas a la Fraternidad, palabra vacía a la que nada
compromete y hasta cursi resulta mentarla.
Ante este
panorama, se señala a la socialdemocracia como la gran derrotada al
darse al liberalismo. Se habla de descomposición irremediable, de agonía
en medio de la podredumbre universal, de ruinas sobre las que nada es
posible construir ya. Las versiones del mal de la socialdemocracia, las
calificaciones y descalificaciones, recorren toda la gama de pelajes
ideológicos de los que me quedo con la denominación “socioliberalismo”
para señalar a la “tercera vía” que aunque fuera ocurrencia de Tony
Blair, representaron Felipe González, Schröder, Strauss-Kahn, Olof
Palme, Mitterand, etcétera; y al otro lado del Atlántico, el ex
presidente Clinton que mantuvo con muchos de ellos una relación fluida.
Hoy poco queda de aquellos fulgores. Es mucha la distancia entre
aquellos dirigentes y lo que pueda representar hoy Hollande o Pedro
Sánchez, perdonando por el modo de señalar.
Del éxito al neoliberalismo
Con la caída, en 1989, del muro de Berlín y la desaparición de la URSS
se acabó lo que se daba. Ya por aquellas fechas la socialdemocracia
evolucionaba hacia el socioliberalismo, que algunos llaman “socialismo
de derechas” y que, a mi entender, tiene a Pedro Sánchez cogido por el
bebe. Durante ese proceso de reconversión, las diferencias de clase se
diluyeron, se hizo más dificultoso discernir quienes eran clase obrera y
quienes no porque tampoco los implicados lo tenían muy claro: los
partidos y sindicatos que los representaban aparecían como parte
importante del sistema de poder, que primero había conseguido
desvincular a los sindicatos de los partidos de izquierdas a base de
permitirles disfrutar de la moqueta del poder. Las centrales dejaron de
ser “correas de transmisión” con lo que perdieron influjo los partidos y
cubrieron la primera fase de su camino hacia la irrelevancia por el que
los empujaron. Hoy pertenecer a un sindicato aumenta las dificultades o
elimina la posibilidad de conseguir trabajo. El caso
es que los socialdemócratas se encontraron ante el dilema de elegir
entre pájaro en mano o brincar para atrapar a los ciento volando.
Siempre se ha discutido qué es mejor, si arrancar concesiones que
mejoren la vida de la gente aquí y ahora; o aguardar a la victoria final
para disponer de todo el paraíso, además de los pájaros. Así, al optar
por la primera, por el pájaro en mano, el partido de clase que inventó
la socialdemocracia a finales del XIX acabó convertido en una formación
interclasista con fuerte presencia de las clases medias. Perdió en mucha
medida su carácter inicial.
Ya indiqué que el
éxito político llevó a los socialdemócratas a gobernar en prácticamente
toda la UE. En 1980, nueve años antes de la caída del muro berlinés,
los sectores del Partido Demócrata USA añorantes del New Deal acogieron
en Washington a dirigentes europeos como Willy Brandt, Felipe González,
Mitterand y Olof Palme, que sería asesinado en 1986. Había una línea de
comunicación entre las dos orillas atlánticas que borraría el ascenso de
los ultraliberales estadounidenses, enemigos declarados del Estado de
bienestar, al que consideran una entidad burocratizada e ineficaz que
perjudica la capacidad de iniciativa de la gente; aparte su excesivo
coste de gestión. Para estos llamados “neocons”, que se impusieron en
Washington, el Estado de bienestar destruye la inventiva empresarial y
obstaculiza la productividad.
Los ideólogos
neoliberales USA, en fin, consideran la solidaridad social pura utopía y
desean anular las políticas sociales, mientras sus émulos europeos se
sienten obligados a ser más cautos y a no ir por lo derecho para no
alarmar a sus electores que, a diferencia de los estadounidenses,
consideran la política social parte importante de sus derechos
ciudadanos.
La socialdemocracia, proa al marisco
La avalancha neoliberal llevó al último Clinton a abrazar la “tercera
vía” de Blair. En realidad, según sus críticos más duros, la tal vía fue
el intento de ponerle sonrisa al thatcherismo y su política de
eliminación de servicios públicos y de privatizaciones; por no hablar de
la forma en que Margaret Thatcher quebró el espinazo de los otrora
poderosos sindicatos ingleses. Para Sami Naïr, esa “tercera vía” no era
sino la adaptación sin más a la globalización liberal.
Mientras, la izquierda italiana no se dejaba sentir en aquellos mismos
momentos frente al populismo reaccionario de Berlusconi; en Alemania,
Oskar La Fontaine se negaba a aceptar la deriva liberal de Schröder y el
SPD perdió diez millones de votos sin que haya encontrado todavía al
líder que lo reflote más allá de los predios de Merkel. Tampoco los
socialdemócratas franceses encuentran quien los saque del pozo al que
los arrojó el fracaso de la “izquierda plural”. En términos generales,
las elecciones europeas de 2009 confirmaron el retroceso en la UE de los
partidos socialdemócratas, el dominio de la derecha neoliberal y la
creciente presencia de la ultraderecha que desde aquella fecha no ha
hecho sino avanzar. En la parte que más nos toca, en fin, Carlos
Solchaga, siendo ministro de Economía, se jactó de que en España era
posible hacerse rico rápidamente. Pretendía, al parecer, atraer
inversores, que fue el mismo propósito que años después movería a
Mariano Rajoy a ponderar en Japón las ventajas de los bajos salarios
españoles como atractivo inversor. Entre uno y otro, Zapatero aceptó el
neoliberalismo, giro que Juan Fernando López Aguilar justificó con la
que denominó “cultura de gobierno” que le llevó a aceptar como
presidente de España lo que no admitiría como dirigente socialista.
Los socialdemócratas,
oficiando ya de socioliberales se entregaron con fe de conversos a
calzar por los griegos y cuando creyeron haberlos liquidado con el apoyo
de Merkel les salió en el Reino Unido Jeremy Corbyn y en los USA Bernie
Sanders, que le disputa a Hillary Clinton la candidatura demócrata. Los
dos sacaron a relucir aspiraciones y planteamientos que creían haber
enterrado en Grecia. Como si todo cuanto quiso erradicar la “tercera
vía” cobrara nuevos arrestos. Y no solo eso sino que tanto los
socioliberales como sus colegas neoliberales comparten el problema de
que si hasta ahora las derrotas electorales beneficiaban sólo a las
derechas ahora las aprovechan también por la izquierda y ahí está
Podemos, por ejemplo. Desde luego el liderazgo laborista de Corbyn no
parece todavía capaz de sentarlo en Downing Street ni que sean muchas
las posibilidades de Bernie Sanders, pero hay que ver la cara que se le
quedó a Hillary Clinton cuando, tras defender la abolición por su marido
de la frontera entre actividades bancarias y especulativas, Sanders le
recordó cuanto contribuyó esa medida neoliberal a la crisis financiera
de 2007. De España nada digo porque da la sensación de que tanto
negociar no deja espacio para otra cosa.
Hay síntomas de retroceso neoliberal
Interpretado a la pata llana, Serge Halimi piensa que los
socioliberales han capitulado de mala manera ante la patronal y las
finanzas para conseguir renovar el arrendamiento del poder del que se
han beneficiado. Arrendamiento del poder que da derecha luego a puerta
giratoria. Pero se encuentran con que financieros y empresarios han
comprendido que no los necesitan para nada. Ni a los socioliberales ni a
los neos. Advierten que, realmente, no tienen los financieros y los
grandes empresarios a nadie que se les enfrente en la cima del poder; y
que comienzan a despuntar enfoques que ponen en entredicho los dogmas
liberales que nos ha traído cerca de un nuevo bloqueo de la economía y
las finanzas mundiales. Al tiempo que se advierte la ineficacia de
medidas como la disminución de impuestos, los recortes de las
cotizaciones sociales, la ampliación del libre comercio, etcétera,
políticas que defendía el Fondo Monetario Internacional (FMI) que
comienza ahora a desautorizarlas. Como han caído en desgracia las
políticas de debilitamiento de los sindicatos y de desmantelamiento de
la legislación laboral llevado a cabo en España por la famosa reforma
del PP. Estas se anunciaron como necesarias para fortalecer el espíritu
de empresa y permitir la flexibilidad y han devenido en factores de
incremento de las desigualdades hasta extremos de riesgo.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) se distancia de otras convicciones neoliberales que han
hecho estragos en la socialdemocracia. Sería el caso de la afirmación
de que la desigualdad no es un mal sino, antes al contrario, estimula la
iniciativa y la innovación cuando lo que ha ocurrido, según la OCDE, es
que el enriquecimiento desmesurado de los más ricos ha comprometido el
crecimiento económico a largo plazo.
Otra de
las recetas socioliberales que en su momento reivindicara Hollande, como
lo hiciera antes de él Mitterand, son las rebajas de impuestos que al The Economist (2 de enero p.p.), una de las biblias liberales, le “parecen un poco irresponsables en la actualidad”.
Todo esto y más cosas están ocurriendo mientras en España siguen los
partidos con la coña. La última, ya saben, la negativa del Gobierno a
someterse a control parlamentario, que es, ya ven, lo más cerca de una
dictadura a que se ha llegado últimamente. Entre Rajoy, que ha
demostrado desconocer lo que es un comportamiento democrático coherente,
Pedro Sánchez, que se siente incapaz de plantarle cara a los jarrones
chinos y Pablo Iglesias, que confundió el Parlamento con una asamblea de
Facultad vamos listos.
Tratamientos de Azorín (José Martinez Ruiz) por Palmeral 2017
Azorín en la prisión de Cervantes
ramón fernández palmeral
04.05.2017 | 12:50/Levante, El mercantil valenciano.
La Casa de Medrano se encuentra en el número 7 de la calle Cervantes
de Argamasilla de Alba, aunque tiene dos puertas, la otra da a la calle
Capitán Sánchez. Estuvo Azorín en "La ruta de Don Quijote". En la puerta
existe un letrero de azulejos incrustado en la pared que dice: «Centro
Cultural casa de Medrano Prisión de Cervantes inauguración 23 de abril
de 1999». La puerta conserva jambas y dintel de piedra y un escudo oval
en la puerta de nueva construcción.
La casa es nueva, tiene
oficinas, un gran patio interior que sirve para representaciones de
comedias de teatro clásico, dos sótanos o cueva como llaman a las
bodegas para guardar vinos, que dice la tradición que fue la prisión de
Cervantes donde empezó a escribir el Quijote. En los tiempos de
Cervantes esta casa pertenecía a la ilustre familia lugareña de los
Medrano y a principios del siglo XVII pasó a ser propiedad de un vecino
llamado Juan Ginel. Era entonces un caserón manchego de dos plantas,
edificado alrededor de un patio con corredor; tenía además otros patios y
corrales y una cueva en dos niveles a la que se accedía (y se accede) a
través del patio central por una escotadura. Aunque ya he comentado en
otra ocasión que no hay constancia documental de que aquí estuviera
preso Cervantes, porque las prisiones documentadas son las de Argel, la
de Castro del Río en 1592, y la de Sevilla en 1597, y otra entre1602 a
1603, que duró tres meses cuando Gaspar de Vallejo, magistrado de la
Audiencia de Sevilla, el reclamó los 88.000 maravedíes que Cervantes le
había condonado a unos agentes de Vélez-Málaga (del antiguo reino de
Granada), por arqueo. También estuvo preso por dos días en Valladolid en
1606, cuando lo detuvo el alcaide Villarroel, junto a todas las mujeres
de su casa, para esclarecer la muerte del caballero de Santiago Gaspar
de Ezpeleta acuchillado cerca de la casa de los Cervantes.
Usted, señor Azorín, no nos cuenta los pormenores del interior de la
cueva, bien porque no estuvo dentro o porque se le olvidó mencionarla,
aunque usted le cuenta a don Cándido en la página 98, que esa mañana ha
estado en la casa prisión de Cervantes, y no nombra a Medrano, usted le
dice que los eruditos opinan que Cervantes no estuvo encerrado allí, don
Cándido se llena de sorpresa y de asombro y de estupefacción. Y éste
clérigo exclama «¡Jesús! ¡Jesús!,» llevándose las manos a la cabeza:
«¿No me diga usted tales cosas, señor Azorín!, Señor, señor, que tenga
uno que oír unas cosas tan enormes!».
He de reconocerle que el
diálogo de estas páginas discutiendo con el clérigo don Cándido es una
obra maestra, que no me canso nunca de releer. Algo parecido me pasó a
mí cuando llamé un día por teléfono a una conocida cervantistas
argamasillera, y le expuse lo que se comentaba, de que usted no estuvo
en realidad en Argamasilla, sino que era un viaje literario.
-Cómo que no, sí, Azorín estuvo siete días aquí, y además yo tengo ahora
delante de mí una tarjeta postal enviada desde aquí. No, no lo dude ni
por un momento, además hay fotos de la Fonda de la Xantipa donde estuvo
alojado. ¡Qué cosas hay que oír!
-No, si yo lo digo por otros investigadores –tuve que aclararle, pero sirvió de poco.
En el año 1863 la Casa Medrano fue adquirida por el infante don
Sebastián Gabriel de Borbón, prior de la orden de San Juan, con el fin
de desarrollar en ella actos culturales y otras actividades. Al morir el
infante don Sebastián de Borbón, su viuda vendió la casa. Fechas en que
el editor Manuel Rivadeneyra trasladó aquí su imprenta, e hizo una
edición del Quijote con un prólogo del dramaturgo español J.
Hartzenbusch. Edición de 1863 muy valorada por bibliófilos.
En
1970 pasa a propiedad municipal y es declarada Monumento Histórico
artístico en 1972. Ante su estado de irreversible deterioro en 1990 el
Ayuntamiento de Argamasilla de Alba con la Junta de Comunidades de
Castilla la Mancha proyectan una remodelación del edificio, ejecutada
por la Escuela-Taller "Casa de Medrano", y lo dotan de modernas y
funcionales instalaciones para actividades culturales (biblioteca,
galería de exposiciones, salón de actos, auditorio y otras
dependencias). Junto a la cueva-prisión de Cervantes. Se sabe que el 21
de marzo de 1905 la casa sufrió un terrible incendio y al quedar casi en
ruinas se reconstruyó con una sola planta. La cueva de los dos niveles
había quedado intacta después del incendio.
Captura de Levante. El mercantil valenciano, Día 4 de mayo de 2017
Montaigne constituye
uno de los pensadores de mayor influencia de la historia, sin embargo,
se le ha considerado históricamente más como literato que como pensador
propiamente dicho, quizás principalmente, por atribuírsele a él la
invención del género ensayístico. Y es precisamente ese género, su
método al fin y al cabo, el que nos da las pistas para rastrear su
pensamiento.
Ensayo… es decir: prototipo, intento,
experimento… no hay mejor palabra para acercarse a la figura de
Montaigne. Él no escribe un “Tratado” o unos “Principios”, Michel “no
sienta cátedra”, no es detentor de la verdad, no persigue certezas,
pone en entredicho las verdades de su tiempo y el conocimiento como
algo absoluto: es escéptico. Pero escéptico no es negar, es dudar. La
duda de Montaigne no persigue refutar ninguna tesis anterior a él, sino
criticar el fácil dogmatismo que afecta a todos los aspectos de la
cultura (ciencia, filosofía, política y religión) y las consecuencias a
las que nos conduce – y de las que él es testigo en la Europa de su
tiempo – como el fanatismo y la guerra.
Montaigne descubre que el hombre ha
olvidado su situación en el cosmos, al estimarse por encima de todas las
demás cosas. La pretensión de Montaigne es la supresión de esa actitud
presuntuosa, la prudencia y la tranquilidad en todos los aspectos de
la vida. Consideración de la vida como un continuo devenir y del hombre
como un ser de naturaleza mutable y cambiante, no fija y monolítica.
Un hombre que valora siempre que se
lleven con moderación y mesura los placeres mundanos y corporales. Para
Montaigne, el cuerpo y sus placeres no deben ser algo a evitar y de lo
que avergonzarse o ser purgado, puesto que Dios no nos ha dado un
cuerpo para sentir vergüenza de él o para mortificarlo y reprimirlo.
Esta conciencia del hombre nos da lo que para Montaigne es sabiduría.
Aboga por la templanza y la prudencia. Apuesta por la moderación en los
placeres y en la supresión de los vicios, pero no supresión por
ignorancia o miedo, sino por conocimiento y por las consecuencias
dañinas que nos puede suponer cualquier cosa en exceso.
Montaigne es un perfecto mediador en
muchas cuestiones de su época, como las guerras de religión, puesto que a
pesar de ser católico, no duda en recriminar a los suyos sus defectos y
fallos y considerar las virtudes y aspectos positivos de los
protestantes. Todo ello en armonía, lo que le valió tanto amistades
como enemigos en ambos bandos de la contienda, debido a su espíritu
crítico, tolerante y templado. “Que sais-je?” es su lema
definitorio: un escéptico acerca de las “verdades” que conocemos, por
ello un ser tolerante con las opiniones y posturas diferentes a la suya
y alguien más preocupado por intentar conocerse a sí mismo y guiarse
por la templanza, que de aprender lecciones y dogmas de memoria y caer
en fanatismo.
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Influencio en el modo de pensar de Azorín
Azorín y el maestro Montaigne Fragemneto de Monserrat Escartín Gual
Relacionar a Azorín con Montaigne es ya un lugar común para la
crítica especializada; en concreto la admiración del alicantino por el
gascón —su modelo vital— cuyas ideas estoicas, epicúreas y escépticas
cristalizan en una filosofía de vida y se traducen en una conducta y
ética particulares: «yo amo a este gran filósofo por estas cosas:
Montaigne representa la concepción ondulante, flexible, circunstante,
contingente de la vida» (Martínez Ruiz, 1992: 176). Azorín confiesa
identificarse con el pensador francés —a cuya sombra es un «pequeño
filósofo»—, fundiendo como él literatura y biografía; binomio que se
evidencia en sus novelas (La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo); en sus artículos de periódico, protagonizados por el mismo yo narrativo («Los buenos maestros: Montaigne», Helios , oct. 1904); en los textos personales (Memorias inmemoriales) o en aquellas obras donde analiza la creación literaria como un quehacer más del personaje (Capricho). No
parece azar que el mencionado artículo de 1904 fuera el último que el
autor firmase como «J. Martínez Ruiz» y no con el pseudónimo «Azorín»,
que ya había empezado a usar ese mismo año. En sus Memorias, el escritor quiere hablar de lo que ha sido; pero de lo que ha sido ¿quién?:
«Soy otro, soy otro». O sea: antaño fui un hombre escritor llamado «Ariman» y «Cándido», luego otro hombre escritor que firmaba sus obras con el nombre de José Martínez Ruiz, y después otro , Antonio Azorín, y poco más tarde otro , Azorín a secas, y ahora otro que ya no sé si es ese mismo Azorín en trance de envejecer...[ Valencia, 1941].
La tesis azoriniana no plantea que con el paso del tiempo «somos
otros», sino que «somos de otro modo» (Laín Entralgo, 1974: 40-41),
mezclando la realidad y el deseo. El alicantino no pretende hablar de
uno, sino de todos y de ninguno: del hombre múltiple que quiso ser, al
modo de los heterónimos de Pessoa y los complementarios de Machado. En
suma, Azorín y Montaigne analizan sus inclinaciones personales y se
afanan por retratarse en su constante evolución, viéndose con
objetividad, a la vez que recreándose con la imaginación; lectores
voraces en su paraíso libresco, pero también alquimistas escuchándose
vivir para transmutar su experiencia en escritura.
Todas las novelas de Azorín tienen el aire de autobiografías (se han calificado de egopeyas) por
la condición de los personajes, puras variaciones de la etopeya del
autor. Aunque se afirma que Martínez Ruiz es uno de los autores más
autobiográficos, por incluir siempre materiales personales en sus
escritos, en ellos no muestra al hombre con sus sentimientos; sino al
novelista, no en vano, en sus Memorias, el alicantino reconoce:
«el subjetivismo de sus primeros años de escritor —el uso del yo que
tanto se le reprochaba— era cosa encimera y que lo más recóndito y
personal continuaba escondido.» [«Otras influencias », Memorias]. Incluso
busca distanciarse del que fue hablando de sí mismo en tercera persona:
«Y en estas cuartillas me propongo escribir de los gestos y dichos de
X.» [«Nadie», Memorias]. Lo mismo sucede en los Essais, donde,
pese a la interminable referencia a gustos, costumbres e ideas de
Montaigne, se advierten verdaderas lagunas para el conocimiento de su
personalidad, oculta tras el velo sutil del autobiografismo.
Aunque se ha dicho que dicha estrategia suple la falta de fantasía en
los relatos del alicantino, lo cierto es que plantea un recurso muy
actual en sus tentativas para crear una nueva novela: el uso
distorsionado de los propios recuerdos como materia literaria. «La vida
no es lo que uno vivió, es lo que uno recuerda», sentencia García
Márquez en la primera línea de sus memorias Vivir para contarla (2002).
Lo cierto es que en los siglos XX - XXI se impondrá una variante de la
autobiografía —la autoficción— que funde lo biográfico con la narrativa
al identificar el nombre del protagonista con el del autor, que busca
así reinventarse (Alberca, 2007), caso de C. Martín Gaite, J.Marías, J.
Llamazares, J. Cercas, A. Muñoz Molina o E. Vila-Matas... Mucho antes
que ellos, en 1904, José Martínez Ruiz se convierte en personaje al
firmar sus trabajos con el apellido de su ente de ficción, «Azorín», un
joven rebelde y anarquista, como él, cuyo mentor (Yuste) encarna las
ideas del alcalde de Burdeos: «Y como Azorín viese que se iba poniendo
triste y que el escepticismo amable del amigo Montaigne era, amable y
todo, un violento nihilismo, dejó el libro y se dispuso a ir a ver al
maestro, que era como salir de un hoyo para caer en una fosa». No
extraña que su evolución le lleve a convertirse en un intelectual
resignado y contemplativo como el perigordino, a quien cita y
parafrasea: «Ahora Azorín lee a Montaigne. Este hombre que era un
solitario y un raro, como él, le encanta». (La voluntad, I,7).
Algún crítico ha puntualizado que Azorín no leía a Montaigne, sino a
uno de sus descendientes más lúcidos, La Rochefoucauld. Lo cierto es que
lo leía de joven diariamente: «Todas las tardes la filosofía de
Montaigne iba entrando en mí...» y de adulto: «Montaigne ha pasado
también en mi espíritu; dejó su sedimento», «Yo no leo a Montaigne; lo
releo por tercera, por cuarta, por quinta, por sexta vez. Pocos
filósofos hay que puedan soportar esta prueba». (Campos, 1964: 138 y
Martínez Ruiz, 1970: 126). Con su habitual laconismo, Martínez Ruiz no
anotaba al margen sugerencias o dudas; sino que se limitaba a marcar con
lápiz la frase o párrafo de su interés. Los elegía de diversos colores
(azul, verde, rojo y marrón) para destacar conceptos a los que regresar
en lecturas posteriores: «Abro ahora el libro y voy buscando, por entre
las múltiples señales hechas con lápices de colores, los pasajes en que
el maestro escribe sobre este trance terrible...» (Martínez Ruiz,
1948:70). Algo parecido hacía Montaigne respecto de las ediciones que
manejaba de autores clásicos, cuyas frases subrayaba, además de anotar
al margen sus comentarios y la fecha de sus impresiones. Varias tratan
del conocimiento propio a través del acto de escribir, y es el hecho de
compartir dicho objetivo y verlo desarrollado por Montaigne de manera
brillante, lo que explica el trato de maestro que el alicantino le dispensa.
La edición de Martínez Ruiz —de los hermanos Didot, encuadernada en
piel, en cuatro volúmenes de pequeño formato, hoy conservada en la
casa-Museo de Azorín en Monóvar— fue su texto de cabecera, por cuanto lo
menciona en entrevistas: «El Montaigne que yo leía en el Bélix —aquí lo
tengo— es el publicado en 1802 por Fermín y Pedro Didot, en cuatro
tomitos [...] ahora mismo acabo de hojear a Montaigne en la misma
edición» (Campos, 1964: 133 y 159). Es el ejemplar que aparece en sus
novelas como preciado equipaje de su protagonista, el mismo que nosotros
hemos manejado (3):
«... en la maleta va colocando unas camisas de finísimo hilo, unos
calzoncillos, unos calcetines, unos pañuelos —cuatro tomitos impresos
por Didot, limpiamente, en el año 1802—.Azorín los pasa, los repasa, los
acaricia, los abre al azar». [Antonio Azorín, II, 21].
Nos encontramos ante un libro monumental en el campo, ya bastante
extenso, de la bibliografía azoriniana. Si lo califico de
«monumental» no es sólo por lo voluminoso -que lo es-, sino
por su contenido, significación y lograda plenitud. Su autor, Santiago
Riopérez y Milá, ha dado forma literaria a una labor gestada
durante muchos años y levantada sobre los sólidos cimientos del
conocimiento minucioso de toda la obra de Azorín, del conocimiento del
contexto histórico y literario en que ésta se produjo y, lo que
es más singular, del asiduo trato y
—536→
conversación
con el maestro durante los últimos años de su vida, en frecuentes
visitas a su domicilio madrileño, lo que hace de él un testigo
privilegiado y excepcional.
El título,
Azorín íntegro, encierra en su
expresivo laconismo un propósito ambicioso, como es el de dar una
visión
completa del escritor. Y esto es lo peculiar
del libro, lo que le da relevancia, pues funde en un solo texto lo que hasta su
aparición andaba disperso, lo que había sido fragmentado en
multitud y variedad de escritos. Riopérez restituye la unidad de vida y
obra en Azorín: pensamiento, estética, evolución vital,
análisis y comentario interpretativo de las realizaciones en los
variados géneros literarios cultivados por el autor de
Castilla, su originalidad y singularidad, sus
profundas innovaciones, las relaciones con otros escritores, su actitud
política... En suma: la trayectoria vital de Azorín da sentido y
unidad a su variada obra; y viceversa: el análisis de esta obra, en el
preciso momento en que se produce, ilumina su trayectoria vital.
A mi juicio, la construcción de una biografía de
Azorín plantea una primera dificultad, plenamente superada por este
autor: la falta de acontecimientos externos, de sucesos susceptibles de ser
narrados. Azorín era todo lo contrario de un hombre de acción; la
imagen que de él tenemos es la de un ser taciturno, tímido en
exceso, reconcentrado, de costumbres morigeradas, infatigable lector y
escritor... Es, pues, la biografía de un rico y complejo mundo interior
la que había que trazar; y ésta es tarea solamente posible para
un hombre de inteligencia y sensibilidad nada comunes, apto para percibir los
matices y los sutiles movimientos de una andadura velada para muchos. El autor
del libro nos dice en la página 193: «Las etapas de su historia
personal son, simplemente,
meditaciones, y
meditaciones son, en síntesis, las
grandes aventuras de su vida». Y dos
párrafos más abajo, declara: «Detrás de cada libro
suyo, bajo cada página, está la vida de Azorín, la
expresión de la vida de Azorín, la aventura vital de
Azorín». Por esto precisamente, para que la imagen del escritor
nos aparezca en su
integridad, es imprescindible acudir a sus
escritos y fundirlos con la reconstrucción biográfica. De
ahí la peculiar antología que de ello resulta: una
antología orgánica, que marca el desarrollo vital, y cuyos textos
han sido seleccionados con rigor a partir de ese minucioso conocimiento de tan
dilatada obra literaria, de la que no queda un rincón sin
escudriñar.
Azorín íntegro es, por tanto,
un libro del máximo interés para el estudioso de la vida y obra
del escritor monovarense, pero también de manejo imprescindible para el
estudioso e interesado en la generación del 98 o en la literatura
española del siglo XX, puesto que la obra se encuentra
—537→
sólidamente apoyada en una amplísima bibliografía sobre la
literatura e historia del período en el que se desarrolló la vida
del longevo prosista y revela un cabal conocimiento de los escritores que con
él comparten el grupo generacional, bautizado precisamente por
Azorín; todo ello queda reflejado tanto en el texto como en el extenso
aparato crítico que lo completa y documenta. De enorme importancia es el
epistolario inédito que aquí se recoge, situando cada carta (de
Unamuno, Baroja, Clarín, Valle-Inclán, Maragall, etc.) en su
momento y circunstancia, con lo que se redondea el interés y la riqueza
documental del libro (ilustrado con profusión de material
gráfico, también inédito en su casi totalidad).
Pero no es menor el interés que tiene para el lector
alejado de actividades académicas o pretensiones eruditas.
Azorín íntegro es una obra
interesante, sugestiva, que debe leerse también por su propio valor
literario. Y esto me parece definitivo: el buen estudio debe ser, al mismo
tiempo, una obra notable por su valor estético. El libro que aquí
nos ocupa comparte el rigor intelectual con la belleza en la expresión.
Posee Riopérez y Milá un estilo equilibrado, elegante, limpio,
claro, preciso y, al mismo tiempo, rico en matices; cualidades ya apreciadas
por quienes hemos leído trabajos suyos publicados, a lo largo de no
pocos años, en las páginas de los mejores periódicos y
revistas del país: una obra dilatada -de alguien que no es un
«escritor profesional»- que alcanza su punto culminante en el
logrado volumen que aquí reseñamos.
No puedo dejar sin mencionar el epílogo en el que D.
Santiago Riopérez destaca la importancia de la Casa Museo de
Azorín, en Monóvar, y las riquezas documentales,
bibliográficas y sentimentales que allí se contienen, de tanto
interés para todo estudioso o interesado en la figura y la obra de
José Martínez Ruiz,
Azorín.
LEVANTE-EMV VALENCIA
Levante-EMV, el diario de información general preferido por los
valencianos, tanto en ventas como en número de lectores, ha sido el
periódico valenciano que más ha crecido en el último año. La tercera
oleada del Estudio General de Medios (EGM) de 2011, que mide la
audiencia de la prensa escrita entre febrero y noviembre de este año,
mantiene a Levante-EMV como el diario más leído de la Comunitat
Valenciana con 282.700 lectores diarios, 14.500 más que en el mismo
periodo de 2010.
Este avance, que supone un crecimiento acumulado del
5,4%, contrasta con el retroceso de "Las Provincias". El rotativo
valenciano propiedad del grupo Vocento ha perdido en el último año 4.600
lectores, según el EGM, situándose en los 151.900 lectores diarios,
casi un 3% menos que en noviembre de 2010.
El crecimiento de
Levante-EMV, que refuerza su liderazgo de audiencia al llegar cada día a
130.800 lectores más que "Las Provincias", es el más elevado de las
cuatro cabeceras valencianas. En el último año sólo ganan lectores en la
Comunitat Valenciana los periódicos de información general de Editorial
Prensa Ibérica (EPI), Levante-EMV e "Información" de Alicante.
El
diario alicantino, el segundo más leído de la Comunitat Valenciana con
243.700 lectores diarios, ha incrementado su audiencia en 11.900
lectores, un 5,1% más que en el penúltimo mes de 2010. Mientras que,
además de la caída de la audiencia de "Las Provincias", cabe destacar la
de "Mediterráneo" de Castelló, que cuenta con 80.200 lectores diarios,
12.300 menos que hace un año, un -13,3%.
A los cuatro periódicos de
tirada nacional con ediciones en la C. Valenciana tampoco les ha ido
mejor: La audiencia de "El País" ha caído un 0,4%, la de "El Mundo" un
3,8%, la de "ABC" un 12,7% y la de "La Razón" un 16,7%. Sin embargo, el
número de lectores diarios de los 17 rotativos del grupo EPI ha subido
un 1,9% en el último año.
.........................
A veces, los lectores también buscan noticias culturales.
Ramón Fernández Palmeral
-José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, nacióen Monóvar el 8 de junio de 1873 falleció
hace 40 años en Madrid el 2 de marzo de
1967. Azorín es más importante de lo que parece. Fue novelista, crítico,
cronista parlamentario, cervantista, autor teatral, articulista, menos poeta,
aunque su prosa es pura poesía que conoció la gloria del escrito en vida, era
objeto de continuas visitas, que al final de su años ya no podía atender.
Recibió homenajes, fue miembro de la Real Academia de la Lengua en 1924 para
cubrír la vacante del valenciano Juan Navarro (ingeniero de Montes y Ministro).,
el 26 de octubre de ese años leyó su discurso Una hora de España (1560-1590) Esa hora, se refiera ala gloria de España en los tiempos de Felipe
II. De la que José Montero Padilla escribió una introducción y notas para una
edición de Castalia.
-El pasado28 de febrero 2005
estuve en Monóvar en la Casa Museo Azorín, que aconsejo ir a visitar, enun acto de presentación del facsímil de La ruta de don Quijote (1905), hable con
Santiago Riopérez, abogado de Azorín, magnífico y poético y entrañable
discurso. Don de palabras.
-Entre Miguel Hernández y Azorín no tenemos nada que lo relacionen,
salvo que el grupo teatral “La Cacuela” de Alcoy de Mario Silvestre representó
el auto sacramental de Miguel y la pieza Angelita
de Azorín, según advirtió nuestro amigo y colaborador Gaspar.
-A los ocho año ingresa interno en los escolapios de Yecla
(Murcia), siente la soledad del internado con los frailes, hace el Bachiller,
luego estudia Derecho en Valencia y Granada, pero no lo acaba.
-Empieza a colaborar en el Diario La Monarquía de Alicante, en 1891.Su primeros escritos son de tono anarquista de ideas, no de acción. Por
eso en uno de mis artículos le llamo: “El último romántico”
-El seudónimo de Azorín, lo empieza a usar el 28 de enero de 1904,
en un artículo del diario España,
aunque anteriormente aparece un personaje al que llama Antonio Azorín en La Voluntad de 1902 y otra novela que se
llama Antonio Azorín de 1903. En 1908 se casó con Julia Guindo, nto tuveron
hijos, no sabes por culpa de quien.
-Es el inventor del grupo “Generación del 98”, por un capítulo
titulado precisamente “La generación del 98”, en su libro Clásicos y Modernos de 1913. Ese mismo recibe un homenajeen Aranjuez organizado por Juan Ramón Jiménez
y Ortega y Gasset. Había sido rechazada su candidatura a la RAE.
-Azorín apoyó al candidatura a la Academia de la Lengua de Gabriel Miró en 1927, pero no lo consiguió,
precisamente por culpa de los jesuitas. Azorín se molestó mucho y dejó de
asistir a las secciones, aunque él dice que los horarios de reuniones le venía
muy mal. Antes había conseguido la candidatura de Antonio Machado y Pío Baroja.Entre Antonio Machado y Azorín sí existe una
cierta relación cordial de intercambio
de libros. Aquí lo podéis leer en mi articulo.
-Como apunta las investigaciones de Juan Rodenas, médico, y
articulista en esta revista, Azorín murió de una infección renal. A las nueve menos
diez de la mañana en su calle de Zorrilla, 21;a lo 93 años. Su médico de cabecera era el Dr. Izquierdo Hernández.