domingo, 7 de mayo de 2017

Transición de socialdemocracia a sociliberlismo

De socialdemócratas a socioliberales

A principios del siglo XX se consideraba a los socialistas iluminados y criminales. Tras la primera guerra gobernaban en casi toda Europa tras renunciar a la revolución. En 2002 gobernaban en 15 países de la UE; en 2010 solo en España, Grecia y Portugal
La ‘tercera vía’ de Tony Blair acabó por acomodar la socialdemocracia al liberalismo
Cuando la caída del muro de Berlín, en 1989, había inquietud por las consecuencias posibles del acontecimiento sobre el estatus de los trabajadores occidentales. Muchos entendían que los derechos laborales y el Estado de bienestar eran concesiones del capitalismo liberal por miedo al comunismo y que, al hundirse el bloque soviético y desaparecer el peligro de contagio, comenzaría el proceso de anulación y liquidación de las conquistas sociales. Procede aquí la anécdota de un viejo comunista, ya fallecido, que, una tarde de palique en cierta terraza, lamentó la desaparición del bloque comunista que dejaría al capitalismo sin enemigo de consideración; lo que le permitiría acabar, añadió, con los derechos de los trabajadores, arrasar los sindicatos y demás. Quiso la casualidad que estuviera en la rueda de presentes un amigo polaco al que los lamentos del veterano comunista llenaron la buchaca: -Lo que estás diciendo es que debemos nosotros, los polacos, los checos, los húngaros, seguir como estábamos para que ustedes vivan bien y tranquilos– dijo.
-Razones –convinieron los contertulios en los que, sin duda, latía la idea que la socialdemocracia, en cuanto artífice principal de los logros históricos de los trabajadores, había sido la vacuna contra el peligro comunista. Pero vayamos por orden.

Lo que va de ayer a hoy

A principios del siglo pasado se consideraba a los socialistas bandas sectarias de iluminados y criminales. Sin embargo, tras la primera guerra mundial se les vio compartir poder con los partidos burgueses en Alemania, Suecia y Austria; más adelante, en Inglaterra y Francia. Habían renunciado a la violencia revolucionaria y a la destrucción de la propiedad privada a cambio de que se aceptaran políticas de redistribución de los superávit tendentes a la igualación social. Esta transacción, por llamarla de alguna manera, es el origen del prejuicio de tildar a la socialdemocracia de simple gestor del capitalismo orientado a desactivar intentonas peligrosas.
>En cualquier caso, lo cierto es que los socialdemócratas consiguieron sacar adelante a lo largo del siglo buena parte de sus propuestas programáticas: sufragio universal de ambos sexos, incorporación de la mujer al trabajo, reconocimiento de los sindicatos y del derecho de huelga, reducción de la jornada laboral a 40 horas y lo que dio en llamarse “Estado providencia” (pensiones de vejez, enfermedad, viudedad, etcétera). Fueron logros asumidos por la sociedad europea que dejaron a la socialdemocracia sin objetivos y de ahí que derivara hacia el mero afán de ganar elecciones; so pretexto de preservar lo conseguido, entre lo que cabe incluir la ambición de quienes pretendían medrar de socialistas.

El indudable éxito de la política socialdemócrata hizo que en 2002 quince países de la UE tuvieran gobiernos de su signo. En 2010, sin embargo, sólo gobernaban en España, Portugal y Grecia. Ya entonces era evidente el agotamiento de la socialdemocracia al carecer de un proyecto que oponer a los neoliberales; de una política que al menos suavizara las crecientes desigualdades que sólo 85 personas acumulen una riqueza igual a la que comparten más de tres mil millones, la mitad de la población del planeta es dato para ponernos en guardia. En la reunión última del Foro de Davos se abordó este problema de la desigualdad que tiene, como es sabido, su reflejo en España, uno de los países en que más se ha incrementado. En algún sitio leí en referencia al famoso lema, que no hay más Libertad que la del dinero, ni más Igualdad conocida que la limitada a la cabina de votación y que ambas dejan descolgadas a la Fraternidad, palabra vacía a la que nada compromete y hasta cursi resulta mentarla.
Ante este panorama, se señala a la socialdemocracia como la gran derrotada al darse al liberalismo. Se habla de descomposición irremediable, de agonía en medio de la podredumbre universal, de ruinas sobre las que nada es posible construir ya. Las versiones del mal de la socialdemocracia, las calificaciones y descalificaciones, recorren toda la gama de pelajes ideológicos de los que me quedo con la denominación “socioliberalismo” para señalar a la “tercera vía” que aunque fuera ocurrencia de Tony Blair, representaron Felipe González, Schröder, Strauss-Kahn, Olof Palme, Mitterand, etcétera; y al otro lado del Atlántico, el ex presidente Clinton que mantuvo con muchos de ellos una relación fluida. Hoy poco queda de aquellos fulgores. Es mucha la distancia entre aquellos dirigentes y lo que pueda representar hoy Hollande o Pedro Sánchez, perdonando por el modo de señalar.

Del éxito al neoliberalismo

Con la caída, en 1989, del muro de Berlín y la desaparición de la URSS se acabó lo que se daba. Ya por aquellas fechas la socialdemocracia evolucionaba hacia el socioliberalismo, que algunos llaman “socialismo de derechas” y que, a mi entender, tiene a Pedro Sánchez cogido por el bebe. Durante ese proceso de reconversión, las diferencias de clase se diluyeron, se hizo más dificultoso discernir quienes eran clase obrera y quienes no porque tampoco los implicados lo tenían muy claro: los partidos y sindicatos que los representaban aparecían como parte importante del sistema de poder, que primero había conseguido desvincular a los sindicatos de los partidos de izquierdas a base de permitirles disfrutar de la moqueta del poder. Las centrales dejaron de ser “correas de transmisión” con lo que perdieron influjo los partidos y cubrieron la primera fase de su camino hacia la irrelevancia por el que los empujaron. Hoy pertenecer a un sindicato aumenta las dificultades o elimina la posibilidad de conseguir trabajo. El caso es que los socialdemócratas se encontraron ante el dilema de elegir entre pájaro en mano o brincar para atrapar a los ciento volando. Siempre se ha discutido qué es mejor, si arrancar concesiones que mejoren la vida de la gente aquí y ahora; o aguardar a la victoria final para disponer de todo el paraíso, además de los pájaros. Así, al optar por la primera, por el pájaro en mano, el partido de clase que inventó la socialdemocracia a finales del XIX acabó convertido en una formación interclasista con fuerte presencia de las clases medias. Perdió en mucha medida su carácter inicial.
Ya indiqué que el éxito político llevó a los socialdemócratas a gobernar en prácticamente toda la UE. En 1980, nueve años antes de la caída del muro berlinés, los sectores del Partido Demócrata USA añorantes del New Deal acogieron en Washington a dirigentes europeos como Willy Brandt, Felipe González, Mitterand y Olof Palme, que sería asesinado en 1986. Había una línea de comunicación entre las dos orillas atlánticas que borraría el ascenso de los ultraliberales estadounidenses, enemigos declarados del Estado de bienestar, al que consideran una entidad burocratizada e ineficaz que perjudica la capacidad de iniciativa de la gente; aparte su excesivo coste de gestión. Para estos llamados “neocons”, que se impusieron en Washington, el Estado de bienestar destruye la inventiva empresarial y obstaculiza la productividad.
Los ideólogos neoliberales USA, en fin, consideran la solidaridad social pura utopía y desean anular las políticas sociales, mientras sus émulos europeos se sienten obligados a ser más cautos y a no ir por lo derecho para no alarmar a sus electores que, a diferencia de los estadounidenses, consideran la política social parte importante de sus derechos ciudadanos.

La socialdemocracia, proa al marisco

La avalancha neoliberal llevó al último Clinton a abrazar la “tercera vía” de Blair. En realidad, según sus críticos más duros, la tal vía fue el intento de ponerle sonrisa al thatcherismo y su política de eliminación de servicios públicos y de privatizaciones; por no hablar de la forma en que Margaret Thatcher quebró el espinazo de los otrora poderosos sindicatos ingleses. Para Sami Naïr, esa “tercera vía” no era sino la adaptación sin más a la globalización liberal.
Mientras, la izquierda italiana no se dejaba sentir en aquellos mismos momentos frente al populismo reaccionario de Berlusconi; en Alemania, Oskar La Fontaine se negaba a aceptar la deriva liberal de Schröder y el SPD perdió diez millones de votos sin que haya encontrado todavía al líder que lo reflote más allá de los predios de Merkel. Tampoco los socialdemócratas franceses encuentran quien los saque del pozo al que los arrojó el fracaso de la “izquierda plural”. En términos generales, las elecciones europeas de 2009 confirmaron el retroceso en la UE de los partidos socialdemócratas, el dominio de la derecha neoliberal y la creciente presencia de la ultraderecha que desde aquella fecha no ha hecho sino avanzar. En la parte que más nos toca, en fin, Carlos Solchaga, siendo ministro de Economía, se jactó de que en España era posible hacerse rico rápidamente. Pretendía, al parecer, atraer inversores, que fue el mismo propósito que años después movería a Mariano Rajoy a ponderar en Japón las ventajas de los bajos salarios españoles como atractivo inversor. Entre uno y otro, Zapatero aceptó el neoliberalismo, giro que Juan Fernando López Aguilar justificó con la que denominó “cultura de gobierno” que le llevó a aceptar como presidente de España lo que no admitiría como dirigente socialista.

Los socialdemócratas, oficiando ya de socioliberales se entregaron con fe de conversos a calzar por los griegos y cuando creyeron haberlos liquidado con el apoyo de Merkel les salió en el Reino Unido Jeremy Corbyn y en los USA Bernie Sanders, que le disputa a Hillary Clinton la candidatura demócrata. Los dos sacaron a relucir aspiraciones y planteamientos que creían haber enterrado en Grecia. Como si todo cuanto quiso erradicar la “tercera vía” cobrara nuevos arrestos. Y no solo eso sino que tanto los socioliberales como sus colegas neoliberales comparten el problema de que si hasta ahora las derrotas electorales beneficiaban sólo a las derechas ahora las aprovechan también por la izquierda y ahí está Podemos, por ejemplo. Desde luego el liderazgo laborista de Corbyn no parece todavía capaz de sentarlo en Downing Street ni que sean muchas las posibilidades de Bernie Sanders, pero hay que ver la cara que se le quedó a Hillary Clinton cuando, tras defender la abolición por su marido de la frontera entre actividades bancarias y especulativas, Sanders le recordó cuanto contribuyó esa medida neoliberal a la crisis financiera de 2007. De España nada digo porque da la sensación de que tanto negociar no deja espacio para otra cosa.

Hay síntomas de retroceso neoliberal

Interpretado a la pata llana, Serge Halimi piensa que los socioliberales han capitulado de mala manera ante la patronal y las finanzas para conseguir renovar el arrendamiento del poder del que se han beneficiado. Arrendamiento del poder que da derecha luego a puerta giratoria. Pero se encuentran con que financieros y empresarios han comprendido que no los necesitan para nada. Ni a los socioliberales ni a los neos. Advierten que, realmente, no tienen los financieros y los grandes empresarios a nadie que se les enfrente en la cima del poder; y que comienzan a despuntar enfoques que ponen en entredicho los dogmas liberales que nos ha traído cerca de un nuevo bloqueo de la economía y las finanzas mundiales. Al tiempo que se advierte la ineficacia de medidas como la disminución de impuestos, los recortes de las cotizaciones sociales, la ampliación del libre comercio, etcétera, políticas que defendía el Fondo Monetario Internacional (FMI) que comienza ahora a desautorizarlas. Como han caído en desgracia las políticas de debilitamiento de los sindicatos y de desmantelamiento de la legislación laboral llevado a cabo en España por la famosa reforma del PP. Estas se anunciaron como necesarias para fortalecer el espíritu de empresa y permitir la flexibilidad y han devenido en factores de incremento de las desigualdades hasta extremos de riesgo.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se distancia de otras convicciones neoliberales que han hecho estragos en la socialdemocracia. Sería el caso de la afirmación de que la desigualdad no es un mal sino, antes al contrario, estimula la iniciativa y la innovación cuando lo que ha ocurrido, según la OCDE, es que el enriquecimiento desmesurado de los más ricos ha comprometido el crecimiento económico a largo plazo.
Otra de las recetas socioliberales que en su momento reivindicara Hollande, como lo hiciera antes de él Mitterand, son las rebajas de impuestos que al The Economist (2 de enero p.p.), una de las biblias liberales, le “parecen un poco irresponsables en la actualidad”.
Todo esto y más cosas están ocurriendo mientras en España siguen los partidos con la coña. La última, ya saben, la negativa del Gobierno a someterse a control parlamentario, que es, ya ven, lo más cerca de una dictadura a que se ha llegado últimamente. Entre Rajoy, que ha demostrado desconocer lo que es un comportamiento democrático coherente, Pedro Sánchez, que se siente incapaz de plantarle cara a los jarrones chinos y Pablo Iglesias, que confundió el Parlamento con una asamblea de Facultad vamos listos.

viernes, 5 de mayo de 2017

Azorín en la Prisión de Cervantes. Por Ramón Fernández Palmeral, en el Levante. Diario

 

                               Tratamientos de Azorín (José Martinez Ruiz) por Palmeral 2017

 

Azorín en la prisión de Cervantes

04.05.2017 | 12:50/Levante, El mercantil valenciano.
 
La Casa de Medrano se encuentra en el número 7 de la calle Cervantes de Argamasilla de Alba, aunque tiene dos puertas, la otra da a la calle Capitán Sánchez. Estuvo Azorín en "La ruta de Don Quijote". En la puerta existe un letrero de azulejos incrustado en la pared que dice: «Centro Cultural casa de Medrano Prisión de Cervantes inauguración 23 de abril de 1999». La puerta conserva jambas y dintel de piedra y un escudo oval en la puerta de nueva construcción.
La casa es nueva, tiene oficinas, un gran patio interior que sirve para representaciones de comedias de teatro clásico, dos sótanos o cueva como llaman a las bodegas para guardar vinos, que dice la tradición que fue la prisión de Cervantes donde empezó a escribir el Quijote. En los tiempos de Cervantes esta casa pertenecía a la ilustre familia lugareña de los Medrano y a principios del siglo XVII pasó a ser propiedad de un vecino llamado Juan Ginel. Era entonces un caserón manchego de dos plantas, edificado alrededor de un patio con corredor; tenía además otros patios y corrales y una cueva en dos niveles a la que se accedía (y se accede) a través del patio central por una escotadura. Aunque ya he comentado en otra ocasión que no hay constancia documental de que aquí estuviera preso Cervantes, porque las prisiones documentadas son las de Argel, la de Castro del Río en 1592, y la de Sevilla en 1597, y otra entre1602 a 1603, que duró tres meses cuando Gaspar de Vallejo, magistrado de la Audiencia de Sevilla, el reclamó los 88.000 maravedíes que Cervantes le había condonado a unos agentes de Vélez-Málaga (del antiguo reino de Granada), por arqueo. También estuvo preso por dos días en Valladolid en 1606, cuando lo detuvo el alcaide Villarroel, junto a todas las mujeres de su casa, para esclarecer la muerte del caballero de Santiago Gaspar de Ezpeleta acuchillado cerca de la casa de los Cervantes.
Usted, señor Azorín, no nos cuenta los pormenores del interior de la cueva, bien porque no estuvo dentro o porque se le olvidó mencionarla, aunque usted le cuenta a don Cándido en la página 98, que esa mañana ha estado en la casa prisión de Cervantes, y no nombra a Medrano, usted le dice que los eruditos opinan que Cervantes no estuvo encerrado allí, don Cándido se llena de sorpresa y de asombro y de estupefacción. Y éste clérigo exclama «¡Jesús! ¡Jesús!,» llevándose las manos a la cabeza: «¿No me diga usted tales cosas, señor Azorín!, Señor, señor, que tenga uno que oír unas cosas tan enormes!».
He de reconocerle que el diálogo de estas páginas discutiendo con el clérigo don Cándido es una obra maestra, que no me canso nunca de releer. Algo parecido me pasó a mí cuando llamé un día por teléfono a una conocida cervantistas argamasillera, y le expuse lo que se comentaba, de que usted no estuvo en realidad en Argamasilla, sino que era un viaje literario.
-Cómo que no, sí, Azorín estuvo siete días aquí, y además yo tengo ahora delante de mí una tarjeta postal enviada desde aquí. No, no lo dude ni por un momento, además hay fotos de la Fonda de la Xantipa donde estuvo alojado. ¡Qué cosas hay que oír!
-No, si yo lo digo por otros investigadores –tuve que aclararle, pero sirvió de poco.
En el año 1863 la Casa Medrano fue adquirida por el infante don Sebastián Gabriel de Borbón, prior de la orden de San Juan, con el fin de desarrollar en ella actos culturales y otras actividades. Al morir el infante don Sebastián de Borbón, su viuda vendió la casa. Fechas en que el editor Manuel Rivadeneyra trasladó aquí su imprenta, e hizo una edición del Quijote con un prólogo del dramaturgo español J. Hartzenbusch. Edición de 1863 muy valorada por bibliófilos.
En 1970 pasa a propiedad municipal y es declarada Monumento Histórico artístico en 1972. Ante su estado de irreversible deterioro en 1990 el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba con la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha proyectan una remodelación del edificio, ejecutada por la Escuela-Taller "Casa de Medrano", y lo dotan de modernas y funcionales instalaciones para actividades culturales (biblioteca, galería de exposiciones, salón de actos, auditorio y otras dependencias). Junto a la cueva-prisión de Cervantes. Se sabe que el 21 de marzo de 1905 la casa sufrió un terrible incendio y al quedar casi en ruinas se reconstruyó con una sola planta. La cueva de los dos niveles había quedado intacta después del incendio.


Captura de Levante. El mercantil valenciano, Día 4 de mayo de 2017



jueves, 4 de mayo de 2017

La isla de Guam en la Pacífico petenenció España hasta 1900





                                                  Isla de Guam en el Pacífico


Guam (en chamorro: Guåhån, hasta 1900 en español: Guaján) es una isla situada en el Pacífico occidental, perteneciente a Estados Unidos como territorio no incorporado. Es uno de los 17 territorios no autónomos bajo supervisión del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, con el fin de eliminar el colonialismo.
Guam fue territorio español, gobernado como parte de la Capitanía General de las Filipinas desde el siglo XVI hasta 1898, cuando fue anexada en el contexto de la Guerra Hispano-Estadounidense. Se trata de la isla más grande y meridional de las islas Marianas. La capital es la ciudad de Agaña.

El pensamiento de Michel Montaigne, en el siglo XVI francés. Y Azorín

 
Montaigne constituye uno de los pensadores de mayor influencia de la historia, sin embargo, se le ha considerado históricamente más como literato que como pensador propiamente dicho, quizás principalmente, por atribuírsele a él la invención del género ensayístico. Y es precisamente ese género, su método al fin y al cabo, el que nos da las pistas para rastrear su pensamiento.
Ensayo… es decir: prototipo, intento, experimento… no hay mejor palabra para acercarse a la figura de Montaigne. Él no escribe un “Tratado” o unos “Principios”, Michel “no sienta cátedra”, no es detentor de la verdad, no persigue certezas, pone en entredicho las verdades de su tiempo y el conocimiento como algo absoluto: es escéptico. Pero escéptico no es negar, es dudar. La duda de Montaigne no persigue refutar ninguna tesis anterior a él, sino criticar el fácil dogmatismo que afecta a todos los aspectos de la cultura (ciencia, filosofía, política y religión) y las consecuencias a las que nos conduce – y de las que él es testigo en la Europa de su tiempo – como el fanatismo y la guerra.
Montaigne descubre que el hombre ha olvidado su situación en el cosmos, al estimarse por encima de todas las demás cosas. La pretensión de Montaigne es la supresión de esa actitud presuntuosa, la prudencia y la tranquilidad en todos los aspectos de la vida. Consideración de la vida como un continuo devenir y del hombre como un ser de naturaleza mutable y cambiante, no fija y monolítica.
Un hombre que valora siempre que se lleven con moderación y mesura los placeres mundanos y corporales. Para Montaigne, el cuerpo y sus placeres no deben ser algo a evitar y de lo que avergonzarse o ser purgado, puesto que Dios no nos ha dado un cuerpo para sentir vergüenza de él o para mortificarlo y reprimirlo. Esta conciencia del hombre nos da lo que para Montaigne es sabiduría. Aboga por la templanza y la prudencia. Apuesta por la moderación en los placeres y en la supresión de los vicios, pero no supresión por ignorancia o miedo, sino por conocimiento y por las consecuencias dañinas que nos puede suponer cualquier cosa en exceso.
Montaigne es un perfecto mediador en muchas cuestiones de su época, como las guerras de religión, puesto que a pesar de ser católico, no duda en recriminar a los suyos sus defectos y fallos y considerar las virtudes y aspectos positivos de los protestantes. Todo ello en armonía, lo que le valió tanto amistades como enemigos en ambos bandos de la contienda, debido a su espíritu crítico, tolerante y templado. “Que sais-je?” es su lema definitorio: un escéptico acerca de las “verdades” que conocemos, por ello un ser tolerante con las opiniones y posturas diferentes a la suya y alguien más preocupado por intentar conocerse a sí mismo y guiarse por la templanza, que de aprender lecciones y dogmas de memoria y caer en fanatismo.
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Influencio en el modo de pensar de Azorín 


Azorín y el maestro Montaigne
Fragemneto de Monserrat Escartín Gual


Relacionar a Azorín con Montaigne es ya un lugar común para la crítica especializada; en concreto la admiración del alicantino por el gascón —su modelo vital— cuyas ideas estoicas, epicúreas y escépticas cristalizan en una filosofía de vida y se traducen en una conducta y ética particulares: «yo amo a este gran filósofo por estas cosas: Montaigne representa la concepción ondulante, flexible, circunstante, contingente de la vida» (Martínez Ruiz, 1992: 176). Azorín confiesa identificarse con el pensador francés —a cuya sombra es un «pequeño filósofo»—, fundiendo como él literatura y biografía; binomio que se evidencia en sus novelas (La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo); en sus artículos de periódico, protagonizados por el mismo yo narrativo («Los buenos maestros: Montaigne», Helios , oct. 1904); en los textos personales (Memorias inmemoriales) o en aquellas obras donde analiza la creación literaria como un quehacer más del personaje (Capricho). No parece azar que el mencionado artículo de 1904 fuera el último que el autor firmase como «J. Martínez Ruiz» y no con el pseudónimo «Azorín», que ya había empezado a usar ese mismo año. En sus Memorias, el escritor quiere hablar de lo que ha sido; pero de lo que ha sido ¿quién?:

«Soy otro, soy otro». O sea: antaño fui un hombre escritor llamado «Ariman» y «Cándido», luego otro hombre escritor que firmaba sus obras con el nombre de José Martínez Ruiz, y después otro , Antonio Azorín, y poco más tarde otro , Azorín a secas, y ahora otro que ya no sé si es ese mismo Azorín en trance de envejecer...[ Valencia, 1941].
La tesis azoriniana no plantea que con el paso del tiempo «somos otros», sino que «somos de otro modo» (Laín Entralgo, 1974: 40-41), mezclando la realidad y el deseo. El alicantino no pretende hablar de uno, sino de todos y de ninguno: del hombre múltiple que quiso ser, al modo de los heterónimos de Pessoa y los complementarios de Machado. En suma, Azorín y Montaigne analizan sus inclinaciones personales y se afanan por retratarse en su constante evolución, viéndose con objetividad, a la vez que recreándose con la imaginación; lectores voraces en su paraíso libresco, pero también alquimistas escuchándose vivir para transmutar su experiencia en escritura.

Todas las novelas de Azorín tienen el aire de autobiografías (se han calificado de egopeyas) por la condición de los personajes, puras variaciones de la etopeya del autor. Aunque se afirma que Martínez Ruiz es uno de los autores más autobiográficos, por incluir siempre materiales personales en sus escritos, en ellos no muestra al hombre con sus sentimientos; sino al novelista, no en vano, en sus Memorias, el alicantino reconoce: «el subjetivismo de sus primeros años de escritor —el uso del yo que tanto se le reprochaba— era cosa encimera y que lo más recóndito y personal continuaba escondido.» [«Otras influencias », Memorias]. Incluso busca distanciarse del que fue hablando de sí mismo en tercera persona: «Y en estas cuartillas me propongo escribir de los gestos y dichos de X.» [«Nadie», Memorias]. Lo mismo sucede en los Essais, donde, pese a la interminable referencia a gustos, costumbres e ideas de Montaigne, se advierten verdaderas lagunas para el conocimiento de su personalidad, oculta tras el velo sutil del autobiografismo.

Aunque se ha dicho que dicha estrategia suple la falta de fantasía en los relatos del alicantino, lo cierto es que plantea un recurso muy actual en sus tentativas para crear una nueva novela: el uso distorsionado de los propios recuerdos como materia literaria. «La vida no es lo que uno vivió, es lo que uno recuerda», sentencia García Márquez en la primera línea de sus memorias Vivir para contarla (2002). Lo cierto es que en los siglos XX - XXI se impondrá una variante de la autobiografía —la autoficción— que funde lo biográfico con la narrativa al identificar el nombre del protagonista con el del autor, que busca así reinventarse (Alberca, 2007), caso de C. Martín Gaite, J.Marías, J. Llamazares, J. Cercas, A. Muñoz Molina o E. Vila-Matas... Mucho antes que ellos, en 1904, José Martínez Ruiz se convierte en personaje al firmar sus trabajos con el apellido de su ente de ficción, «Azorín», un joven rebelde y anarquista, como él, cuyo mentor (Yuste) encarna las ideas del alcalde de Burdeos: «Y como Azorín viese que se iba poniendo triste y que el escepticismo amable del amigo Montaigne era, amable y todo, un violento nihilismo, dejó el libro y se dispuso a ir a ver al maestro, que era como salir de un hoyo para caer en una fosa». No extraña que su evolución le lleve a convertirse en un intelectual resignado y contemplativo como el perigordino, a quien cita y parafrasea: «Ahora Azorín lee a Montaigne. Este hombre que era un solitario y un raro, como él, le encanta». (La voluntad, I,7).

Algún crítico ha puntualizado que Azorín no leía a Montaigne, sino a uno de sus descendientes más lúcidos, La Rochefoucauld. Lo cierto es que lo leía de joven diariamente: «Todas las tardes la filosofía de Montaigne iba entrando en mí...» y de adulto: «Montaigne ha pasado también en mi espíritu; dejó su sedimento», «Yo no leo a Montaigne; lo releo por tercera, por cuarta, por quinta, por sexta vez. Pocos filósofos hay que puedan soportar esta prueba». (Campos, 1964: 138 y Martínez Ruiz, 1970: 126). Con su habitual laconismo, Martínez Ruiz no anotaba al margen sugerencias o dudas; sino que se limitaba a marcar con lápiz la frase o párrafo de su interés. Los elegía de diversos colores (azul, verde, rojo y marrón) para destacar conceptos a los que regresar en lecturas posteriores: «Abro ahora el libro y voy buscando, por entre las múltiples señales hechas con lápices de colores, los pasajes en que el maestro escribe sobre este trance terrible...» (Martínez Ruiz, 1948:70). Algo parecido hacía Montaigne respecto de las ediciones que manejaba de autores clásicos, cuyas frases subrayaba, además de anotar al margen sus comentarios y la fecha de sus impresiones. Varias tratan del conocimiento propio a través del acto de escribir, y es el hecho de compartir dicho objetivo y verlo desarrollado por Montaigne de manera brillante, lo que explica el trato de maestro que el alicantino le dispensa.

La edición de Martínez Ruiz —de los hermanos Didot, encuadernada en piel, en cuatro volúmenes de pequeño formato, hoy conservada en la casa-Museo de Azorín en Monóvar— fue su texto de cabecera, por cuanto lo menciona en entrevistas: «El Montaigne que yo leía en el Bélix —aquí lo tengo— es el publicado en 1802 por Fermín y Pedro Didot, en cuatro tomitos [...] ahora mismo acabo de hojear a Montaigne en la misma edición» (Campos, 1964: 133 y 159). Es el ejemplar que aparece en sus novelas como preciado equipaje de su protagonista, el mismo que nosotros hemos manejado (3):
«... en la maleta va colocando unas camisas de finísimo hilo, unos calzoncillos, unos calcetines, unos pañuelos —cuatro tomitos impresos por Didot, limpiamente, en el año 1802—.Azorín los pasa, los repasa, los acaricia, los abre al azar». [Antonio Azorín, II, 21].

"Azorín íntegro", comentario de Miguel Ángel Lozano,

Azorín íntegro

Miguel Ángel Lozano Marco

Universidad de Alicante
SANTIAGO RIOPÉREZ
Azorín íntegro
Madrid, Biblioteca Nueva, 1979
Nos encontramos ante un libro monumental en el campo, ya bastante extenso, de la bibliografía azoriniana. Si lo califico de «monumental» no es sólo por lo voluminoso -que lo es-, sino por su contenido, significación y lograda plenitud. Su autor, Santiago Riopérez y Milá, ha dado forma literaria a una labor gestada durante muchos años y levantada sobre los sólidos cimientos del conocimiento minucioso de toda la obra de Azorín, del conocimiento del contexto histórico y literario en que ésta se produjo y, lo que es más singular, del asiduo trato y   —536→   conversación con el maestro durante los últimos años de su vida, en frecuentes visitas a su domicilio madrileño, lo que hace de él un testigo privilegiado y excepcional.
El título, Azorín íntegro, encierra en su expresivo laconismo un propósito ambicioso, como es el de dar una visión completa del escritor. Y esto es lo peculiar del libro, lo que le da relevancia, pues funde en un solo texto lo que hasta su aparición andaba disperso, lo que había sido fragmentado en multitud y variedad de escritos. Riopérez restituye la unidad de vida y obra en Azorín: pensamiento, estética, evolución vital, análisis y comentario interpretativo de las realizaciones en los variados géneros literarios cultivados por el autor de Castilla, su originalidad y singularidad, sus profundas innovaciones, las relaciones con otros escritores, su actitud política... En suma: la trayectoria vital de Azorín da sentido y unidad a su variada obra; y viceversa: el análisis de esta obra, en el preciso momento en que se produce, ilumina su trayectoria vital.
A mi juicio, la construcción de una biografía de Azorín plantea una primera dificultad, plenamente superada por este autor: la falta de acontecimientos externos, de sucesos susceptibles de ser narrados. Azorín era todo lo contrario de un hombre de acción; la imagen que de él tenemos es la de un ser taciturno, tímido en exceso, reconcentrado, de costumbres morigeradas, infatigable lector y escritor... Es, pues, la biografía de un rico y complejo mundo interior la que había que trazar; y ésta es tarea solamente posible para un hombre de inteligencia y sensibilidad nada comunes, apto para percibir los matices y los sutiles movimientos de una andadura velada para muchos. El autor del libro nos dice en la página 193: «Las etapas de su historia personal son, simplemente, meditaciones, y meditaciones son, en síntesis, las grandes aventuras de su vida». Y dos párrafos más abajo, declara: «Detrás de cada libro suyo, bajo cada página, está la vida de Azorín, la expresión de la vida de Azorín, la aventura vital de Azorín». Por esto precisamente, para que la imagen del escritor nos aparezca en su integridad, es imprescindible acudir a sus escritos y fundirlos con la reconstrucción biográfica. De ahí la peculiar antología que de ello resulta: una antología orgánica, que marca el desarrollo vital, y cuyos textos han sido seleccionados con rigor a partir de ese minucioso conocimiento de tan dilatada obra literaria, de la que no queda un rincón sin escudriñar.
Azorín íntegro es, por tanto, un libro del máximo interés para el estudioso de la vida y obra del escritor monovarense, pero también de manejo imprescindible para el estudioso e interesado en la generación del 98 o en la literatura española del siglo XX, puesto que la obra se encuentra   —537→   sólidamente apoyada en una amplísima bibliografía sobre la literatura e historia del período en el que se desarrolló la vida del longevo prosista y revela un cabal conocimiento de los escritores que con él comparten el grupo generacional, bautizado precisamente por Azorín; todo ello queda reflejado tanto en el texto como en el extenso aparato crítico que lo completa y documenta. De enorme importancia es el epistolario inédito que aquí se recoge, situando cada carta (de Unamuno, Baroja, Clarín, Valle-Inclán, Maragall, etc.) en su momento y circunstancia, con lo que se redondea el interés y la riqueza documental del libro (ilustrado con profusión de material gráfico, también inédito en su casi totalidad).
Pero no es menor el interés que tiene para el lector alejado de actividades académicas o pretensiones eruditas. Azorín íntegro es una obra interesante, sugestiva, que debe leerse también por su propio valor literario. Y esto me parece definitivo: el buen estudio debe ser, al mismo tiempo, una obra notable por su valor estético. El libro que aquí nos ocupa comparte el rigor intelectual con la belleza en la expresión. Posee Riopérez y Milá un estilo equilibrado, elegante, limpio, claro, preciso y, al mismo tiempo, rico en matices; cualidades ya apreciadas por quienes hemos leído trabajos suyos publicados, a lo largo de no pocos años, en las páginas de los mejores periódicos y revistas del país: una obra dilatada -de alguien que no es un «escritor profesional»- que alcanza su punto culminante en el logrado volumen que aquí reseñamos.
No puedo dejar sin mencionar el epílogo en el que D. Santiago Riopérez destaca la importancia de la Casa Museo de Azorín, en Monóvar, y las riquezas documentales, bibliográficas y sentimentales que allí se contienen, de tanto interés para todo estudioso o interesado en la figura y la obra de José Martínez Ruiz, Azorín.

Levante, el periodico que más crece en la Comunidad Valenciana

LEVANTE-EMV VALENCIA Levante-EMV, el diario de información general preferido por los valencianos, tanto en ventas como en número de lectores, ha sido el periódico valenciano que más ha crecido en el último año. La tercera oleada del Estudio General de Medios (EGM) de 2011, que mide la audiencia de la prensa escrita entre febrero y noviembre de este año, mantiene a Levante-EMV como el diario más leído de la Comunitat Valenciana con 282.700 lectores diarios, 14.500 más que en el mismo periodo de 2010.

Este avance, que supone un crecimiento acumulado del 5,4%, contrasta con el retroceso de "Las Provincias". El rotativo valenciano propiedad del grupo Vocento ha perdido en el último año 4.600 lectores, según el EGM, situándose en los 151.900 lectores diarios, casi un 3% menos que en noviembre de 2010.

El crecimiento de Levante-EMV, que refuerza su liderazgo de audiencia al llegar cada día a 130.800 lectores más que "Las Provincias", es el más elevado de las cuatro cabeceras valencianas. En el último año sólo ganan lectores en la Comunitat Valenciana los periódicos de información general de Editorial Prensa Ibérica (EPI), Levante-EMV e "Información" de Alicante.
El diario alicantino, el segundo más leído de la Comunitat Valenciana con 243.700 lectores diarios, ha incrementado su audiencia en 11.900 lectores, un 5,1% más que en el penúltimo mes de 2010. Mientras que, además de la caída de la audiencia de "Las Provincias", cabe destacar la de "Mediterráneo" de Castelló, que cuenta con 80.200 lectores diarios, 12.300 menos que hace un año, un -13,3%.

A los cuatro periódicos de tirada nacional con ediciones en la C. Valenciana tampoco les ha ido mejor: La audiencia de "El País" ha caído un 0,4%, la de "El Mundo" un 3,8%, la de "ABC" un 12,7% y la de "La Razón" un 16,7%. Sin embargo, el número de lectores diarios de los 17 rotativos del grupo EPI ha subido un 1,9% en el último año.

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A veces, los lectores también buscan noticias culturales.
Ramón Fernández Palmeral

lunes, 1 de mayo de 2017

ALGUNAS PINCELADAS SOBRE AZORÍN



Por Ramón Fernández Palmeral

-José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, nació  en Monóvar el 8 de junio de 1873 falleció hace 40 años  en Madrid el 2 de marzo de 1967. Azorín es más importante de lo que parece. Fue novelista, crítico, cronista parlamentario, cervantista, autor teatral, articulista, menos poeta, aunque su prosa es pura poesía que conoció la gloria del escrito en vida, era objeto de continuas visitas, que al final de su años ya no podía atender. Recibió homenajes, fue miembro de la Real Academia de la Lengua en 1924 para cubrír la vacante del valenciano Juan Navarro (ingeniero de Montes y Ministro)., el 26 de octubre de ese años leyó su discurso Una hora de España (1560-1590) Esa hora, se refiera a  la gloria de España en los tiempos de Felipe II. De la que José Montero Padilla escribió una introducción y notas para una edición de Castalia.

-El pasado  28 de febrero 2005 estuve en Monóvar en la Casa Museo Azorín, que aconsejo ir a visitar, en  un acto de presentación del facsímil de La ruta de don Quijote (1905), hable con Santiago Riopérez, abogado de Azorín, magnífico y poético y entrañable discurso. Don de palabras.

-Entre Miguel Hernández y Azorín no tenemos nada que lo relacionen, salvo que el grupo teatral “La Cacuela” de Alcoy de Mario Silvestre representó el auto sacramental de Miguel y la pieza Angelita de Azorín, según advirtió nuestro amigo y colaborador Gaspar.

-A los ocho año ingresa interno en los escolapios de Yecla (Murcia), siente la soledad del internado con los frailes, hace el Bachiller, luego estudia Derecho en Valencia y Granada, pero no lo acaba.

-Empieza a colaborar en el Diario La Monarquía de Alicante, en 1891.  Su primeros escritos son de tono anarquista de ideas, no de acción. Por eso en uno de mis artículos le llamo: “El último romántico”

-El seudónimo de Azorín, lo empieza a usar el 28 de enero de 1904, en un artículo del diario España, aunque anteriormente aparece un personaje al que llama Antonio Azorín en La Voluntad de 1902 y otra novela que se llama Antonio Azorín de 1903. En 1908 se casó con Julia Guindo, nto tuveron hijos, no sabes por culpa de quien.

-Es el inventor del grupo “Generación del 98”, por un capítulo titulado precisamente “La generación del 98”, en su libro Clásicos y Modernos de 1913. Ese mismo recibe un homenaje  en Aranjuez organizado por Juan Ramón Jiménez y Ortega y Gasset. Había sido rechazada su candidatura a la RAE.

-Azorín apoyó al candidatura a la Academia de la Lengua  de Gabriel Miró en 1927, pero no lo consiguió, precisamente por culpa de los jesuitas. Azorín se molestó mucho y dejó de asistir a las secciones, aunque él dice que los horarios de reuniones le venía muy mal. Antes había conseguido la candidatura de Antonio Machado y Pío Baroja.  Entre Antonio Machado y Azorín sí existe una cierta relación  cordial de intercambio de libros. Aquí lo podéis leer en mi articulo.

-Como apunta las investigaciones de Juan Rodenas, médico, y articulista en esta revista, Azorín murió de una infección renal. A las nueve menos diez de la mañana en su calle de Zorrilla, 21;  a lo 93 años. Su médico de cabecera era el Dr. Izquierdo Hernández.

domingo, 30 de abril de 2017

CERVANTES Y LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA, Por Ramón Fernández Palmeral, 2005

CERVANTES Y LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA

por

Ramón Fernández Palmeral

(Publicado en la revista "Baquina" de Miami (EE.UU.) en 2005)

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Una invitación al Quijote




Antes de comenzar este ensayo cabría preguntarse qué celebramos cuando en estos días gélidos del mes de marzo de 2005 tenemos el alto honor de ver y oír en TVE la cálida lectura que nos brinda S.M. el Rey Juan Carlos del Capítulo I, de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.

Para exponer esta celebración cultural nada más ilustrativo como una introducción:

Nos hallamos de pleno ante el IV Centenario de la publicación de la I Parte del Quijote, aunque se debió empezar a celebrar a partir del pasado 2004 y no ya en medio del 2005, puesto que fue en 1604 cuando se le concedió a Miguel de Cervantes Saavedra el privilegio o cédula real para la publicación de El ingenioso hidalgo... puesto que dicho privilegio (licencia y condiciones para su impresión) del rey Felipe III y firmado por mandato real por Juan de Amezqueta, está fechado en Valladolid el 26-09-1604, lugar donde en aquellos años se hallaba la Corte (1601-1606), y donde además vivía el autor.

El Testimonio de las erratas [1] fue fechado el 1 de diciembre de 1604 por el Licenciado Francisco Murcia de la Llana, que era médico de oficio. «Halló editor en Francisco de Robles, quien lo dio a imprimir en Madrid a Juan de la Cuesta» [2]. La I Parte de don Quijote salió a la calle los primeros días del mes de enero de 1605 con muchas erratas. La novela está dedicada al duque de Béjar, que según el murciano don Diego Clemencín (1765-1834), se trataba del séptimo duque de Béjar don Alonso Diego López de Zúñiga, que lo fue desde 1601 hasta 1619 fecha de su muerte. Era norma que los autores dedicasen sus libros a los opulentos y poderosos con la intención de que sufragasen los gastos de publicación.

Evento cultural que «me espanta esta grandeza» [3] y es de tal importancia para las letras universales que no podemos dejarlo pasar sin indagar, investigar y aportar los últimos descubrimientos, y cómo no, aproximarnos a la filosofía española que tanto tiene que ver con Cervantes, incluso, aparece en el reverso de los Euros acuñados en España y el español es conocido también como «la lengua de Cervantes». Desde aquí os invitamos a la relectura del Quijote, y además a hacer un repaso a algunos de los libros y ensayos que a lo largo de estos 400 años han escrito los más destacados analistas cervantinos. Y a través de ellos podremos tener argumentos para razonar y comprender «el quijotismo» como filosofía de lo español, no ya porque la coyuntura de la efeméride nos invite a ello, sino por el aprendizaje de la vida y del conocimiento empírico que nos dejará las lecturas del gran molino de los libros, y a la vez, os aseguro, que nos abrirán los ojos del entendimiento y nos descubrirá un mundo de no-ficción, sino real con una vigencia palpable a través de los siglos sobre el pensamiento y la conducta más oculta y secreta del ser humano.

Aunque la filosofía de la realidad sea una pura apariencia, pues ya Ortega y Gasset introdujo el tema de la realidad y sus diversos sentidos cuando buscamos la realidad buscamos la apariencia. «Las verdades son eternas, únicas e invariables» [4]. Para el filósofo español la realidad era una incómoda palabra, estaba convencido de que los objetos materiales poseen una tercera dimensión que ni la vemos ni la tocamos. Y es aquí a donde queremos llegar, a sentir y percibir la tercera dimensión del Quijote, de cómo un pobre hidalgo desinteresado sueña en un mísero lugar con imperios, batallas míticas y laureles de gloria. Y como contraste tenemos a un labrador, Sancho Panza, con los pies en la tierra, que es la sublimación del egoísmo y del materialismo.

Sobre El Quijote y el pensamiento filosófico español [5] nos dieron lección hace más de un siglo don Nicolás Díaz de Benjumea en su Novísima historia crítica de la vida de Cervantes (1878). O el conferenciante don Adolfo Bonilla y San Martín sobre Don Quijote y el pensamiento español, el 6 de mayo de 1905 en el Ateneo de Madrid, en la que nos argumenta que Cervantes no hizo filosofía directamente; sin embargo, todas su obras desde Galatea es filosofía española y de lo español. Patricio de Azcárate [6] consideró a Cervantes como iniciador del método racional de Descartes. Lord Byron escribió que El Quijote es un gran libro que mató a un gran pueblo. Harold Bloom se pregunta ¿Por qué somete Cervantes a su héroe al maltrato físico de la primera parte y a las torturas sicológicas de la segunda?

La lista nominal de escritores, poetas, pensadores y filósofos cervantistas y cervantinos es tan larga que no cabría en este corto espacio. Todo intelectual en español que se precie de serlo ha de enfrentarse alguna vez con El Quijote. Lo hizo Santiago Ramón y Cajal en su ensayo Psicología del Quijote y del quijotismo, 1902. Escribieron también los de la Generación del 98: Unamuno (hizo una defensa de don Quijote contra Cervantes), Azorín (apología de Cervantes y de Castilla), Ortega y Gasset (Meditaciones del Quijote) o Ramiro de Maeztu. Este último, creía que un hombre de cultura no debía considerar al Quijote como una guía del pensamiento, nos advertía que tiene sólo valores literarios porque expresa lo decadente de la historia de España, reiteraba que la obra de Cervantes no debía ser un ejemplo en cómo vivir ni pensar. Maeztu, un hombre de la Generación del 98, dolido por la pérdida de la credibilidad internacional española, se adelantaba a advertir que no viéramos en la España actual el «fantasma doloroso, una cruel pesadilla» [7] de un ayer decadente, pobre y mezquino. Maeztu consideró perjudicial tener como espejo el quijotismo, y atacó contra el complejo adquirido tras el desastre de 1898 (pérdida de Filipinas y de Cuba).

«Si nos creemos inferiores a otros pueblos, es por ignorancia de nuestra Historia. Cuando ésta nos muestra la perspicacia de nuestros genios, el magnífico sentido de justicia de nuestras instituciones tradicionales, el espíritu moral de nuestra civilización, las mentes escogidas pensarán, con Menéndez y Pelayo, que la extranjerización de nuestras almas es la razón de nuestra decadencia» [8].

Se ha visto que era un temor infundado, porque un siglo después los españoles hemos hecho de España un país altruista que mantiene sus tradiciones, y, cree en el progreso y en el proyecto común de una Constitución Europea, y que tiende un puente hacia Hispanoamérica.

Los de la Generación del 27 retomaron el teatro cervantino: Rafael Alberti en Cerco de Numancia [9], en Federico García Lorca con “La Barraca”, representaba obras del Siglo de Oro: Las cuevas de Salamanca, Los dos habladores... Conferencias de Jorge Guillén y Pedro Salinas, y músicos como Manuel de Falla (Retablo de Maese Pedro) y Oscar Esplá con su poema sinfónico Don Quijote velando las armas. Más contemporáneos son la filósofa veleña María Zambrano (de la realidad y el ser de la novela del Quijote), los pensadores Salvador de Madariaga o el mejicano Carlos Fuentes (Premio Cervantes 1987) etc., sí hemos de hacer constar las influencias de Cervantes en la literatura hispanoamericana, las cuales son harto evidentes, además Cervantes intentó pasar a las Indias Occidentales (América) pero no le autorizaron [10], y, ahora, actualmente como escribe Edgar Montiel en «Tesis para una filosofía americana» [11]:

«La literatura latinoamericana ha encontrado ya un rostro propio con el que se presenta al diálogo mundial de las culturas. Esta literatura reconocida y admirada en Oriente y Occidente es una expresión de la civilización latinoamericana. Ahora le toca el turno a la filosofía. Hay que afilar las armas de la razón para convertírsela en la otra filosofía. La filosofía interlocutora de Occidente».



La filosofía española



El Quijote se escribió en el momento de iniciarse el declive español, y por eso es un libro de abatimiento y decadencia social, ciertamente la más genial apología de la decadencia española de primeros del siglo XVII. Por ello Mario Vargas Llosa escribe: « ...y la utopía que fraguaron los seres humanos para huir de algún modo de la inseguridad y el salvajismo en que vivía para encontrar refugio en una sociedad de orden, honor, de principios, de justicia y de redentores civiles...» [12], es decir, olvidarse de la realidad y vivir una ficción. Aunque con el tiempo esta ficción se convierte en realidad, en mito o en el espíritu quijotesco, que se sintetiza en el esfuerzo, en la lucha constante de levantarse de cada caída, sobreponerse a los obstáculos que se presentan con formas de pasiones o intereses, a vencer los fantasmas o enemigos visibles o invisibles, la solidaridad con los débiles, en definitiva, esta es la filosofía española: la voluntad de poder creer en proyectos ilusionantes no ilusorios.

Porque como expuso Menéndez Pelayo, según notas de Alberto Navarro: «no es libro triste y demoledor, sino de exaltación y de fecunda síntesis, es decir, el último y mejor libro de caballerías y el primero e insuperado modelo de la moderna novela realista». Y tiene razón, no es un libro triste, a pesar de las burlas y ofensas que recibe Don Quijote y Sancho. En cuanto estas burlas nos provocan risas es porque no somos solidarios, o es que, por el contrario, alguna vez fuimos objetos de ellas y tomamos nuestra particular venganza.

Es cierto que la sociedad ha cambiado a lo largo de estos 400 años; no obstante, a pesar de los adelantos tecnológicos y económicos, y el bienestar social alcanzado, creemos, y es nuestro parecer, que poco o nada han mejorado nuestros sentimientos o las debilidades humanas. Continuamos practicando la envidia, la insolidaridad, la burla y el abuso sobre el débil, la risa sobre los locos, la picaresca en los negocios de la oferta y la demanda, y si es posible practicar la rapiña, el engaño o la apropiación, continuamos practicando el ritual de las apariencias y del qué dirán, el uso de las recomendaciones, el abuso del patrón o del gobernante de turno, que premian a los necios y se olvidan a los honrados, la discriminación de la mujer, la desconfianza y el recelo ante el Estado o ante la Administración, reverenciamos al famoso o a los que tienen poder, cátedras, títulos nobiliarios o académicos, importunando a los poderosos. Y me pregunto, ¿en qué sentimientos y debilidades hemos mejorado o superado a lo largo de estos 400 años? Quizás con el romanticismo se ganó liberalismo, y con la revolución industrial aprendimos formas nuevas de convivencia social, como el poder del sindicalismo y que la unión hace la fuerza, pero, dónde quedan los sentimientos.

A través de las generaciones que nos precedieron, hemos heredado un legado irreemplazable que son valores reales y ciertos para el análisis y examen de nuestras conciencias, y parte de este legado literario es gracias al ingenio y la imaginación de Cervantes sin excluir a los dos veguistas (Garcilaso y Lope) o calderonianos, que a través de sus obras nos han abierto una ventana, una tercera dimensión a la realidad aparente y orteguiana, un punto de vista y de observación desde donde asomarnos y vernos a nosotros mismos, y nos riamos de la futilidad de la vida que no es más que el quijotismo bien entendido, y, a la vez, es nuestra idiosincrasia a la que no debemos renunciar, puesto que por ella nos hace ser reconocidos en el mundo como un doblón de oro con garantías.

A lo largo de estos cuatro siglos el prestigio de las Letras españolas ha dado lugar a la creación de varias instituciones que llevan el nombre de Cervantes, como por ejemplo el Instituto Cervantes, dirigido actualmente por César Antonio Molina, que despliega por el mundo la enseñanza del español: una lengua para sentir y pensar. Tampoco olvidemos el importante Premio Cervantes de Literatura celebrado en la Universidad de Alcalá de Henares y que se entrega cada 23 de abril (aniversario de la muerte de Cervantes), desde donde con un criterio exhaustivo se reconoce y premia el trabajo y la labor de intelectuales y escritores en beneficio de la lengua española. Premio que anualmente se alterna con los escritores hispanoamericanos.

La influencia o proyección mundial que ha ejercido Cervantes a través del Quijote sobre filósofos, pintores, músicos, escritores, cineastas, teatro o pensadores internacionales es la prueba de convicción de la veracidad del mensaje cervantino que, como un venablo de ideas, llega a impactar en la sensibilidad creadora del hombre como elemento inherente al arte y a la forma de interpretar el mundo.

Por ello, los inequívocos valores espirituales que obtenemos o que nos proporciona la lectura del libro de los libros o el molino de los libros o joya manchega, son los motivos irrefutables para recomendar una invitación a nuestro Don Quijote eterno, y a una nueva meditación que restablezca la luz y el orden en el retablo de nuestras imperfecciones humanas, con una nueva esperanza ante esta equivocada doctrina bélica y tan de lamentar.

Dejadme la esperanza, escribió el poeta universal Miguel Hernández en su poema: «Canción última» de su libro El hombre acecha (1939).



Ediciones singulares en el IV Centenario.




Una de las ediciones más celebradas en este IV Centenario es la mediática edición de la Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2004), con las notas al texto del académico Francisco Rico. Entre cuyos prologuistas se hallan las reconocidas firmas de Mario Vargas Llosa, Francisco Ayala y Martín de Riquer. Aunque echamos de menos la falta de algún artículo del reconocido hispanista, firma crítica, como la de Harold Bloom, para darle colorido y «canon occidental» a este evento internacional.

Mario Vargas Llosa como indiscutible escritor peruano en «la lengua de Cervantes» recibió en 1994 la más alta distinción de las Letras Españolas: El Premio Cervantes, además es académico de número, ensayista y articulista tenaz, y no tiene por lo general, críticas adversas, además de que tiene cara de buen chico, le avalan por sí solo. Sin embargo, al leer detenidamente su artículo «Una novela para el siglo XXI», ya anotado (ver nota 10), hemos podido observar que ha caído en generalidades dignas de ser comentadas, con la mejor intención:

Es evidente que la intención de Vargas Llosa, para tan selecta edición es laudatoria, con muy buenas pretensiones logísticas sobre la carpintería interna de la novela, y, de la que también nos habló Gabo, debido a un indiscutible encargo de la Real Academia Española como señuelo para atraer a lectores hispanoamericanos, que también podrían llamarse «hispanocolombinos» [13]. El artículo es sumamente ortodoxo casi sin riesgos, se divide en seis apartados: el primero doctrinal; el segundo sobre la ficción de un mito que se confunde con la realidad, parecido a lo que leímos: Consejos a un joven novelista [14] de este mismo autor; el tercero sobre la libertad individual, la libertad de pensamiento y nos dice lo que todos sabemos que Alonso Quijano se hace caballero andante «se lanza por los caminos, a buscar remedios para todo lo que anda mal en el planeta»; el cuarto sobre el espacio concreto y humano de la España del Quijote, de un mundo plural y abigarrado de incontables patrias; el quinto es la construcción de la novela como una novela moderna, que fue en su época lo que para la nuestra es el Ulises de Joyce, En busca del tiempo perdido de Proust, Cien años de soledad de García Márquez o Rayuela de Cortázar, nosotros incluiríamos también Tiempo de Silencio de Luis Martín-Santos; y finaliza el sexto apartado sobre los tiempos de la novela en El Quijote, que entendemos de arqueo menor y se podía haber aprovechado para comentar sobre las influencias del pensamiento quijotesco o sobre la psicología del Quijote. Porque en realidad hablar cronológico de los tiempos en la novela de El Quijote, es hablar de un desastre de novela.. Porque en realidad El Quijote empezó siendo una novela ejemplar o corta, una novela a la que su autor le fue cosiendo todo tipo de retales, recortes, sueños de cajón, y restos de novelas desechadas por los editores. No es una novela compacta, ni escrita de un tirón, ni escrita en una cárcel.

Por lo tanto nos encontramos ante una novela narrativa sin intriga, que con el tiempo debemos hablar más de la ucronía del Quijote, o para explicarlo con la acepción de esta palabra: «utopía histórica, o construcción de la historia sobre datos hipotéticos o ficticios» [15]. Un libro que se ha ido engrandeciendo más por los incontables estudios cervantinos de cervantistas o «cervatos» de la lengua que por su lectura ya que muy pocos la han leído. Una novela que se ha ido montando de un halo de inmortalidad con posterioridad, debido a que se ha buscado en El Quijote el sello de lo español como lo ha demostrado nuestra moneda del Euro, de lo cual nada más hay de comentar, porque Cervantes es el logotipo de España, como un recordatorio del Imperio que fue en el siglo XVI. Y nos preguntamos: ¿No hubiese sido más rentable históricamente para nuestro Euro la efigie del Emperador Carlos I de España y V de Alemania? Aunque se hubieran enfadado belgas, holandeses, alemanes e italianos, porque aún recuerdan al malo de la película: a nuestro duque de Alba o a algún capitán Alatriste. En fin, es Cervantes, un hombre generoso, quien tiene el honor de figurar en nuestra moneda de curso legal como espejo numismático de una historia y de una filosofía española.

Francisco Ayala [16] (Premio Cervantes 1991), escribió el ensayo «La invención del Quijote». Discurso leído en la fiesta de la lengua española celebrada en la Universidad de Puerto Rico el día 24 de abril de 1950. Ahora nos lo presentan sin ninguna nota de su ejecución. Este ensayo que ahonda profundamente en el pensamiento quijotesco y sancho-pancismo, necesita de un lector atento. En el discurso de recepción del Premio Cervantes dijo Ayala:

«La imagen de don Quijote tentando en vano el ciego muro que veda la entrada al paraíso de su fantasía me ha resultado, siempre que he vuelto a ella, patética en el más alto grado».

De Martín de Riquer su «Cervantes y el Quijote», es un indudable trabajo eruditísimo de quien se ha dejado las pestañas en los archivos.

Francisco Rico con sus «Notas al Texto» aporta abundantes novedades filológicas y lingüísticas, etnográficas y aclaratorias de indudable valor para un hombre actual que no tiene tiempo literario.

Los trabajos académicos de José Manuel Blecua, Guillermo Rojo, José Antonio Pascual, Margit Frenk y Claudio Guillén sobre «La lengua de Cervantes y el Quijote», quedan reservados para filólogos, y quienes quieran profundizar en la obra desde el punto de vista lingüístico.

La otra edición que más nos han llamado la atención en este IV Centenario ha sido la de Alfredo Ortells, S.L., de Valencia con los comentarios completos del murciano don Diego Clemencín [17] es a nuestro parecer la mejor edición comentada hasta la fecha, con un amplio prólogo de don Luis Astrana Marín y las ilustraciones del francés Gustavo Doré. Clemencín fue injustamente olvidado, casi no existen referencias a su biografía o trabajos, y es ahora gracias a esta edición de Alfredo Ortells, cuando aparece en una publicación asequible y sus muy eruditos y abundantes comentarios al Quijote. A la vuelta del absolutismo don Diego Clemencín fue perseguido, pero no abandonó los comentarios hasta el día de su muerte por culpa de un cólera en 1834. (El comentario contiene 949 páginas a dos columnas en letra minúscula y en papel Biblia, más extenso que la suma de las dos partes del Quijote, y luego nosotros nos quejamos cuando escribimos un folio). Si exceptuamos a Luis Astrana Marín, no ha existido un comentarista de la talla, calidad y precisión como la del murciano Clemencín, ni Juan Antonio Pellicer, Navarrete, ni J. Eugenio Hartzenbushc, ni Vicente de los Ríos, ni Rodríguez Marín, ni Azorín o la del reverendo inglés John Bowler (comentarios aparecidos en 1781), no han podido superar la erudición de don Diego, sus análisis comparativos de los libros de caballería, romances viejos, símbolos, estudios pormenorizados de la gramática y deslices de Cervantes, que según don Diego, no tenía el «príncipe de los ingenios» la costumbre de repasar sus escritos, por ello, a Sancho le hurtaron el rucio en el capítulo XXIII y lo recuperó en el XXX. Además hizo apreciaciones de defectos sintácticos, observaciones que los cervantistas melindrosos no se lo han perdonado.



Conclusiones



A través de estos cuatrocientos años de la publicación del Quijote (1605) de la I Parte, y diez años después la II Parte (1615), se han teorizado y escrito montañas de papel sobre el molino de los libros. Sólo la Bibliografía de ediciones críticas del Quijote entre 1606 hasta 1917, de Juan Suñé Benagés y Juan Suné Fombuena, Ediciones Perelló, Barcelona, tiene 485 páginas, de alto valor bibliográfico y económico. A la que ahora hay que añadir la Bibliografía del Quijote 1905-1997, de Jaime Fernández, SJ Sophia Universita, Japón. Consultar en la red.

Conocida es la observación del Quijote como arquetipo del carácter español y un modo de ser, porque tenemos una particular forma de concebir el mundo, «una manifestación histórica de eternidad» [18], o una forma de enfrentarse a los acontecimientos de la historia, ante los «ruidos» del mundo, de lucha contra el terrorismo, un heroísmo espiritual que se resuelve como en grotesco descalabro superior.

Este IV Centenario ha de servirnos para reflexionar sobre nuestro pasado, nuestro presente y en especial nuestro futuro, teniendo en cuenta nuestra herencia, patrimonio cultural, identidad y valores altruistas y solidarios en un proyecto ilusionante de fe en sobreponerse a las caídas, en definitiva nuestro quijotismo y filosofía española.


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Bibliografía consultada



-Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes, Edición IV Centenario, Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2004. Coordinada por el académico Francisco Rico, lleva unas 5.000 notas, "muy breves", para facilitar la lectura de la obra cervantina, además de un estudio, dividido en cinco partes, sobre "La lengua de Cervantes y el Quijote" Un glosario general del Quijote, con un índice de 7.000 palabras, locuciones, frases proverbiales y refranes, que constituirá "un instrumento valiosísimo" para todo tipo de lectores, completará la edición, según García de la Concha.

-Encuentro en el IV Centenario, Ramón Fernández Palmeral, Colección Brotes/Palmeral, Alicante, 2004. Consta de un prólogo del profesor Manuel Parra Pozuelo, y consta de 18 artículos críticos y 17 láminas.

-La verdad sobre el Quijote, Nicolás Díaz de Benjumea, Imprenta de Gaspar, Editores, 1878.

-El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra, y comentarios de don Diego Clemencín, Editorial Alfredo Ortells, S.L. Valencia, 1998.

-Don Quijote y el Pensamiento Español. Adolfo Bonilla y San Martín. 1905. Conferencia en el Ateneo de Madrid.





Notas



[1] Una vez obtenido el testimonio de erratas se solicitaba la Tasa, que era el documento por el que se establecía el precio del libro de venta al público. La Tasa para la I Parte del Quijote la redactó el escribano de cámara del Rey don Juan Gallo de Andrada, fechado en Valladolid el día 20-12-1604. En cambio, la Tasa de la II Parte de don Quijote, la firmó el escribano Hernando de Vallejo. El precio de la I Parte se estableció en tres maravedíes el pliego, o sea, un total de 290 maravedíes, un precio muy elevado si tenemos en cuenta que una docena de huevos valía 62 maravedíes según E.J.Hamilton. Estos tres documentos habían de ser impresos en las primeras páginas del libro.

[2] Según nota de Luis Astrana Marín, uno de los más ilustres cervantistas, cuya obra Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, que tiene siete volúmenes. Se le erigió un busto en Alcalá de Henares en reconocimiento a su magna labor.

[3] Tomado del primer verso «Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla». Cervantes, (1598).

[4] El tema de nuestro tiempo (1923), cap. X: «La doctrina del punto de vista».

[5] Sobre el pensamiento filosófico de Cervantes nos podemos remontar a uno de los primeros libros sobre el tema Exposición histórico-crítica de los sistemas filosóficos modernos y verdaderos principios de la ciencia, publicado por Patricio de Azcárate, Exposición histórico- crítica de los sistemas filosóficos modernos... (1861). Y un folleto de Federico de Castro Cervantes y la filosofía española (1870).

[6] Patricio de Azcárate Corral (1800-1886). Filósofo y político español, historiador y traductor de la obras de Platón, Aristóteles y Leibtniz. Nació en León donde inició sus estudios, pasó a la Universidad de Oviedo y Santiago de Compostela donde se licenció en Derecho.

[7] «Ante la Fiesta del Quijote», Ramiro de Maeztu, 13 de diciembre 1903

[8] Ramiro de Maeztu; La hispanidad en crisis. «VI Contra moros y judíos» (1 febrero de 1933)

[9] Edición de la Residencia de Estudiantes, Madrid, 1937, la obra fue estrenada por la entonces esposa de Alberti: María Teresa León Goyri en el teatro de la Zarzuela en 1937.

[10] Cansado de sus correrías, en mayo de 1590 dirige una petición al presidente del Consejo de Indias, solicitando un oficio en las Indias de los vacantes a la sazón: contaduría del reino de Granada, gobierno de Soconusco, contador de las galeras de Cartagena o corregidor de la Paz. La respuesta vuelve a ser negativa y decepcionante: "busque acá en que se le haga merced".

[11] El autor de esta tesis obtuvo el Dialôme d´Etude Approfondie de Filosofía en la Sorbona, junio de 1980. Corresponde al texto que se incluye en el libro El humanismo americano. Filosofía de una comunidad de naciones. Perú, Fondo de Cultura económica, 2000.

[12] Pág. XIV, «Una novela para el siglo XXI» Edición del Quijote para el IV Centenario de l RAE y AALE. (Convenientemente anotado en la Bibliografía)

[13] Para diferenciar a los hispanófonos, es decir, distinguir a los americanos de lengua española de los de lengua inglesa, portuguesa y francesa de Québec. Pero esta palabra aún no ha sido incorporada al diccionario y por lo tanto no puede ser liberada de sus dos comillas o barrotes carcelarios del lenguaje artificioso.

[14] Leer en:

http:://www.Ciudadseva.com/textos/teoría/opin/vargas2.htm.

[15] Según el Diccionario Abreviado del Español Actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, de Aguilar, Madrid 2000, es decir, una novela que mucho se ha editado, vendido, y pocos han leído.

[16] Francisco Ayala García-Duarte nació en Granada el 16 de marzo de 1906. A los dieciséis años se trasladó a Madrid. Allí estudió Derecho y Filosofía y Letras. En esta época escribe y publica sus dos primeras novelas, Tragicomedia de un hombre sin espíritu e Historia de un amanecer. Colabora habitualmente en Revista de Occidente y Gaceta literaria. Reside en Berlín entre 1929 y 1931, coincidiendo con el surgimiento del nazismo. Se doctora en Derecho en la Universidad de Madrid, en donde da clases. Es letrado de las Cortes desde la proclamación de la República, y el estallido de la Guerra Civil en 1936 lo encuentra en una gira de conferencias por Sudamérica.

[17] Nació en Murcia el 27 de septiembre de 1755, de padre de descendencia francesa, niño despierto, ingresó en el seminario de San Fulgencio, donde inicia los estudios eclesiásticos, llegó a traducir varias epístolas del griego. En 1778 fue nombrado preceptor de los hijos del duque de Osuna. Viajó a París. Se casó en Madrid con la rica señora Dámasa Soriano. Fue nombrado académico de la Historia y de la Lengua. Desde la Gaceta Oficial y del Mercurio promovió en 1808 un levantamiento contra el general Murat que acabó en el 2 de Mayo. Para evitar un proceso se retiró a su finca de Guadalajara y para distraerse y olvidar sus cuitas se inició en la lectura y los comentarios del Quijote.

[18] Francisco Ayala, «La invención del Quijote» 1950.



Alicante, marzo del 2005

.........................Currículum...................

Ramón Fernández Palmeral nació en Piedrabuena, Ciudad Real, España (1947). Reside en Alicante desde 1990. Escritor y Artista plástico. Su tiempo literario lo dedica a la poesía, a recitales, conferencias y a colaborar con varios medios de comunicación y revistas especializadas con monográficos sobre Cervantes, Zorrilla, Azorín y Miguel Hernández. Fundó en Alicante la revista ilustrada PALMERAL (Poético-Artístico), y actualmente dirige la revista PERITO (Literario-Artístico) junto a la poetisa Rosario Salinas.Buscando a Azorín por la Mancha. Ha colaborado con artículos de opinión en El País, Información y La Verdad, al igual que en las revistas: Utopía (Axarquía), en C-37 Televisión de Alicante y en las revistas oriolanas: El Eco Hernandiano, Orihueladigital y el “iaio” del C.E.A.M. Colabora en la Comisión del IV Centenario de Aranjuez. Asiste y organiza tertulias culturales y recitales en la provincia de Alicante, así como conferencias en la sede de la Universidad de Alicante y en Ámbito Cultural de El Corte Inglés. Ha publicados los libros de poemas: Desolación sin nombre (1983), y Homero en Tarsis (1983); de ensayos cervantinos: Encuentros en el IV Centenario (2004); ensayos hernandianos ilustrados: Simbología secreta de “Perito en lunas” de Miguel Hernández (Palmeral 2005), Simbología secreta de “El rayo que no cesa” de Miguel Hernández (Palmeral, 2004) y “El hombre acecha” como eje de la poesía de guerra (Palmeral, 2004). En el género de novela corta ha publicado: El héroe de Nador (Palmeral, 2005).