A los españoles les gusta el protagonismo, a todos les gustaría ser Antonio Banderas, Arturo Pérez Reverte, y al mismo tiempo un campeón de automovilismo como Alonso, o un futbolista millonario, o un poeta famoso de premios reconocidos. Su complejo endémco de inferioridad, tras la pérduda el Imperio, no se sienten seguros, nada de nada.
Leer les gusta poco, el Quijote no lo ha leído nadie completo, les aburre, ellos quisieran ser Cervantes.
Por lo tanto, existen más escritores que lectores, leer no conduce ni a la fama, ni al protagonismo.