lunes, 30 de julio de 2018

PROLOGO del Duque de Maura a "Años y Leguas" (1928) de Gabriel Miró, escrito en 1946

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PROLOGO del Duque de Maura  a "Años y Leguas de Gabriel Miró"


Admirador espontáneo de Gabriel Miró desde
que leí sus primeros escritos, transcurrieron aún algunos
años antes de que se me deparase oportunidad
para conocerle personalmente. Pero ya en 1914 me
unió con él, a través de la lejanía, un vínculo afectivo
que penetraba hasta lo entrañable» En La Vanguardia
barcelonesa y bajo el epígrafe JORNADAS Y COMENTARIOS
DE SIGÜENZA, habían aparecido estas reflexio*
nes sobre la actualidad política nacional de entonces:
— "En aquellos días de violencia, de odio y de es*
"truendo, no veía Sigüenza la figura del hombre abo*
"rrecido. Un humo de hoguera, de polvo, lo cegaba.
"Pero muchos rugían: ¿Es que no veis cómo mira,
"cómo se ríe y álzala frente? Todo en él es reto exe*
"arable... Vino el reposo, la claridad del aire. Y aquel
"hombre ya no estaba. Sigüenza pensó:—Se han
"cumplido los anhelos de la multitud, ¿no comenza-
"rán ahora los tiempos de la timidez de las almas fe*
"lices? Para nuestra dicha sobraba un hombre, el cual
"ha desaparecido.
vn
"—Ha desaparecido —decían algunos—, pero
"¿y si volviese?
"— Y cómo ha de volver —replicaban los otros—.
"¿Por ventura faltará quien codicie y pueda matarlo?
"No, no; ellos no deseaban su muerte; pero era
"tan posible que sucediese, que la aceptaban como
"un hecho; y el "hecho" lo naturalmente realizable,
"tiene una mitigación en la ética de las muchedumbres"...
9*Le parece a Sigüenza que la ausencia, que in-
"quieta y se siente de un modo complejo y agudo y
"hondo, llega a confundirse con la presencia. Cuanto
"más se apartaba aquel hombre, más se le miraba y
"se oían sus pasos y se pronunciaba su nombre. La
"emoción de este hombre traspasó toda una raza que
"se cuidaba de él más que de sí misma, y le amaba y
"le aborrecía, como nos queremos y maldecimos a
**nosotros mismos".
El hombre a quien aluden esos párrafos, era mi
padre. Periférico al igual que Miró, nacido en cuna
mediterránea, pero también capaz como él de sentir
y de servir desde Castilla la unidad nacional, actúa*
ba en la política española no menos incomprendido
que Miró en nuestra literatura.
Fraternizadores así entrambos en ética, en esté»
tica, y en infortunio, hubieron de estimarse recíprocamente.
Escojo al azar, dos pruebas documentales,
entre las varias que piadosamente se conservan en
vm
el archivo familiar de los Miró y en el mió, heredado.
Extracto de una carta fechada en Barcelona, calle
Diputación, 339, 3.0 el 3 de agosto de 1914:
— "Sin merecimientos, ni crianza, ni gustos para
"la política, no he sentido nunca las tentaciones de
"ella. Si alguna figura de caudillo, digna de ser un'
"gida por toda una raza, quería yo trazarme y sentir
"con recogida emoción de artista, la suya, señor, era
"siempre la que se me aparecía en el cielo de España.
"Y ahora que los hombres menuditos que bullían
"a sus pies se han apartado para fugar a grandes y
"queda Vd. como un bronce glorioso en una soledad
"histórica augusta, todavía destaca su contorno y se
"oye su palabra con más honda pureza.
"Han traspasado su vida todos los dolores de la
"excelsitud en nuestra patria. Los pobres hombres se
"regocijan cuando llegan a una cumbre. Usted es la
"cumbre misma.
"Precisamente porque ni siquiera yo ignoro que
"de su nombre se ha formado la más inagotable bu
"bliografía española de encendidos conceptos, de ala*
"banzos y odios, y porque sé que no sirvo para la ob-
"jetiva aplicación de ninguna "buena nueva79, me per-
"mito estas lineas devotas"...
Devotas, efectivamente, como escritas para un
caído en desgracia.
Durante el verano de 1921 el derrumbamiento
militar de la Comandancia de Melilla en los campos
IX
de A nual, conmueve a España entera, y obliga a requerir
el concurso político de Maura, que sólo se echa
de menos cuando sobrevienen apuros nacionales. Llega
él a la capital urgentemente convocado por el Rey,
en la madrugada del 13 de agosto; jura a prima tarde
de ese mismo día, por quinta y última vez, el cargo
de Presidente del Consejo de Ministros y, con fecha
de 14, escribe a Miró este tarjetón autógrafo:
"Querido amigo: Al traerme a Madrid los tur*
"bios remolinos de los asuntos políticos, hallé sobre
"mi mesa el descaminado tomito EL ÁNGEL, EL MOLINO,
"EL CARACOL DEL FARO, que me prometo leer en los furtivos
respiros del oficio al cual he necesitado re-
"tornar".
"No recuerdo si cumplí o tenía pendiente, en me-
"dio de mis veraniegas andanzas de un lado para otro,
"el propósito que formé de felicitarle por el otro to-
"mito (NUESTRO PADRE SAN DANIEL) donde las seque-
"dades, esquinas espirituales, incomprensiones afee»
"Uvas, y mansas, aburguesadas y decorosas iniquida-
"des del fiero egoísmo humano, aparecen retratadas
"con implacable fidelidad. Por lo mismo que la fina
"observación de Vd. extrajo de la cotidiana vulgari-
"dad aquel zumo, y que en delgados hilillos hizo el
"tejido de aquella historia su pluma de maestro, el
"efecto es intenso. Salúdale.'A. Maura!9
La obra de Miró predilecta de mi padre, fué F I GURAS
DÉLA PASIÓN. Cuando supo al evocador de ellas
x
víctima zarandeada de la cerril mogigatería sacrista'
nesca, quebrantó su hasta entonces invariable norma
de no entremeterse, ni aun terciar amistoso, como director
de la Real Academia Española, en polémica
ninguna literaria, y escribió y suscribió esta opinión,
con destino a la publicidad...
— "No me causa maravilla que las personas muy
"versadas en lecturas piadosas y en meditaciones reco-
"gidas y cordialmente efusivas acerca de la Pasión,
"lean con extrañeza las páginas de Miró y noten como
"irreverencia el acto mismo de tomar los asuntos por
"el solo lado estético, aun tratándolos magistral y de-
"licadamente. Paréceme a mí que no se lesiona con
"esto la piedad de los creyentes, puesto que la pluma
"profana no pierde el respeto un solo instante; y no
"acierto a reputar vedada a la pluma una artística
"reproducción en que los pinceles de los más afama-
"dos pintores se ejercitaron siglo tras siglo, por en-
"cargo y bajo el patrocinio de las mayores autor id a-
"des de la Iglesia".
Dirigió Maura la Academia Española con prestigio
inquebratado hasta el fin de su vida, porque no
puso nunca el ascendiente presidencial al servicio de
parcialidad ninguna, ni siquiera de la suya propia. En
el concurso abierto para optar al Premio Fastenraht
correspondiente al año 1917, compitieron nada menos
que veintidós obras, de las cuales sólo dos quedaron
finalistas, como se dice hoy en la jerga deportiva. Fué
XI
la una, FIGURAS DE LA PASIÓN, y la otra, cierta en verdad
muy estimable novela, típicamente galdosiana. Nadie
ignoró en la udocta Casa" que el Director otorgaría su
voto a la primera; pero no se le sumaron sino cinco
académicos más, contra los once que decidieron por
mayoría la adjudicación del premio.
Las Academias no son en España, ni pueden ser
en ningún país, voltariamente vanguardistas. Cuantos
pensadores siguen rodadas tradicionales, ascienden
hasta esas Corporaciones mucho más llana y pronta*
mente que los innovadores de ideas estéticas o de
modos estilísticos, sea cual fuere el valor personal de
cada uno y el mérito de sus producciones respectivas.
Si el modernismo de Gabriel Miró puso en guardia
hostil a la grey beata, ¿cómo no había de chocar
con la inercia literaria de la generación anterior a la
suya, que ocupaba aún las eminencias intelectuales
y sociales? Quienes, al par que él, alcanzamos la mayoría
de edad en los primeros años de este siglo,
no pudimos obtener, ni aun precozmente, medallas
académicas sino a lo largo de su segunda o tercera
década, y al término de esta última perdimos para
siempre al maestro del idioma, de cuya coetaneidad
con nosotros tanto nos envanecíamos. El transcurso
de un breve lapso más, habría bastado con holgura
(aun sin nuevas admirables aportaciones) para que
la Academia decana, renovada en la casi fatalidad de
sus individuos de número desde 1917, llamara a su
XII
seno al literato innovador por votación unánime y
aun reparadoramente aclamatoria. Puedo afirmarlo
asi con pleno conocimiento de causa.
Cierto que el daño inferido a las letras españolas
por la incomprensión cortical y retardataria de
nuestro público lector, era ya irremediable. Defraudado
como precursor de una nueva interpretación
estética de fas SAGRADAS ESCRITURAS, notifica Miró a
mi padre su desistimiento, con fecha 10 de marzo de
1918, desde su nuevo domicilio barcelonés en Bonanova,
7:
"Las FIGURAS DE LA PASIÓN —declara allí su
"autor — no significan para mí un libro más, sino el
"principio de un estado de conciencia literaria y la
"primera jornada de un camino nuevo y costoso. Por
"eso yo no busqué el premio académico como un tér-
"mino, sino como un sostén para seguir caminando.
"Porfiadamente lo quise y he sido rechazado, de modo
"que son imposibles más intentos".
Pero no soy poeta ni novelista, sino historiador
por vocación exclusiva y sé bien cuan frecuentemente
ocurre que los precursores humanos en cualesquiera
trayectorias del espíritu o de la acción, sucumban
desventurados antes de llegar a la tierra prometida,
al punto de que su máximo consuelo se reduce alguna
vez a poder contemplarla próxima.
La popularidad trivial, remunerad ora de los
triunfos fáciles, es moneda de vellón, presto dilapi-
XIII
dada. El oro de la gloria no se acuña sino laboriosa
y pausadamente en la Ceca del tiempo; y el tiempo
extremó con Miró la avaricia cronológica, cortándole
la vida en la plenitud de sus fuerzas físicas y de su
talento preclaro. Mas como, a fuer de veraz es, a la
larga, justo, está retribuyéndole ahora con la mere*
cid a gloria postuma.
No llegué a cruzar la palabra de silla a silla con
mi tocayo inolvidable, sino algunos años después de
haber sufrido él su consabido fracaso académico. Advertí
que todavía no se lo explicaba. Sus ojos, varonilmente
claros y serenos, miraban de continuo panoramas
y horizontes sin haber reparado nunca, no
por miopes ni por présbitas, sino por absortos, en las
ineludibles realidades de la existencia. Me apliqué a
persuadirle de que la profesión literaria no puede
ser ascética, como la religiosa, ni ejercerse lucrativa'
mente desde señera torre de marfil. El místico no
necesita sino de Dios, mientras que el escritor ha
menester de sus congéneres humanos para zona de
reclutamiento de amigos y contertulios, de modelos
vivos y de clientela remuneradora. Pero si la tónica
divina es perennemente misericordiosa, la del mundo
propende a la interpretación peyorativa, e indulgente
a veces con la mediocridad, extrema siempre sus rencores
con la excelsitud, y no perdona jamás los desdenes
de la altivez, por nobles que sean y justificados
que estén.
XIV
Alguna mella debieron de hacer mis razones en
su ánimo (mezclada no obstante con irreprimibles
ensueños temperamentales), puesto que el n de agosto
de 1920 me escribía así, desde su recién instalado
albergue madrileño, en Rodríguez San Pedro, 46:
"Querido y admirado Gabriel Maura: Acabo
"de regresar de Barcelona. Creyendo muy remotas
"mis realidades burocráticas, decidí trocarme en
"hombre de negocios. No es que la calentura de la
"llanada de Castilla me haya torrado el cerebro, ni
"que, a estas horas, me llegue el contagio de las qui-
"meras y ambiciones crematísticas de Balzac; sino
"que antes de avillanar o de cansar mi Arte, deter-
"mino emprender una nueva ruta. Seré Agente de
"Seguros Marítimos, de Automóviles, de Incendios,
"etcétera, etc., un año, dos años, y ya casi rico, siquie-
"ra con la mediana hacienda del Caballero del Verde
"Gabán, me apartaré en una vieja casa mediterránea,
"con parral y todo, y allí me llamaré, me buscaré
"a mí mismo, y todavía he de encontrarme.
"¿No me dijo Vd„ amigo mío, que el estudio de
"los negocios y de sus hombres, integraban su pulso
"y su horizonte de observación, sin impedirle el re»
"cogimiento emocional de historiador? Vea Vd. cómo
"ha sido Vd. casi responsable del brinco de mi vida".
No se logró al poeta mediterráneo transformarse
en hombre de negocios madrileño; pero sí en burócrata,
inscrito en nómina presupuestaria del Minis-
XV
terio de Trabajo, primero, y del de Instrucción Pú.
blica, después, con intima y acerba rebelión de las
potencias de su alma. La voluntad, punzada y dolo*
rida, impuso tenaz a las otras dos el acerbo sacrificio
para provecho común, como lo revela este párrafo de
una carta del flamante covachuelista, enviada el 19
de enero de 1922, a Prudencio Rovira, Secretario y
confidente casi filial de Maura:
"Mis libros comenzados, otros recién nacidos, y
"esos otros recónditos en nuestra sangre, que nos lia*
"man, que nos golpean de sien a sien, esperan que yo
"me encuentre a mí mismo".
Gabriel Miró, protagonizado por Sigüenza, se
encontró al fin a sí mismo, en una vieja casa mediterránea,
con parral y todo, emplazada en Polop de la
Marina.uPolop, moreno y apretado con su torre como
"un cántaro de asas chiquitínas y la corona antigua
"de su cementerio".
De la raíz emocional de ese encuentro nació este
libro que se titula AÑOS Y LEGUAS. He aquí cómo:
"Veinte años de distancia equivalían a la edad
"sensitiva de este paisaje suyo, porque sólo desde ha-
"cía veinte años comenzó este paisaje a pasar y en-
"vejecer humanamente referido a su vida. Ahora al
"verse, se contemplaban en el tiempo y se pertenectan
.
La belleza del terruño natal le entra al ausente
recién retornado, por los cinco sentidos. Los nombres
XVI
de la toponimia comarcana le saben a fruta, "fruta
"que aunque la lleven otros terrenos, no es como la
"del frutal propio'*.
Las flores caídas de un jazminero, dispersas en
derredor del tronco, "cuajan el aire con su perfume
de novia". "Las sienes y los párpados de Sigüenza se
"le traspasaban de olor. Se le precipitó la disnea de
"beber ese olor sensual de castidad." Este cántico de
Gabriel Miró al levante alicantino armoniza deliciosamente
lirismos pictóricos, colorismos poéticos, auras
salobres, regustos epicúreos, voluptuosidad erótica,
piedad filial, ecos arcádicos de égloga y toques goyeseos
de macabro impresionismo.
Pero el hado de este libro le destinaba a ser canto
de cisne, y en una de sus páginas late vaticinador el
angustioso presentimiento:
"Dentro del atardecer le tiembla descuidada»
"mente.la vida» Un fino olor de tarde ya cansada; una
"gracia de flores pálidas; un tacto, una respiración
"de paisaje que se estremece de delicias, delicias que
"contienen la inocencia y la sensualidad, la promesa
"imprecisa y la congoja de la brevedad de la vida;
"todo sucediendo se sin conceptos. Campo suyo en su
"sangre, de su sangre antes de que cuajara en su cuer-
"po de Sigüenza» y después que se parara en su carne
"ya muerta. Predestinada y tradicionalmente, campo
"suyo y eternamente".
Al releer ahora AÑOS Y LEGUAS he vuelto a sentir
XVII
tan lancinante como el primer día, un dolor inicial
de pérdida irreparable. ¡Qué estúpidamente destructora
es la muerte cuando aniquila un cuerpo humano
dentro de cuya envoltura carnal, alienta todavía un
gran espíritu!
Se atribuye a Napoleón este impávido comentario
a la nutrida lista de bajas francesas que registraba
el boletín de una de sus victorias:
"¡Diez mil hombrest... ¡Bah! Carne de cañón...
En una noche de amor lo resarcen las mujeres de
París."
La frase me parece cínicamente marcial, y el
criterio monstruosamente absurdo. No creo que la
cantidad pueda suplir a la calidad en contingencia
ninguna; ni que las estadísticas demográficas reflejen
con exactitud, por sí solas, las vicisitudes históricas
de un pueblo. Cifran ellas acaso, sin error numérico,
ni de proporción, las natalidades y las defunciones
cotidianas; no discriminan el logro o el malogro del
útil rendimiento humano en la vida nacional.
¿Qué sabio matemático sería capaz de calcular
cuántos millares de hombres han de nacer en un país
cualquiera, e incluso en todo el orbe terráqueo, para
que pueda surgir de entre la muchedumbre de ellos
un solo Gabriel Miró?
EL DUQUE DE MAURA.
Madrid, 13 de enero de 1946.