jueves, 27 de abril de 2017

Manual de estilo de Azorín

Manual periodístico de Azorín


I.- Ser breve: No debe el periodista ser prolijo ni confuso; debe escribir breve; para escribir breve se necesita tiempo; se escribe largo cuando se dispone de poco tiempo y no hay lugar para acendramiento y la condensación. (...)

II.- Ser claro. Complemento de la concisión es la claridad. En vano ser breve si no se fuera también claro; es decir; comprensible, y en un momento, para todo el mundo. (,,,)

III. Exponer una sola idea. Con una sola idea hasta para un artículo. (...) El libro y el estudio de revista admiten muchas ideas; el artículo de periódico sólo necesita una. (...)

IV.- No ser erudito. O sea, no ufanarse ante el lector, para que el lector nos admire, de una erudición enfadosa. (...)

V.- No improperar. No hace falta para la exposición y propagación de un ideal, el improperio. Pierde fuerza con la invectiva el razonamiento. (...)

VI.- Contar lo que se ha visto. Fatalmente, sin que lo pueda evitar nadie, el periodista que narra algo prime en su relato cosas que él supone que conoce el lector. (.,.)

VII.- No tomar el peor partido porque el contrario tome el mejor. Máxima de Gracián es esta. No nos obcequemos; no sigamos el refrán que dice: “a tuerto o a derecho, nuestra casa hasta el techo”. (...)

VIII.- Insinuación y no exabrupto. No siempre se ha de atacar o explanar una doctrina bruscamente. (...)IX.- Reservar lo decisivo. Cuando se discute o explana una cuestión, no descubramos en el priemr intento todas nuestras razones. (...)

IX.- Reservar lo decisivo. Cuando se discute o explana una cuestión, no descubramos en el primer intento todas nuestras razones. (...)

X.- No usar series. El periódico es una hoja volandera y efímera; se lee y se abandona. Todo lo que en el día se le da al público debe ser acabado. (...).

Se puede estar más o menos de acuerdo con los principios del maestro monovero. Pero su estilo, de una limpieza y exquisitez absoluta, se ha extinguido en la actual profesión del Periodismo por la rigidez y explotación laboral del periodista. Vivimos ahogados por las agujas del reloj y, esta situación, deriva en la aniquilación de nuestra arma más preciada: el lenguaje. Como ejemplo, tomen en sus manos cualquier diario del mundo y atiendan a su redacción. Verán como, lejos de hipérboles y espejismos, todo lo que les relataba coincide con la realidad.

Esta es mi opinión que, ahora, comparto contigo. Si no estás de acuerdo, acepto todo tipo de impresiones personales.

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Juanjo Payá.