Que conste que no estoy de acuerdo con la sublevación militar
Se decretaría el cierre de la Academia General Militar que dirigía el
general Franco, creada en la Dictadura de Primo de Rivera de 1928, que
entendía como un nido de conspiraciones africanistas en la península contra la recién creada República que hubieron de jurar. Y
no se equivocaba. (Hecho todo al ordeno y mando, la soberbia de Azaña se puso de manifiesto, y humilló a los militares -obligándoles a jurar la República y adjurar de la monarquía de antaño (jurada en bandera)- que se vengaron que cuanto Azaña llegó la presidencia de la Segunda República el 10 de mayo de 1936. Quería un Ejército republicano, Lenin era una casa de muñecas al lado de Azaña).
Neutralizar políticamente al Ejército y ponerlo bajo el control de las Instituciones votadas por el Pueblo, como en otros sistemas europeos. Democratizar desde la base social los Ejércitos, estrechar el vacío entre mandos intermedios y oficiales. Separar de riesgos, como el propio Azaña diría al “enviar a Franco a mandar Baleares, donde estará más alejado de tentaciones”. Nunca fue lo suficientemente lejos.
Ignoraba Azaña que la conducta de un militar de carrera se baja en el honor, y en cuanto se toda su honor todo lo de más sobra y no importa hasta dar la vida con defenderlo.
LA REFORMA MILITAR DE AZAÑA
En 1931 el Ejército Español contaba con 16 divisiones a las que normalmente le habría bastado con
80 generales, pero tenía 800, y además tenía más comandantes y capitanes
que sargentos.11 Tenía 21.000 jefes y oficiales para 118.000 hombres 8 (Estaba sobre dimensionado por las guerras de Marruecos, en el norte del Rif, Annual 2021).
Para reducir el excesivo número de oficiales (el objetivo era conseguir un ejército peninsular de 105.000 soldados con 7.600 oficiales y el contingente de África estaría formado por 42.000 soldados y 1700 oficiales),12 el Gobierno Provisional a propuesta de Azaña aprobó el 25 de abril de 1931 un decreto de retiros extraordinarios en el que se ofrecía a los oficiales del Ejército que así lo solicitaran la posibilidad de apartarse voluntariamente del servicio activo con la totalidad del sueldo (pasando a la segunda reserva -prácticamente el retiro-). Si no se alcanzaba el número de retiros necesarios, el ministro se reservaba el derecho a destituir, sin beneficio alguno, a cuantos oficiales estimase oportuno. Casi 9.000 mandos (entre ellos 84 generales) se acogieron a la medida, aproximadamente un 40 % de la oficialidad (el mayor porcentaje de abandonos se produjo en los grados superiores), y gracias a esto Azaña pudo acometer a continuación la reorganización del Ejército, a lo bestia por decretos. Algunos historiadores señalan que políticamente fue una medida discutible porque no contribuyó a hacer un ejército más republicano, ya que una parte del sector más liberal de oficiales dejó en ese momento el servicio activo.14
Según el balance de la reforma de Azaña que ha hecho Francisco Alía Miranda, el número de generales y asimilados pasó de 190 en 1931 a 90 en 1932 y en cuanto a los jefes y oficiales su número se redujo en más de 8.000 pues se pasó de 20.576 a 12.373. No tocó a la Aviación que pasó a ser un cuerpo militar independiente del Ejército.
En marzo de 1932 las Cortes aprobaron una ley que autorizaba al ministro de la Guerra a pasar a la reserva a aquellos generales que durante seis meses no hubieran recibido ningún destino. Era una forma encubierta de deshacerse de aquellos generales (monárquicos) de los que el gobierno dudara de su fidelidad a la República.16 La misma ley disponía que los oficiales que hubieran aceptado el retiro establecido en el decreto de mayo de 1931 perderían sus pensiones si eran hallados culpables de difamación según la Ley para la Defensa de la República. Esta última medida levantó un vivo debate en las Cortes, ya que tanto Miguel Maura como Ángel Ossorio y Gallardo denunciaron la injusticia de la que podrían ser víctimas los alrededor de 5000 oficiales recientemente retirados que en un momento dado criticaran al Gobierno. Azaña respondió que sería intolerable para la República el tener que pagar a sus “enemigos”.17
Muchos años después el Generalísimo Francisco Franco hizo en privado el siguiente juicio sobre la Ley de Retiros de Azaña:18
La Ley de Retiros de Azaña, no estaba mal planeada ni era tan mala como se decía en aquella época; tenía el sectarismo de querer apartar de las filas del Ejército a la Oficialidad de ideales monárquicos; pero esto no se realizó, pues se retiraron los que quisieron y nos quedamos la mayoría.
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La reforma militar de Manuel Azaña [era ministro de la Guerra del 14 de abril de 1931-12 de septiembre de 1933) el conjunto de decretos aprobados entre abril y septiembre de 1931 [sin consenso con los militares a los que humilló] por el Gobierno Provisional de la Segunda República Española (que luego fueron refundidos y refrendados por las Cortes Constituyentes en la llamada “Ley Azaña”) y las leyes posteriores aprobadas por las Cortes a propuesta del Ministro de la Guerra Manuel Azaña, cargo que desde octubre de 1931 simultaneó con el de Presidente del Gobierno, y cuyo objetivo era modernizar y democratizar el Ejército español además de poner fin al intervencionismo militar en la vida política. Esta reforma de Azaña fue la única de las aprobadas durante el primer bienio que no fue cambiada por los gobiernos de centro-derecha del segundo.
El controvertido carácter de sus reformas, en conjunción con la Sanjurjada y los sucesos de Casas Viejas (provocada por los socialistas), llevaron a su dimisión en septiembre de 1933. Pese a ser arrestado tras la revolución de 1934, sin que pudiese ser acusado de ningún delito, Azaña vuelve a la vida política refundando su partido en Izquierda Republicana, el cual formará parte del Frente Popular en las elecciones de 1936.
El 16 de febrero de 1936 resultó vencedora el Frente Popular (una coalición de partidos de izquierda) por un ajustado número de votos, aunque en escaños la victoria fue rotunda. Inmediatamente, el presidente del Consejo, Manuel Portela Valladares, dimitió, y Azaña se hizo cargo del gobierno sin que las Cortes se hubiesen llegado a constituir.
El anunciado Golpe Militar
Con el trasfondo de una conspiración militar en marcha y una movilización obrera y campesina, Azaña encargó la presidencia del gobierno a Santiago Casares Quiroga, que formó uno exclusivamente republicanos, y entró en la dinámica institucional de su nuevo cargo, sin hacer mucho caso de todo lo que estaba fraguándose.49 Así, cuando el golpe de Estado se produjo, el gobierno se hundió casi inmediatamente. Casares Quiroga dimitió la tarde del 18 de julio y Azaña, desde el Palacio Nacional (actual Palacio Real, donde residia), encargó rápidamente al presidente de las Cortes, Diego Martínez Barrio, que formase un gobierno que incorporase a elementos de la derecha y que no incorporase a comunistas. Sin embargo, el PSOE, por boca de Indalecio Prieto (pero siguiendo la estrategia de Largo Caballero), se negó a participar en tal gobierno (división entre ellos). Con todo, el 19 por la mañana tenía formado un gobierno con miembros de Izquierda Republicana, Unión Republicana y el Partido Nacional Republicano (sin socialistas ni comunistas, por tanto).
Martínez Barrio llegó a hablar con algunos de los generales sublevados (Cabanellas y Mola), pero no hubo vuelta atrás. Además, tanto socialistas como anarcosindicalistas y comunistas, rechazaron también cualquier tipo de vuelta atrás y reclamaron las armas para hacer frente a la sublevación militar republicana, negándose a reconocer al nuevo gobierno. Martínez Barrio dimitió el mismo día 19. Azaña reunió, entonces, a los partidos con el objeto de buscar una solución satisfactoria para todos. Largo Caballero supeditó la participación socialista al reparto de armas a los sindicatos y a la licencia de todos los soldados (se convierten en milicianos). Azaña encargó entonces la formación del gobierno a José Giral Pereira (un famacéutico que no tenía ni idea de gobernar, amigo de Azaña), que formó uno exclusivamente republicano y que asumió el reparto de armas. El 23 de julio Azaña dirigió por radio una alocución al país en la que animó y agradeció su esfuerzo a los que defendían la República, reivindicando su legitimidad y condenando a sus agresores.
El levantamiento militar
¿Por qué causas se levantaron parte de su ejercito, ya republicanos desde la reforma de abril de 1931, contra el presidente Azaña? No se ha estudiado suficientemente los meses de febrero a julio del 36, Pero España se sumergió en los sótanos del desgobierno, robos, crímenes políticos (como el de Calvo Sotelo), huelgas, huida del capital y de la aristocracia... Todo venía ya de atrás como la quema de conventos, iglesias, y asesinatos de monjas y curas, con la complacencia de Alcalá Zamora, y de Manuel Azaña.
Los militares sublevado e incluso guardia civiles fueron detenido en barcos prisiones atracados en los puertos, y muchos generales como Manuel Goded y Álvarez Fernández y otros militares fusilados en los fosos del castillo de Monjuit, al día siguiente sin un juicio justo, por los republicanos. A principios de 1936, con el Frente Popular en el poder, su falta de sintonía con el nuevo gobierno motivó que fuera alejado de Madrid, siendo enviado como comandante general a Baleares, en la confianza de que esta jefatura (alejada de los grandes centros de poder y con pocas tropas a su mando) le impediría realizar alguna revuelta exitosa contra el gobierno.Implicado en la conspiración militar que dio lugar a la Guerra civil, Goded fue designado para hacerse cargo de la jefatura de la rebelión en Barcelona.8
Leer el siguiente texto: "Barcos que se convirtieron en checas en Cataluña":
https://www.larazon.es/memoria-e-historia/20201118/soujxmmkjfdvvodal7b2qwmyry.html
Manuel Azaña, el hombre de Moscú en España
Ramón Palmeral
En los años de primer de siglo XXI, estábamos tan tranquilos y olvidados de la guerra civil que hacía más de 60 años que había pasado para desgracia de todos los españoles, Cuando de pronto, y ante la debilidad política del presidente del gobierno socialista José Luis Rodríguez Zapatero se le ocurre sacar La ley 52/2007, de 26 de diciembre, de Memoria Histórica.
Llega otro “socialisto” en 2018 Pedro Sánchez y aprueba la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática. Cuyo preámbulo dice: “Desde el fin de las guerras civiles y conflictos mundiales que asolaron Europa en el siglo XX, y especialmente desde el Holocausto, el impulso de las políticas de memoria democrática se ha convertido en un deber moral que es indispensable fortalecer para neutralizar el olvido y evitar la repetición de los episodios más trágicos de la historia…” Y así estamos.
¿Qué han hecho ambas leyes? Desenterrar a los muertos y a los espíritus del pasado. Que han conseguido polarizar a la sociedad española en dos polos opuestos, y volver a las “dos Españas” de la Segunda República y la Guerra Civil, y aquí estamos anclados en el pasado de hace 87 años, y a la que hemos llegado, como se demuestra en estas elecciones del 23-J que estamos en un “empate técnico”.
Febrero del 36: Jauría de anarquista y falangistas revolucionarios
No es que yo esté en contra de hacerle cuentas a la Historia, sino que se ha de hacer justicia a los dos bandos, y no blanquear a unos y a satanizar a otros, sin un rigor de investigación, por ello, he acotado el mes de febrero del 36, el delas terceras elecciones republicanas, donde ya podían votar las mujeres.
El 14 de diciembre del 35 el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, nombra presidente del gobierno al centrista masón y consorte de la condesa de Brias, Manuel Portela, hombre clave de esta época. El 25 de enero del 36 se convocan elecciones generales de para el 16 de febrero y una segunda vuelta para el 1 de marzo. Portela será el presidente en funciones. Elecciones de listar abiertas consideradas por algunos historiadores como un “pucherazo” dan la victoria del Frente Popular, al día siguiente las hordas anarquistas toman las calles y asaltan las sedes de los partidos y redacciones de periódicos de derechas, queman iglesias, Gil Robles y los militares piden que se controle el orden público y se declare el estado de guerra y saquen a la Guardia Civil, a lo que Portela y Alcalá-Zamora se niegan, se acepta un estado de alarma por 8 días. La impunidad y la ausencia de las autoridades –los gobernadores civiles de Portela han huido- son causas siempre de rebeliones salvajes e incontroladas.
El día 19 de febrero Portela dimite, y le sucede Manuel Azaña (líder de Izquierda Republicana) y del conglomerado Frente Popular, una fórmula idea por Stalin, saltándose tanto Alcalá -Zamora como el propio Azaña el preceptivo nombramiento por la Comisión del Parlamento en funciones, es decir, que Alcalá-Zamora lo consiste, y en su dietario afirma que las elecciones fue un fraude, del que meses después fuera víctima al ser destituido por una moción de censura. Azaña forma gobierno con los más extremistas, excluyendo a los socialistas. El general Franco es nombrado comandante militar de Canarias para alejarlo de Madrid. Ese mismo día se proclama una Ley de Amnistía para los encarcelados autores de la revolución Asturias de octubre del 34 (incitada por socialistas y la UGT). Azaña fue detenido en Barcelona y encarcelado en el destructor Barcáiztegui, como instigador de lo del 34, pero fue sobreseído por falta de pruebas. Tenía en la cabeza el modelo de una revolución como de la Rusia de 1917. Azaña, era el hombre de Moscú en España. Son detenidos los militares republicanos del segundo bienio (CEDA) que sofocaron la rebelión de Asturias –el mundo al revés- como el general Eduardo López de Ochoa, que en agosto del 36 sería asesinado por milicianos mientras estaba convaleciente un hospital. Lluis Companys restituye la Generalitat de Cataluña. El general Emilio Mola es destinado a Navarra. Al realizarse la votación del 1 de marzo, y durante el recuento Azaña era presidente de gobierno, reforzaron la situación creada en la primera vuelta: el Frente Popular obtuvo ocho escaños.
Sublevación militar
Dando unos saltos en la cronología, salto al 24 de abril Dimite Alcalá-Zamora, presidente de la República, tras una moción de censura. Falangistas asesinan al magistrado de la audiencia Manuel Pedreguel. Al día siguiente unos milicianos asesinan a Anastasio de los Reyes, alférez de la Guardia Civil. Así entre disparo y disparos, y enfrentamientos entre sindicalistas de uno y otros bandos, el 10 de marzo es proclamando Azaña presidente de la republica (un intelectual y gran orador, soberbio y no dialogante), Santiago Casares será el presidente de gobierno. El 14 de marzo es detenido José Antonio Primo de Rivera fundador de la Falange. Hasta que el 13 de julio Guardias de Asalto asesinando el diputado de derechas Calvo Sotelo, y el vaso de la furia se desborda. La situación es España era de pistoleros y sicarios por todas partes y ajuste de cuentas. Parte del ejército republicano se subleva contra su propio gobierno ante la pasividad de éste, en controlar el orden público. Quiroga dijo: «Si los militares se quieren levantar, yo me voy a acostar». La noche del 18 e julio, Quiroga dimite, le sucede Martínez Barrios. El levantamiento militar fracasó en media España y especialmente en Madrid, por eso se inicia la guerra civil, lo demás es historia que dormita en los libros.
Dejo constancia que no estoy de acuerdo con la sublevación militar de julio del 36, por muy hartos que estuvieran los militares de la caótica situación de la II República, que no quiso escucharlos. Cuando no existe el diálogo aparece la confrontación.
Alicante, agosto de 2023