QUE NADA TE TURBE NI TE ESPANTE, por Ramón
Palmeral
Un
verano de 1982 en una de las columnas de la iglesia de Fuengirola leí estos
versos: «Nada te turbe,/ nada te espante,/todo se pasa…» que me impactó de tal
manera que me hizo mucho bien y me dio fortaleza mental por mucho tiempo
durante mi destino en Bilbao. Se me grabaron en la cabeza de tal forma que fue como
un amuleto de la suerte durante años ante las dificultades, y a la vez me daba
mucha fortaleza espiritual. Hasta hoy
[2015] no he sabido que así empieza el poema «Nada te turbe» de la santa y
poeta mística Santa Teresa de Jesús
(1515-1582). En definitiva, la síntesis es que no se puede perder la esperanza
porque es lo único que no podemos controlar, el destino es inescrutable.
Evidentemente ahora comprendo que
no podía ser más que una mensajera de Jesucristo la que como médium del
Altísimo, nos hiciera llegar estos versos divinos más que místicos. Porque las
palabras, aunque no lo creas, amigo mío, consuelan y te enaltecen. Las palabras tienen más importancia de
lo que un análisis sintáctico pudiera parecernos. La semántica estudia el significado de las expresiones lingüísticas. Por ello,
y como decía el maestro de la lengua Azorín
deberíamos de usar las palabras justas para componer una oración que conlleva
en sí una serie de imágenes. La palabra no es la cosa sino el significado de
ella, al decir «mesa» pensamos en una superficie sobre 4 patas, pero existen
miles de mesas diferentes según el diseño de cada artesano.
En estos tiempos terribles en lo
que vivimos amenazados por la pandemia, me veo obligado a hacer unos
comentarios sobre el COVID-19, que no
solo nos contagia, nos enferma y nos amenaza de muerte, sino no que es un
enemigo invisible y cierto, peligroso y real, que nos para tomárselo a bromas
porque es un guerra entre billones de virus, bacterias y otros genes; sin embargo, con
estos tres versos de la santa de Ávila debemos estar mentalizados a que todo
peligro pasará bien, como así fue cuando en el años 1982 yo tenía temor el
terrorismo que asesinaba con tiros en la nuca, con decenas de asesinatos al año.
Yo estaba en Castellón, lejos de la barbarie terrorista, del rayo y del trueno,
pero tenía que ir forzoso por un destino; pero tenía en mi cabeza una fortaleza
mental: «Nada te turbe,/ nada te espante,/todo se pasa…», y es cierto «todo se
pasa», y es tan cierto como otra frase de mi cosecha propia: «Todo dolor pasa»,
porque si no pasara, te puedes morir, pero es que ni la muerte es terrible
porque existen otra vida más allá.
El que nada te turbe te anima a ver las cosas
con otra perspectiva, que nada te turbe ni te aturda, por muy terrible que sean
los destinos. Que es como decir que te tomes las cosas con calma, que dudes
antes de decidir, y te enfrentes a las cosas con fe en uno mismo, puesto que la
fortaleza interior es siempre una coraza contra todo enemigo visible e invisible. Entonces yo a mis
35 años no estaba dispuesto a perder la razón ni el ánimo, y sobre todo a no
tener miedo, cuando en la lejanía se escuchaba el estallido de las bombas.
Alejar el miedo de ti supone que nada te turbe la visión de la realidad, que no
es tan fiera como nos la pintan, de aquí otra frase: «No es el león tan fiero
como nos lo pintan», simplemente para armarte de valor. Porque el valor no es
la ausencia de miedo, sino la forma de superar el miedo. Turbar significa
también perderte en ti mismo, porque en realidad, nuestros pensamientos son los
mayores enemigos de nosotros mismos, de aquí procede el origen de la ansiedad,
la de un miedo que puede ser irracional, o no cierto.
Hay quien es fuerte mentalmente, una forma de
engañarse a uno mismo, la de ser valiente como las consignas de fuerza, valor y
coraje. Susan Gale dijo: «A veces no
te das cuenta de tus propias fortalezas hasta que te encaras con tu mayor
debilidad».
Uma mañana estando nadando en la piscina,
una nadadora, que esperaba en turno de salida me dijo «¡Venga valiente!». Salí
nadando como un delfín o como si me hubieran instalado un motor en el trasero, me dice un par de largos sin enterarme, lleno
de gran energía. ¿Qué pasó?, simplemente que esas palabras ejercieron en mi subconsciente como pura
dinamita goma-2.
Por ello, la semántica nos habla del
poder de las palabras según dónde se coloquen o en el contexto en que las
recibamos. También tienen su importancia según quien nos la diga, depende de si
es un jefe superior, un subordinado, un empleado, un apreciado amigo o un
enemigo, que siempre los tenemos, aunque a veces no se perciben sus soslayados
ataques. Alejar los miedos consiste en
controlarlos.
Aturdir es confundir, sentir momentos de
dudas en los que no sabemos qué decisión tomar. Por ello, has de estar
entrenado, alerta, para conocer y distinguir cuales son las situaciones de la
vida que te estresa, preocupaciones que te ponen nervioso, para saber
reaccionar acertadamente. Normalmente te pones nervioso y dubitativo cuando has
de exponer tu prestigio personal al juicio de los demás, bien hablando en
público, examinándote, dando una conferencia o en una reunión de negocios donde
has de mostrar detalladamente un producto, para lograr ventas, que es lo mismo
que conseguir clientes o seguidores.
Todo arte u oficio requiere una
formación, una preparación, no solo técnica sino de comportamiento. No es lo
mismo la formación que pueda recibir un comercial, un policía, un médico, una
cajera de supermercado, o una directiva de una multinacional. Para ello se
hacen cursos de formación o perfeccionamiento para que las situaciones adversas
a las que se ha de enfrentar el profesional ni le turben, ni le aturdan, ni le
confundan.
Por lo comentado anteriormente ciertas
frases que tengamos como amuletos, nos servirán como armas, nos fortalecerán
psicológicamente, porque todo pasa, nada te turbe, todo llegará a la normalidad.
Ramón Palmeral para El Monárquico, desde
Alicante
12 de abril de 2020