Resumen
El artículo postula la existencia de una afinidad electiva entre la Teoría de Sistemas de Niklas Luhmann y la Antropología Filosófica Alemana (AFA), afinidad que traería a la luz (a-letheia)
un ‘punto ciego’ del funcionalismo de la equivalencia que se coloca en
la antítesis del mentado antihumanismo luhmanniano. A la pregunta que el
mismo sociólogo alemán se planteaba: ¿qué autoproyección del hombre
está detrás de las suposiciones del pensamiento funcionalista?, se
respondía: el hombre como solucionador de problemas en un sentido trascendental. Tesis antropológica central de la AFA. Así como en Goethe afinidad electiva
dice de una ‘nueva composición’ teórica con materiales prexistentes, en
el caso que nos ocupa, tales materiales preexistentes tendrían
domicilio conocido, de modo que la originalidad de Luhmann estaría en
una nueva composición de categorías de una tradición antropológica muy
desarrollada en su época y país. La nueva composición luhmanniana toma
forma, al menos, en los siguientes desplazamientos argumentales: de la
distinción hombre/entorno a la distinción sistema/entorno; del giro a la
contingencia al giro a la doble contingencia; de la complejidad y su
reducción en la AFA a la complejidad y su reducción en la teoría de
sistemas; de las categorías de autorreferencia y de autoobservación a la
teoría del observador; del descentramiento de lo humano y del mundo al
descentramiento de la sociedad; del funcionalismo de la AFA al
funcionalismo de la equivalencia.
Introducción
Hablar de afinidad electiva no constituye una novedad en la investigación sociológica. Introducida por Goethe en Las afinidades electivas,
su fructífera recepción en el campo de la sociología se inscribe en el
diálogo con la literatura; diálogo propiciado por "la coincidencia que
se da a veces (…) entre la obra sociológica y la literaria a la hora de
abordar –cada una con sus medios o su método– un determinado tema u
objeto de estudio" (Fuster 2009:62). Goethe dirá que una afinidad electiva
dice tanto de una separación como de "una nueva composición" (Goethe
2000:28), con lo que puede comprender como una relación simbólica que
desborda el campo semántico de los elementos que se ponen en relación en
un lenguaje diferente. Y tal tipo de relación no causalista es la que
Weber plausibiliza entre la ética protestante y el ‘espíritu’ del
capitalismo al responder la interrogante de "si se puede encontrar y en
qué puntos, una determinada afinidad electiva entre ciertas formas de fe
religiosa y la ética profesional" (Weber 2003:107). En términos
luhmannianos la búsqueda de afinidades electivas encuentra su
sustento en el método de equivalentes funcionales, en tanto que
pretender "una absoluta incomparabilidad [entre teorías] revela siempre
falta de fantasía teórica" (Luhmann 1997:101).
¿Por
dónde iniciar un ejercicio de fantasía teórica con la obra del
sociólogo alemán? Por cierto, no al interior de la tradición conceptual
de la sociología, sino fuera; camino obligado para un teórico que se
propone "revolucionar el paradigma de la teoría de la sociedad" (Luhmann
2007:40). Los desarrollos de la teoría de sistemas, de la cibernética,
de la biología, de las ciencias cognitivas, de la teoría de la
comunicación, de la teoría la evolución, de la lógica matemática y de la
filosofía, serían los campos de exploración extra muros. La lectura de una obra temprana de Luhmann, Ilustración sociológica y otros ensayos,
despertó nuestra fantasía teórica y nos indujo a pensar que en ella, en
el esfuerzo intelectual de liberar el concepto de función de todo
lastre de causalidad, nuestro autor ofrecía una clave hermenéutica
fructífera, condensada en el epítome ‘pensamiento funcionalista’.
El
interrogante que él mismo formula: "¿qué autoproyección del hombre está
detrás de las suposiciones del pensamiento funcionalista?" (Luhmann
1973:57), sumado a su tesis de que "mucho antes de que el hombre
concibiera investigar empíricamente su pensamiento como proceso de la
solución de problemas, se consideró solucionador de problemas en un
sentido trascendental y puso como base las suposiciones fundamentales de
la teoría sociológica" (Luhmann 1973:57), nos llevaron a indagar por el
origen de esa peculiar comprensión de lo humano. Es así que la metáfora de lo humano, subyacente en el funcionalismo de la equivalencia luhmanniano, esto es, el ser humano como solucionador de problemas en un sentido trascendental, nos llevó a encontrarnos con un filón inexplorado: la Antropología Filosófica Alemana (AFA).
La Antropología Filosófica Alemana
La
Antropología Filosófica Alemana (AFA) tiene una larga historia, que se
remonta a Herder y Hegel, conectando en el siglo XIX Feuerbach, Marx y
Nietzsche. Sus inmediatos antecedentes están en la aplicación del método
fenomenológico a la antropología filosófica en los últimos trabajos de
Max Scheler. La expresión "antropología filosófica" comienza a ser usada
por autores como Max Scheler y Helmuth Plessner, para significar una
nueva ‘philosophia prima’ que genere una nueva síntesis entre los
desarrollos científicos y humanistas sobre el hombre. Más allá de si
(con Habermas) se puede hablar o no de diversas antropologías
filosóficas, es reconocible un "Core Identity of Philosophical
Anthropology" (Fischer 2009:153). Core Identity que se distingue
por: su referencia teórica interna a la investigación prevalentemente
biológica, desde donde se abre a otros desarrollos disciplinarios
incluida la sociología; su convergencia en considerar la vida como
"‘círculo de funciones’ entre un organismo y su entorno" (Fischer
2009:164); su comprensión del ser humano como "una criatura acabada solo
a medias por la naturaleza" (Landmann citado en Raulet 2009:100), en
virtud de lo cual el hombre no crea ‘la’ cultura, sino que crea una cultura y las culturas, precisamente porque es ‘no fijado’, ‘culturalmente polimorfo’, contingente en sus modus vivendi (Landmann) y su "enfoque evolucionista" (Sobrevilla 2006:112).