domingo, 31 de marzo de 2019

La Palmera Imperio de Elche lleva el nombre por una anécdota de la Emperatriz Isabel de Austrio y duquesa de Baviera

 

 
(Busto e la Emperatriz en el Huerto del Cura, obra de José Sánchez Lozano)

 

120 años con Sissi en Elche y Alicante)

22.11.2014 | 23:48   /Información
 
En este otoño se cumplen 120 años de la visita que la emperatriz Elisabeth hizo a Elche. La impronta de su visita fue tan sonada que aún en nuestros días se siguen escuchando sus ecos.
La realidad de la emperatriz es la antítesis de lo que el cine nos mostró en la famosa película «Sissi», protagonizada por la malograda Romy Schneider. Elisabeth padecía de frecuentes desequilibrios emocionales que ella misma temía, a sabiendas de los casos de locura presentes en su familia. Por los motivos que fuesen, la realidad es que, en completo desacuerdo con las rígidas normas de la corte de Viena, Elisabeth se rebeló contra el protocolo, apartó de su vida lo que para ella eran absurdas normas cortesanas, y simple y llanamente huyó de allí. Enfrascada en viajes, buscó la libertad fuera de la encorsetada corte imperial a bordo de su yate. Amante a ultranza de la naturaleza, era una vegetariana convencida.

Obsesionada por conservar su figura comía frugalmente. Medía 1,72 metros, y controlaba su peso a diario, para mantenerlo entre los 45 y los 50 kilos. Realizaba largas caminatas y era amante de la equitación y de sus perros. Admiradora de Heine, llevaba con frecuencia en la mano sus poesías a modo de breviario. Era por el contrario enemiga de los fotógrafos, lo que explica los escasos documentos fotográficos que poseemos de ella pese a estar esa técnica ya generalizada. Hoy podríamos decir de ella que fue una real ecologista, una real feminista y hasta una real personalidad rara. En cualquier caso, una adelantada para su época.

El motivo de traerla hoy aquí es porque Sissi estuvo en Elche y dio nombre a la más famosa de todas sus palmeras. Como su visita a la ciudad tuvo como destino el huerto del Capellán Castaño, conozco el hecho con detalle y quiero relatarlo para que todos sepamos con certeza como sucedieron los hechos.
Durante el otoño del año 1894 la emperatriz viajaba en su yate, el Greiff, después de haber estado en la isla de Mallorca donde se había detenido para visitar a su primo, el archiduque Luis Salvador. Cuando navegaba rumbo a Marsella, le sorprendió un temporal y el barco tuvo que refugiarse en el entonces pequeño puerto de Alicante. De riguroso incógnito, y acompañada tan solo por algunos amigos desembarcó en la ciudad. Allí, le llevaron a comer a la conocida fonda de Bossio, situada en la Rambla, en los aledaños de lo que hoy es el Banco de España. Tras una sobria comida vegetariana, el posadero le ofreció granadas como postre. A la emperatriz le sorprendió mucho el excelente sabor de aquellas granadas, y le dijo a Bossio que le enviara algunas cajas al barco. Se las pagó espléndidamente y todavía, de regreso a Viena le envió como agradecimiento una condecoración.

Tras cerrar el trato, la emperatriz preguntó el origen de esa fruta que tanto le había gustado. Le respondieron que eran de la vecina Elche, donde además existía un gran bosque de palmeras. Y Sissi, tan amante de la naturaleza mostró su deseo de visitar aquel palmeral milenario, de manera que ese mismo día y por ferrocarril se trasladó a Elche. Para no cansarla por maltrechos caminos, le condujeron directamente a visitar un huerto y eligieron el del capellán Castaño, bien poblado de palmeras y en el que además había un raro ejemplar al que le habían nacido a dos metros del suelo tantos hijuelos que le llamaban la palmera de los ojos, o «dels ulls».

Sabemos que a su llegada al huerto, la emperatriz vestía de amarillo claro y se protegía del sol con una sombrilla del mismo color. Su aspecto era de una exquisita elegancia. Por entonces tenía 57 años. Su delgadez aumentaba su estatura cuando se entrevistó con el capellán Castaño, que en aquel momento no comprendió la grandeza de la mujer que tenía delante, mostrándose torpe y atolondrado.
Poco a poco el capellán fue tomando confianza y se fue rompiendo el hielo. En mal francés, haciendo de intérprete seguramente alguno de los acompañantes de la Emperatriz, el cura Castaño cumplió como anfitrión y mostró su casa y su huerto a la real visitante. Cuando se detuvieron ante la rara palmera, la emperatriz quedó muy sorprendida. La observó detenidamente y le dio la vuelta. Finalmente dijo a su dueño estas palabras: «Mosén Castaño, esta palmera tiene una fuerza digna de un imperio. Debería usted ponerle un nombre».
No debe sorprendernos la admiración que la palmera causó en la emperatriz. Por entonces era un ejemplar muy joven que estaba en el apogeo de su belleza simetría y vigor, como lo demuestra la fotografía que de ella se hizo durante el Eclipse, seis años más tarde.

Terminada la real visita, el cura Castaño comenzó a caer en la cuenta que la señora a la que acababa de despedir era nada menos que la Emperatriz de Austria , y dándole vueltas y más vueltas a las palabras que había pronunciado ante su palmera, decidió que la denominaría Palmera Imperial. Así fue y así sigue siendo después de transcurridos 120 años.

No tenemos noticia oficial de esa visita, puesto que se realizó de incógnito. Sabemos que a uno de los marineros del yate se le escapó que «a bordo viaja un personaje real». Y a través de la obra «Elisabeth, la emperatriz enigmática», de Egon Cesar Conte, biógrafo exhaustivo de Sissi, sabemos que ésta tuvo necesidad de refugiarse en dos ocasiones en el puerto de Alicante, una por haber embarrancado su yate, y otra por haberla sorprendido una terrible tempestad cuando se dirigía a Marsella con destino a Cap Marti, en Montecarlo.

Los detalles de su estancia en el Huerto del Cura le fueron relatados a mi padre y a mi abuelo por el cura capiallán  José Castaño Sánchez. A su vez, mi padre lo dejó escrito. Éstas han sido mis fuentes.
Desde aquel otoño de 1894 y sin necesidad de que se cumplan aniversarios, la Emperatriz Elisabeth está presente todos los días en el Huerto del Cura al lado de la palmera a la que dio su nombre. Su busto, obra del escultor José Sánchez Lozano, recuerda a diario aquella visita que es parte consustancial de la historia del Huerto del Cura, de la Palmera Imperial y de Elche entero.

..............................Averai del Greiff..............................
 Sissí, la Emperatriz viajera, visito España en varias ocasiones. En 1892 estuvo de incógnito en Valencia y un año más tarde en Sevilla y Cádiz. En 1894, el yate de la emperatriz, el Greiff, debido a una avería  hace una escala en Alicante, mientras reparan el yate la emperatriz visita el  Palmeral y su extraña palmera. De esta visita no existen más datos que el testimonio del Capellán Castaño , dueño del huerto, quien personalmente hará de ilustrador y acompañante de tan egregio personaje y que aprovechará la simpatía y los elogios de la Emperatriz para dedicarle y nominar a la extraña palmera como Palmera Imperial.