Mucha demanda tiene el tema de ser orador o
hablar en público. Ello se debe sin duda a la necesidad que las personas
tenemos de hablar en público o en grupo de amigos. A todos nos aterra hablar en
público, porque tenemos quedar en ridículo, lo cual es una evidente angustia de
adelantar el temor. Algunos crío hablan sin parar porque no tiene miedo a que
nadie le reprenda, es la base educativa,
no reprender al niño orador. Pero esto, por lo general, no es así mandamos callar
constantemente el crío para que no nos moleste, y a la vez estamos creando a un
tímido e incluso hasta tartamudo. A los críos deben hablar todo lo que les
parezca, y encima ensalzarlos, es el caso de los niños cantantes prodigios, se
les aliente y anima a que canten en público, otros no serían capas están aterrados,
porque nosotros los hemos aterrados por imponerles una disciplina autoritaria
en la obediencia.
Dicho esto, tenéis ante vosotros a un crío
atemorizado desde la infancia, que no podía hablar en casa, en el colegio, ni
en ninguna parte pública. Y que salió un gran tímido. Pero a partir de los cuarenta años me impuse
el deber de poder hablar en público con fluidez, gracia y armonía. Es decir, a
aprender a ser un orador como lo hiciera Demóstenes en su Filípicas contra Filipo de Macedonia en el senado, porque Demóstenes
además era tartamudo.
Me compré varios libros de cómo ser orador,
pues debía aprender la técnica. Una técnica que casi nunca es innata. Los
mejores políticos aprenden a hablar en público. Ir a la Universidad no es
suficiente para hablar bien y que se te entienda el pensamiento. Porque la palabra
es el instrumento del pensamientos. Todas las personas que dedican a la política
hacen cursos para aprender a hablar y comunicar, pues hay tres C fundamentales:
Comunicar, convencer y conmover, e incluso en puede agregar emocionar. El
presidente Omaba de los EE.UU., es un claro ejemplo de los que dieron uno de
estos cursos, lo hace tan bien que no es espontáneo, sino adquirido, por
ejemplo usa una de la reglas: Hablar lento y con aplomo girando la cabeza a
izquierda y derecha para que todos los espectadores reciban su dosis de mira
del orador. Y a lo mejor, como dicen los libros de oratoria no mira a los ojos,
sino a un palmo por encima de las cabezas.
Porque, lo que un orador ha de que practicar en la concentración mientras
habla, y es el de pensar que allí frente no tienes a nadie, y estás hablando
solo. ¿Y cómo se consigue esto? Practicando. Para superar las fobias la única
receta eficaz, es la de exponerte al objeto desagradable, lo que se llama
«exposición gradual a lo temido». Por
ello uno de los ejercicios que se recomiendan es escribir lo que se va a decir,
y leerlo delante de un espejo, y corregirte. A nadie aconsejaría que se pusiera
a hablar en público o dar una conferencia sin haberla escrito primero y estudiártela
y hace esquemas, reduciendo el texto hasta memorizar el esquema. Porque el
orador en el momento que está en el atril o en el estrado o en la cámara es
quien tiene las palabras, y nadie sabe que hay en su cabeza. Otro asunto diferente
son los comunicados institucionales, discursos académicos o científicos, que se
deben leer pues una palabra equivocada puede
provocar conflictos o errores insalvables.
No es que yo tenga buena memoria cuando
doy una conferencia, es que me la he aprendido y la tengo en la cabeza, no improviso,
sé de lo que hablo. Una de las practicas que quien pretende ser orador ha de
hacer, es aprenderse poemas de memoria, y recitarlos en público, esto se llama
ser rapsodas. Los conozco muy buenos y todo me dice lo mismo: «Has que suelto
el primer verso estoy nervioso». Todos los poemas no poetas nerviosos, pero
cuando se llevan años recitando en público se convierte en una droga. Y estás
deseando que llegue el próximo recital para salir a por todas.
Tú también puedes ser un gran orador si prácticas
y le echas valor, nadie se va a reír de ti, peor lo tengo yo que posee acento
andaluz, no vocalizo muy bien y encima estoy cojo y me tengo que sentar, o si me
quedo de pie, me tengo que apoyar el muslo del pie en una mesa. Nuestra palabra es nuestra tarjeta de
presentación. Y con práctica te darás cuenta que es una más de las artes: la
oratoria, por lo tanto es una más de tus zonas de éxitos.
La oratoria es un ciencia de comunicación, que tine especialistas. También están los debates de comunciación de la univesidaddes, donde los alumnos practican la oratoria.
La oratoria es un ciencia de comunicación, que tine especialistas. También están los debates de comunciación de la univesidaddes, donde los alumnos practican la oratoria.
Ramón Fernández Palmeral (escritor, poeta y conferenciante en Alicante).
Pasar los números anteriores
Pasar al nº 25.
Pasar los números anteriores
Pasar al nº 25.