martes, 30 de agosto de 2016

Apartado 20 de mi próximo libro "Tus zonas de éxitos".








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EL ARTE DE HABLAR EN PÚBLICO



    Mucha demanda tiene el tema de ser orador o hablar en público. Ello se debe sin duda a la necesidad que las personas tenemos de hablar en público o en grupo de amigos. A todos nos aterra hablar en público, porque tenemos quedar en ridículo, lo cual es una evidente angustia de adelantar el temor. Algunos crío hablan sin parar porque no tiene miedo a que nadie le reprenda, es  la base educativa, no reprender al niño orador. Pero esto, por lo general, no es así mandamos callar constantemente el crío para que no nos moleste, y a la vez estamos creando a un tímido e incluso hasta tartamudo. A los críos deben hablar todo lo que les parezca, y encima ensalzarlos, es el caso de los niños cantantes prodigios, se les aliente y anima a que canten en público, otros no serían capas están aterrados, porque nosotros los hemos aterrados por imponerles una disciplina autoritaria en la obediencia.

    Dicho esto, tenéis ante vosotros a un crío atemorizado desde la infancia, que no podía hablar en casa, en el colegio, ni en ninguna parte pública. Y que salió un gran tímido.  Pero a partir de los cuarenta años me impuse el deber de poder hablar en público con fluidez, gracia y armonía. Es decir, a aprender a ser un orador como lo hiciera Demóstenes en su Filípicas contra Filipo de Macedonia en el senado, porque Demóstenes además era tartamudo.

    Me compré varios libros de cómo ser orador, pues debía aprender la técnica. Una técnica que casi nunca es innata. Los mejores políticos aprenden a hablar en público. Ir a la Universidad no es suficiente para hablar bien y que se te entienda el pensamiento. Porque la palabra es el instrumento del pensamientos. Todas las personas que dedican a la política hacen cursos para aprender a hablar y comunicar, pues hay tres C fundamentales: Comunicar, convencer y conmover, e incluso en puede agregar emocionar. El presidente Omaba de los EE.UU., es un claro ejemplo de los que dieron uno de estos cursos, lo hace tan bien que no es espontáneo, sino adquirido, por ejemplo usa una de la reglas: Hablar lento y con aplomo girando la cabeza a izquierda y derecha para que todos los espectadores reciban su dosis de mira del orador. Y a lo mejor, como dicen los libros de oratoria no mira a los ojos, sino a un palmo por encima de las cabezas.

     Porque, lo que un orador ha de que practicar en la concentración mientras habla, y es el de pensar que allí frente no tienes a nadie, y estás hablando solo. ¿Y cómo se consigue esto? Practicando. Para superar las fobias la única receta eficaz, es la de exponerte al objeto desagradable, lo que se llama «exposición gradual a lo temido».  Por ello uno de los ejercicios que se recomiendan es escribir lo que se va a decir, y leerlo delante de un espejo, y corregirte. A nadie aconsejaría que se pusiera a hablar en público o dar una conferencia sin haberla escrito primero y estudiártela y hace esquemas, reduciendo el texto hasta memorizar el esquema. Porque el orador en el momento que está en el atril o en el estrado o en la cámara es quien tiene las palabras, y nadie sabe que hay en su cabeza. Otro asunto diferente son los comunicados institucionales, discursos académicos o científicos, que se deben leer pues una palabra equivocada  puede provocar conflictos o errores insalvables.

     No es que yo tenga buena memoria cuando doy una conferencia, es que me la he aprendido y la tengo en la cabeza, no improviso, sé de lo que hablo. Una de las practicas que quien pretende ser orador ha de hacer, es aprenderse poemas de memoria, y recitarlos en público, esto se llama ser rapsodas. Los conozco muy buenos y todo me dice lo mismo: «Has que suelto el primer verso estoy nervioso». Todos los poemas no poetas nerviosos, pero cuando se llevan años recitando en público se convierte en una droga. Y estás deseando que llegue el próximo recital para salir a por todas.

   Tú también puedes ser un gran orador si prácticas y le echas valor, nadie se va a reír de ti, peor lo tengo yo que posee acento andaluz, no vocalizo muy bien y encima estoy cojo y me tengo que sentar, o si me quedo de pie, me tengo que apoyar el muslo del pie en una mesa.  Nuestra palabra es nuestra tarjeta de presentación. Y con práctica te darás cuenta que es una más de las artes: la oratoria, por lo tanto es una más de tus zonas de éxitos.
La oratoria es un ciencia de comunicación, que tine especialistas. También están los debates de comunciación de la univesidaddes, donde los alumnos practican la oratoria. 

Ramón Fernández Palmeral (escritor, poeta y conferenciante en Alicante).

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