martes, 15 de agosto de 2023

Elecciones febrero 1936 en España, por José Luis Guerrero

 

Elecciones febrero 1936 en España.


"Casi todos los gobernadores de Portela han huido, abandonando las provincias. En algunas, también se ha marchado el secretario del Gobierno. No hay autoridades en casi ninguna parte y la gente anda suelta por las calles". (Memorias de Azaña. 19/02/1936)

Quien escribió estas líneas acababa de ser investido Presidente del Gobierno español tras las elecciones de febrero de 1936, habiendo tenido que aceptar, deprisa y corriendo, el nombramiento que le ofreció el Presidente de la República.

Alcalá-Zamora se saltó a la torera todo el procedimiento legal de traspaso de poderes.

Te lo resumo: tres días después de las elecciones, sin terminar el escrutinio oficial, sin celebrarse la segunda vuelta, y sin esperar a la preceptiva convocatoria de nuevas Cortes.

Elecciones febrero 1936 en España.

Azaña —pienso— era consciente del lío en el que se estaba metiendo, mira si no lo que escribía a su cuñado (de gira en sudamérica) un día después del singular nombramiento: “resulta que el Gobierno republicano nace, como el 31, con chamusquinas. El resultado es deplorable. Parecen pagados por nuestros enemigos”.

Hay que tener muy presente que la gente "suelta por las calles” eran las huestes obreristas de los socios de Azaña en el "Frente Popular": se estaban dedicando a asaltar las cárceles para liberar a los que cumplían condena por el golpe de Estado de 1934.

Pronto le siguieron incendios de iglesias ("chamusquinas" según apunta Azaña con un cinismo a la altura de las circunstancias), asaltos a periódicos, y sedes de los partidos “enemigos del pueblo”.

Manifestación frente a la cárcel modelo de Madrid exigiendo la liberación de los presos al día siguiente de las elecciones. ("La agonía de España", 1936)

A los que seguro que no les llegaba la camisa al cuerpo, eran los representantes de la derecha.

Imaginaros como estaría el ambiente, que la derecha no solo aceptó sin rechistar el imprevisto nombramiento de Azaña, es que además votaron a favor de su primer acto de gobierno: un improvisado decreto de amnistía para dar apariencia legal a las excarcelaciones.

Si no me crees, mira lo que escribió Don Manuel en su diario:

"Tienen tanto miedo que, si no llevase el proyecto de ley a la Diputación de las Cortes, acabarían por venir a pedírmelo." (Memorias de Azaña, día 20/feb/1936)

(Para los legos en derecho político: la Diputación de las Cortes ejerce las funciones del Parlamento cuando este se encuentra cerrado).

Según la Constitución, Portela Valladares debía entregar el Poder el 16 de Marzo, una vez que se constituyeran las nuevas Cortes y después de dar cuenta al Parlamento de su gestión durante el proceso electoral.

Pero una vez que Portela vio fracasado el proyecto de fabricarle un partido al Presidente, y en vista de que no paraban de llegar telegramas al Ministerio alertando del tsunami de violencia que crecía por España, os decía que al viejo tránsfuga le dio un soponcio y presentó la dimisión.

Portela dejó a los funcionarios encargados del escrutínio en manos de las turbas.

Después de una campaña electoral repleta de mítines en los que se prometia a voz en grito vendetta contra los responsables de represión tras la revolución de Asturias, cualquiera era el guapo que les metía ahora en cintura sabiendo que podían gobernar en breve. 

Portela dejó tirado el Poder “como si me entregase las llaves de un piso alquilado”, le escribió (con mucha intención) Azaña a su cuñado.

Francisco Galán (instructor de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas) arenga a una multitud frente al Ministerio de Interior al día siguiente de las elecciones. (Ahora. 18/02/1936)

Así se entiende mejor por qué ningún partido dijo "ni mu" cuando don Niceto le pasó la patata caliente a Manuel Azaña.

Como cabeza de cartel del Frente Popular, hasta los fascistas coincidieron en que Azaña era el político con más posibilidades de evitar que las masas se lanzaran a la calle a imponer su santa voluntad.

Mira si no lo que escribió José Antonio Primo de Rivera en "Arriba": un elogioso artículo anunciando que había llegado la hora de Azaña "frente al triste pantano cedoradical del último bienio".

La resurrección de Manuel Azaña en las elecciones de 1936.

Llegados a este punto, conviene conocer la trayectoria política de Manuel Azaña desde que tuvo que dejar del Poder a finales de 1933.

Puedes creerme o no, pero te aseguro que tras el descalabro electoral de las elecciones de 1933, pocos españolitos hubieran apostado un duro a que Azaña volvería a gobernar algún día.

Salió del gobierno totalmente desprestigiado, en Madrid no le votó ni la familia, y si consiguió escaño, fue gracias a que su amigo Indalecio Prieto le cedió un puesto en las listas del P.S.O.E. por Bilbao.

A lo largo de 1934 adoptó un perfil bajo, sin apenas actividad parlamentaria. Renunció al típico "recurso del pataleo" que solo hubiera servido para desgastar más su imagen y, a la chita callando, se dedicó a construir un nuevo partido: Izquierda Republicana. 

Izquierda Republicana se construyó sobre los escombros de la antigua Acción Republicana, al que se fueron sumando a lo largo del 34 otros naufragios de las elecciones del 33: el ala más izquierdista del partido radical-socialista y la O.R.G.A., los galleguistas de su inseparable amigo Santiago Casares Quiroga.

Don Manuel recorría España, buscando apoyos, cuando el golpe de estado independentista de Cataluña le pilló en una situación muy comprometida: el día anterior se había dejado ver reunido con los dirigentes de la Generalidad y lo habían detenido escondido en el domicilio de un alto funcionario de la Generalidad. 

Tomó las uvas en un barco-prisión del puerto de Barcelona.

Sin embargo, paradójicamente, este momento marca el inicio de su resurrección política.

Veréis.

Azaña recibe la visita de su mujer estando preso en el destructor Sanchez Barcaiztegui.

A principios de 1935 el Supremo sobreseyó su caso por falta de pruebas.

La comisión de investigación parlamentaria a la que posteriormente le sometió el Gil-Lerrouxismo resultó estéril. Lo de siempre: solo sirvió para convencer a los que ya estaban convencidos, a cambio de coronarlo con la aureola de mártir injustamente perseguido entre sus acólitos.

Una gira de mítines multitudinarios "en campo abierto" por obra y gracia de la U.G.T., que movilizaba ex profeso a sus masas para hacerle la clac (sus discursos promediaban 3 horas de oratoria florida y se me hace difícil imaginar a un obrero aguantando de buena gana sus sermones).

El caso es que la gira le sirvió para volver a llenar titulares y ponerlo de nuevo en el candelero.

Esta reseña del periódico "El Socialista" del 10/02/34 demuestra lo que acabo de decir: para "evitarle peticiones que no podrán ser atendidas" el periódico informa que se han agotado las entradas para el primer mitin de Azaña tras las elecciones.

La formación del Frente Popular en las elecciones españolas de 1936.

A la facción más templada del socialismo (encabezada por Indalecio Prieto) le interesaba potenciar una figura del izquierdismo liberal y burgués. La presencia de Azaña mitigaba el repelús que generaba entre sectores del electorado progre, el marxismo violento y revolucionario de Largo Caballero.

El Lenin español y sus nuevos amigos comunistas (andaban en negociaciones para fundirse en un solo partido) seguían en modo avión con la lucha de clases y dictadura del proletariado y no atendían a razones.

En el P.S.O.E. andaban a hostia limpia prietistas con caballeristas (Besteiro influía menos que un pin de nevera), sin embargo todos coincidían en que la absurda Ley electoral imposibilitaba que el partido pudiera ganar en solitario las elecciones.

La ley electoral les forzaba a presentarse en coalición.

Era vital no espantar a las clases medias progresistas y moderadas, tocaba reeditar una nueva coalición republicano-socialista como en las elecciones de 1931

Azaña primero pergueñó una coalición exclusivamente de partidos republicanos de izquierda, a saber: además de la mencionada Izquierda Republicana, se sumó Unión Republicana (formada por los tránsfugas que Martínez Barrio arrancó al Partido Radical de Lerroux en 1934) y el Partido Nacional Republicano de Sanchez Román (formado con los restos de liquidación de la intelectualoide  “Agrupación al Servicio de la República”).

Los socialistas se unieron a finales de 1935, tras una espinosa negociación, en la que los republicanos aceptaron la exigencia impuesta por Largo Caballero de que entraran también los comunistas.

Precisamente fue el P.C.E. quien puso de moda el término “Frente Popular”, un término que ya venían utilizado en Francia por consignas de Moscú.

Los Frentes Populares eran la nueva idea de Stalin, una "fórmula transitoria" para frenar el “fascismo” y, ya de paso, derrotar a la burguesía utilizando sus mismas armas electorales.

Jorge Dimitroff (secretario general de la Komintern) la describía en sus discursos como la “táctica del caballo de Troya”.

El Frente Popular tenía franquicia propia en Cataluña: “Front d' Esquerres” que agrupaba a las izquierdas catalanas en torno a E.R.C.

Bien.

Las elecciones de 1936 se convirtieron en un plebiscito sobre la revolución de Octubre, como las del 31 lo fueron sobre la monarquía.

Aunque la coalición se presentó con un único programa electoral, lo cierto es que cada uno se rascaba con sus propias uñas: los marxistas se comprometieron a dar sus votos, pero se negaron de antemano a formar parte del futuro gobierno.

Para ellos (no lo ocultaban) las elecciones eran “una gran batalla revolucionaria” que abriría “el camino para acciones de tipo superior” (Mundo Obrero, 21/01/1936).

Puesto que el Gobierno iba a estar constituido exclusivamente por republicanos burgueses, estos obtuvieron bastantes más candidatos en las listas de lo que justificaban sus pobres resultados en las elecciones de 1933.

Los del Partido Nacional Republicano se pusieron nerviosos con las exigencias de los “bolchevizantes” (como se decía en la época); una cosa era aceptar de boquilla su negativa a renunciar a la revolución y otra muy distinta que se negaran a disolver a sus milicias.

Total, que en último momento se salieron del Frente Popular.

En cambio si recibieron el apoyo de los anarquistas. Estos eran de tradición abstencionista, tradicionalmente se habían negado a colaborar con la organización estatal “opresora”, pero ahora les convenía apoyar la amnistía que preconizaba el Frente Popular.

El programa electoral del Frente Popular.

La prueba histórica de que la coalición era una mayonesa mal ligada la encontramos en el propio programa electoral del Frente Popular.

Acordaron un texto (enlace a pdf) cargado de buenas intenciones, donde lo realmente llamativo es el énfasis que pusieron los republicanos burgueses en plasmar lo que rechazaban de sus socios marxistas.

Mira.

Los republicanos no aceptan el principio de la nacionalización de la tierra y su entrega gratuita a los campesinos solicitada por los delegados del Partido Socialista [...]

no aceptan el subsidio de paro, solicitado por las representaciones obreras [...]

no aceptan las medidas de nacionalización de la banca propuestas por los partidos obreros [...]

no aceptan el control obrero solicitado por la representación del Partido Socialista…..”

Sin embargo, tanta salvedad no constituyó obstáculo para que el "acuerdo" de programa fuera todo un éxito: sirvió para engatusar a la burguesía progre y hacer frente a un centro-derecha etiquetado en bloque como “fascista”.

Todo en orden.

Elecciones febrero 1936 y el "Frente de derechas".

Si se le veían las costuras a la coalición de izquierdas, no menos absurdo era el popurrí de partidos que constituyeron el "Frente de derechas", también conocido como “Frente antirrevolucionario”.

Como ya he mencionado, la Ley Electoral favorecía descaradamente las mayorías y la casta política estaba dominada el instinto de conservación.

Entre la derecha, la C.E.D.A. era el partido mayoritario y mejor implantado en la geografía nacional. Gil-Robles ("El Jefe") se encontró en posición ventajosa para negociar las listas electorales con el resto de partidos antimarxistas.

Habían acabado como el rosario de la aurora tras las elecciones de 1933 y esta vez ni siquiera se molestaron en presentar un programa electoral conjunto.

En realidad no era una alianza de gobierno. Se trataba de una candidatura con el eslogan “contra la revolución y sus cómplices”, en la que cada uno tiraría por su lado al día siguiente de las elecciones.

Puro cambalache.

No había ningún tipo de compromiso para después de las elecciones. Se trataba de una coalición "anti": los votantes sabían lo que rechazaban (el marxismo), pero no les quedaba claro a favor de qué votaban.

La lluvia destiñó este arrogante cartel de "El Jefe" en la Puerta del Sol causando rechifla entre los madrileños.

Confecionarion unas listas electorales a varias bandas, como dijo Gil Robles: “adaptadas a las peculiaridades de cada provincia”.

Te explico.

— En unas candidaturas se presentaban los democristianos de la C.E.D.A. junto con candidatos del "Bloque nacional", que eran monárquicos de corte autoritario y antiparlamentario.

El "Bloque Nacional" estaba a su vez constituido por monárquicos de dos ramas dinásticas diferentes: carlistas y alfonsinos que históricamente se habían llevado a matar pero ahora se presentaban juntos.

— En otras provincias, la muy mucho católica C.E.D.A. se presentaba con los republicanos de Miguel Maura, el mismo que había expulsado de España al cardenal Segura y asistido impávido a la quema de iglesias del 31, siendo Ministro de Interior del primer Gobierno provisional.

— En otras circunscripciones, los de Gil-Robles se presentaban con los radicales de Lerroux de ascendencia masónica y anticlerical. Habían sido sus principales socios de gobierno en el último bienio hasta que el escándalo del Straperlo hizo trizas la coalición.

— Y en otras candidaturas, la C.E.D.A. iba coaligada con el partido Agrario. Ambos partidos se habían hecho republicanos de ocasión después de las elecciones de 1933 a cambio un plato de carteras ministeriales.

— El puzzle se completaba con el "Front Català d'Ordre": la franquicia catalana de la derecha, encabezada por la "Lliga Catalanista" (antes "regionalista") de Cambó.

Cambó era tan nacionalista como Companis, y del estatuto catalán solo deploraba no haberlo firmado él.

Un sudoku.

*   *   *

Mientras el electorado de izquierdas acudió a las urnas ilusionado con un programa electoral encabezado por la amnistía y readmisión de obreros y funcionarios despedidos por su participación en la revolución de Asturias, el electorado de derechas tuvo que votar tapándose la naríz: a nadie se le escapaba que Gil Robles había tenido todo un año para acabar con el peligro revolucionario que ahora prometía erradicar.

Carteles de propaganda electoral en las elecciones de 1936
"Contra la revolución y sus cómplices": principal eslogan de la coalición antimarxista.

El pucherazo de las elecciones de 1936.

La derecha aceptó el improvisado nombramiento de Azaña, pensaron que se trataba de algo provisional para tapar el vacío de Poder dejado por Portela, que no afectaría al recuento electoral.

Já.

Como dice el refrán: el que a sí mismo se capa, buenos cojones se deja, y los republicanos se pusieron a gobernar como si ya hubieran ganado las elecciones.

A pesar del tranquilizador discurso de investidura de Azaña, radiado a toda España, en el que se presentó como un hombre enérgico y responsable dispuesto a mantener el país en orden:

«Nosotros no hemos venido a presidir una guerra civil; más bien hemos venido con la intención de evitarla»

Decía que la marcha de Portela no acabó con la violencia política, al contrario, la extrema izquierda se vino arriba.

Aumentaron los escraches en torno a edificios oficiales, las ocupaciones de ayuntamientos, los motines en las cárceles (los presos comunes se sumaron a la fiesta), nuevas “chamusquinas” de iglesias, y asaltos a sedes de partidos, periódicos, domicilios sociales de la patronal y círculos agrarios. 

Y el nuevo gobierno pasó a calificar los disturbios como "expresiones de júbilo popular" y responsabilizar de la violencia a las "provocaciones fascistas".

Bien.

 Asaltos a comercios e incendios en Puente de Vallecas ("La agonía de España", 1936).

Los hechos: once gobernadores civiles abandonaron precipitadamente sus puestos por coacciones, con un balance de 16 muertos y 36 heridos graves en las primeras 48 horas de nuevo gobierno.

Este es el ambiente de normalidad democrática en que se realizó el escrutinio de las elecciones de 1936.

No se que pensarás, pero hoy día las garantías de imparcialidad parecen escasas.

*   *   *

Desde que Javier Tusell señaló por primera vez en los 70 la existencia de un pucherazo (en realidad utilizó otro término), la discusión historiográfica no se centra ya tanto en su existencia (que pocos historiadores ponen en duda), si no su verdadera dimensión: en qué medida ayudó (o no) a configurar la mayoría absoluta del Frente Popular.

No me gusta extenderme en este galimatías que tanto gusta a los oxpertos en Historia. Habría que meterse en un análisis pormenorizado por circunscripciones, que tampoco no se comprende sin conocer previamente el galimatías de la ley electoral de 1933, no me atrae, y tampoco es el objeto de este artículo.

Cifras sobrescritas para dar votos al Frente Popular en una plantilla de la Junta Provincial del Censo de Jaén. (Sacado del último trabajo sobre las elecciones de 1936 de Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García)

Ahora bien, eres muy libre de  creer que el recuento electoral fue impoluto en aquel ambiente de escraches y coacciones.

No voy a ser yo quien prohiba la libertad de pensamiento como pretende la Ley de desmemoria Democrática.

El pensamiento no delinque.

Faltaría más.

*   *   *

Ahora bien.

Si nos centramos solo en cuántos de nuestros abuelos votaron rojo y cuántos azul, las elecciones de 1936 en España resultaron en realidad un empate técnico.

Las izquierdas subieron un millón y medio de votos respecto del batacazo de 1933, mientras que las derechas solo consiguieron mejorar el resultado en 700.000 votos (al aumento de de participación, se sumó un incremento del censo).

Cuatro millones cuatrocientos y pico mil españoles votaron al Frente Popular, mientras que otros cuatro millones cuatrocientos y poco mil votó al Frente Antimarxista.

Los votos restantes (cerca de seiscientos mil) fueron a parar a un variopinto grupo de partidos (desde el PNV hasta Falange), de los cuales, la mitad fueron a parar al chiringuito centrista de Portela Valladares

— Primero la ley electoral, por su disparatada forma de convertir los votos en escaños.

— Segundo, los atropellos en el escrutinio de varias provincias.

— Tercero, la anulación de abusiva de 12 actas por obra y gracia de la comisión parlamentaria encargada de dirimir las actas protestadas (la ley electoral había hurtado esta función al Tribunal Supremo).

— Y finalmente la repetición de elecciones en Cuenca y Granada, donde primero ganó el Frente de derechas, y en la repetición arrasó la izquierda (así de cambiante era el electorado).

Decía que estos cuatro factores convirtieron un empate técnico en un arrasador triunfo parlamentario de las izquierdas: 263 escaños fueron para el Frente popular, 156 para el Frente de derechas y 54 para el centro.

En la primera sesión de la legislatura se escuchó "La Internacional" por primera vez en la historia del Parlamento Español.

Una vez más se impuso el "trágala" de la más rancia tradición española.

Pero lo peor fue que el nuevo Gobierno de Azaña continuó a remolque de las presiones de sus socios marxistas. Hasta tal punto, que el propio Azaña se cansó de sufrir desplantes y vejaciones de los que le habían ayudado a ganar las elecciones, y abandonó el gobierno solo tres meses después de haberlo aceptado.

Una huida hacia adelante que lo convirtió en Presidente de la República. Pero eso lo cuento en otro capítulo de esta Crónica política de la 2ª República

lunes, 14 de agosto de 2023

Elecciones fraudulentas en febrero del 36 en Málaga. Republica ilegal de Frente Popular

 

Málaga

El día 20 debían abrirse de nuevo 57 colegios de la capital malacitana. Se disputaban nada menos que 29.000 votos. Los resultados del día 16 favorecieron con holgura al FP. Por eso resulta un misterio que la coalición cambiara de candidato (práctica legal), el socialista Luis Dorado, que tenía que sacar 13.000 votos de diferencia respecto del cedista para asegurar su escaño. Militantes del FP ocuparon en la víspera la sede del Gobierno Civil y sustituyeron al gobernador por un concejal afín. Lo mismo hicieron en el Ayuntamiento y la Diputación. El nuevo gobernador clausuró las sedes de la CEDA y Falange y detuvo a varios afiliados. Finalmente, el cedista Emilio Hermida retiró su candidatura (lo que no impedía que fuera votado). Hubo disturbios y tiroteos, pero votó todo el mundo: unos 29.000 censados. Casi 28.000, al socialista Dorado. Es decir, el error de permitir el anarquismo revolucionario. Ni el presidente Quiroga ni Azaña hacían nada para evirarlo,

Málaga fue liberada por los nacionales en febrero de 1937.

Más información en El Mundo, 2017

 https://www.elmundo.es/cronica/2017/03/12/58c3b8bb46163f9f338b457d.html

 

 El centrista Portela, presidente del gobierno en funciones le cede el cargo a Azaña, sin el refrendo de las Cortes. Por lo tanto, su auto nombramiento era ilegal. En España reinará desde febrero la anarquía revolucionaria, los asesinados y las huelgas. El fracaso del golpe Estado, en España el 19 de julio del 36, da inicio a la guerra civil.

 El presidente del gobierno en funciones entregó antes de tiempo el poder a la coalición ganadora del Frente Popular, sin esperar a que se celebrara la segunda vuelta de las elecciones (prevista para el 1 de marzo). Así, Manuel Azaña, el líder del Frente Popular, formaba gobierno el miércoles 19 de febrero que, conforme a lo pactado, solo estaba integrado por ministros republicanos de izquierda (nueve de Izquierda Republicana y tres de Unión Republicana, más uno independiente, el general Carlos Masquelet, ministro de la guerra). Sin socialistas. Una de las primeras decisiones que tomó el nuevo gobierno fue alejar de los centros de poder a los generales más antirrepublicanos: el general Goded fue destinado a la Comandancia militar de Baleares; el general Franco, a la de Canarias; el general Mola al gobierno militar de Pamplona. Otros generales significados, como Orgaz, Villegas, Fanjul y Saliquet quedaron en situación de disponibles.​ Sin embargo esta política de traslados no serviría para frenar la conspiración militar y el golpe que finalmente se produjo entre el 17 y el 18 de julio, e incluso en algún caso, como el del general Franco, les hizo aumentar su rechazo al gobierno de Azaña al considerar su destino a Canarias como una degradación, una humillación y un destierro.34

domingo, 13 de agosto de 2023

La brutal reforma militar de Azaña en 1931

 Que conste que no estoy de acuerdo con la sublevación militar

                                   (Arenga de Azaña a los generales)

Se decretaría el cierre de la Academia General Militar que dirigía el general Franco, creada en la Dictadura de Primo de Rivera de 1928, que entendía como un nido de conspiraciones africanistas en la península contra la recién creada República que hubieron de jurar. Y no se equivocaba.  (Hecho todo al ordeno y mando, la soberbia de Azaña se puso de manifiesto, y humilló a los militares -obligándoles a jurar la República y adjurar de la monarquía de antaño (jurada en bandera)- que se vengaron que cuanto Azaña llegó la presidencia de la Segunda República el 10 de mayo de 1936. Quería un Ejército republicano, Lenin era una casa de muñecas al lado de Azaña).

Neutralizar políticamente al Ejército y ponerlo bajo el control de las Instituciones votadas por el Pueblo, como en otros sistemas europeos. Democratizar desde la base social los Ejércitos, estrechar el vacío entre mandos intermedios y oficiales. Separar de riesgos, como el propio Azaña diría al “enviar a Franco a mandar Baleares, donde estará más alejado de tentaciones”. Nunca fue lo suficientemente lejos.

 Ignoraba Azaña que la conducta de un militar de carrera se baja en el honor, y en cuanto se toda su honor todo lo de más sobra y no importa hasta dar la vida con defenderlo.

 LA REFORMA MILITAR DE AZAÑA

En 1931 el Ejército Español contaba con 16 divisiones a las que normalmente le habría bastado con 80 generales, pero tenía 800, y además tenía más comandantes y capitanes que sargentos.11​ Tenía 21.000 jefes y oficiales para 118.000 hombres 8​ (Estaba sobre dimensionado por las guerras de Marruecos, en el norte del Rif, Annual 2021).

Para reducir el excesivo número de oficiales (el objetivo era conseguir un ejército peninsular de 105.000 soldados con 7.600 oficiales y el contingente de África estaría formado por 42.000 soldados y 1700 oficiales),12​ el Gobierno Provisional a propuesta de Azaña aprobó el 25 de abril de 1931 un decreto de retiros extraordinarios en el que se ofrecía a los oficiales del Ejército que así lo solicitaran la posibilidad de apartarse voluntariamente del servicio activo con la totalidad del sueldo (pasando a la segunda reserva -prácticamente el retiro-). Si no se alcanzaba el número de retiros necesarios, el ministro se reservaba el derecho a destituir, sin beneficio alguno, a cuantos oficiales estimase oportuno. Casi 9.000 mandos (entre ellos 84 generales) se acogieron a la medida, aproximadamente un 40 % de la oficialidad (el mayor porcentaje de abandonos se produjo en los grados superiores), y gracias a esto Azaña pudo acometer a continuación la reorganización del Ejército, a lo bestia por decretos. ​ Algunos historiadores señalan que políticamente fue una medida discutible porque no contribuyó a hacer un ejército más republicano, ya que una parte del sector más liberal de oficiales dejó en ese momento el servicio activo.14

Según el balance de la reforma de Azaña que ha hecho Francisco Alía Miranda, el número de generales y asimilados pasó de 190 en 1931 a 90 en 1932 y en cuanto a los jefes y oficiales su número se redujo en más de 8.000 pues se pasó de 20.576 a 12.373. No tocó a ​ la Aviación que pasó a ser un cuerpo militar independiente del Ejército.

En marzo de 1932 las Cortes aprobaron una ley que autorizaba al ministro de la Guerra a pasar a la reserva a aquellos generales que durante seis meses no hubieran recibido ningún destino. Era una forma encubierta de deshacerse de aquellos generales (monárquicos) de los que el gobierno dudara de su fidelidad a la República.16​ La misma ley disponía que los oficiales que hubieran aceptado el retiro establecido en el decreto de mayo de 1931 perderían sus pensiones si eran hallados culpables de difamación según la Ley para la Defensa de la República. Esta última medida levantó un vivo debate en las Cortes, ya que tanto Miguel Maura como Ángel Ossorio y Gallardo denunciaron la injusticia de la que podrían ser víctimas los alrededor de 5000 oficiales recientemente retirados que en un momento dado criticaran al Gobierno. Azaña respondió que sería intolerable para la República el tener que pagar a sus “enemigos”.17

Muchos años después el Generalísimo Francisco Franco hizo en privado el siguiente juicio sobre la Ley de Retiros de Azaña:18

La Ley de Retiros de Azaña, no estaba mal planeada ni era tan mala como se decía en aquella época; tenía el sectarismo de querer apartar de las filas del Ejército a la Oficialidad de ideales monárquicos; pero esto no se realizó, pues se retiraron los que quisieron y nos quedamos la mayoría.

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 La reforma militar de Manuel Azaña [era ministro de la Guerra del 14 de abril de 1931-12 de septiembre de 1933) el conjunto de decretos aprobados entre abril y septiembre de 1931 [sin consenso con los militares a los que humilló] por el Gobierno Provisional de la Segunda República Española (que luego fueron refundidos y refrendados por las Cortes Constituyentes en la llamada “Ley Azaña”) y las leyes posteriores aprobadas por las Cortes a propuesta del Ministro de la Guerra Manuel Azaña, cargo que desde octubre de 1931 simultaneó con el de Presidente del Gobierno, y cuyo objetivo era modernizar y democratizar el Ejército español además de poner fin al intervencionismo militar en la vida política. Esta reforma de Azaña fue la única de las aprobadas durante el primer bienio que no fue cambiada por los gobiernos de centro-derecha del segundo.

 El controvertido carácter de sus reformas, en conjunción con la Sanjurjada y los sucesos de Casas Viejas (provocada por los socialistas), llevaron a su dimisión en septiembre de 1933. Pese a ser arrestado tras la revolución de 1934, sin que pudiese ser acusado de ningún delito, Azaña vuelve a la vida política refundando su partido en Izquierda Republicana, el cual formará parte del Frente Popular en las elecciones de 1936.

 El 16 de febrero de 1936 resultó vencedora el Frente Popular (una coalición de partidos de izquierda) por un ajustado número de votos, aunque en escaños la victoria fue rotunda. Inmediatamente, el presidente del Consejo, Manuel Portela Valladares, dimitió, y Azaña se hizo cargo del gobierno sin que las Cortes se hubiesen llegado a constituir.

El anunciado Golpe Militar 

 Con el trasfondo de una conspiración militar en marcha y una movilización obrera y campesina, Azaña encargó la presidencia del gobierno a Santiago Casares Quiroga, que formó uno exclusivamente republicanos, y entró en la dinámica institucional de su nuevo cargo, sin hacer mucho caso de todo lo que estaba fraguándose.49​ Así, cuando el golpe de Estado se produjo, el gobierno se hundió casi inmediatamente. Casares Quiroga dimitió la tarde del 18 de julio y Azaña, desde el Palacio Nacional (actual Palacio Real, donde residia), encargó rápidamente al presidente de las Cortes, Diego Martínez Barrio, que formase un gobierno que incorporase a elementos de la derecha y que no incorporase a comunistas. Sin embargo, el PSOE, por boca de Indalecio Prieto (pero siguiendo la estrategia de Largo Caballero), se negó a participar en tal gobierno (división entre ellos). Con todo, el 19 por la mañana tenía formado un gobierno con miembros de Izquierda Republicana, Unión Republicana y el Partido Nacional Republicano (sin socialistas ni comunistas, por tanto).

Martínez Barrio llegó a hablar con algunos de los generales sublevados (Cabanellas y Mola), pero no hubo vuelta atrás. Además, tanto socialistas como anarcosindicalistas y comunistas, rechazaron también cualquier tipo de vuelta atrás y reclamaron las armas para hacer frente a la sublevación militar republicana, negándose a reconocer al nuevo gobierno. Martínez Barrio dimitió el mismo día 19. Azaña reunió, entonces, a los partidos con el objeto de buscar una solución satisfactoria para todos. Largo Caballero supeditó la participación socialista al reparto de armas a los sindicatos y a la licencia de todos los soldados (se convierten en milicianos). Azaña encargó entonces la formación del gobierno a José Giral Pereira (un famacéutico que no tenía ni idea de gobernar, amigo de Azaña), que formó uno exclusivamente republicano y que asumió el reparto de armas. El 23 de julio Azaña dirigió por radio una alocución al país en la que animó y agradeció su esfuerzo a los que defendían la República, reivindicando su legitimidad y condenando a sus agresores. 

El levantamiento militar 

¿Por qué causas se levantaron parte de su  ejercito, ya republicanos desde la reforma de abril de 1931, contra el presidente  Azaña? No se ha estudiado suficientemente los meses de febrero a julio del 36, Pero  España se sumergió en los sótanos del desgobierno, robos, crímenes políticos (como el de Calvo Sotelo), huelgas, huida del capital y de la aristocracia... Todo venía ya de atrás como la quema de conventos, iglesias, y asesinatos de monjas y curas, con la complacencia de Alcalá Zamora, y de Manuel Azaña.

Los militares sublevado e incluso guardia civiles fueron detenido en barcos prisiones atracados en los puertos, y muchos generales como Manuel Goded y Álvarez Fernández y otros militares fusilados en los fosos del castillo de Monjuit, al día siguiente sin un juicio justo, por los republicanos. A principios de 1936, con el Frente Popular en el poder, su falta de sintonía con el nuevo gobierno motivó que fuera alejado de  Madrid, siendo enviado como comandante general a Baleares, en la confianza de que esta jefatura (alejada de los grandes centros de poder y con pocas tropas a su mando) le impediría realizar alguna revuelta exitosa contra el gobierno.Implicado en la conspiración militar que dio lugar a la Guerra civil, Goded fue designado para hacerse cargo de la jefatura de la rebelión en Barcelona.8

Leer el siguiente texto: "Barcos que se convirtieron en checas en Cataluña":

https://www.larazon.es/memoria-e-historia/20201118/soujxmmkjfdvvodal7b2qwmyry.html

 

Manuel Azaña, el hombre de Moscú en España

 

Ramón Palmeral

 

En los años de primer de siglo XXI, estábamos tan tranquilos y olvidados de la guerra civil que hacía más de 60 años que había pasado para desgracia de todos los españoles,  Cuando  de pronto, y ante la debilidad política del presidente del gobierno socialista José Luis Rodríguez Zapatero  se le ocurre sacar La ley 52/2007, de 26 de diciembre, de Memoria Histórica.

 

Llega otro “socialisto” en 2018 Pedro Sánchez  y aprueba la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática. Cuyo preámbulo dice: “Desde el fin de las guerras civiles y conflictos mundiales que asolaron Europa en el siglo XX, y especialmente desde el Holocausto, el impulso de las políticas de memoria democrática se ha convertido en un deber moral que es indispensable fortalecer para neutralizar el olvido y evitar la repetición de los episodios más trágicos de la historia…” Y así estamos.

 

¿Qué han hecho ambas leyes? Desenterrar a los muertos y a los espíritus del pasado. Que han conseguido polarizar a la sociedad española en  dos polos opuestos, y volver a las “dos Españas” de la Segunda República y la Guerra Civil, y aquí estamos anclados en el pasado de hace 87 años, y a la que hemos llegado,  como se demuestra en estas elecciones del 23-J que estamos en  un “empate técnico”.

 

Febrero del 36: Jauría de anarquista y falangistas revolucionarios

 

No es que yo esté en contra de hacerle cuentas a la Historia,  sino que se ha de  hacer justicia a los dos bandos, y no blanquear a unos y a satanizar a otros, sin un rigor de investigación, por ello, he acotado el mes de febrero del 36, el delas terceras elecciones republicanas, donde ya podían votar las mujeres.

 

El 14 de diciembre del 35 el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, nombra presidente del gobierno al centrista masón y consorte de la condesa de Brias, Manuel Portela, hombre clave de esta época. El 25 de enero del 36 se convocan elecciones generales de para el 16 de febrero y una segunda vuelta para el 1 de marzo. Portela será el presidente en funciones.  Elecciones de listar abiertas consideradas por algunos historiadores como un “pucherazo”  dan la victoria del Frente Popular, al día siguiente las hordas anarquistas toman las calles y asaltan las sedes de los partidos y redacciones de periódicos de derechas, queman iglesias,  Gil Robles y los militares piden que se controle el orden público y se declare el estado de guerra y saquen a la Guardia Civil, a lo que Portela y Alcalá-Zamora  se niegan, se acepta un estado de alarma por 8 días. La impunidad y la ausencia de las autoridades –los gobernadores civiles de Portela han huido-  son causas siempre de rebeliones salvajes e incontroladas.

 

El día 19 de febrero Portela dimite, y le sucede Manuel Azaña (líder de Izquierda Republicana) y del conglomerado Frente Popular, una fórmula idea por Stalin,  saltándose tanto Alcalá -Zamora como el propio Azaña el preceptivo nombramiento por la Comisión del Parlamento en funciones, es decir, que Alcalá-Zamora lo consiste, y en su  dietario  afirma que  las elecciones fue un fraude, del que meses después fuera víctima al ser destituido por una moción de censura. Azaña forma gobierno con los más extremistas, excluyendo a los socialistas. El general Franco es nombrado comandante militar de Canarias para alejarlo de Madrid. Ese mismo día se proclama una Ley de Amnistía para los encarcelados autores de la revolución Asturias de octubre del 34 (incitada por socialistas y la UGT). Azaña fue detenido en Barcelona y encarcelado en el destructor Barcáiztegui, como instigador de lo del 34, pero fue sobreseído por falta de pruebas. Tenía en la cabeza el modelo de una revolución como de la Rusia de 1917. Azaña, era el hombre de Moscú en España. Son detenidos los militares republicanos del segundo bienio (CEDA) que sofocaron la rebelión de Asturias –el mundo al revés- como el general Eduardo López de Ochoa, que en agosto del 36 sería asesinado por  milicianos mientras estaba convaleciente un hospital.  Lluis Companys restituye la Generalitat de Cataluña. El general Emilio Mola es destinado a Navarra. Al realizarse la votación del 1 de marzo, y durante el recuento Azaña era presidente de gobierno,  reforzaron la situación creada en la primera vuelta: el Frente Popular obtuvo ocho escaños.

 

Sublevación militar

 

Dando unos saltos en la cronología, salto al 24 de abril Dimite Alcalá-Zamora, presidente de la República, tras una moción de censura. Falangistas asesinan al magistrado de la audiencia Manuel Pedreguel. Al día siguiente unos milicianos asesinan a Anastasio de los Reyes, alférez de la Guardia Civil. Así entre disparo y disparos, y enfrentamientos entre sindicalistas de uno y otros bandos, el 10 de marzo es proclamando Azaña presidente de la republica (un intelectual y gran orador, soberbio y no dialogante),  Santiago Casares será el presidente de gobierno. El 14 de marzo es detenido José Antonio Primo de Rivera fundador de la Falange. Hasta que el 13 de julio Guardias de Asalto  asesinando el diputado de derechas Calvo Sotelo, y el vaso de la furia se desborda. La situación es España era de pistoleros y sicarios por todas partes y  ajuste de cuentas. Parte del ejército republicano se subleva contra su propio gobierno ante la pasividad de éste, en controlar el orden público.  Quiroga dijo: «Si los militares se quieren levantar, yo me voy a acostar». La noche del 18 e julio, Quiroga dimite, le sucede Martínez Barrios. El levantamiento militar fracasó en media España y especialmente en Madrid, por eso se inicia la guerra civil, lo demás es historia que dormita en los libros.

 

Dejo constancia que no estoy de acuerdo con la sublevación militar de julio del 36, por muy hartos que estuvieran los militares de la caótica situación de la II República, que no quiso escucharlos. Cuando no existe el diálogo aparece la confrontación. 

 

Alicante, agosto de 2023  

martes, 1 de agosto de 2023

Viaje por España cap V. Toros en Valencia, Baron Davillier y Doré ilustrador

 

Llegada de los picadores

Entre las cosas de España si hay una nacional por encima de todas las otras, es sin disputa una corrida de toros”. Así se expresan nuestro viajero Charles Davillier que en esta crónica se extiende ampliamente mostrando erudición y conocimento sobre la génesis e historia de las corridas de toros, un gusto que dice todo español lleva desde su nacimiento.
Pocas ciudades hay en España  que no tengan su plaza de toros, pero la de Valencia, acabada de construir y donde nuestros viajeros van asistir a la corrida es sin duda la más bonita de la Península, al menos es lo que nos cuentan[1]. A tal efecto  reservan en esta plaza, administrada directamente por el Hospicio, delanteras de barrera, los mejores asientos. 

La noche antes, la cuadrilla completa se alojó en el mismo hotel que nuestros viajeros –la Fonda de la Esperanza-, lo que les permitió observar de cerca a los toreros (“las palabras toreador y matador, que riman tan bien y son tan apropiadas para títulos de operetas, no se usan en absoluto en España”).
El picador Calderón


El Tato

El gran día de la corrida llegó al fin. Era un domingo, y la fiesta prometía ser espléndida. La cuadrilla reunía los primeros personajes de España. Antonio Sánchez, tan conocido por el apodo del Tato[2], el mejor espada de la época. Calderón, un picador valiente como el Cid, y el Gordito, banderillero cuya destreza igualaba su temeridad”.
 
Los viajeros constatan la animación extraordinaria que reina en la ciudad: “No encontrábamos más que gentes que iban y venían. Los unos buscaban a sus amigos para reunirse por grupos. Otros, los retrasados, se dirigian en muchedumbre al hospicio para sacar sus billetes; toda la ciudad estaba de fiesta. Detrás de las grandes cortinas de tela rayada se oía el bordonero sordo de las guitarras o el rechinar metálico de las citaras. Los aldeanos llegaban en cerrado tropel, unos a pie, otros sobre sus pequeños caballos negros cubiertos con la manta rayada a manera de silla. La huerta entera había invadido Valencia en traje de gala, habiéndose puesto las morenas labradoras sus más hermosas joyas. Desde la mañana desfilaban ante nosotros los más espléndidos modelos”.
 
Un banderillero en peligro

Al penetrar en el interior de la plaza de toros de Valencia –continua relatando el narrador- quedamos deslumbrados por uno deseos espectáculos que no se olvidan nunca, aunque solo se haya presenciado una vez. Imaginad doce o quince mil hombres con magníficos trajes, iluminados por un espléndido sol y bullendo como inmenso hormiguero”. Nuestros viajeros asisten al despejo y al ceremonial del paseíllo con los alguaciles a la cabeza. Detrás de ellos viene la gente de a pie formada por los espadas, banderilleros y los chulos o capeadores vestidos todos ellos con una gran elegancia. Estos “gladiadores de España” les parecen “bailarines” que avanzan “con encantadora desenvoltura, rebozados gallardamente en su capa larga y de colores brillantes”. Detrás van los picadores, firmemente asentados  en sus caballos  y cierran el cortejo los dos tiros de mulas “empenachadas y cubiertas de gualdrapas rojas haciendo resonar innumerables cascabeles.”
El triunfo del espada

El narrador describe  con precisión los detalles e incidentes de esta primera corrida que le deja “lleno de estupor y agotamiento”, clavado en el banco “con todos sus miembros quebrantados por la fiebre”. No rehúye, por ello hacer el juicio moral de las corridas, en términos, que ciento cincuenta años más tarde continúan siendo válidos: “Existe en España un partido bastante numeroso en contra de las corridas. Sin embargo este entretenimiento, cuya barbarie es imposible negar, forma de tal modo parte de las costumbres nacionales, que hay lugar a pensar que desparezca en seguida.
Es probable que al cabo de cien años se escriba aun contra las lidias de toros y, sin embargo sigan existiendo los toreros[3].

© Manuel Martínez Bargueño
Enero, 2013

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Gracias. Manuelblas.

 NOTAS

[1] La plaza de toros de Valencia se construyó en 1859 por el arquitecto valenciano Sebastián Monleón Estelles (1815-1878) y fue inaugurada el 22 de junio de dicho año con toros de Nazario Carraquiri y de la Viuda de Zalduendo para el diestro Francisco Arjona “Cúchares”. Sus 17 metros de altura y 52 de diámetro en el ruedo hacen que sea una de las plazas más grandes de España. Cuenta con un Museo Taurino, fundado en 1928.
 
[2] Antonio Sánchez “el Tato” (1831-1895) fue un torero sevillano muy querido por la afición por su valor y pundonor. El 7 de junio de 1869 sufrió una grave cogida en la Plaza de Toros de la calle Alcalá de Madrid de resultas de la cual tuvo que serle amputada una pierna, lo que significó el fin su carrera. Era yerno de Cúchares, el torero que inauguró la plaza de toros de Valencia.
 
[3] Se queda corto en el pronóstico. Ciento cincuenta años después la fiesta de los toros que Divalllier consideraba una institución española, sigue estando en el centro de la polémica, especialmente desde su prohibición en Cataluña mediante Ley aprobada por el Parlamento catalán el 28 de julio de 2010.