sábado, 16 de abril de 2016

Ser noble en el siglo XXI


    No reciben prebendas ni disfrutan de beneficios fiscales. Unos son ricos, otros no. Llevan apellidos ligados a la historia y están orgullosos de ello. El 1 de enero de 2007 había en España 2.802 títulos nobiliarios en manos de más de 2.100 personas. La mayor parte de ellas son hombres y mujeres que trabajan y viven al margen de su abolengo, a medio camino entre el tópico y el futuro. Pero, ya saben, la nobleza siempre obliga. Éste es el retrato de la aristocracia española del siglo XXI.

Cuando supieron que desde EPS pretendíamos hacer un retrato de la aristocracia en España, casi todos los participantes en este reportaje se mostraron escépticos. "No es posible establecer un patrón", nos dijo alguien, "y os vais a encontrar de todo". Así fue. Después de semanas de trabajo, de realizar decenas de entrevistas, de hablar con varios nobles titulados ?venciendo, en algunos casos, notables reticencias iniciales? llegamos a la conclusión de que nuestro informante estaba en lo cierto: la aristocracia es un colectivo presidido por la heterogeneidad. Muy pocos viven en palacios. Hay incluso quien disfruta de un piso de protección oficial. Casi todos trabajan, algunos en puestos de responsabilidad. Muchos ocultan su condición nobiliaria, y otros aseguran que su apellido ha supuesto un obstáculo en sus carreras profesionales. En lo único en lo que todos coinciden es en que un título nobiliario no tiene hoy ninguna utilidad práctica, más allá del legítimo orgullo que puede suponer para alguien el saberse parte de una estirpe cuyos orígenes se pierden en los siglos.
"La aristocracia ya no existe como clase, ni económica, ni social, ni culturalmente"
"Limitarse a usar el título en bodas y bautizos es una abolición más humillante que la legal"
"El rey Juan Carlos fue muy inteligente alejando de sí las camarillas nobiliarias".

Es posible que, con la aprobación de la ley de igualdad en la sucesión de títulos nobiliarios, haya comenzado una nueva etapa en la historia de la nobleza. Despojada hace tiempo de otros privilegios, el último vestigio de anacronismo que quedaba a la institución nobiliaria ?el mejor derecho del varón sobre la mujer en términos sucesorios? ha sido eliminado por las instituciones. Aunque nadie quiere reconocerlo, la nueva ley ha supuesto una verdadera conmoción para muchos representantes de la nobleza, que consideran rota una tradición de siglos. Hace tiempo que se acabó otra: la legendaria simbiosis entre nobleza y Monarquía, a la que don Juan Carlos puso fin cuando llegó al trono, negándose a formar una corte como las que tuvieron sus antepasados.
Quebradas sus reglas, eliminados sus privilegios, ninguneados por sus reyes, escasamente entendidos por la opinión pública, la nobleza titulada se enfrenta a una nueva época que, como uno de sus representantes nos dice, "si sabemos adaptarnos, puede incluso ser positiva".
¿Es la aristocracia una clase social?

El editor Jacobo Martínez de Irujo, conde de Siruela, asegura que "la aristocracia ya no existe como clase, ni económica, ni social, ni culturalmente; ni siquiera se distingue a los aristócratas por la calidad de su educación, aunque algunos sean más o menos identificables". El diplomático y escritor Santiago de Mora-Figueroa, marqués de Tamarón, se pronuncia en la misma línea: "No sabría definir en términos sociológicos qué es la nobleza titulada. Hoy es tan sólo el común denominador de un par de millares de nobles". Y añade: "En otros países europeos, incluso en algunas repúblicas, la nobleza acaso tenga entre sus características rasgos que pueden ser malos o buenos, pero que existen: una tendencia a la endogamia, un cierto orgullo de casta, una cierta lealtad a sus raíces". ¿Y eso no pasa en España? "No", dice, rotundo.

Diego del Alcázar, marqués de La Romana, compara la situación española con la que se da en otros países, "donde lo de tener un título queda muy bien. Los ingleses, por ejemplo, lo llevan con mucha naturalidad. Allí, el título forma parte del nombre, y lo usan tanto los conservadores como los laboristas. Y los americanos sienten por los nobles una afición casi fanática".
Es verdad. En Estados Unidos, un país cuyas familias más antiguas sólo pueden remontarse a los tiempos del Mayflower, un título es el sueño de cualquier millonario, y el matrimonio de una hija con un noble, el mejor colofón para una vida exitosa. En el siglo XIX, decenas de ricos americanos cruzaron el océano para encontrar a un aristócrata ?arruinado o no? dispuesto a dar lustre a un apellido de origen incierto a cambio de formar parte de una familia de potentados. Inglaterra, Francia, Alemania, e Italia en menor medida, fueron el campo de operaciones preferido de los cazadores de blasones. España quedó fuera de esas redes por el característico desconocimiento del inglés por parte del español decimonónico, pero sí hubo un flujo de latinos acaudalados que buscaban en España la posibilidad de engrandecer su futura estirpe. ¿Sigue ocurriendo eso? Uno de los entrevistados se ríe: "No, no, las cosas han cambiado. Aunque aún pueda quedar quien lo practique, la caza de nobles es un deporte que ha perdido popularidad".

"Actualmente, la posesión de un título nobiliario no otorga ningún estatuto de privilegio, al tratarse de una distinción meramente honorífica". Son palabras del Tribunal Constitucional. "Hoy día, llevar un título no supone ventajas, y sí algunos inconvenientes", afirma el marqués de Tamarón. ¿Es cierta entonces la frase "nobleza obliga"? Desde luego lo fue en otro tiempo. Imposible olvidar al tercer duque de Alba, que encontró la muerte en Lisboa cuando, ya viejo y enfermo, se obstinó en comandar las tropas españolas que luchaban en Portugal en nombre de Felipe II. O el duque de Osuna, que arruinó a una de las familias más ricas de España empeñándose en correr con todos los gastos de su delirante embajada en el San Petersburgo de los últimos zares. O aquel duque de Sesto que empleó su fortuna en favorecer la reinstauración en el trono de Alfonso XII.
¿Y ahora? ¿Conserva la nobleza esa vocación de servicio? "Estar en posesión de un título es un acicate para hacer las cosas bien. Pero, desde luego, no es el único", dice Diego del Alcázar, fundador y presidente del Instituto de Empresa y presidente del Grupo Vocento. La marquesa de Lozoya, Dominica de Contreras y López de Ayala, entiende que "llevar un título te obliga a asumir un compromiso. En mi caso, siento que por tener este apellido y este título tengo una deuda eterna con mi ciudad, Segovia, a la que mi familia está vinculada desde el siglo X". Historiadora y catedrática de universidad, Dominica de Contreras está implicada en cuantas iniciativas tienen lugar en la villa de la que procede su nombre, "desde organizar actos culturales hasta reclamar la llegada del AVE". Casilda Fernández Villaverde, condesa de Carvajal ?descendiente directa del primer marqués de Santa Cruz, Álvaro de Bazán, el héroe de Lepanto?, cuenta que actualmente los archivos de la Marina están depositados en el palacio del Marqués de Santa Cruz, en El Viso del Marqués, que pertenece a su familia, "y que por decisión de mi madre, la actual marquesa, alquilamos al Estado por una peseta al año". Directora en España de la casa de subastas Christie's, la condesa de Carvajal dice que da a su título "la importancia justa. Mi apellido está ligado a la historia de este país, y eso es algo muy bonito; pero no estoy todo el día pensando en ello".

Lo mismo asegura la escritora Almudena de Arteaga, marquesa de Cea: "A mí, los títulos que más me importan son los que uno se gana con el propio esfuerzo, aunque no voy a ocultar que me enorgullece pertenecer a una familia con un pasado glorioso". De esos títulos ganados sabe mucho el conde de Rodas, José María de Areilza y Carvajal: a sus 41 años es doctor en derecho por la Universidad de Harvard y máster en derecho y relaciones internacionales. Titular de una cátedra Jean Monnet, profesor universitario y docente invitado en varias universidades europeas, americanas y asiáticas, el conde de Rodas ha vivido su experiencia profesional al margen de su título, "lo cual no quiere decir que no me importe el peso que mi familia ha tenido en la historia de España".
No todos los aristócratas con los que entró en contacto EPS han querido participar en este reportaje. Algunos han accedido a hacerlo sólo bajo un estricto anonimato. "No quiero fotos ni aparecer con mi nombre", dijo uno de los consultados, que aportó datos de gran ayuda para la elaboración del trabajo. Una joven aristócrata de apenas treinta años y excelente trayectoria profesional justificó así su negativa: "En mi entorno laboral no saben que tengo un título, y estoy segura de que hacerlo público me perjudicaría con mis jefes".

¿Existen tantos prejuicios con respecto a la nobleza? Antonio Campos, marqués de Iznate, de 32 años y médico de profesión, dice que no ha sido consciente de ello, "pero tampoco mis compañeros de la facultad, ni los del MIR, sabían que tenía un título". El marqués de La Romana asegura que nadie le ha mirado de forma distinta al conocer su origen aristocrático. "Aunque a veces sí me hacen preguntas sorprendentes, como si me dan algo por ser marqués". El conde de Rodas o la condesa de Carvajal tampoco piensan que existan prejuicios con respecto a los nobles. Pero el marqués de Tamarón no opina así: "A mí, más de una vez, alguien, después de conocerme, me ha dicho: 'Anda, si eres un tío muy majo, y yo pensaba que eras un imbécil. Perdona, pero era por tu título, ¿sabes?". Para el marqués, esa idea de que un aristócrata tiene que ser a la fuerza "un tipo estirado" está más arraigada de lo que se quiere reconocer, y que podría superarse "si hubiera menos nobles vergonzantes y más que llevaran sus títulos en la vida diaria, sin complejos de superioridad ni de inferioridad. Si el uso de los títulos se queda tan sólo para bodas y bautizos, eso será una abolición de hecho, más humillante que la abolición legal. Dejará claro que no tenemos valor ni para conservarlos, ni para renunciar a ellos".
En efecto, muchos aristócratas ocultan su título, o lo utilizan en ocasiones muy concretas. "Para mis pacientes y para mis compañeros soy Antonio, o el doctor Campos", reconoce el marqués de Iznate. "Si usas tu título, parece que quieres presumir". El marqués de La Romana reconoce: "Profesionalmente, los títulos no se utilizan por una cuestión de pudor. Y en el mundo de la empresa parece que el mérito heredado va a ensombrecer el otro, el adquirido a base de trabajo". El conde de Siruela asegura: "Me hago llamar Siruela, a secas. Si mi medio social es la república de las letras, usar el título sería hasta de mala educación".

Sí lo hace el marqués de Tamarón, que incluso firma como tal los libros que escribe. "Aunque en España, llevar un título es una rémora. Me contaba alguien a quien conozco bien que el PP le denegó la posibilidad de figurar como independiente en sus listas electorales municipales del País Vasco porque tenía un título y no quería esconderlo. Lo que no entiendo es que quienes piensan ocultar un título soliciten al Rey una carta de sucesión a sabiendas de que en ella el Monarca va a decir:''Es mi voluntad que uséis el título de conde de? o marqués de? y que en adelante con él os podáis llamar y titular, y mando a las autoridades y personas particulares que os reciban y tengan por tal'. Los titulados tienen intención de desobedecer el mandato regio, y, sin embargo, lo solicitan. Tampoco entiendo que el ministro de Justicia haga firmar al Monarca una orden que va a ser desobedecida por el ministro del Interior en el DNI, donde desde 1985 no se pueden hacer constar los títulos del reino. Por eso las discusiones que enzarzan a la nobleza española sobre la ley de sucesión de 2006 ?ley mal hecha y que traerá graves problemas? me recuerdan la fábula de Iriarte en la que los conejos porfían si sus perseguidores son galgos o podencos".

La ley de 2006 sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión de los títulos nobiliarios ha provocado, en efecto, el gran debate interno en el seno de la nobleza española. En las sucesiones nobiliarias que se abran a partir de su aprobación será el hijo primogénito, con independencia de su sexo, quien sucederá en el título. El cambio ha levantado ampollas entre los sectores más conservadores de la nobleza, aunque es cierto que la mayoría de entrevistados para este reportaje opina que la ley era necesaria. No tiene dudas el duque de Feria, el empresario Rafael Medina Abascal: "A estas alturas, la idea de discriminar a la mujer en lo referente a la sucesión es tan absurda que no debería ni plantearse". También está de acuerdo el marqués de La Romana: "Siempre he creído que igualar a la mujer con el varón en lo tocante a la sucesión de títulos nobiliarios era necesario". No obstante, puntualiza: "No hubiese sido un disparate respetar los derechos adquiridos de los sucesores durante la presente generación. Cuando, en 1830, se suprimen los mayorazgos, se respeta al 70% de los inmediatos sucesores, lo cual generó una transición muy pacífica hacia el nuevo sistema. En España, las fórmulas transitorias funcionan muy bien".
El conde de Elda, decano del Consejo de la Asamblea de la Diputación de la Grandeza de España ?que agrupa a la nobleza española y está reconocida por el Estado como órgano consultivo en la materia?, está de acuerdo en que las cosas hubieran podido hacerse mejor: "A nosotros, en un principio, ni se nos consultó. Por supuesto que acatamos cualquier decisión que venga del poder legislativo, pero si se va a promulgar una ley que afecta sólo a dos mil familias españolas, ¿no es lógico pedirles su opinión acerca de lo que se va a hacer?". Elda recuerda que la institución nobiliaria española ha respetado a las mujeres más de lo que lo ha hecho la de otros países: "En Inglaterra, los títulos nobiliarios ni siquiera podían ir a manos de una mujer". Cita el caso paradójico de Suecia, "uno de los países más progresistas del mundo, donde el trono lo hereda el primogénito, sea hombre o mujer, y, sin embargo, los títulos nobiliarios los sigue heredando el primer hijo varón aunque tenga una hermana mayor".

Y hay opiniones mucho más enconadas. De hecho, un grupo de aristócratas se ha unido para promover un frente jurídico común en contra de la nueva ley. El conde de Siruela afirma que "si se quiere ser moderno, habría que serlo con todas sus consecuencias, y que el concesionario de un título tuviese la libertad de dárselo a aquel de sus hijos que cree que mejor lo puede llevar. ¿O es que acaso existe la primogenitura en otros ámbitos? Ese disfraz ideológico a favor de las mujeres no es más que una bella forma de hablar de intereses, una tibia e insuficiente modificación del asunto. No me convence demasiado esta solución, y casi prefiero la fórmula antigua, que deja todo en su sitio y evita desagradables enfrentamientos familiares". La marquesa de Cea lo ve de otra forma: "La persona que lleva un título no lo posee, sino que lo tiene en usufructo. No es más que el eslabón de una cadena. Y hay quien cree que tiene su título en propiedad".

La opción de aplicar a las sucesiones nobiliarias que se produzcan en el futuro el principio de primogenitura, pero respetando "las legítimas expectativas de derecho" de los nacidos bajo la vigencia de la legislación anterior ?como apuntaba el marqués de La Romana?, no hubiera supuesto más que dar a la nobleza el mismo tratamiento que se proyecta para la Casa Real: instaurar como nuevo criterio de sucesión en el trono la primogenitura, sustituyendo a la varonía, pero exceptuando de esta nueva regla al príncipe de Asturias en perjuicio de la infanta Elena. A este respecto, el conde de Elda recuerda que "las leyes que regulan a la Corona y a la nobleza son distintas, así que un caso no tiene nada que ver con el otro". Pero también se escuchan reproches. "El Rey debía haberse implicado en la cuestión del cambio en la ley de sucesión", dice un aristócrata que prefiere permanecer en el anonimato. "Ni siquiera quiso reunirse con los representantes de la Asamblea".
¿Se hubiesen hecho las cosas de forma distinta si don Juan Carlos no hubiese decidido quedarse al margen de una polémica que debió de ser mucho más bronca de lo que trascendió en un principio? Es difícil saberlo. Aunque los miembros del decanato de la Asamblea dicen que las relaciones entre los nobles y la Casa Real son fluidas y cordiales, lo cierto es que, desde su llegada al trono, en 1975, el Rey no ha mantenido demasiados contactos oficiales con la nobleza. De hecho, no fue hasta 1991 cuando los Reyes ofrecieron una recepción a los grandes de España en el Palacio Real, a pesar de que sí se celebraron encuentros con otros sectores sociales.
En la boda del príncipe de Asturias sorprendió la ausencia de algunos miembros de casas nobiliarias que habían apoyado a los Borbones ?incluso económicamente? durante su exilio en Estoril. A diferencia de otros entrevistados, Almudena de Arteaga trata abiertamente esta cuestión: "Su majestad el Rey podría haber sido más generoso con los que en su momento sostuvieron a la familia real. De todas maneras, no creo que ninguno de los nobles que apoyaron a la Casa lo hiciera esperando algo". Históricamente, la lealtad de la nobleza se dirige a la institución más que a la persona que ocupa el trono.
Hace treinta años circuló una anécdota apócrifa según la cual una aristócrata española se había ofrecido a doña Sofía como camarera, puesto que ocupaban antiguamente las damas de la nobleza. La Reina contestó: "¿Camarera...? Lo que estoy buscando es una cocinera, porque se marcha la que tenemos ahora".

Cierta o no, la conversación ilustra el hecho de que, una vez reinstaurada la Monarquía en España, el rey Juan Carlos dejó claro que no tenía intención de mantener en torno a sí una corte de aristócratas. "Fue una forma de demostrar su deseo de independencia, la ausencia de favoritismo de clase", argumenta el conde de Elda. Pero un titulado que no quiere dar su nombre apostilla: "El Rey no ha querido rodearse de duques o marqueses, pero sí tiene en su círculo personal de amistades a empresarios y financieros. No sé por qué van a ser más recomendables los unos que los otros". Alfonso Bullón de Mendoza, marqués de Selva Alegre, opina de otra forma: "Juan Carlos fue muy inteligente alejando de sí las camarillas nobiliarias. Había que demostrar que llegaban nuevos tiempos para España". Monárquico convencido, la actividad de Selva Alegre en defensa del regreso de los Borbones le llevó en época de Franco a los calabozos de la Dirección General de Seguridad.
Además de suponer una conmoción para muchos nobles, la nueva ley de igualdad también nace envuelta en la controversia judicial. Como explica Marcial Martelo de la Maza, marqués de Almeiras y abogado especialista en derecho nobiliario, "esta ley ha dispuesto su aplicación retroactiva a todos aquellos títulos que hubiesen sido reclamados judicialmente y estuviesen pendientes de sentencia firme en el momento de su entrada en vigor".
?¿Y cuál es la consecuencia?
?Una repentina generación de pleitos promovidos por hermanas mayores de titulados ?conocedoras de lo que se fraguaba en las Cortes? para situarse dentro de ese ámbito de aplicación retroactiva.
?¿Es usual esta fórmula de aplicación retroactiva de la ley?
?En absoluto. Es perfectamente constitucional, pero no habitual.
? ¿Y por qué se han hecho así las cosas?
?Creo que la respuesta no se encuentra dentro del ámbito del derecho.
Gobierno y oposición aprobaron por unanimidad esta ley y la particularísima disposición transitoria que la acompaña, permitiendo su aplicación retroactiva. Su redacción ha venido como caída del cielo a féminas ?una de ellas, la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada? que, justo antes de que se firmase la nueva ley, iniciaron la reclamación judicial de títulos sobre la base de un principio de primogenitura inaplicable en ese momento.

Todos los consultados están de acuerdo en que la nobleza española es una gran desconocida. "Por el afán de los titulados de ocultar que lo son, en España", dice Tamarón, "los títulos sólo aparecen en la prensa rosa?, y en las páginas de sucesos". "Se sabe muy poco de la institución nobiliaria", reconoce Diego del Alcázar. "El origen de esta situación hay que buscarlo en el siglo XIX, cuando se convierte a la nobleza en un ejemplo parasitario. Esa idea es sólo parcialmente justa. El XIX es un siglo de decadencia, y socialmente, incluso desde la prensa, se habla de una clase que está obstaculizando la evolución de España".

Ese desconocimiento explica la existencia de muchos tópicos, como que los titulados disfrutan de exenciones fiscales o de algún tipo de prebenda, "cuando todo eso, que existió en el pasado, se acabó en 1812", asegura el marqués de Selva Alegre. El último privilegio que quedaba a los nobles, la posibilidad de obtener un pasaporte diplomático, se suprimió en 1984.
También hay quien cree que el aristócrata lleva una existencia regalada
y económicamente envidiable. EPS ha podido constatar la poca consistencia de esa afirmación. Los protagonistas de este reportaje se mueven en una muy amplia horquilla económica. A Almudena de Arteaga le hace gracia que crean que todos los nobles son ricos: "¡Ahora los ricos son otros!". El marqués de Iznate cuenta entre risas que una anciana tía suya dice que la mayoría de los aristócratas son "la gente del tuvo: el padre de éste tuvo un palacio, la abuela del otro tuvo no sé cuántas fincas". El duque de Feria recuerda que montó su empresa "pidiendo créditos, como todo el mundo", y el conde de Rodas aclara que estudió en una universidad pública, " y el doctorado en Harvard lo hice con una beca Fulbright, que se da a todo el que reúne una serie de méritos académicos". Casilda Fernández Villaverde recuerda que entró en Christie's hace 30 años "como secretaria", y el marqués de La Romana afirma: "Trabajo 13 horas al día. Y estoy seguro del dato, porque las he contado". Entonces, ¿no hay rentistas entre los aristócratas? "Claro que los hay", dice el conde de Elda, "como en cualquier colectivo. Pero, desde luego, no todos los nobles titulados pueden vivir sin trabajar".
También está extendida la idea de que un título nobiliario se puede comprar o vender. Marcial Martelo explica que eso es legalmente imposible: "Se puede ceder en vida, pero sólo a aquel dentro del círculo de los parientes de su fundador. Más aún, si un pariente lejano de éste consiguiese la cesión por su actual titular, fuese o no a cambio de una inconfesada remuneración, cualquier pariente con mejor derecho dispondría de hasta 40 años para reclamarlo. ¿Quien va a pagar por algo que le pueden quitar en cualquier momento?".

La compraventa de títulos tiene una base histórica que explica Selva Alegre: "Sobre todo en la época de los últimos Austrias, se concedieron títulos a familias que habían hecho donaciones a la Corona de España cuando pasó por un bache económico. Conceder un título era un forma de agradecer una dádiva material".
El rey Juan Carlos utilizó otro criterio para otorgar los 33 títulos que ha concedido hasta la fecha. Algunos, como los marquesados de Iria Flavia a Camilo José Cela, de los Jardines de Aranjuez al maestro Joaquín Rodrigo o de Bradomín a los herederos de Valle-Inclán, han servido para reconocer singulares aportaciones a la cultura española. Otros subrayan la actividad empresarial, como el título del marqués del Pedroso de Lara, concedido al editor José Manuel Lara. Y títulos como el ducado de Suárez, a Adolfo Suárez, o el de marqués de la Ría de Ribadeo, que ostenta Leopoldo Calvo-Sotelo, reconocen los especiales servicios al Estado de los dos primeros presidentes de la democracia. Al parecer, el Rey quiso otorgar también un título a Felipe González, pero éste rechazó la propuesta.
Muchos piensan que don Juan Carlos no ha sido demasiado espléndido a la hora de conceder nuevas dignidades nobiliarias: "La concesión de títulos a personas destacadas puede ser un interesante medio de cohesión social y una forma de revitalizar el estamento nobiliario y ponerlo en contacto con los nuevos tiempos", dice De Areilza. "A mí me gustaría que, en un futuro, el Rey pudiese otorgar un título nobiliario a alguien como Pau Gasol".

Cohesión, modernización, revitalización? Para muchos es difícil integrar en la España moderna una institución aparentemente anacrónica como la nobleza. "Lo primero que hay que hacer es desmontar muchos tópicos y, desde luego, actuar con transparencia" afirma el conde de Rodas. "En nuestra mano está que la aristocracia española encuentre su lugar en el entramado social del país", vaticina el marqués de La Romana. "Porque la culpa de todo el desconocimiento que existe en torno a la nobleza la tenemos exclusivamente nosotros".

La cervantina sima de Cabra (Códoba)

La Sima de Cabra. Un abismo lleno de leyendas, literatura, eventos, naturaleza y espeleología.
13.08.15 - Escrito por: Pablo Luque Valle
El 2 de septiembre se presenta este libro escrito por Pablo Luque Valle y nos acercamos a su contenido a través de estas líneas de su autor. Estamos seguros que "La Sima de Cabra. Un abismo lleno de leyendas, literatura, eventos, naturaleza y espeleología" va a ser un referente en la literatura sobre este lugar tan emblemático de nuestro Geo-parque Natural. El GDR Subbética es la entidad que patrocina la publicación del libro.


La Sima de Cabra. Un abismo lleno de leyendas, literatura, eventos, naturaleza y espeleología.

En el año 2005, los clubes deportivos egabrenses de GEAL y CIMA 2000 celebraron conjuntamente el proyecto "IV Centenario Don Quijote y la Sima de Cabra 1605-2005", con motivo de la efemérides que aquel año se celebraba. Un ambicioso trabajo que congregó gran número de actividades a lo largo del año 2005, principalmente; pero también con tal motivo se realizó algún evento en el año 2004 y 2006.

Entre todas aquellas actividades planificadas se quedó en el tintero la edición de un libro sobre la propia Sima de Cabra. Un texto que no tenía más pretensión que la de recoger lo que ya se conocía de esta célebre cavidad. Hace años me planteé coger el testigo de aquel inconcluso proyecto y con motivo del IV Centenario de la publicación de la Segunda Parte de El Quijote en el 2015 escribir ese libro que versara sobre la Sima de Cabra. Bajé a mi trastero y desempolvé viejos papeles que tenía guardados desde el año 2005, allí estaban aún, con polvo, pero archivados. La lectura de aquellos viejos papeles despertó en mí la curiosidad por indagar nuevas fuentes de estudio, surgiendo infinitas cuestiones. Para muchas de ellas hubo respuestas, para otras no; cuando quise darme cuenta, en mi despacho había innumerables textos, expedientes, bibliografía, fotografías, apuntes, recortes de prensa, etc. Merecedores todos ellos de ser ordenados, estudiados y publicados. De la investigación de varios años y de un concienzudo trabajo que ha buceado entre los más dispares archivos, entrevistado a numerosas personas y leído numerosos documentos, es fruto este libro.

Una obra que no sólo ha construido la historia de este punto geológico de nuestra emblemática y querida Sierra de Cabra, sino que, analizando la propia historia de la Sima de Cabra comprenderemos, al menos de manera indirecta, la propia historia de la ciudad de Cabra y de su sociedad. Hasta tal punto, que la una no se entienda sin la otra. En este trabajo encontraran leyendas, literatura, eventos, geología, personajes, técnicas, sucesos,... que nos vislumbran la importancia que la Sima de Cabra ha tenido -y sigue teniendo- para el municipo que la acoge. La sociedad egabrense ha visto en este monumento natural un espacio donde dar rienda a su imaginación, punto de encuentro con la naturaleza más salvaje, rincón para el entretenimiento y en los últimos años, entorno para saciar la curiosidad de los científicos y espeleólogos.

La Sima de Cabra. "Un abismo lleno de leyendas, literatura, eventos, naturaleza y espeleología", hace un recorrido por cuatro ámbitos de estudio, todos ellos tratados de manera independientes, pero íntimamente relacionados entre sí. Para su mejor compresión el autor los ha segmentado en cinco capítulos a los que se le suma una selección de apéndices. El primer capítulo muestra la Sima de Cabra como verdadero recurso cultural, recogiéndose numerosas vivencias y anécdotas que conectan la vida rural y la propia cavidad; se muestra cómo ha sido objeto de documentales y reportajes gráficos; presenta viejas leyendas e innumerables fragmentos de textos literarios y/o periodísticos en los que la Sima de Cabra está presente. Al respecto, es preciso y obligado indicar que nos encontramos ante la cavidad española sobre la que más literatura se ha escrito, reparando en ella ilustres plumas; al mismo tiempo, mostramos que desde muy atrás en el tiempo, el castellano conserva adagios, proverbios, modismos, locuciones y/o frases proverbiales relacionadas con la Sima de Cabra.

El segundo episodio versa sobre dos importantes acontecimientos que tienen en el Agujero de la Sima su referencia. Hablamos del III y IV Centenario de la publicación de El Quijote, celebrados en 1905 y 2005 en los que entidades locales y la población egabrense participan de manera activa. En ambos años, el histórico instituto egabrense ha sido una pieza crucial para el desarrollo de tales efemérides.

Un tercera parte con un marcado carácter ambientalista, en el cual se expone información relacionada con la naturaleza existente en la misma, el sendero que nos dirige a este lugar, se relacionan las distintas interpretaciones geológicas de este pozo y se muestra una serie de cartografía histórica que reseñan la estudiada cisterna.

La penúltima sección está dedicada específicamente a la espeleología, el binomio espeleología y Sima de Cabra han estado relacionados desde muy antiguo. Hecho que ha provocado los más ingeniosos sistemas para poder explorarla. Al mismo tiempo que mostramos diversos hitos históricos, algunos de importancia mundial. En este apartado tan sólo hemos reparado en aquellas exploraciones que han aportado algo novedoso a la Sima de Cabra: una técnica novedosa, una topografía distinta, un acceso diferente o algún acontecimiento digno de mención. Analizando la historia espeleológica de la Sima de Cabra, hemos construido indirectamente la historia de la espeleología en Cabra.

Y, para la última entrega, el autor ha realizado un guiño a los hombres y las mujeres que han explorado la famosa Sima de Cervantes. Se muestra una cronología de los exploradores egabrenses, a la vez que éstos -y otros representantes- nos expresan su experiencia en la deseada oquedad egabrense.

  Miguel de Cervantes, Viaje al Parnaso (1614) y en la segunda parte de Don Quijote de la Mancha (1615).

 A esta sima hace referencia Cervantes al menos en tres lugares de su obra,
lo que puede resultar indicativo de cierto conocimiento más o menos directo del
intrincado lugar, quizás porreferencias oídas a los naturales de este pueblo cordobés
(egabrenses), que el escritor pudo visitar ocasionalmente en su infancia o en su
juventud, o, cuando no, en su odisea andaluza como recaudador de impuestos,
puesto que en Cabra vivía su tío, Andrés de Cervantes, y de ella llegó a ser alcalde
ordinario durante varios años; además, su abuelo paterno, Juan de Cervantes,
fue nombrado también por el Duque de Sessa alcaide de diversos lugares de su
propiedad, entre los que se encuentran Iznájar, Baena y Cabra.
Hay, por otra parte, una tradición de textos literarios, no muy pequeña, aunque
en conjunto poco conocida, que pudo transmitirle al escritor de manera

Cervantes y Shakespeare, 400 años de su muerte. Miguel y Wiliam

 

 

 

 

Shakespeare y Cervantes, esa es la cuestión

La coincidencia hace 400 años de la muerte de estos dos grandes de la literatura universal alienta la búsqueda de una identidad compartida




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Nuestra aptitud para ver constelaciones de estrellas distantes entre sí y por lo general muertas se vuelca en otras áreas de nuestra vida sensible. Agrupamos en una misma cartografía imaginaria hitos geográficos disímiles, hechos históricos aislados, personas cuyo solo punto común es un idioma o un cumpleaños compartido. Creamos así circunstancias cuya explicación puede ser encontrada solamente en la astrología o la quiromancia, y a partir de estos embrujos intentamos responder a viejas preguntas metafísicas sobre el azar y la fortuna. El hecho de que las fechas de William Shakespeare y Miguel de Cervantes casi coincidan hace que no solo asociemos a estos dos personajes singulares en obligatorias celebraciones oficiales, sino que busquemos en estos seres tan diferentes una identidad compartida.
Desde un punto de vista histórico, sus realidades fueron notoriamente distintas. La Inglaterra de Shakespeare transitó entre la autoridad de Isabel y la de Jaime, la primera de ambiciones imperiales y la segunda de preocupaciones sobre todo internas, calidades reflejadas en obras como Hamlet y Julio César por una parte, y en Macbeth y El rey Lear por otra. El teatro era un arte menoscabado en Inglaterra: cuando Shakespeare murió, después de haber escrito algunas de las obras que ahora universalmente consideramos imprescindibles para nuestra imaginación, no hubo ceremonias oficiales en Stratford-upon-Avon, ninguno de sus contemporáneos europeos escribió su elegía en su honor, y nadie en Inglaterra propuso que fuese sepultado en la abadía de Westminster, donde yacían los escritores célebres como Spencer y Chaucer. Shakespeare era (según cuenta su casi contemporáneo John Aubrey) hijo de un carnicero y de adolescente le gustaba recitar poemas ante los azorados matarifes. Fue actor, empresario teatral, recaudador de impuestos (como Cervantes) y no sabemos con certeza si alguna vez viajó al extranjero. La primera traducción de una de sus obras apareció en Alemania en 1762, casi siglo y medio después de su muerte.


El español del autor de Don Quijote es despreocupado, generoso, derrochón. Le importa más lo que cuenta que cómo lo cuenta

Cervantes vivió en una España que extendía su autoridad en la parte del Nuevo Mundo que le había sido otorgado por el Tratado de Tordesillas, con la cruz y la espada, degollando un “infinito número de ánimas,” dice el padre Las Casas, para “henchirse de riquezas en muy breves días y subir a estados muy altos y sin proporción de sus personas” con “la insaciable codicia y ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo”. Por medio de sucesivas expulsiones de judíos y árabes, y luego de conversos, España había querido inventarse una identidad cristiana pura, negando la realidad de sus raíces entrelazadas. En tales circunstancias, el Quijote resulta un acto subversivo, con la entrega de la autoría de lo que será la obra cumbre de la literatura española a un moro, Cide Hamete, y con el testimonio del morisco Ricote denunciando la infamia de las medidas de expulsión. Miguel de Cervantes (nos dice él mismo) “fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo. Perdió en la batalla de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa”. Tuvo comisiones en Andalucía, fue recaudador de impuestos (como Shakespeare), padeció cárcel en Sevilla, fue miembro de la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento y más tarde novicio de la Orden Tercera. Su Quijote lo hizo tan famoso que cuando escribió la segunda parte pudo decir al bachiller Carrasco, y sin exageración, “que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de tal historia; si no, dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso; y aún hay fama que se está imprimiendo en Amberes, y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzca”.




Don Quijote dibujado por Robert Smirke para una traducción inglesa de 1818. El pintor británico ilustró tanto la novela de Cervantes como los dramas de Shakespeare.


La lengua de Shakespeare había llegado a su punto más alto. Confluencia de lenguas germánicas y latinas, el riquísimo vocabulario del inglés del siglo XVI permitió a Shakespeare una extensión sonora y una profundidad epistemológica asombrosas. Cuando Macbeth declara que su mano ensangrentada “teñiría de carmesí el mar multitudinario, volviendo lo verde rojo” (“the multitudinous seas incarnadine / Making the green one red”), los lentos epítetos multisilábicos latinos son contrapuestos a los bruscos y contundentes monosílabos sajones, resaltando la brutalidad del acto. Instrumento de la Reforma, la lengua inglesa fue sometida a un escrutinio severo por los censores. En 1667, en la Historia de la Royal Society of London, el obispo Sprat advirtió de los seductores peligros que ofrecían los extravagantes laberintos del barroco y recomendó volver a la primitiva pureza y brevedad del lenguaje, “cuando los hombres comunicaban un cierto número de cosas en un número igual de palabras”. A pesar de los magníficos ejemplos de barroco inglés —sir Thomas Browne, Robert Burton, el mismo Shakespeare, por supuesto—, la Iglesia anglicana prescribía exactitud y concisión que permitiría a los elegidos el entendimiento de la Verdad Revelada, tal como lo había hecho el equipo de traductores de la Biblia por orden del rey Jaime. Shakespeare, sin embargo, logró ser milagrosamente barroco y exacto, expansivo y escrupuloso al mismo tiempo. La acumulación de metáforas, la profusión de adjetivos, los cambios de vocabulario y de tono profundizan y no diluyen el sentido de sus versos. El quizás demasiado famoso monólogo de Hamlet sería imposible en español puesto que este exige elegir entre ser y estar. En seis monosílabos ingleses el Príncipe de Dinamarca define la preocupación esencial de todo ser humano consciente; Calderón, en cambio, requiere 30 versos españoles para decir la misma cosa.


El maestro de Avon logró ser milagrosamente barroco y exacto, expansivo y escrupuloso al mismo tiempo

El español de Cervantes es despreocupado, generoso, derrochón. Le importa más lo que cuenta que cómo lo cuenta, y menos cómo lo cuenta que el puro placer de hilvanar palabras. Frase tras frase, párrafo tras párrafo, es en fluir de las palabras que recorremos los caminos de su España polvorienta y difícil, y seguimos las violentas aventuras del héroe justiciero, y reconocemos a los personajes vivos de Don Quijote y Sancho. Las inspiradas y sentidas declaraciones del primero y las vulgares y no menos sentidas palabras del segundo cobran vigor dramático en el torrente verbal que las arrastra. De manera esencial, la máquina literaria entera del Quijote es más verosímil, más comprensible, más vigorosa que cualquiera de sus partes. Las citas cervantinas extraídas de su contexto parecen casi banales; la obra completa es quizás la mejor novela jamás escrita, y la más original.
Si queremos dejarnos llevar por nuestro impulso asociativo, podemos considerar a estos dos escritores como opuestos o complementarios. Podemos verlos a la luz (o a la sombra) de la Reforma uno, de la Contrarreforma el otro. Podemos verlos el uno como maestro de un género popular de poco prestigio y el otro como maestro de un género popular prestigioso. Podemos verlos como iguales, artistas ambos tratando de emplear los medios a su disposición para crear obras iluminadas y geniales, sin saber que eran ilumi­nadas y geniales. Shakespeare nunca reunió los textos de sus obras teatrales (la tarea estuvo a cargo de su amigo Ben Jonson) y Cervantes estuvo convencido de que su fama dependería de su Viaje del Parnaso y del Persiles y Sigismunda.


El riquísimo vocabulario del inglés del siglo XVI permitió a Shakespeare una extensión sonora y una profundidad epistemológica asombrosas
¿Se conocieron, estos dos monstruos? Podemos sospechar que Shakespeare tuvo noticias del Quijote y que lo leyó o leyó al menos el episodio de Cardenio que luego convirtió en una pieza hoy perdida: Roger Chartier ha investigado detalladamente esta tentadora hipótesis. Probablemente no, pero si lo hicieron, es posible que ni Cervantes ni Shakespeare reconociese en el otro a una estrella de importancia universal, o que simplemente no admitiese otro cuerpo celeste de igual intensidad y tamaño en su órbita. Cuando Joyce y Proust se encontraron, intercambiaron tres o cuatro banalidades, Joyce quejándose de sus dolores de cabeza y Proust de sus dolores de estómago. Quizás con Shakespeare y Cervantes hubiese ocurrido algo similar.

viernes, 15 de abril de 2016

miércoles, 13 de abril de 2016

Miguel de Cervantes y su tiempo, Vigencia de El Quijote. 400 años de su muerte.



Conferencia MIGUEL DE CERVANTE Y SU TIEMPO

Conferencia de Ramón Fernández Palmeral. 27 de abril 2016

   Buenas tardes, gracias a todos por venir. Gracia Tomy por invitarme  a tu espacio de Círculo de Arte en Alicante, y por tu presentación sobre mi persona. Gracias.

   Bueno, yo he dado muchas conferencias sobre Miguel Hernández, Federico García Lorca, Antonio Machas (que por cierto el próximo 4 de mayo presento el libro de Consuelo Franco), sobre Azorín, Juan Goytisolo en Almería, Gerald Brenan de Málaga, en fin, que son muchos nombres de grandes escritores y poetas. Pero hoy tengo el honor de hablar del número uno de la literatura universal, y es Miguel de Cervantes Saavedra con su Quijote de la Mancha.  En el “mundo mundial”, como suelen decir los castizos, solamente le hace sombra Shakespeare, en lengua inglesa y su Hamlet. Los franceses tienen al Principito  Saint-Exupéry, que es un cuento.
     Cada día tocamos la esfinge del bajorrelieve del retrato de Cervantes en las monedas de 50 céntimos de €, el Instituto Cervantes de enseñanza del  español, constitucionalmente “castellano”, para diferenciarlos del catalán, vasco, llego o Valenciano. Se encuentra en casi todas las ciudades del mundo. El premio de literatura más importante es el premio Cervantes. Y así podríamos estar hablando horas y horas, por no hablar de la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional, En la que yo estuve una vez, y es impresionante lo que se ha escrito sobre Cervantes y el Quijote, y sus obras.
      El Quijo es después de la Biblia el libro más publicado del mundo y en todos los idiomas. Está considerada la mejor novela del Mundo.
     Y ¿por qué El Quijote está vigente hoy en día, si se escribió hace 400 años?, porque los temas humanos no caducan. El sentimiento, las frases, lo que dice, le lucha contra el poder, no rendirse jamás, luchar, criticar al poderoso, a la iglesia, a los duques y nobles, reírse del poder, compadecer a los débiles, los sentimientos como los desagradecidos galeotes, que iba a ser liberados, y le tiran piedras.  Nos reímos de él porque hace aventuras increíbles como la de los molinos o la de los leones. Y es que así es la vida actual, solamente queremos con el que tiene, no son los débiles, inmigrantes, mendigos y demás no queremos nada. Pues esto sentimiento son el Quijote.  El hijo de Caballero del verde Gabán que no quería estudiar derecho en Salamanca. Un  loco que muere cuerdo.

Frases célebres, no se trata de grandilocuentes frases, sino consejos del uso diario:
   -Lo primero que te encargo es que seas limpio y que te cortes las uñas
  - No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería
  - Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.

Dijo Azorín que se había leído el Quijote 30 veces, yo menos, cinco o seis veces.

  ¿Qué pasa hoy?, que vivimos en un mundo donde se han perdido los valores, y solamente interesa el dinero. Pero es que la cultura es la base fundamental de la formación del hombre para dejar de ser de animal  a ser portador de valores eterno y ser ciudadano responsable y que pueda exigir sus derechos.  La cultura se grava con 21% de IVA, porque se compra como el que tiene un yate. No es así el PODER con su poder mediático de TV, prensa y otros medios que  quieren es taparnos los ojos, y ellos a los suyo como los Papeles de Panamá, Los papeles de Panamá son 11 millones de peles, o sea que un tercio del capital está en paraíso fiscales sin tributar.
   Un ejemplo del poder de la cultura. “Se enfrentan un individuo con un libro y el otros con una pistola, pues muere el de la pistola” (se lo hoy a Francisco Escudero).

    La vida de Cervantes es muy azarosa, ya que el siglo XVI, ya que la España de Felipe II tenía muchos frentes abiertos: protestantes, morisco, piratas ingleses e Isabel de Inglaterra, y expulsión de los moriscos con los que se quedó sin mano de ora porque lo hidalgo no trabajan en labores agrícolas ni ganaderas, era caballero conquistadores y estaba en sus faenas de guerras en Flandes batalla contra protestante…
    Y además de que estuvo en la batalla de Lepanto como os contaré, recaudador de impuestos para la Gran Armada. Estivo cautivo en Argel 5 años (1575-1580), con 4 varios intentos de fuga, Comisario o recaudador de impuestos de 1587 a 1996). Estuvo por la Axarquía en Vélez-Málaga. Tres veces  preso, una en Sevilla una Castro del Rio (Córdoba), otra en Valladolid (2 días). Y una no documentada en Argamasilla de Alba. Evidentemente con estos antecedentes y experiencias en una cárcel se puso a escribir el Quijote para distraerse.  Enemistad con Lope de Vega por unos sonetos. Y lo publicó en 1605 cuando ya  tenía ya 58 años.
  
   Bueno y como estoy hay para conmemorar los 400 años de su muerte, la noche del 22 de abril de 1616, aunque el sepelio fue el día 23, pues empezaremos por el final de sus días, y muerte.  Los huesos aún no han sido hallados, aunque salió en la prensa que se había encontrado, pero los huesos eran un  siglo después, en la Iglesia de los Trinitarios de Madrid, Por qué eligió este lugar, porque fueron los Trinitarios lo que se sacaron del cautiverio en Argel. Murió de diabetes, a los 69 años, el faltaba uno meses para los 69.
Se enteraban en la iglesia pero era tierra santa. Hubo una peste, y tanto muerto hubo que hicieron los cementerio a los que la pusieron campos santos.  Por eso lo del incienso, porque la iglesias olían a muertos...

  Volviendo al nacimiento, nació el 29 de septiembre de 1547 (del calendario Gregoriano), día de san Miguel en Alcalá de Henares calle Imagen en un casa que era propiedad  abuelo paternos Juan Cervantes…
   El Papa Gregorio XIII hizo público un documento el 24 de Febrero de 1582 que establecía el calendario Gregoriano como el nuevo calendario oficial del mundo Católico. Ya que el calendario Juliano tenía 10 días de diferencia, el Papa decidió que el 4 de Octubre de 1582 sería seguido por el 15 de Octubre de 1582.
La noticia de este cambio se diseminó a través de Europa: no solo se utilizaría el nuevo calendario, sino que esos diez días se perderían para siempre, el año nuevo comenzaría el primer día de Enero en vez del 25 de Marzo, y habría un nuevo método de determinar la fecha de pascuas.
Solo algunos países estaban listos para cambiar al nuevo calendario en 1582. En este año fue adoptado por Italia, Luxemburgo, Portugal, España y Francia. El Papa tuvo que enviar un recordatorio a todas las naciones el 7 de Noviembre para que cambien los calendarios, pero por supuesto, muchos hicieron caso omiso a este recordatorio.
Otros países se fueron uniendo de a poco en los siglos siguientes: la Alemania Católica Romana, Bélgia y los Países Bajos cambiaron a este nuevo calendario en 1584; Hungría en 1587; Dinamarca y la Alemania Protestante en 1704; el Reino Unido y sus colonias en 1752; Suecia en 1753; Japón en 1873; Egipto en 1875; Albania, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania y Turquía cambiaron entre 1912 y 1917; la URSS en 1919; Grecia en 1928 y finalmente China cambió luego de la revolución de 1949.
   Por ello William  Shakespeare, con el calendario Juliano nació el 3 de mayo de 1547, diez días después, pero si fuera en el mismo calendario Gregorianao coincidirían.


AL TÚMULO DEL REY FELIPE II EN SEVILLA (Miguel de CERVANTES) Monumento a la muerte de Felipe II, 13 de septiembre 1598 (7 año)
Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla,
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza!
Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria, donde vive eternamente.
Esto oyó un valentón y dijo: "Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado,
Y el que dijere lo contrario, miente."
Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

Faltan 5 páginas del texto

 



Consejos de Do. Quijote a Sancho. "Come poco y cena más poco"

Capítulo XLIII
De los consejos segundos que dio don Quijote
a Sancho Panza

¿Quién oyera el pasado razonamiento de don Quijote que no le tuviera por persona muy cuerda y mejor intencionada? Pero, como muchas veces en el progreso desta grande historia queda dicho, solamente disparaba en tocándole en la caballería1, y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento2, de manera que a cada paso desacreditaban sus obras su juicio, y su juicio sus obras; pero en esta destos segundos documentos que dio a Sancho mostró tener gran donaire y puso su discreción y su locura en un levantado punto.
Atentísimamente le escuchaba Sancho y procuraba conservar en la memoria sus consejos, como quien pensaba guardarlos y salir por ellos a buen parto de la preñez de su gobierno. Prosiguió, pues, don Quijote y dijo:
—En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio y que te cortes las uñas3, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel escremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero4, puerco y extraordinario abuso.
»No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuestoI da indicios de ánimo desmazalado5, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de socarronería, como se juzgó en la de Julio César6.
»Toma con discreción el pulso a lo que pudiere valer tu oficio, y si sufriere que des librea a tus criados7, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres: quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y otros tres pobres, y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo; y este nuevo modo de dar librea no le alcanzanII los vanagloriosos.
»No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería8.
»Anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchasIII a ti mismo, que toda afectación es mala9.
»Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago10.
»Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra.
»Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos ni de erutar delante de nadie.
—Eso de erutar no entiendo —dijo Sancho.
Y don Quijote le dijo:
Erutar, Sancho, quiere decir ‘regoldar’, y este es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy sinificativo; y, así, la gente curiosa se ha acogido al latín11, y al regoldar dice erutar, y a los regüeldos, erutaciones, y cuando algunos no entienden estos términos, importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan; y esto es enriquecer la lengua, sobre quien tiene poder el vulgo y el uso12.
—En verdad, señor —dijo Sancho—, que uno de los consejos y avisos que pienso llevar en la memoria ha de ser el de no regoldar, porque lo suelo hacer muy a menudo.
Erutar, Sancho, que no regoldar —dijo don Quijote.
Erutar diré de aquí adelante —respondió Sancho—, y a fee que no se me olvide.
—También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles, que, puesto que los refranes son sentencias breves13, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias.
—Eso Dios lo puede remediar —respondió Sancho—, porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros, pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo. Mas yo tendré cuenta de aquí adelante de decir los que convengan a la gravedad de mi cargo, que en casa llena, presto se guisa la cena, y quien destaja, no baraja, y a buen salvo está el que repica, y el dar y el tener, seso ha menester.
—¡Eso sí, Sancho! —dijo don Quijote—. ¡Encaja, ensarta, enhila refranes, que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre, y yo trómpogelas14! Estoyte diciendo que escuses refranes, y en un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda. Mira, Sancho, no te digo yo que parece mal un refrán traído a propósito; pero cargar yIV ensartar refranes a troche moche hace la plática desmayada y baja15.
»Cuando subieres a caballo, no vayas echando el cuerpo sobre el arzón postrero, ni lleves las piernas tiesas y tiradas y desviadas de la barriga del caballo, ni tampocoV vayas tan flojo, que parezca que vas sobre el rucio; que el andar a caballo a unos hace caballeros, a otros caballerizosVI, 16.
»Sea moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no goza del día; y advierte, ¡oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena ventura17, y la pereza, su contraria, jamás llegó al término que pide un buen deseo.
»Este último consejo que ahora darte quiero, puesto que no sirva para adorno del cuerpo, quiero que le lleves muy en la memoria, que creo que no te será de menos provecho que los que hasta aquí te he dado: y es que jamás te pongas a disputar de linajes18, a lo menos comparándolos entre sí, pues por fuerza en los que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y del que levantares en ninguna manera premiado.
»Tu vestido será calza entera, ropilla larga, herreruelo un poco más largo; greguescos, ni por pienso19, que no les están bien ni a los caballeros ni a los gobernadores.
»Por ahora, esto se me ha ofrecido, Sancho, que aconsejarte: andará el tiempo, y según las ocasiones, así serán mis documentos, como tú tengas cuidado de avisarme el estado en que te hallares.