(El Congreso desalojado por la Guardia Civuila ala órdenes del general Pavía)
El
3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía y Rodríguez de
Alburquerque, entran en las Cortes con sus soldados y ponen fin a la
Primera República Española.
Pavía, ya tenía antecedentes de
"golpista" pues participó en la sublevación de Villarejo de Salvanés en
1866 que fue dirigida por el general Juan Prim y, tras el fracaso de
este pronunciamiento militar, partió al exilio, regresando tras la
Revolución de 1868, que destronó a Isabel II.
Durante la I República,
fue designado Capitán General de Castilla la Nueva, pese a ser conocido
por su proclividad a encabezar un golpe militar, si la legalidad no
bastaba para conseguir el fin perseguido.
El 3 de enero de 1874,
cuando el presidente Castelar perdió en el Congreso una moción de
confianza, Pavía hizo llegar una nota al presidente de las Cortes,
Nicolás Salmerón, ordenándole que "desalojase el local".
La Guardia
Civil, que custodiaba el Congreso, se puso a las órdenes del general y
ocupó los pasillos y Salmerón, al recibir la orden del capitán general,
suspendió la votación y comunicó el grave suceso a los diputados.
Los
diputados no obedecieron la orden y permanecieron en sus asientos,
aunque terminaron haciéndolo cuando la Guardia Civil desalojó la sala,
disolviendo las Cortes y dando fin al régimen parlamentario republicano [pésima experiencia republicana].
Los
congresistas abandonaron el edificio a toda prisa, entre escenas de
histerismo, pues algunos incluso se descolgaron por las ventas, mientras
Pavía les decía socarrón: "Pero señores, ¿por qué saltar por las
ventanas cuando pueden salir por la puerta?...".
Tras el golpe de
Estado, Pavía ofreció a Emilio Castelar continuar en la presidencia,
pero este se negó a mantenerse en el poder por medios no democráticos, y
convocó a los partidos a formar un gobierno de concentración nacional.
Se inició entonces la llamada "dictadura republicana", bajo la
presidencia del general Serrano y aunque su idea era perpetuarse, la
difícil situación social, política y militar y la falta de apoyos al
régimen, precipitó la restauración de los Borbones, ocurrida el mismo
año con el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto en
diciembre de 1874, proclamando rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II, volvían los Borbones.
Se demostraba, una vez más que los españoles son ingobernables por medios democráticos. Actualmente, con la desaparicion del bipartidismo volvemos a la ingobernabilidad, que acabará con la unidad de España, el fraccionamiento o federalsimo o cantonalismo de las 17 autonomías.
Es necesario una nueva Ley Electoral donde las minorías regionalistas no tenga cogido el mango de la sartén de los gobiernos de turno, y la prohibición tácita de partidos políticos que no sean constitucionales o independentistas, puesto que es un cáncer a la democracia. La yerba antidemocrática hya que cortarla de raíz. La libertad no es libertinaje político. Todos nos hemos de someter a una normas democráticas (bien entendida) perdiendo, si cabe, los caprichos de los ciudadanos liberales (mal entendido) antes que las libertades individuales o de grupos está la seguridad del Estado (como bien común de convivencia, progreso y unidad). A veces, el orgullo hay que metérselo uno por donde no cabe...
Ramón Palmeral