lunes, 3 de abril de 2023

Viaje por Aragón en 1999 Por Ramón Fernández Palmeral

                    

  Viaje por Aragón, en 1999    

                    Por Ramón Fernández Palmeral

 

                  

 

                                          I

                             Acercamiento

                        

Me niego rotundamente a escribir una redacción escolar de mi viaje por el Reino de Aragón, allá en septiembre de 1999, mejor que un viaje debería decir un acercamiento o una primera aproximación, tan cerca como una pedrada y tan desconocida a la vez como un jeroglífico, así fue Aragón, una verdadera sorpresa inimaginable.  Es difícil e impreso resumir en unos folios los sentimientos, lo visible de una región tan memorable, comprimida de historia, de monumentos, de monasterios, de catedrales, de basílicas, de personas emprendedoras sería pretencioso por mi parte juzgar con bisturí diseccionado, y no, no es lo que pretendo, además no tuve, en los pocos días que estuve con mi mujer, tiempo suficiente para considerarme un conocedor profundo de esas tierras de la cuna invertida,, de la corona de don Fernando, pues me faltó tiempo para empaparme de Ebro, pero lo poco que vi desde mi pecera es lo que pretendo recuperar aquí. 

Un viaje por el veintisiete aniversario de nuestra boda.  Un viaje feliz, pero no por ello, mi visión ha de ser optimista y feliz, sino que en otras circunstancias, el resultado de mi opinión sería las mismas.  Una visión subjetiva de una realidad, sí, pues no tengo otras aspiraciones que las de hablar con estera libertad.  Quien desee conocer o disponer con exactitud todos los detalles de esta histórica región, tiene a mano Guías especializada de viaje, o esos folletos de las Oficinas de Información y Turismo que tan bien nos los explican. Yo los tengo, pero prefiero no usarlos para no contaminarme.

 

 

                                                 II

                           Teruel, a un tiro de piedra

 

Salimos de Alicante mi mujer y yo en el Ford Scort de reciente compra (1998), un vehículo poderoso para su bajo precio y mejores prestaciones, estoy muy contento con él, es lo que tengo que decir a las encuestas de la Ford, para que me den gratis un bono de 2000 pesetas de gasolina, además es lo que diría mi abuelo una mula bien servida. Recordemos que parte de Alicante por el tratado de Almizra (entre jaime I y Alfonso de Castilla, futuro Alfonso el sabio) perteneció al Reino de Aragón, y llegó hasta Oriola (Orihuela).

 Sería las diez de la mañana de un septiembre chillón de cielos escolar, tomamos la Autopista del Mediterráneo de Aumar hasta pasado Sagunto, me había despistado para tomar el desvió de Teruel por la N-234, que no le vi en los carteles, aparecí en el pueblo de los zapatos de Segarra y la cueva navegable de Vall de Uxó en Castellón desde allí tome la N-225 que sigue igual de mal a pesar de que ya en los años 80 la ensancharon, en el paraje conocido por Algar de Palencia, puente sobre el río del mismo nombre, tomé la mejora de la N-234 hasta aparecer en la circunvalación de Segobriga o Segorbe, posee una catedral que muchos quisieran, luego Sarrión, tierra de vinos,  hasta aparecer en el mercadillo del jueves de Teruel, ciudad asediada por el trafico y los carritos de la compra de las menos madrugadoras amas de casa o licenciadas en el hogar o también he oído decir gladiadoras del hogar, que para buscar el ahorro de una pesetas hacen verdaderos peregrinajes por los puestos de verduras.  La monumental y mudéjar ciudad de Teruel se hunde en los meandros de dos ríos que nacen de la nieve (el Guadalaviar afluente del río Alfambra que cuando sale de Teruel es rebautizado con el de Turia, como si perdiere el “Al” de los árabes  para tomar la “T” de torre de Teruel). El coche se precipita por una bajada que te lleva a1 barranco húmedo de fértil, paraíso recién brotado, y te hace pasar por los ojos abiertos del acueducto, arcos que se me antojan como los del romano Soria, pero más delicados,  arcos que acarrean dinares de oro, es tan presuntuosa la ciudad con sus inmensos arcos de luz infinita, estrechas láminas de piedras arrojadas al arco iris, allí mismo bajo uno cerca de un muro se nos presenta el centro de la ciudad, laberinto del casco antiguo, típico toledano, el palacio junto a la noble casa de arcos de dovelas perfectamente atacadas en el rompecabezas de un portal que soporta el escudo de armas de quien fue defensor de los ideales de la nobleza aragonesa o del principio de la armas. 

 Pude aparcar en la plaza de San Pedro cuya torre mudéjar de ladrillo cocido en árabes o capricho geométrico de indudable cariño a la tradición de ensalzar al Dios del álgebra que aquellos años estaba de moda. Lo que me maravilla de estas torres, cuadradas y desafiantes como espadas puestas de pie, es que casi todas tienen debajo un pasadizo o arco apuntado en el que se me antoja que en su origen serían puerta francas o pasos de peajes para cambiar de barrios lo que se podría llamar fielatos.  Era las dos de la tarde y una simpática turolense de tez llena de gozo, nos informó que estábamos en la plaza de la catedral de Santa María desde donde se ve tu torre-campanario mudéjar y su portada modernista realizada por Pablo Monguió, pero que a esa hora acababan de cerrar, y por  lo tanto nos pederíamos el artesonado mudéjar de su interior, novena maravilla del mundo, no nos dejamos convencer por la posibilidad de su cierre o clausura,  y pasamos por debajo de la torre y en una placita pudimos comprobar que era cierto el cierre provisional llevado por un horario de comidas, los curas también comen. Un vecino mío, me dice siempre en el ascensor que si no tuviéramos que comer todo el días nos harían trabajar y, por supuesto, no nos dejarían venir a casa, y es cierto, si fuera suficiente comer una vez al mes, no nos dejarían salir al medio día, para qué de va a ir a casa, ni hora del bocadillo ni comidas de trabajo, sería horrible. Lo de dormir tiene la misma respuestas.  Tampoco pudimos ver lo que en Teruel es de obligado cumplimiento el mausoleo de los Amantes de Teruel en la capilla anexa a la Iglesia de San Pedro, donde yacen las momias de Isabel y Diego,  los protagonistas de l más bella historia de amor de todo los tiempos corrido en 1217, realizado en alabastro por Juan de Ávalos.  Mi mujer no se quiso hacer una foto en la plaza del Torico porque decía que era demasiado bebé, y no es que sea una vaquilla porque cuernos largos tiene, sino que es una especia extinguida de toros enanos, pero el torico es gracioso, no porque sea excesivamente pequeño sino porque te crees que si fuera de verdad seria dominable y juguetón en la lidia, toro propio para aquel viejo espectáculo del bombero torero, donde yo conocía a un enano llamado D. Francisco que trabajó en estos espectáculos de mofa taurina y que gracias a Dios desaparecieron.  Esta ciudad fue fundada en 1171 por las tropas de Alfonso II, aquí vivieron mudéjares y cristianos amparados por el Fuero de Teruel (1177), algunas ciudades como Teruel tienen dos, uno bree y otro extenso, aunque inicialmente fue el de Daroca. El fuero de Albarracín es una versión romanceada del de Teruel. Lo cual demuestra que Teruel “existe” desde hace más siglos que otras ciudades. Las torres mudéjares son: la de san pedro, San martín, el Salvador, Lombardera, y la de San Esteban.

Cuando uno es traicionado por el hambre que acucia, los ojos no te dejan ver los monumentos y el mejor monumento por ver es el de la gastronomía turolense, por eso salimos de la ciudad amurallada y llegamos al restaurante Reyes Católicos, ya en la carretera, pedí alubias y ternasco de Aragón regados con vino de las bodegas de la casa, mi mujer jardinera de verduras y un filete con patadas, de postre la rica cuajada con miel, buen servido, una calidad, y buen precio, servidos con gran contento.  Pero si Teruel posee algún tesoro oculto son  sus jamones, su gastronomía, su repostería como los “suspiros de amantes”, y sus vinos en “La Zona”.

Salimos de la ciudad de los abrazados amantes, y salimos hasta Albarracín para tomar el segundo de los cafés.  Y es que Albarracín, es la ciudad oculta, no se ve hasta que estás encima, sus calles irregulares y su gente que no nos miraban daban a entender que se trataba de un pueblo turístico y asombrosamente primitivo, casi prehistórico, de una conservación inusual, aquí sería donde yo instalada mi museo de figuras de personajes famoso hechos en madera de olivo.  No me gusta gastar el tiempo en juegos de cartas o de fichas blancas por un lado y negras por otro,, lo dedico a escribir o a tallar, que son dos de mis aficiones más destacadas por no hablar de la pintura en la que soy autodidacta, y como dice mi hijo ser autodidacta está hoy día mal visto es como tener un maestro que no sabe nada, un maestro que siempre esta de vacaciones.

       Daroca, con su carretera llena de jamones, la ciudad de murallas con gemidos antiguos, hundida, sumergida bajo la carretera, Daroca nos enseña sus tejados como la mejor de sus vistas.

Antes de llegar a Zaragoza, al fin la romana ciudadela, se nos abre en autovía deseosa de ser poseída por el visitante,, avenidas amplias con adorno de árboles que son colección botánica de los árboles que aceptaron las tierras de Aragón, a nuestra izquierdo el estadio de fútbol de la Romareda y una fuente a la que le hicimos el lazo de tráfico para tomar la de Anselmo Clavé 45 donde se sitúa el Hotel Cesaraugusta, en el que teníamos reservada la habitación 118, por Halcón Viajes, tiene garaje propio aunque hay que pagarlo a parte.  La decoración es de estilo romana, ya a la entrada en vez de sillones tienen literas romanas y a la derecha una estela mutuario romana llamado el... de Alcañiz, en ella se ven el bajorrelieve de manos cortadas, y eso significa enemigo muerto o prisionero.

 

 

                       III

   La Basílica del Pila y la Seo

La Basílica del Pilar se enclava en el margen drecho del río Ebro. El río de color crema pádia, el ríotiene ojos, un pasado y un presente, es manso como dirían los poetas menores, sus puentes sopsn ajorcas en sus brazos dorados, esto es verdad aunque suene pedante. Pero el río nos habla con el leguaje de su corriente, porque el río es el motor hidráulico de Zaragoza.

      Me asombró la capilla con sus ocho pilares de mármol grisáceos, pero más que nada me dejó maravillado el ensamblaje del atrio, si nos fijamos con cuidado, los granitos están perfectamente cortados y enclavados en el aire que parecen imposible que se sustente toda la cúpula, es sin duda un desafió a la arquitectura y me quiere recordar el techo plano de piedras que existe a la entrada del Monasterio del Escorial.

      La capilla de la Virgen del Pilar es un baptisterio renacentista proyectado por ángeles escultores, es de lo mejor que me he encontrado en mi vida, armoniaco hasta la perfección.  Pero lo que más me asombró no fueron los bajo relieves ovalados que circundan la capillas en número de doce, ni la escultura de Santiago el Mayor, sino la figura de rodillas mira con asombro y adoración la imagen de la Virgen en el otro extremo, son esculturas que ya no se pueden esculpir porque falta la fe en la obra maestra, la dedicación exclusiva, las horas incontables, la privación del ocio, en definitiva, la fe en la obra.  También me gustó el realismo de la tabla flamenca de Roldán que se puede admirar desde la puerta oeste.  Si continúo hablando del interior de la basílica y no digo nada de retablo en alabastro del escultor C.F.O. de otras magníficas figuras monumentales de mármol de los frescos sixtinos o en los techos de Goya, seria caer en el error de menospreciar por omisión, no es este mi pobre trabajo, quiero ser subjetivo sin caer en la negligencia.

       Me dije que no debía olvidarme del dedo gordo roto de la mano izquierda de una figura femenina de un bajo relieve en mármol blanco, segundo, a mano derecha de la hornacina de la capilla de la Virgen del Pilar e incluso podría ser la figura de  lo que si es cierto que en tanta perfección de una virgen o una madonna, no los bajo relieves elíptico y tallado por devotas manos de escultor, se encuentra una imperfección que a mí me llamó la atención- un dedo roto en la mano de una virgen.

       Sale uno de la basílica con el semblante místico de comprase el libro lujosamente encuadernado sobre la construcción n de la basílica.  De raquíticas lecturas sé que fue construida sobre otra románica, o porqué no aventurarse a decir sobre una antigua mezquita, encuentra una gran plaza con una bola central que no tiene la silueta de los continentes de La Tierra,, sino otras figuras (geometría anónima de un planeta), y oí decir a un padre a su hijo pequeño que se        pusiera junio a la esfera de los pueblos para hacerle una foto.  Desde allí nace un manantial del Ebro, fuente inclinada como una catarata del Monasterio de Piedra sobre el plano de la rectangular plaza de losas graníticas, monumento al ilustre pintor aragonés, de cuyo nombre no hace falta hablar, los bronces se figuras goyescas, un caballo de los antiguos de juguete pulido y dorado de tanto ser cabalgado, y sobre todo dos fuentes simétricas de tres ángeles de bronce con su pez cada uno y su surtidor de agua, y uno de ellos tienen cara de travieso y se ríe porque ha conseguido que el chorrito de agua se salga del brocal a la plaza.  Nos encontramos en el centro del mundo mariano y en el centro del centro del corazón de Aragón, más que Lourdes o Fátima.  Se trata de la plaza más concurrida de Zaragoza o la Caeseraugusta romana Saragosa (que también podría ser la Sara que goza), son mis bromas, existe una homofonía entre Cesaragusta y Zaragoza, ambas posee las tres “a”, la “r” y la “g", de Zaragoza, aunque el centro romano fuera Bilbilis o Calatayud.

      La calle de Alfonso II de Aragón, es una flecha que sale del arco del Coso para orientarse a la perfecta visión a la magna escultura de la Virgen del Pilar en la fachada de la basílica obra de Serrano, escultor aragonés que junto con Pablo Gargallo son los creadores de un estilo vanguardista, además no me puedo olvidar que en la puerta del Ayuntamiento lo custodian dos bronces colosales de atrevido diseño del mismo autor.

    No he visto tan grande maravilla en villa ni en Sevilla, y es que la plaza del Pilar, alargada y grande como treinta campos de ángeles batalladores donde la fuente del Ebro mana lágrimas de su rabia y de su poder contenido, es de un tronar de oído que la sabía de las orejas te las pone rojas de asombro. Cuando llegas desde la calle perpendicular de las tiendas de lujo, ves desde lejos un friso de piedra blanca que empequeñece cualquier fantasía, y no puedes compararlo con nada, si es que no has estado antes en Roma. Esta en la Roma del Ebro, que como racimo de agua turbia y ligera, pozos comunicantes en la alegría te llevan por los puentes en brazos de los aragoneses que son gente majísima, majos, majos de verdad, porque el aragonés no es nadie fuera de Aragón, pero cuando la tierra que pisan les llega a los tobillos con la fuerza del magnetismo romano, se convierten en pequeños emperadores al estilo del señor Labordeta.

    La Basílica, con sus cuatro torres, está construida de ladrillo porque parece ser que la piedra andaba cara en los tiempos de su construcción, o las canteras quedaban lejos de emérita Zaragoza city. Directamente fuimos a la capilla de la Virgen del Pilar obra de Ventura Rodríguez. A la virgen le cambian diariamente su primoroso y bordado faldón sobre el pilar del mundo.

    Por dentro de la Basílica te puedes perder o aguardar la avenida de los santos porque es el lugar donde a uno se le pone el alma con alas, y uno piensa que el cielo que nos tienen prometido es parecido a esto, yo desde luego, me quiero morir en Zaragoza.

    La Seo, antigua catedral, al fondo sur, como un espiga que araña los cielos, cantan los pájaros atados a las nueves, gárgolas que se antojan como bocas de cántaros griegos y romanos, feroces caras de diablos, es como una joya que espina rosa a los celestiales cielos empuja la divina hostia. Aquello es la hostia de grande, de bien rematada y es que la acaban de engalanar, recuperar, limpiar, enjoyar como un piedra preciosa que un pueblo fervoroso dejara como prenda al río que se ató el nudo de agua en la garganta más santa y sagrada de los lozanos tiempos que Santiago el Mayor encontró la columna que ye lleva a los cielos directamente.

    

 

                                        IV

                          LA AJAFERÍA.

  El castillo musulmán de la Aljafería y que hasta hace poco fue Capitanía General, pues no hemos de olvidar que los árabes Muza y Tarik conquistaron esta ciudad en el 714.

   Una mañana muy tempranos mi mujer y yo nos acercamos para ver cola a la entrada de dicho castillo rodeado por foso que con agua la protegían antaño de las invasiones. Pagamos el correspondiente ósculo de entrada y como un río de hormigas, entramos un enjambre de mocábares, patios alambicados, artesonados y arabescos de capricho por donde quieras mirar.

 

 

                                V

                   EL MONASTERIO DE PIEDRA.

    Lo que más me gustó del Monasterio de piedra fue lo grande que es su restaurante, y lo barato que se come. Si digo que el río encrespado y estridente que con sus cascadas trata de paras veloz por la acotada zona turística, sería no decir, sin embargo, la verdad es otras, me casé de tanto subir y bajar escaleras, de entrar y salir por las cuevas con goteos de agua, los contraluces, y las piscinas que a los peces encarcela. Una trucha me dio la bienvenida y un sapo me hizo un saludo como el que quiere convertirse en príncipe, pero no le besé, no fuera a ser que después no me lo pudiera quitar de encima.

En 1940, el ministro de Educación Ibañez Martín declara el Parque del Monasterio de Piedra "PARAJE PINTORESCO NACIONAL" y el El 16 de febrero de 1983 es declarado el Monasterio "MONUMENTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO-NACIONAL".

El monasterio. Cuenta la Historia que en el año 1194 el rey don Alfonso II el Casto y su esposa doña Sancha donan el castillo árabe llamado de "Pena Vieja'' a los monjes del monasterio de Poblet (Tarragona) para construir un monasterio y poder consolidar la fe cristiana en toda la zona.

El 10 de mayo de 1194 salen de Poblet trece monjes con dirección a Cilleruelos (Teruel). Al frente de ellos iba el futuro y primer abad de Piedra, don Gaufrido de Rocaberti. Diez días más tarde llegan a Piedra Vieja y el rey don Alfonso II les dona el castillo de piedra, fuertes sumas de dinero y las tierras circundantes. Los monjes comienzan las obras del nuevo monasterio el 20 de noviembre de 1195 utilizando las piedras del castillo.

 

     Luego como había que pagar para entrar en el museo renuncié a ello, por simple economía, me conformé con ver los esqueletos celulosos de unos olmos casi fósiles, gigantes si los comparamos con el entorno, pero no le pongamos al lado una secuoya porque se nos reduciría de tamaño.

     Las cascadas

 

     Salimos del Monasterio y acabamos en Calatayud, donde a la entrada hay un letrero que dice: prohibido preguntar por la Dolores. Hicimos caso a la recomendación y visitamos en una iglesia los cuadros de un Goya juvenil.

     T es que Calatayud es como un seudónimo de historia y afabilidad, ¡qué gentes! No nos faltó un guía que nos hizo los pies polvo. 

 

 

 

 

                                      VI

                                  HUESCA

    

    Desde Zaragoza nos acercamos al castillo del Aquelarre o Loarre en Huesca  como yo le llamo, unos cuarenta kilómetros, al norte, el día se puso castaño y el verde oscureció con sus yuntas y sus arados de tormentas que nos puso el coche hecho una pena plena.  Llovía y una niebla dada al castillo un aspecto tétrico. Un viento corría con poder de corceles del Apocalipsis, Allí a la entrada hay un kiosco de souvenir, ¿Cómo se aguanta tanto frío?

   Visita obligada, porque me había contado un ex-legionario, amigo de otras batallas, que  allí rodaron los exteriores de la película «En nombre de la Rosa», donde el actor principal fue el 007, metido, esta vez a monje de un envenenamiento por chupar el pergamino de las páginas de un manuscrito. Todo una novela policíaca medieval en que el escritor italiano Humberto Eco se esforzó por darnos un mamotreto infumable.

    El cielo frío de grises torpes, no apareció, estábamos en julio, pero llovía con  humildad disciplinada agua que lenta y callada lloraban sobre las calles de Huesca y sus campanas. Nos dirigimos al museo Provincial, digno, dignísimo, etnológico y rico. Luego, a comer como Dios manda, con mantel y tenedores de los de verdad. Churrasco y vino, me puse como un fraile.

 

 

 

 

 

 

 

                                 VI

                                  ALCAÑIZ

 De regreso a Alicante pasamos por Alcañiz, ¡qué catedral!, ¡que Ayuntamiento!, ¡qué cuevas¡ unas perforan la misma ciudad y posee frescos antiquísimos. Lo que más me gustó fue el mercado, los espárragos baratísimos, y el carne de cordero a buen precio. Hay que volver y pararse más tiempo, con más descanso en las piernas, porque Alcañiz, lo dice la palabras es cañiza. Yo os diré que la monumentalidad de la iglesia nos puede hablar de su historia, pero la historia es mejor leerla. Se nos hacía tarde, tomamos un aperitivo con un vino que es fuerte, con sabor a barril, ideal para caza, un ternasco hubiera sido ideal, pero no había más tiempo y tuvimos que regresar por una carretera mustiada por altos pinos, curvas, casas solariegas y granjas de cerdos.

De regreso a Alicante paramos a comer en Morella, en casa del pastor, comida casera de gran calidad.

Y regreso a Alicante por autovía A-7. Aquí acaba un viaje que me dejó muy buenos recuerdos de esa tierra de hombres y tradición.

 

                                                       Continuará…