jueves, 9 de noviembre de 2017

Exposición: Azorín, la fama postuma. Sala de exposiciones de la Diputación de Alicante





Hace unos días, el martes concretamente estuve en la Diputación de Alicante visitando a mi amigo Pablo Sandoval, adjunto a la presidencia, quien me invitó y acompañó a ver la magna exposición “AZORIN. LA FAMA PÓSTUMA”, en el Salón de Exposiciones del Palacio Provincial, que se ha montado con motivo de los actos del IV Congreso Internación: Azorín en la modernidad literaria,  puesto que este año 2017 se cumple el cincuentenario de la muerte de José Martínez Ruiz (1873-1967), más conocido por el seudónimo de Azorín, natural de Monóvar (Alicante), en cuyo cementerio municipal se haya su cenotafio. Hay opiniones muy contradictorias respecto del origen y procedencia de este apellido, que adoptara José Martínez en 1904. Unos le hacen diminutivo del apellido aragonés "Azor", muy antiguo en Huesca. Otros autores opinan que tiene el mismo origen de Zaurín y Saurín, originario de Cataluña, de donde bajó a la reconquista de Valencia y Murcia, teniendo antes su cuna en Francia. Lo probable es que lo tomara de un personaje llamado Antonio Azorín (apellido frecuente en Yecla donde situó sus novelas modernistas: La Voluntad, Antonio Azorín).
Dicha esta "introdomancia", quizás innecesaria para los eruditos azorinianos, yo me considero más azorinista  que azoriniano, entendiendo por azorinista el que adjetivo que se atribuye a los seguidores o adictos a Azorín. En lo que a mí respecta soy azorinista porque me considero epígono del estilo impresionista del “maestro de Monóvar”, como también se le conoce (añadiría impresionante maestro de Monóvar). Mi afición azorinistas se estimuló, recargó o se expandió, desde que en 2002 visité la Casa Museo de Azorín en Monóvar, de la mano maestra-guía de su director José Payá Bernabé, no la casa natal de la calle Cárcel cerca del Ayuntamiento de Monóvar, que lamentablemente está en ruinas y huele a vieja humedad. La Casa Museo es un paraíso para los bibliófilos.
Azorín acabó con la retórica y los largos circunloquios del romanticismo. Y como me considero seguidor de su estilo directo y minucioso (atómico lo llaman otros), os invito a que "volvamos", como escribiría Azorín, al usar el plural para dirigirse al lector al que llamaba “vosotros” a la Sala de exposiciones.  Yo he decidido usar la primera persona del singular, debido a los tiempos democráticos en el que todos somos ya iguales, al menos en la teoría constitucional.
Bien, me situó de nuevo, vuelvo a la sala de exposiciones del Palacio Provincial, que huele bien, con un toque femenino, quizás porque lo atiende una simpática azafata que nos da los buenos días y unas hojas. Acompañado de mi privilegiado, entusiasta, y entendido guía privado Sandoval, veo, observo una sala iluminada sobre encalado blanco, claro, silencio y acogedor, donde nada más entrar veo el cuadro de un José Martínez, juvenil y lozano del pintor alicantino Adelardo Parrilla tratado en gama cálida sobre fondo negro, es una gran obra. En un lugar central del semicírculo que abre la sala como un arco de ballesta (alejado del extintor de incendios) se cuelga el famoso cuadro de Azorín sedente o  sentado ante un paisaje de Castilla que del pintor vasco Ignacio Zuloaga, un pintor famoso en el régimen franquista, aunque Azorín no lo fue, ni tampoco falangista. Hay un panel que recuerda al filósofo y escritor francés del siglo XVI, Michel de Montaigne, cuya obra Ensayos, leyó y releyó Azorín para imitarle. Quizás por ello Gonzalo Torrente Ballester dijo una vez: “Azorín comenzó a escribir en castellano con la estructura sintáctica francesa”. En lo que respecta a las frases cortas, las oraciones simples coordinadas y yuxtapuestas, pero rehuía de las subordinadas. Usaba periodos cortos oracionales que entrelazada con el punto y como y cerraba con un punto y seguido.
En uno de los salones, al fondo, contra la pared silenciosa se hallaba una gran serigrafía en blanco y negro donde Azorín se nos presenta escribiendo en una vetusta máquina mecánica, de la era analógica, en la que al  maestro le tocó vivir. Quizás estuviera escribiendo una carda a don Miguel de Unamuno, a Antonio Machado, a Pío Baroja o a Ramiro de Maeztu quien  fuera fusilado por miliciano en el cementerio de Aravaca el 29 de octubre de 1936. Pero esta es ya otra historia que el lector puede encontrar en mi libro Cincuentenario de la muerte de Azorín, Amazon.
Al pie de esta gran fotografía de "Azorín mecanógrafo", aunque la mayoría de sus escritos los escribía, redactaba y creaba con una pluma estilográfica de aquellas que se  recargaban con un émbolo o cartucho de goma de la sangre azul de un tintero cristal de la marca Pelikan. Las estilográficas las había de diferentes marcas aunque las primeras Parker fabricadas en Estados Unidos llegaban a España de contrabando por Gibraltar.  Pues en esta sala luminosa de lamparas led se haya una máquina de escribir negra de la época de las Underwoord, sobre una mesa que también es un mueble de época más bien de principios del XX, donde Sandoval me retrata para la posteridad digital.
Encabecé este breve y corta crónica con el título: “El estilo impresionista de Azorín”. Escribo esta crónica a imitación del estilo que  usaba Azorín, donde he empleado los sentidos de la vista, el oído, el olfato y las sensaciones y recuerdos (no el tacto porque nada de lo expuesto se puede tocar). A Azorín le gustaba inventar neologismos y sacar del diccionario arcaísmos, cuidaba y se detenía en los detalles, al considerar que el detalle es lo que define el estilo personal del escritor; tenía un ojo de pintor impresionista; y sobre todo, más que nada le gusta el uso de los epítetos en lugar de los verbos, que son acción, y lo escritos azorinianos son todo lo contrario: son narraciones lentas, descriptivas,  relajaciones, erudición, periodismo actual y amor al paisaje.
Una exposición digna de visitar, admirar y recapacitar sobre nuestro pasado que se nos distancia a la velocidad de un planeta alejándose de su estrella. Permanece abierta desde el 18 de octubre hasta el 11 de noviembre. Sala es exposiciones de la Diputación en la Avenida de la Estación, 6- Alicante.
Ramón Palmeral
Alicante, 09-11-2017