Ramón Palmeral
Pintor y escritor de más de 50 libros
Respondiendo al artículo de Francisco Ull Barbart, de hoy en Opinión deInformación de 11-08-2023.
Estimado Fernando, Azaña fue un excelente orador y escritor, he leído algunas páginas de sus diarios, pero un pésimo gobernante, no se enteró, o no se quiso enterar de nada del oro de México, ni el llamado de Moscú.
El socialismo de Zapatero, que estableció la Ley de la Memoria Histórica 68 años después del final de la Guerra Civil española, ahora Pedro Sánchez con la Memoria Democrática, saltándose la Constitución del 78, que pretende cerrar el ciclo de la Guerra Civil con la Transición. Ambos líderes socialista pasaron por alto el hecho de que recuperar implica también recordar algunas de las hazañas más significativas cometidas por el socialismo antes con la Revolución de octubre de 1934, durante y después de la guerra con amaños en las elecciones de febrero del 36. Estos hechos como lo del oro de México y Moscú, debido a su inconveniencia política, han permanecido ocultos durante los últimos cuarenta años de democracia.
El 13 de septiembre de 1936, Madrid se despertó con noticias sobre el intenso bombardeo republicano al Alcázar de Toledo, donde el general Moscardó resistía. Oviedo estaba siendo bombardeada y la artillería estaba atacando Teruel. España tenía apenas dos meses desde el inicio del anunciado "levantamiento militar de Melilla", mientras el gobierno de la República minimizaba públicamente el avance de los "nacionales" y exhortaba a los ciudadanos a resistir hasta la muerte contra los facciosos, asaltando cuarteles de la Guardia Civil y requisando las armas de fuego. En ese momento, el gobierno estaba encabezado por el socialista Largo Caballero, quien nombró al socialista Juan Negrín como ministro de Hacienda y al socialista Indalecio Prieto como ministro de Marina y Aire. El asesinaron del diputado de derechas Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936, precipitó la Guerra Civil.
Manuel Azaña, presidente de la República, se dice firmó un decreto reservado aquella mañana (o sea, que lo sabía), del cual las Cortes nunca tuvieron conocimiento, que autorizaba al ministro de Hacienda, Juan Negrín, a sacar todo el oro, la plata y los billetes acumulados en las bóvedas del Banco de España y transportarlos al "lugar que considerara más seguro", y embarcó en Cartagena para Odesa. Las reservas de oro como pago a la contribución rusa en la incipiente guerra española. Y La Rusia de Stalin envió todo la chatarra militar que tenía. Se piensa que fue una estrategia de precaución ante la alta probabilidad de que la II República perdiera la guerra y necesitara garantizar su futuro en el exilio. ¿Dónde se halla este decreto reservado de Añaza, que nunca llegó al conocimiento de las Cortes?
En la madrugada del 14 de septiembre, un grupo de carabineros socialistas y anarquistas, acompañados por 50 metalúrgicos y cerrajeros, ingresó al Banco por la puerta de la calle de Alcalá. Durante varios días, en secreto, cargaron 7,800 cajas de oro de 75 kg cada una, que contenían monedas de alto valor numismático y lingotes. Estas cajas fueron transportadas en tren a Cartagena y custodiadas por la Brigada Motorizada del PSOE.
De las 7,900 cajas de oro originalmente contadas, el 25 de octubre se embarcaron en los buques Kine, Neve y Volgoles con destino al puerto ruso de Odessa 7,800 cajas, según la certificación de Méndez Aspe, director general del Tesoro. Sin embargo, hubo un error o deliberadamente desaparecieron 100 cajas, aproximadamente 7,000 kg de oro de 24 quilates. Nunca se sabrá por qué el cargamento no fue inventariado, pero había prisa por sacarlo de España. En ese momento, las reservas de oro españolas eran las cuartas más grandes del mundo.
Por eso, señor Francisco Ull, tratar e blanquear al expresidente de la II República como un alma cándida, por bien que escribiera, me parece desafortunado.