sábado, 9 de abril de 2022

Centenario del nacimiento de poeta José Hierro. No nació sino que fue parido por las aguas del Parnaso

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Actualidad

José Hierro: la metafísica del recuerdo

                                    Retrato de José Hierro por Palmeral, 2022, dibujo a lápiz

El 3 de abril de 2022 se conmemoran los cien años del nacimiento de José Hierro, muerto en el 2002 tras una exitosa andadura como poeta que se ganó el favor del público y la crítica.

Un día de 1993, en un simposio de Filología Española de la Universidad de Barcelona, en uno de los cursos, «El lenguaje poético desde Lorca a Valente», el profesor Adolfo Sotelo seleccionaba para su discurso, aparte de los citados, a Luis Rosales, Blas de Otero, José Hierro. En ese momento, compartía con los presentes una reseña suya, publicada en El observador, en que mencionaba «el sentimiento y la conciencia del tiempo desembocando en la voluntad de anclarse en el instante detenido y eterno, como imposible punto de llegada». Por entonces, teníamos al alcance Cuanto sé de mí, hasta el momento la poesía completa de Hierro en Seix Barral. Sotelo daba la clave para asimilarla: «alucinación o expresión vaga de emociones que buscan salvar el instante, detenerlo vivo». La memoria como perpetuo presente...

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Recordando a José Hierro por Nicolás del Hierro:

 https://www.laalcazaba.org/recordando-a-jose-hierro-por-nicolas-del-hierro/

 Hierro vivió en aquél su espacio tiempo más idílico en el ámbito de la poesía española. “Cuaderno de Nueva York”, le proporcionaría al poeta santanderino, nacido en Madrid, la gran corona que ya se venía laborando desde que la Editorial Rialp, premiara su libro “Alegría” con el Adonais 1947.

 

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 LLANTO POR JOSÉ HIERRO (A la muerte escribí esta elegía)

esa calva de cera,
de tártaro bigote, hirsuto,
calentaste tus manos de fumador
en mi corazón ardiendo de poemas,
de cafés sin azúcar y granos sólidos
de tardes solitarias, como ombligos
en aquel gran universo crespo, lírico real.
Ahora te acercas a la tierra última y sola,
a la luminosa estación del transito, límites,
unas gotas de una lámpara azul cobalto tieso,
cuyas cadenas de hojas tristes sólidas
viajan al otro lado de la nada,
donde te esperan verdes
paraísos de versos,
cafés mal iluminados
de colores tabaco negro
cajetillas de Santander
primigenio como ariscos
humos de demonio pecho.
Hoy empiezas el viaje de
regreso al cercano Nueva York...

Ramón Palmeral. 2002