El alto y bello Karim tenía sólo 24 años cuando arribó a Inglaterra de Agra en 1887 para servir en la mesa de Victoria durante el año del Jubileo de Oro.
Los sirvientes cortesanos siempre han sido
fuente de fascinación por su proximidad con los poderosos. Las
relaciones de los miembros de la realeza con sus sirvientes han causado
fricciones en la corte durante siglos y en distintos países, como
ocurrió en el caso de la reina Victoria de Inglaterra (1819-1901) y su caballerizo escocés, John Brown.La familia real se enfrentó ferozmente a la presencia de este hosco sirviente,
que asistía a la monarca en todo, incluso en los asuntos relacionados
con el gobierno. Posteriormente, entró al servicio de la reina un joven
indio que la encandiló y que incluso era invitado a comer con la familia
real.
La influencia de Karim sobre la reina fue tan grande
que ella misma estipuló que el joven sirviente musulmán tuviera el
honor de estar entre los principales dolientes en el funeral de la reina
en el Castillo de Windsor. “Victoria se habría convertido en una
enamorada de Oriente. Se sentía fascinada por la India”, escribe Lytton
Strachey; “incluso consiguió aprender un poco de indostaní; contrató a
algunos criados hindúes, que se convirtieron en sus inseparables
sirvientes, y uno de ellos, Munshi Abdul Karim, llegó a ocupar en su
vida un puesto casi similar al que en otro tiempo tuviera John Brown”.Karim Abdul Karim, se volvió el confidente más cercano de Victoria, a pesar de los denodados esfuerzos de cortesanos de Palacio para ocultar la relación antes y después de la muerte de la monarca. Se le concedió el puesto de “Paje Indio a la Reina Emperatriz” por un salario de 12 libras al mes. Abdul comenzó a acompañar a Victoria en sus viajes oficiales, donde fue presentado a primeros ministros, reyes y miembros de la realeza, y poco después Karim ya contaba él mismo con sus propios sirvientes, llegando en 1893 a disponer del carruaje privado de la reina para uso personal.
En una serie de escritos personales del sirviente indio, éste confesaba sentir un amor “maternal” con la reina Victoria, a quien llamaba “Reina Emperadora” o la “Gran Emperadora”. “Mientras escribo mi vida no puedo dejar de pensar en los muchos honores que me dio Su Majestad. Rezo al Todopoderoso para que siempre bendiga a nuestra Reina Emperadora”, decía Karim.