“La opinión pública en las decisiones políticas” por Ramón Palmeral
La
manipulación de la opinión pública es siempre un tema de debata, y su
estudio implica sesudos estudios de sociopolíticos, y donde los
políticos estadounidenses o británicos nos llevan años luz de ventaja
para hacer, por su experiencia democrática relativa a elecciones,
sondeos y manipulación de masas.
Estas semanas pasadas hemos visto en las televisiones aun acto de manipulación de la opinión para cambiar decisiones políticas con los inmigrantes a bordeo de Open Armr. Diariamente los periodistas, los locutores de televisión nos ponían contantemente imágenes de los inmigrantes, de su problemas individuales, de cómo se tiraban al mar para alcanzar las costas de la isla de Lampedusa (Italia), y lo malo que era Salvini en no aceptar su desembarco, y han acabado con él.
Y no es un caso particular porque España, el año pasado, recogió del mar a más de 23.000 inmigrantes. El PSOE estaba muy interesado en hacer ver a Unidas Podemos que son solidarios con los inmigrante como pasó con el Acuarios cuando llegó al puerto de Valencia, que también hubo un gran despliegue mediático. Y todo para que vieran, que eran iguales que ellos e estos temas, aceptar a toda persona náufrago en una patera como si el Estrecho de Gibraltar fuera del Metro del Mediterráneo. Para que el la investidura del 23 de septiembre apoyen a Pedro Sánchez.
Esto es un evidente ejemplo de la manipulación interesada, y los vemos diariamente. La opinión pública recibe tal cantidad de informaciones que es incapaz de comprobar cuales son erróneas y cuáles no, cuales están manipuladas y cuáles no, precisamente esta híper-información sitúa al individuo en el punto inverso al que creía estar ubicado, es decir, el receptor de ese enorme flujo informativo no tiene capacidad suficiente como para asimilar y procesar ese ingente material. No es capaz de distinguir lo bueno de lo malo: ni la verdad de la mentira, un ejemplo muy en sintonía con este tema extrapolado del ámbito más general a un espacio más concreto de la información, es la incapacidad de los servicios de inteligencia actuales para dar validez, credibilidad, o certeza a los innumerables mensajes que reciben acerca de una determinada investigación. Precisamente por esa imposibilidad manifiesta a la hora de diferenciar entre la información veraz, la desinformación o la manipulación.
Otro de los sistemas que usan los gobiernos para manipular la opinión pública es el de los bulos. Lanzan una idea falsa para observar los resultado en la opinión pública, ejemplo de suprimir los vehículos de combustión interna, y luego se queda en nada, porque Europa ha dicho es que inviable. Cómo se va a mover un camión de 32 mil o de 36 toneladas eléctricamente de España a Alemania, por ejemplo. Otro sistema es de presentar proyectos de obras públicas que luego, con el tiempo no se llevan a efecto, porque ya nadie se acuerda del proyecto.
Cuando se mira más el beneficio que el daño, uno se pregunta que dónde está la conciencia de los políticos manipuladores, que usan todos los medios a su alcance para beneficiarse. El sistema es la “cesárea política” y no me refiero al sistema quirúrgico de un parto, sino al magnicidio de Julio César en los idus de marzo el año 44 a. C. por un grupo de senadores.
No estamos de contra de que vengan inmigrantes pero que venga legales con pasaportes, con certificados médicos, sin el virus del ébola u otras enfermedades que nos puedan contagiar, como dice Vox, yo no lo veo bien. Cada vez que salta la valla de Melilla o de Ceuta hay una docena de heridos entre los miembros de la Guardia Civil, y esto yo no lo entiendo.
Ya sabemos que hay un campaña de los medios de comunicación contra Vox, reciben piropos desde todos los frentes. El viernes en Radio Nacional de España los contertulios de por la mañana estaban atacando a Santiago Abascal por todo los frentes, y decían que su tope de votos había llegado a su límite, y los de “extrema derecha” lo repitieron veinte veces. ¿No es acaso esta fórmula una premisa de manipular la opinión pública? (RNE) es la empresa pública que se encarga de la gestión directa del servicio público de radiodifusión nacional en España, forma parte de RTVE, al servicio del gobierno de turno.
Pero dado que el público no puede ser preguntado directamente al Parlamento, lo hace en las elecciones a través del voto, pero no tiene participación en asuntos concretos (pues entonces se convertiría en una democracia plebiscitaria o asamblearia como Suiza), es preciso realizar aproximaciones lo más ajustadas posible de lo que piensa la opinión pública a través de fragmentos representativos de la misma, que desde un punto de vista lógico y sincero pero no torticero.
Conclusión: aprende a dudar siempre.
Diario de Alicante 31 de Agosto de 2019, Día de San Ramón Nonato