Así, gracias a este monarca se construyó otra Jerusalén en África.
La
leyenda etíope nos cuenta que Menelik, a su mayoría de edad, visitó al
rey Salomón y le dijo que era su hijo. El monarca, que dudó del
muchacho, le pidió una prueba que demostrase que era hijo suyo. El
joven, le entregó un anillo de oro que Salomón le dio a su madre antes
de volver a Etiopía como prueba de su amor por ella. Así pues, el
monarca invitó a su hijo a quedarse en Jerusalén pero el corazón de
Menelik pertenecía a África y por ello debía volver a su tierra. Como
regalo de despedida, Salomón le entregó a su hijo el tesoro más
importante del templo de Jerusalén: el Arca de la Alianza.