–Escuchan. Para que quienes lo rodean se sientan apreciados,
es necesario que el líder carismático los escuche detenidamente, se
detenga a reflexionar en sus ideas y no considere que sus ideas son
mejores que las de los demás. Ninguna persona con carisma recibe la
confianza de los demás si estos perciben que su superior ignora
continuamente las propuestas ajenas y considera maravillosas las suyas
propias. Además, son buenos comunicadores, ya que hacen que los
demás sientan que sus ideas son apreciadas (aunque resulten finalmente
rechazadas), y para ello, hacen falta habilidades comunicativas.
–Crean confianza e inspiran.
Algo que se obtiene a través de la experiencia y la acción ejemplar,
principalmente a través de la capacidad de reconocer y enmendar los
propios errores y de hacer comprender a los demás sus aciertos y
equivocaciones en la justa medida. Un líder que ha perdido su credibilidad
difícilmente volverá a ser considerado referencia entre sus seguidores.
Además, a través de esa confianza que sus compañeros depositan en
ellos, son capaces de servir de inspiración, potenciando las virtudes de
los mismos y relativizando los defectos que todos tenemos.
–No son conformistas.
Las personas más valoradas son aquellas que perciben algún error o
injusticia en su entorno y son capaces de poner en marcha el proceso
necesario para poner solución a tal problema. Para una persona
carismática, siempre existe algo susceptible de ser mejorado, y que por
lo tanto, requiere de su protagonismo. Su descontento conduce a la acción, y ésta, al cambio.
–Son visionarios. Ya no se trata simplemente de ser capaz de tener una buena idea, ser hábil en determinados campos o ser muy productivo, sino de ser capaz de elaborar un proyecto personal e intransferible que les distinga de sus iguales.
Si son capaces de configurar esta visión de manera acertada, atraer a
sus seguidores sin manipularlos y granjearse su confianza a través de
los medios indicados, el líder podrá enfrentarse a cualquier empresa por
ambiciosa que sea. Al fin y al cabo, el carisma está relacionado de
manera íntima con la altura de miras.
Las personas carismáticas predican con el ejemplo y están dispuestas a sacrificarse–Toman riesgos y se sacrifican.
Para ser capaces de alcanzar esa visión personal, los líderes deben
predicar con el ejemplo. Y, por lo tanto, han de actuar en consonancia
con las ideas que propugnan. No se puede pedir a los demás algo que uno no está dispuesto a dar y pretender que se siga confiando.
Ser el primero en prestar ayuda, en reconocer la posibilidad del fallo y
en aceptar las consecuencias de una decisión equivocada es la
diferencia entre el líder que da la cara y el que se esconde o el que,
peor aún, deposita siempre la responsabilidad de los errores en sus
compañeros.
–Son creativos. El ingenio y la capacidad para
abandonar las concepciones predeterminadas distinguen a una persona
carismática de otra simplemente competente. Sus aspiraciones son
diferentes a las del resto de (conformistas) mortales, que requieren una
serie de habilidades diferentes que les ayuden a encabezar proyectos.
Si se encuentran en permanente lucha con el statu quo impuesto,
sus herramientas para el cambio no pueden ser las mismas, y si quieren
llegar a un público acostumbrado a determinados mensajes, habrán de
emplear una forma alternativa de expresión que los distinga de lo
convencional. Ya se sabe: si quieres resultados diferentes, uno debe seguir métodos distintos.
–No critican a los demás. Aunque
hayan cometido errores, cotillear a espaldas de los compañeros sólo
conduce a la pérdida de confianza de estos, que sospechan que pueden ser
objetivos de los comentarios malintencionados del “listillo” en
ocasiones sucesivas. En el fondo, las personas más carismáticas lo son por mostrarse humanos, aunque pueda sonar paradójico:
reconocen que un error lo puede tener cualquiera –aunque ellos sepan
ocultarlo bien– y recuerdan que lo importante no es volver a repetirlo.
Eso sí, es importante no caer en la condescendencia del que considera
que los errores de los demás son tan frecuentes que es mejor
acostumbrarse a ellos.
–Hablan de “nosotros”, no de “yo”.
El egocentrismo no es precisamente una cualidad frecuente entre las
personas carismáticas; sí lo es implicar a los demás en el proyecto que
uno ha comenzado. Es importante que todos los miembros de la empresa se
sientan parte del mismo barco, no que son meros acompañantes del líder
en la realización de su empresa personal. Lo importante es el objetivo común y que cada uno adopte el papel que la empresa necesita, no la realización personal del líder.
-El entusiasmo que desprenden en los demás es lu gran bandera. Y el entusiasmo que ponen en todo, y lo contagian en el equipo.