domingo, 21 de mayo de 2017

Relato corto: El puerto. por Harry,el exmadero




 Seguía despierto sobre la cama cuando las luces del amanecer entraron con lentitud consciente y una mirada inquisidora en mi habitación. Llamé por teléfono a la Guardia Civil del puerto, para adelantarles, que en el muelle de contenedores encontrarían un hombre hecho pedazos, y otro desaparecido en las aguas del puerto. Sería interesante que los identificaran y se pusieran en contacto con la Cabo 1º  de la P.J. de.. , para que les tuviera al tanto. Me pidieron que me acercara a firmar una declaración.
Antes de acudir al puerto y de que el  Sr. Ridruejo se enterara por otros conductor, al fin y al cabo siempre acababa por enterarse de todo, me acerqué al despacho y le conté lo de mis perseguidores y lo de los fiambres.
–No te quiero en el caso –me ordenó el Sr. Ridruejo en un todo autoritario y convencido de me había perdido en el caso–,  o puedes ir por ahí matando a tipos que te persiguen como en las películas americanas.
-Pero Sr. Ridruejo, si eran dos tíos fuertes y duros que querían matarme, ellos matar a mí. ¿entiende? Además, se han matado accidentalmente.
–Pero acaba la persecución con dos fiambres. No estamos en el Norte. No quiero líos de este tipo. La agencia se verá implicada. Mi buen nombre. Manchada mi reputación con sangre. Olvídate del caso, renunciamos a él.
–Olvidar es un lujo al que no tengo acceso, ya quisiera yo poder olvidarme de muchas cosas... Sabe qué le dijo, querido jefe, que si su nombre sale en la prensa o perjudicado, yo me auto-inculpo y me auto-despido. Cuando llegan los palos es que la película  está muy próxima a su fin. Además necesito un anticipo de tiempo.
No había considerado la posibilidad de una respuesta negativa. Le pedí una semana más. Si tras esa semana no conseguía nada lo dejaba. Me dio 72 horas.
Tras dos o tres horas de declaración en el Cuartel de especialistas, el cuerpo me pedía chocolate con churros: onzas de Valor. Mi metabolismo me pide calorías ante las situaciones de estrés, en cambio, a otras personas, los nervios se le meten en el estómago y no comen en tres días. Padecía un síndrome de restitución de energías por medio de la saciedad por  chocomanía.
Luego acudí a ver a mi amigo Silva.  Ya sabía lo del puerto. Le aseguré que le contaría el caso como para rellenar la tercera página durante varios días, con una sola condición, que no apareciera el nombre de Ridruejo & Brother. Aceptó la condición, y le conté pormenorizadamente la persecución. Además me interesaba que al asunto se le diera aires de espectáculo macabro, posiblemente un ajuste de cuenta, tortura para hacer hablar al despedazado pues de esta forma si llegaba a oídos de quien debía, me colocaba en una situación favorable.