La Batalla de Martín González y el Cautiverio de Boabdil en Lucena y Porcuna
Durante
el decenio que duró la guerra de Granada, uno de los acontecimientos
que marcó el futuro del reino granadino fue la nefasta contienda
emprendida por el rey Boabdil para tomar la ciudad de Lucena y que tuvo
como consecuencia la captura del propio soberano por manos cristianas.
Este real apresamiento, además de la gesta militar, fue un hecho de gran
trascendencia que abrió el abanico de posibilidades para acciones
posteriores, el rey en manos de los monarcas católicos es una gran
oportunidad para el fin definitivo de la presencia musulmana en la
península que bien supo utilizar el astuto Fernando el Católico.
A
comienzos del año 1483 un ejercito encabezado por el Marqués de Cádiz y
otros nobles caballeros deciden, probablemente sin autorización
superior, adentrase en la Ajarquia malagueña (en árabe, axarquia es
la parte oriental de una cora o región) aunque esta hueste cayó en una
emboscada por los granadinos al mando del destronado Muley Hacen, que
por entonces gobernaba la ciudad de Málaga, causando una sangrienta
matanza de las tropas cristianas. Desde Granada, el rey Boabdil animado y
a la vez envidioso de la victoria de su mayor oponente, su propio
padre, decide, pensando en la debilidad del enemigo, recuperar Lucena
que había sido conquistada por Fernando III en 1240. Con la ayuda de su
suegro, y alcaide de Loja, Ibrahim Aliatar sale de Granada con un
poderoso ejército, aunque en la misma salida de la ciudad, la
surpestición vaticinaba el desastre de la empresa ya que el asta del
estandarte que llevaban como insignia se quebró al toparse con el arco
de la Puerta del Elvira. Así Boabdil y Aliatar junto a 1500 jinetes y
más de 6000 infantes se plantaron el 20 de Abril de 1483 en las mismas
puertas de Lucena que era defendida por el joven Alcaide de los Donceles
Diego Fernández de Córdoba y por el alcaide de Lucena Hernando de
Argote. Mientras algunas tropas islámicas recorrían las cercanas
poblaciones de Aguilar, Montilla, La Rambla, Santaella y Montalbán en
busca de botines, el ejército al mando de Boabdil intenta atravesar las
puertas de Lucena aunque es resistida heroicamente por los defensores.
Neutralizado el ataque, el joven alcaide de los Donceles manda aviso a
las poblaciones vecinas mediante las atalayas, del peligro que corre la
ciudad de Lucena. Viendo Boabdil la resistencia lucentina y por el temor
de un ataque de las poblaciones vecinas decide levantar el cerco justo
cuando regresan las tropas que habían recorrido la campiña en busca de
botines capitaneado por el abencerraje Ahmad ibn Sarriá. Este propuso
hacer una capitulación al que los lucentinos aceptaron, aunque estos no
querían otra cosa más que entretener a los granadinos mientras se
acercaban a Lucena las tropas del Conde de Cabra y otros alcaldes que
acudieron a la llamada de socorro. Mientras el ejercito de Boabdil se
retira lentamente hacia el camino de Granada, el alcaide de los Donceles
y el Conde de Cabra que ya había hecho acto de presencia deciden salir
en seguimiento del ejercito musulmán. Los granadinos, a las una de la
tarde, paran para almorzar en el campo de Aras donde fueron avisados por
medio de sus atalayas del seguimiento de las tropas cristianas. Viendo
Boabdil las posibilidades de victoria mandó formar a sus ejércitos, al
igual modo que los cristianos pararon su persecución y estando los dos
ejércitos enfrentados se mandó la batalla. En un primer choque
acometieron valerosamente los castellanos hacia los granadinos dejando a
mas de 30 caballeros conocidos como la flor de la Casa de Granada
muertos y otros tirados de sus apeos. El conde y el alcaide viendo la
superioridad mandaron a los lanceros arrasar con toda vida musulmana y
estos no tuvieron otra que huir con la mala suerte de dirigirse hacia un
pequeño río llamado Pontón de Bindera donde la oportunidad del sitio
encaminó la victoria hacia los cristianos dando muerte a los que no se
rendían. Aliatar murió en la batalla y Boabdil intenta huir pero su
caballo se quedó atascado en el fango de la ribera del arroyo Martín
González que da nombre a la batalla. Escondido entre la espesura de la
vegetación fue descubierto por el peón lucentino Martín Hurtado quien
logro reducirlo mediante golpes de pica, acudieron varios soldados y
quedaron asombrados por el aspecto lujoso que presentaba el enemigo. En
efecto, iba Boabdil con marlota de brocado y terciopelo carmesí, en el
puño la espada de esmalte grana, verde y oro, sobre un fondo de oro
viejo con la divisa de los nazaries “Solo Dios es vencedor”. Al
preguntarle que quien era para vestir esos ricos ropajes este contesto
que era hijo de un noble caballero de Granada ocultando así su verdadera
identidad. Al momento se presentó el Alcaide de los Donceles quien le
puso una cinta roja en el cuello como signo de cautivo y lo mandó junto a
otros prisioneros a los calabozos del Castillo del Moral de Lucena aún
sin saber de lo importante de su captura. Tres días después de la
victoria cristiana fueron llevados a los calabozos del castillo de
Lucena más prisioneros que se habían escondido por los campos lucentinos
y al ver a su rey despojado de sus atributos se postraron ante el
llorando por la maldición que ante ellos había caído, hecho este que
asombró a los centinelas quienes tras interrogar al regio cautivo, este
ya no pudo ocultarles su condición.
Campos de Lucena
La
consecuencia inmediata de este vencimiento y de la prisión del Boabdil
fue la recuperación del mando sobre el reino de Granada del viejo Muley
Hacen. Los reyes Católicos al conocer el feliz acontecimiento ordenan
que Boabdil sea trasladado al castillo de Porcuna, donde permanecerá
varios meses hasta su liberación, dentro de un torreon de planta
octogonal construido por la Orden de Calatrava entre los años 1411 y
1435, y que hoy se conoce como la Torre de Boabdil. Este, vencido y
apresado por sus enemigos naturales, era una importante carta que los
Reyes Católicos supieron mantener en reserva para jugarla a su debido
tiempo. Tras
varias entrevistas entre Boabdil y los monarcas católicos en la ciudad
de Córdoba, es puesto en libertad el príncipe granadino con la condición
de que se proclame vasallo a Castilla y por ende el pago de un tributo
además de hacer la guerra a su padre Muley Hacen que en esos momento es
el sultán de Granada, firmando con esto la sentencia de muerte del reino
musulmán de Granada. Aquí juega un papel importante la madre de
Boabdil, la sultana Aixa quien propone los pactos con Isabel de
Castilla con la intención de recuperar a su hijo y a que este luchara
contra su padre para recuperar el trono de Granada.
Torre del Castillo del Moral de Lucena
Por
caprichos de la historia podría ver Boabdil la villa de Arjona, cuna de
Alhamar y semilla del linaje nazarita, desde su prisión en Porcuna que
significaba el principio del fín de su dinastía. Las guerras civiles que
acontecerían en Granada entre los partidarios de Boabdil y los de Muley
debilitaron el reino haciendo mas factible la toma de Granada por la
cruz, hecho que en menos de una década se hará realidad.
Torre de Boabdil en Porcuna