domingo, 26 de agosto de 2018

La curiosa historia de las ánforas con el símbolo de las tres culturas halladas en Frigiliana

La curiosa historia de las ánforas con el símbolo de las tres culturas halladas en Frigiliana

Detalle de la vasija con el símbolo de las tres culturas. /E. C.
Detalle de la vasija con el símbolo de las tres culturas. / E. C.

En la localidad axárquica, que este fin de semana celebra la XIII edición del festival, se conservan tres vasijas de grandes dimensiones con una simbología rayada alusiva a las religiones cristiana, musulmana y judía, que datan del siglo XVI

Eugenio Cabezas
EUGENIO CABEZAS
Frigiliana está celebrando este fin de semana la XIII edición de su Festival de las 3 Culturas, un encuentro al que se espera que acudan más de 35.000 personas para disfrutar de la gastronomía, los espectáculos musicales, las conferencias y el ambiente único en el que se funden las tradiciones cristiana, musulmana y judía. Sin embargo, muy pocos conocen de la existencia de tres vasijas del siglo XVI que aún se conservan en el municipio de la Axarquía, que tienen rayada la simbología de estas tres grandes religiones monoteístas.
Una de ellas se encuentra en la pequeña plaza del Torreón, un adarve situado a escasos metros del Ayuntamiento, en la céntrica calle Real. Es la única que es visitable, ya que las otras dos se encuentran en domicilios particulares de ciudadanos de origen extranjero. Según explica el abogado e historiador local Pablo Rojo, estas vasijas, que tienen unas dimensiones de unos 80 centímetros de altura y un diámetro de más de un metro, debieron fabricarse a mediados del siglo XVI, entre 1530 y 1540, coincidiendo con la época en la que en la zona convivían los moriscos y los cristianos. «No era una convivencia idílica, como se ha querido transmitir hoy en día con el festival, era un constante tira y afloja, por un lado los moriscos seguían manteniendo sus costumbres y su religión musulmana, por otro estaban las tropas de los cristianos de Vélez-Málaga, y por otro el señor feudal, Rodrigo Manrique de Lara, que tenía arrendadas sus tierras a los moriscos y quería que siguieran allí viviendo», explica.
En este contexto, estas vasijas se debieron usar para almacenar víveres, como agua, vino o aceite, para los habitantes del Torreón, que era una construcción defensiva situada en la parte baja del pueblo. «El símbolo es en realidad sólo de dos religiones, por un lado está la media luna árabe, por otro la cruz cristiana, y como elemento central, la estrella de seis puntas, con dos triángulos superpuestos, que es un símbolo musulmán, aunque es cierto que los judíos también lo tienen, la llamada estrella de David, pero es que no hay constancia de que en esa época vivieran judíos en Frigiliana», sostiene Rojo. «Los judíos vivían en las grandes ciudades, no es un pequeño pueblo en un señorío feudal», apostilla.
En cuanto a la simbología de estos elementos religiosos rayados en la vasija, el investigador sostiene que existen dos hipótesis: que tuvieran un carácter ritual o mágico, con el objetivo de preservar los alimentos que se guardaban en su interior, o que fueran una firma o símbolo de los propios artesanos, que en todo caso, Pablo Rojo sostiene que tuvieron que ser musulmanes. La vasija del Torreón fue rescatada en los años sesenta del pasado siglo tras unas obras en esta zona del Torreón en una vivienda de una extranjera llamada Doña Marta. Esta señora, ya fallecida, la colocó en la puerta de su vivienda, y ahí continúa. Cerca hay otra muy similar, pero no tiene esta simbología religiosa rayada.
Rojo, junto a un grupo de vecinos preocupados por el patrimonio histórico, ha constituido la asociación Taha de Frigiliana. Hace unos meses pidieron al Ayuntamiento que traslade esta ánfora del Torreón al Museo Arqueológico para garantizar su preservación, «ya que está a la intemperie y puede ser objeto de cualquier acto vandálico», apostilla. Respecto a las otras dos ánforas de similares características, el abogado e historiador frigilianense asegura que ve «muy difícil» que sus dueños las cedan al Consistorio, «aunque tendría que intentarse desde el Ayuntamiento», apunta.
Detalle de la vasija con el símbolo de las tres culturas.
Detalle de la vasija con el símbolo de las tres culturas. / E. C.
En su libro 'La Cabalgada de Frigiliana', publicado en 2012, en el que rescata un episodio hasta entonces inédito, ocurrido en 1548, por el que se expulsó a los moriscos de la localidad axárquica, Pablo Rojo da algunos detalles sobre estas misteriosas vasijas, de las que no se han encontrado ejemplos similares en ninguna otra zona del mundo. «Nos gustaría poder hacer un estudio de luminiscencia para datarlas de forma más exacta, por lo que vamos a pedirle al Ayuntamiento que nos dé una pequeña subvención a la asociación», comenta. «En Granada y en otras zonas del norte del África hay vasijas similares decoradas, pero que sepamos ninguna presenta juntos estos símbolos de las religiones cristiana y musulmana», sostiene, al tiempo que destaca que las vasijas de Frigiliana cuentan además con motivos florales y una rica decoración en la parte superior, «aunque su estado de conservación en general no es bueno», advierte.
Lo cierto es que la vasija del Torreón está siendo cada vez más conocida y reconocida por los visitantes de la localidad, que acuden atraídos por el espíritu de las tres culturas. Sin ir más lejos, el pasado 28 de junio, la presidenta andaluza, Susana Díaz, en una visita a Frigliana, se fotografió junto a la tinaja del Torreón, acompañada del alcalde, el socialista Alejandro Herrero. Esta pasada semana el que no dejó pasar la oportunidad de inmortalizarse fue el diputado socialista en el Congreso por Málaga Miguel Ángel Heredia.
La presidenta andaluza, Susana Díaz, junto a la vasija ubicada en El Torreón de Frigiliana.
La presidenta andaluza, Susana Díaz, junto a la vasija ubicada en El Torreón de Frigiliana. / E. C.

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Frigiliana

Una aldea desalojada por la Guadia Civil. El Acebuchal

El Acebuchal, una aldea desalojada por Franco, convertida ahora en paraíso turístico

La casas fueron rehabilitadas a principios de la pasada década. /EC
La casas fueron rehabilitadas a principios de la pasada década. / EC

Se cumplen 70 años de la orden de despoblarla, por ser refugio del maquis. El enclave fue recuperado hace 15 años y recibe a miles de visitantes

Eugenio Cabezas
EUGENIO CABEZAS
Los que hoy en día visitan El Acebuchal podrían pensar que se trata de una aldea más de las que salpican el interior de la comarca de la Axarquía. Sin embargo, este núcleo, con apenas una treintena de casas, situado en pleno corazón del parque natural de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama, dentro del término municipal de Cómpeta, tiene tras de sí una historia de lo más triste y dolorosa. En agosto de 1948 el dictador Francisco Franco ordenó el desalojo inmediato del poblado, que en esos momentos tenía unos 200 vecinos, porque sospechaba que estos daban apoyo logístico a la guerrilla del maquis, liderada por la agrupación de Roberto.
Durante cinco décadas las viviendas se fueron deteriorando, hasta quedar prácticamente en ruinas. Sin embargo, desde finales de la década de los noventa del pasado siglo, la familia de Antonio García 'El Zumbo', su mujer, Virtudes Sánchez, y los hijos de estos, Antonio, Sebastián y Virtudes, junto a Aurelio Torres 'El Obispo', decidieron restaurar los inmuebles, algunos de los cuales pertenecieron a sus antepasados. Ellos son los responsables de esta «aventura y de esta locura» –como les gusta llamarla– de querer recuperar un viejo poblado abandonado. Fueron más de diez años de esfuerzos y sacrificios, a principios de la pasada década, miles de euros invertidos para conseguir ofrecer un destino turístico único, en el que los visitantes se quedan «alucinados» con el paisaje.
«Unas 200 personas tuvieron que abandonar sus casas y tierras en una diáspora que aún no ha terminado para muchos. Su único delito fue vivir en el corazón de la Sierra Almijara, donde por aquellos años la guerrilla antifranquista se hacía fuerte y puso en serios apuros a las tropas enviadas para eliminarla», dice el historiador de Frigiliana Adolfo Moyano.
Los hermanos Vicky y Ramón Fernández son hijos de nacidos en la aldea competeña. Aunque no mantienen una propiedad, sí la tienen varios de sus primos. Su amor por la historia y sus recuerdos de infancia, cuando con apenas seis o siete años sus padres los llevaban allí para conocer a varios de sus tíos y primos, les llevaron hace dos años a recopilar en un libro los principales acontecimientos históricos de este enclave. En sus 75 páginas el lector puede encontrar un resumen muy completo de las primeras fuentes documentales que hacen referencia al poblado, así como numerosas fotografías históricas y testimonios de esos últimos pobladores.
Según Moyano, fueron agentes de la Guardia Civil, con el apoyo de Regulares delCuarto Tabor de Alhucemas, los que se encargaron de comprobar que la orden de Franco había sido atendida. «El Acebuchal pasó a ser un pueblo fantasma durante cerca de 60 años. Sus habitantes, repartidos por pueblos cercanos, la mayoría, nunca dejaron de sentirse de El Acebuchal, manteniendo sus raíces y un fuerte sentimiento de pertenencia a la aldea», describe el historiador, que trabaja como conserje en el colegio Enrique Ginés.

El último nacido en la aldea

«Fui el último que nació aquí», dice Torres, quien reconstruyó la antigua escuela convirtiéndola en una acogedora vivienda vacacional. Antonio García es nieto de nacidos en El Acebuchal, y uno de los que más esfuerzos ha puesto en convertir este poblado en un enclave turístico. «Uf, si me preguntas por dinero, no te puedo decir, porque nunca me he parado a echar cuentas. Sólo te digo que traer la luz desde Cómpeta nos costó casi 72.000 euros en el año 2003», explica. Sin embargo, la recompensa la reciben a diario, y especialmente los fines de semana, con decenas de visitantes, especialmente de nacionalidad extranjera. «Recibimos visitantes todo el año, y en noviembre o diciembre nos gusta hacer una recreación del antiguo oficio de los arrieros, que atravesaban con bestias la sierra para llevar el pescado y otros productos frescos hasta Granada, a través del llamado Puerto de Frigiliana», dice.
La treintena de viviendas de ambas aldeas han sido rehabilitadas y cuentan con todas las comodidades, aunque en la zona no hay cobertura de telefonía móvil. El bar que regenta la familia García es el único punto donde es posible disponer de una conexión wifi vía satélite. En pleno verano, la ocupación es máxima, y las familias disfrutan de un auténtico paraíso residencial en plena naturaleza. «La persistencia y la esperanza vencieron a la sinrazón fascista y muchos pudieron volver a sentir aquellas calles nuevamente pobladas. Setenta años después recordar aquel momento trágico es un homenaje a los que nunca pudieron volver, pero que nunca quedarán en el olvido», expresa el historiador frigilianense.

sábado, 25 de agosto de 2018

Mi perro invisible



MI PERRO INVISIBLE

Por Ramón Fernández


     Monólogo cómico.
    Salgo a escena con un collar de perro en la mano y hablándole al supuesto animal.

     Buenas tardes, perdonen que me haya  traido al perro a la función, pero es que no tenía con quien dejarlo, la mujer se ha ido a trabajar y los niños ya se han cansado del perro sobre todo desde que se hizo invisible, al principio papá, papá queremos un perro, y luego tienes que ser tú el encargado de cuidarle.
     Bueno yo quiero recitaros un poema mío que se titula «El garbanzo negro», porque a mí me gusta mucho escribirle a las cosas pequeñas, a un tornillo, a un botón, a un grano de sal, porque creo que las cosas pequeñas son tan necesarias como las grandes, por ejemplo unas gafas o un abanico, si no tuviera su tornillito, no funcionaría… (Efecto mariposa. El aleteo de un mariposa en el China puede oirse en el otro extremo del mundo).
    -Sit, siting, siéntate de una vez. ¿Qué pasa que te aburres?
     Tan pesados se pusieron mis hijos que le pedí un cachorro a un amigo cuya perra acababa de parir 4 cachorros, mi amigo  se puso contentísimo, por quitarse un cachorro de encima, pero fue creciendo y creciendo, pero yo creía que los perro no se hacían grandes, de chico era una preciosa bolita de pelos y  luego se puso grande como una fiera, como lo que es, es un doberman ¿o es un pitbull?, como hace tanto tiempo que no lo veo, ya no me acuerdo ni de qué raza es; y no está muy bien del coco  -gruñido-  y aquí está.
      No sé qué clase de vacunas le puso el veterinario que se hizo invisible, y no crean que, porque se hizo invisible dejó de comer, hacer sus necesidades, tener que sacarlo al parque por las mañanas, araña el sofá, lo bueno que tienes es que los pelos que deja también son invisibles y estos tiene sus ventajas, pero lo malo son las cacas...(mover la cabeza)  que son invisibles pero no me veas como huelen (sacudir los dedos), y lo malo es saber donde están (risas), y si la pisas no me veas. Claro en el parque, cuando la gente me ve buscar y recoger cacas invisible, cacas inviables, porque no están en la vía publica, me dicen: “este tío está más pallá que pa ca…”  Quieto Jesulín, no sé por qué te habré traido, no me dejas recitarle a estos señores.
     Se llama Jesulín, le puse Jesulín para que no fuera un nombre agresivo, como  Atila, Henguis Kam, Trolo, etc. Lo otro días entró en casa un ladrón y le dije “Si no te largas llamo a Jesulín”, y el chorizo no me hacía caso, así que le tuve que soltar a Jesulín y no me veas como corría, además como es invisible, los chorizos no lo ven, les sorprende y les muerde, porque morder, muerde, y no veas los dientes que tiene.  Jesulín, si te portar bien te quito el collar y te suelto,  sale a las butacas a saludar a estos amigos (público). ¿Queréis que lo suelte, ya que no lo veis por lo menos que lo tocáis?
   Tambien hay que lavarlo, porque huele, los otros días llenó la mujer una bañera para bañarlo con jabón, vosotros creéis que es lógico gastar cien litro de agua para lavar a un perro, eso con una manguera como toda la vida, pero claro como no ves al perro pues no le puedes enchubar la manguera, no atinas.  Con las escasez de agua que tenemos aquí, lo mejor es no lavarlos, y el trasvase nada de nada ni el del Ebro, allí se ahoga y para nosotros ni una gota, y el  del Júcar-Vinalopó, ni na de na… Peor lo hace mi vecino es mi vecino, que llenó la piscina para lavar un cocker (señalar con las manos lo pequeños que son) (risas).
   Una cosa tiene Jesulín que es listo. ¡Tranquilo, vale, (el perro hace como que lame los zapatos). Bueno, bien, vale, ¡ya!. Eres listo pero a medias…  Me viene bien de lazarillo. En el 2002 pedí cita con un oculista de la Seguridad Social para ver si me mandaba una gafas para ver perros invisibles, me dieron número para el 2005. ¿Y como es esto?, se habrán equivocado. No, sí, es para el 2005, es que hay muchos pacientes a la espera. Ya veo que aquí no ve nadie.   Por fin fui al oculista, me pone unos aparatos delante de los ojos y me pregunta, ¿ve usted esa letras?, qué letras, le respondo,  las letras que hay en el papel, me dice él,  ¿qué papel?, el papel que está en la pared, qué pared, usted no necesita gafas, usted lo que necesita es un perro…, (pausa, risas)  sí, si el perro ya lo tengo, ¿dónde está el perro?, pregunta el oculista,  pues aquí, ládrale Jesulín. (guau…). El que necesita gafas de ver perros invisibles soy yo.
   ¿Vosotros veis a Jesulín? Al público  (Noooooooooooooooo). Necesitáis gafas para ver perros invisibles.  Bueno, entonces lo voy a soltar. Lo suelto… ¿Pero Jesulín, a dónde van?, no, no lamas los pies a aquella señora,  ¡Jesulín, por favor, ven, camon, camon, dicen que a los perro hay que darle las órdenes en inglés, porque las entienden mejor. Jesulín, deja a ese gentelman, a esa lady!  (Viene el perro al escenario). Vale, vale, déjame ya. (Lo ato a una silla). Bueno, como iba diciéndoles voy a recitar el garbanzo negro.
                           UN GARBANZO NEGRO
                    Yo no sabía que era negro hasta que
mis hermanos blancos me lo dijeron,
no, no lo sabía, me había criado con ellos,
crecimos alegres y felices
en los páramos soleados de Castilla
allá muy  lejos, donde hace frío,
donde escarcha el cielo, donde nadie te visita,
si no es que estás muy enfermo.
                   Ahora, ya sé que soy un garbanzo negro,
solitario y sin familia que no te echan de menos,
voy por los caminos buscado aliento,
compañía, conversación y alimento,
pero no lo encuentro, sigo solo y sin que me quieran
porque soy negro, negro y además pequeño.
               No me quieren ni para el puchero
porque tengo poca cuerpo,
me llaman el “Chato negro”,
porque nariz no tengo, pero no desespero,
algún día encontraré a alguien que me quiera
por mi color y mi poco sustento.
                 Ahora voy camino de Granada, muy contento,
porque me han contado que allí, en la vega,
hacen un puchero muy rico
con su tocino y su hueso, donde todos,
todos los garbanzos son negros.   (Gracias)

    Bueno, Jesulín tiene mucha luces pero no el hacen gracia ni mis poemas, ni mis chistes.   Os contaré unos chistes sobre perros. 1) ¿Sabéis por qué los perro llevan el hueso en la boca? Porque no tienen bolsillos. 2) No hay nada más hortera que un perro con abriguito de lana. Yo los he visto y le ponen bolsillitos a los lados y banderitas. Me da una idea voy a tener que hacerle a punto un abriguito y ponerle una landerita, así lo veré. (gruñe). 3)¿Sabéis por qué el perro mueve la cola? Porque la cola no puede mover al perro. 4) Me pregunta una señora, ¿su perro come con la cola?, hombre yo creo que no se quita la cola para comer.5) Dos pulgas que vivían en un perro, le dice una a la otra tú sabes si hay otros perro.6) Dos pulgas salen del cine y está lloviendo, qué cogemos un perro o nos vamos andando. 7)Noticias: un gato ha matado a un perro, cómo es eso, eso es imposible, sí, es que el gato era hidráulico. 8)Los otros día le di 1 Euros a Jesulín para que me compara el periódico, me lo trajo, pero cuando regresó tocó al timbre de la puerta, le tuve que echar la bronca, claro, el tío tonto, se la había olvidado la llave. 9)    Pues los otros día vimos un cocodrilo en el parque, esto no es para reírse y le dice el colcodrilo a Jesulín, se ve que lo vio, los cocodrilos no entiende de formas invisibles. Adiós bola de pelo, y él le dije. Adios bolso de mano.
     El perro da un tirón de mí, y salimos del escenario corriendo. Dejo la cadena y vuelvo al escenario a saludar, saludas los dos (el perro y yo ) ya dar la gracias al público.

                                          Alicante, octubre 2006

 

Claves para memorizas:
1.- la mujer y los niños
2.- un cachorro doberman
3.- vacuna, las cacas y los pedos
4.-se llama Jesuín. Morder
5.-lavarlo, manguera no sé dónde está
6.-lazarillo, lista, me lame, oculista
7.-lo voy a soltar
8.-chistes encadenados
9.-el cocodrilo
10.-salir de un tir

lunes, 20 de agosto de 2018

La casa-museo de Gabriel Miró en Polop de la Marina









La Casa-Museo de Gabriel Miró en Polop

Por Ramón Fernández Palmeral


  En la avenida Segi-Barca nº 21 de Polop de la Marina (Alicante) se sitúa la actual Casa-Museo de Gabriel Miró,   es la conocida como «Villa Pepita» que fuera propiedad  de doña Luisa Mayor Calbo (Valencia 1889 - Polop 1987), penúltima dueña de la casa (según los estudios de Antonio Orts). La casa-chalet es de estilo modernista, cerca del rumor de la fuente de los 221 chorros, fue comprada por el Ayuntamiento polopino, en el interés de su alcalde Gabriel Fernández, que la mandó rehabilitar en 2012, que con buen criterio y acierto ha sido destina de albergar un extraordinario espacio cultural para Polop y memoria para el autor de  Años y leguas, inaugurada el viernes 17 de abril de 2015.
   Una casa que, ha de quedarle claro al visitante, no es en la que veraneara Gabriel Miró y su famlia en las épocas estivales de 1921 a 1928 (por periodos de una cuatro meses). El verano de 1929 no fueron a Polop, porque la familia de su mujer Clemencia Maignon junto a su hermana Juana, propietaria  del Bena-Saudet en Villafranquezas de Alicante y allí pasó el verano trabajando como peón de obras (jornaleo, llego a decir). Quizás esta ausencia de su Arcadia polopina y grandes esfuerzos, aceleraron su muerte.
    La familia Miró compuesta por cinco personas (madre, mujer y dos hijas) hubieron de buscar, residiendo en Madrid un lugar de montaña donde su hija Clemencia, «Clemen» le llamaban, se recuperara, porque  en el desarrollo se le manifestó una rara enfermedad, y que, su tío el Dr. Falcó (marido de su tía Juana Maignon) le recomendó buscar un lugar de reposo. De hecho, «Clemen» no llegó a recuperarse de su efermedad pues fallecería en 1953 a los 48 años de edad, a persar de haber estado por varios años en un sanatorio de Suiza.
    Como el compositor Óscar Esplá, alicantino y amigo de Miró, era conoceder del problema familiar les recomendó alquilar una masía en Polop, en la que Oscar había residido en años anteriores. La masía con huertos y fuente cerca se llamaba Las Fons o «Les Fonts» en valenciano, que era propiedada de doña Teresa Gualde, esposa de  don Pedro Berdin Fuster «labrador de hacienda ancha y repleta» escribió el cronista polopino Joaquín  Fuster Pérez, cuya masía estaba atendida por el tío Quino y la tía Vicente, que además de ser arrendatarios estaban para atender a los Miró que ocupaban la primera planta y los caseros debajo. Hoy en día la masía no existe, fue derribada por la vorágine urbanística especulativa del turismo invasor.
    Llegó Miró, solo, por primera vez el 18 de mayo de 1921, y días después la familia.
Como Miró no tenía automóvil, el viaje consistía en viajar en tren desde Madrid a Alicante, y desde Alicante en «El Trenet»  a la estación de  Benidorm (funcionaba desde 1914, según estudios de Francisco Amillo Alegre), y desde Bernidorm en el autobús de la Callosina  a Polop, pasando por Alfaz del Pi, La Nucía y Polop. Un viaje largo, penoso y costoso.
    Durante el primer verano, a mediados de agosto se subieron más alto, a la Masía del Molino, Benimatell, más cera de Oscar Esplá y de Isolda, la hermana del compositor, y donde también subía el pintor Emilio Varela, que fuera asistente de Sorolla cuando éste vino al Palmeral de Alicante para pintar uno de los cuadros de la serie de 14, Visión de España encargo de la Hispanic Society of America, el cuadro acabaría llamándose «Elche, el palmeral. (1918-1919).
    Polop y toda la Marina, valle del Jalón y Marquesado de Denia han de agradecer a Miró que haya internacionalizado el nombre de una comarca deprimida en aquellos años. Ejemplos de nombradía lo tenemos con Orihuela de Miguel Hernández o Monóva de Azorín. De esta guisa, la actual casa-museo de Miró, entra dentro del itinerario de viajes en la literatura por Alicante.




 AÑOS Y LEGUAS : SU OBRA DE PLENITUD DE GABRIEL MIRÓ

  También he de advertir al lector que Años y leguas (1928) «un hermoso libro colosal» que dijera el historiador Vicente Ramos en Gabriel Miró, (341:1979, no es un libro testimonial, o diario de sus estancias estivales en Polop o de la Marina Baja, porque este es un bello libro de prosa poética, muy similar a Platero y yo (1914-1917) de Juan Ramón Jiménez, libro de su infacia en Moguer, pero no narrativo sino poético. El libro de Miró, fue escrito en Madrid y no en Polop, es la recopilación de 59 articulos publicados en la prensa La Nación de Buenos Aires y El Sol de Madrid entre los años 1923 y sucesivos, de donde cobrada sus drechos de autor. Aquí se cuentan las hazañas y contemplaciones de Sigüenza, un alter ego, a medias, porque unas veces le atribuye hechos reales y otros ficticios, oído o reinterpretados,  propio de la creación artística de una gran creador que escribía de memoria sin tomar apuntes; por lo tanto es un producto de creación artística de la palabra, no de su diario, del que por fortuna tenemos su Epistolario, edición completa de 2009, y en el libro Gabriel Miró en Polop de Joaquín Fuster Pérez.
    Puedo afirmar que Sigüenza era un alter ego a media, puesto que Miró no le dejaba libertad a Sigüenza para contar la vida real de Miró, por ejemplo aquel affaire que tuvo con la señora Lola de Picó su vecina cuando vivía en la Plaza Ramiro de Alicante, y al tal extremo llegaron los celos del marido que Miró y su familia saliron por piernas a Barcelona (lo he leído del profesor Edmund L. King hispanista estaodunidense en le prólogo de Nuestro Padre san Daniel, Ediciónde la CAM , 1994).
    Miró en Polop se sentía como en casa, puesto que sus vecinos hablan valenciano, y Miró lo hablaba, puesto que su padre don Juan de Dios Miró, el ingeniero de caminos, era natural de Alcoy, zona del tratado de Alzmirra en poder de Jaime I desde 1244. Hablaba con ellos en la lengua vernácula del padre, no de la madre que era de Oihuela; pero nunca escribió en valenciano, puesto que, pensaba que escribir en esta lengua era de «risa» y no le lerían los lectores hispanoamericanos, de hecho, no se le conoce nada escrito en esta lengua. Tanto fue el placer físico y estético que sentía por Polop que se compró un terreno para edificar una casa, que no puedo cosntruir por su muerte temprana a los cincuenta años  a las 9:30 horas del día 27 de mayo de 1930. Sí lo mandaron construir sus hijas cuando encargaron el proyecto al arquitecto y pintor Miguel Abad Miró (según Franciso Sanchis Gadea): Miguel Abad era sobrino del escritor, pues su madre Concha era hermana del padre. El chalet se inauguró en 1952 con el nombre de «La casa de Sigüenza». Los nietos del escritor Olympia y Enrique Luengo Miró vendieron la casa hace tiempo.
    Años y leguas es, hoy en día, un libro difícil de leer si no se domina la abundancia de arcaismos de los que hace uso Miró, un libro donde se dejó llevar por la prosa poética y el «siguencismo», que no es más que la transmutación o consustanciación de Miró en el personaje de Sigüenza y el paisaje, una especie de avatar con poder para expresarse a su entera libertad creadora, es por lo tanto Años y leguas la obra donde «alzanda su plenitud creadora», como escribiera Rosa María Monzó, en la revista El Salt, nº 2, 2004, que además de ser gran mironiana fue directora de la Biblioteca Gabriel Miró de Alicante que patrocina Obras Sociales de la CAM, hoy del banco Sabadell.
 

   Es una visita recomendada. La entrada es gratuita con un horario de lunes a domingo de 10:00 a 13:00h y de 17:00 a 20:00h.


CONCLUSIONES
 
    Pienso que la casa-museo es un gran acierto, pero necesita una página web oficial propia donde se anuncien sus actividades o conferencias, como le sucede a la casa-museo de Miguel Hernández en Orihuela, y con el tiempo la creación de una Fundación.  Así como premios y concursos literarios.

Alicante, 20 de agosto de 2018


Ramón Fernández Palmeral
corroe:ramon.palmeral@gmail.com