martes, 1 de agosto de 2023

Viaje por España del barón francés Davillier con Gustavo Doré como dibujante


Los lunes del barón Davillier (13). De Doré y su visión de España como perfectos compañeros de viaje

El 12 de diciembre de 2011 en Fondo antiguo, Libros, Viajes por | 5 Comentarios

Gustavo Doré en un grabado de Baude a partir de una fotografía de Nadar.

 “1861. Veintinueve años. A la edad en que otros artistas no hacen más que entrever los rumbos de su personalidad definitiva, Doré, como si una oscura premonición le hubiese advertido desde siempre lo breve que va a ser su vida, se encuentra ya plenamente hecho y orientado, con un ciclópeo trabajo a sus espaldas. Desde ahora va a realizar sus obras definitivas, va a abordar con seguro pulso, una por una, la ilustración de los libros de la humanidad. Comienza por El Infierno, del Dante. Consolida, en un segundo viaje a España con el barón de Davillier, su primitiva impresión de la Península; y de ese largo y meditado viaje salen no sólo las ilustraciones del libro de su compañero, sino la penetrante intuición de tipos, costumbres y paisajes que va a hacer de él enseguida el primer ilustrador del Quijote”.

Son palabras de Antonio Buero Vallejo, que dedicó al teatro un alma creadora que se asomó primero a la pintura, en el estudio crítico-biográfico sobre Gustavo Doré que acompañó en 1949 a la primera edición española del Viaje por España del barón Charles Davillier realizada por Ediciones Castilla. Doré ya había tenido una primera impresión, aunque fugaz, de España en 1855, en “un presuroso recorrido por algunos puntos de la frontera y de la costa vasca tomando apuntes para ilustrar el Viaje a los Pirineos de su viejo condiscípulo Taine, que la casa Hachette le ha encargado”, explica Buero.

Aquel 1861 fue el año en que Doré y su amigo el barón –“le había dicho más de cien veces que él era el pintor que debía darnos a conocer España”, contaría Davillier– decidieron embarcarse en una nueva aventura española, recogida a partir del año siguiente y hasta 1873 en la revista Le Tour du Monde, una de las más importantes de viajes publicadas en Europa en la segunda mitad del XIX. En aquellas páginas lo que mandaba eran las ilustraciones: el nombre del reconocidísimo Doré, con su lapicero romántico, tiene preeminencia sobre el del barón y sus interesantes aportaciones escritas.

“Considerar el Viaje como un mero repertorio gráfico pintoresco sería erróneo: sus dibujos no se limitan a reflejar, sino que sugieren”, advierte Buero, que enseguida sale al paso de quienes puedan protestar por la imagen que los otros se hacen y dan de España. “La España pintoresca no es una invención artificial ni superficial de los extranjeros ante el espectáculo de nuestra patria; por muy incompleta o discutible que se considere tal visión es la de la propia España (…) Deberíamos acabar definitivamente con la imputación de esa visión española a los extraños. En los aspectos más deleznables como en los más altos la hemos hecho nosotros; y Doré no efectúa con sus dibujos ninguna deformación, sino que transcribe con evidentes coincidencias la visión española romántica de Bécquer, Villaamil, Lucas y el mismo Goya”.

Doré retrata en 309 imágenes aquella España que él y Davillier contemplaron con delectación, sin prisa, en profundidad y con ojo de artista. Buero se descubre ante el “innumerable fárrago gráfico del Viaje” y “sin posibilidad de reseñarlo íntegramente” por su dimensión opta por el comentario sucinto de las creaciones de Doré, el mismo enfoque que aquí emplearemos nosotros.

Toros en la Plaza Mayor.

En lo referido a los toros, que ya vimos eran considerados por Davillier como cosa española por encima de todas las otras y motivo con el que Doré enriquece los capítulos de Valencia, Madrid, Valladolid, Sevilla y Cádiz, el artista “va a darnos una tauromaquia personal, vigorosísima, de audaces inexactitudes y profundamente española (…) se aplica sagazmente a aquellas cosas en las que nuestro propio lenguaje taurino desvela la deformación interna con que todo aficionado verdadero ve los incidentes de la fiesta”. 

Bolera andaluza con su madre.

Buero encuentra cierta irregularidad en el retrato de la española que hace Doré, unas veces apenas entrevista tras las cortinas de los balcones, “presencia misteriosa y prometedora”, y otras reflejada como “un sueño del  incorregible sentimental Gustavo”,  tal y como aparece en Una velada musical en Granada . “Preferimos la veraz y asainetada visión de la Bolera andaluza y su madre (*) ambas vestidas a lo elegante, de fresca belleza y expresión falsamente inexperta la una y de aspecto soez, práctico y resuelto la otra”.

Adelina Patti.

Ya habíamos visto a Davillier y a Doré entusiasmados de la belleza de la mujer española y Buero cuenta  cómo “vibrándole los nervios todavía por el encanto dulce y ardiente de las andaluzas, he aquí que se encuentra, triunfando en la Ópera de París, la más deliciosa española que pudiera soñarse”, la cantante Adelina Patti. “Se ven con frecuencia y se visitan mutuamente. Doré hace llorar su violín para ella y la enseña algunas canciones española que ha recogido en su último viaje”.

“En el domicilio de Rossini, bajo la bondadosa mirada del maestro, una tiple de veintiocho años y un dibujante de treinta y cuatro hacen música a dúo y piensan tal vez, fugazmente, que son dos grandes artistas nacidos el uno para el otro. Y deben de pensarlo de una manera cada vez más intensa, pues el tiempo pasa y la amistad crece…”, hasta que entre ambos se interpone otra andaluza, la emperatriz Eugenia de Montijo. “Frente a ella nada cabe hacer”, constata Buero. Eugenia convence a su amiga Adelina de que entre un artista, por famoso que sea, y el marqués que ella le tiene reservado no hay duda posible. “Este hombre tan lleno de sueños viene a estrellarse inesperadamente contra uno sueños más poderosos que los suyos”.

Granada. Cuevas de los gitanos en el Sacromonte.

“Grutas de gitanos en el Sacromonte es un dibujo maestro”, juzga el hombre que dejara otro dibujo maestro para la historia, el retrato al carboncillo más conocido de Miguel Hernández, realizado en 1940 cuando ambos estaban presos y condenados a muerte por su apoyo a lado republicano durante la Guerra Civil. “La escena languidece bajo la luz natural del sol y está cuajada de gitanos, niños piojosos y cerdos en promiscuidad. En ella vemos marchar de espaldas a una pareja que es como la respuesta de la juventud gitana a la vejez, ayer consejera y hoy desvalida: una joven conduce a un anciano que camina a lentos pasos.”

Barcelona. Mendigos en el claustro de la catedral.

A Buero le parece que “Mendigos en la puerta de la catedral de Barcelona es uno de los dibujos capitales del libro. Además de la gran hermosura del estilo y su briosa composición naturalista, refleja la prestancia, la fanfarrona dignidad de los pedigüeños con una sobria y cruda contundencia que permite adivinar el senequismo interior que los sostiene”.

“Éramos un país pobre y había que ingeniárselas para conquistar el puchero. De tan crudo aprendizaje, los niños del pueblo tampoco se salvan”, escribe Buero poco después de señalar cómo alguna escena de dolientes y sufridos tipos españoles recogida por Doré “suscita la misma emoción de las comedias bárbaras de Valle Inclán”.

Cardos de la Mancha.

Pero había niños y niños. Y si en Valencia los hay que se pelean a naranjazos, son “afortunados al lado de los niños manchegos protagonistas de la magnífica lámina Los cardos de la Mancha. Entre las gigantescas matas espinosas que un borriquillo prueba, cerca de los molinos del fondo, los pobres rapaces sucios de polvo juegan como pueden bajo el sol de esta naturaleza tan poco acogedora. Algunos perros familiares son sus compañeros de holganza. Por la extraordinaria calidad de la factura, la vitalidad del dibujo de niños y animales y por lo tremendo del contraste entre la alegría infantil y la dura realidad que le rodea, acaso sea éste el mejor grabado del libro”

Miranda. Pastor castellano.

Encuentra Buero que “la caracterización de los tipos regionales es muy diversa y desigual” en el corpus hispanodoreano. Echa de menos, por ejemplo, la presencia de catalanes: “El interesante Garrote en Barcelona  –tan claramente influido por Goya— no tiene otra cosa catalana que el título”. Y dice que “los castellanos no están suficientemente representados”, si bien valora que el “Pastor castellano de Miranda, con su gran palo, su manta terciada y sus almadreñas es un tipo de absoluto realismo”. Por razones que no explica, el crítico encuentra “natural que a pesar de su penetración, Doré no tuviese los ojos suficientemente educados para darnos una verdadera galería racial en el aluvión de grabados de su viaje. Ha hecho lo bastante con acertar a veces y evitar los errores tipológicos casi siempre”.

Calatayud. Barrio de la Morería.

“Mayor intuición muestra en el reflejo de ambientes y paisajes, donde su aparatosidad romántica no le impide recoger la sobria sencillez de muchos suelos nuestros con insuperable maestría”, certifica Buero, que también encuentra laminas de aire realista, sea en Despeñaperros, Pancorbo o en Ronda. “La mayoría de los paisajes pertenecen a esta factura y dos o tres de ellos hechos a vivos golpes de lápiz, como arañazos, cuentan entre los más hermosos y expresivo que Doré haya podido dibujar en su antiacadémico estilo. Acaso el mejor sea el pequeño grabado del Barrio de la Morería en Calatayud, por cómo la soltura del trazo ha sabido armonizarse con las calidades de la rocas y el caserío”.

Mérida. Circo romano.

Naturalmente, en un viaje como el que hacen Davillier y Doré y con el encargo de contar lo que ven a los lectores de Le Tour du Monde es crucial, y muy numerosa, la presencia de monumentos de la siempre mágica y exótica tierra española. Como la producción es exigente, Doré mezcla obra exclusivamente suya con otras mixturas de colaboradores e  imágenes puramente mecánicas, carentes de valor artístico, y que no aparecen firmadas, como nos alerta Buero. Del primer grupo le llama la atención a Buero las ruinas romanas de Mérida, “un dibujo ovillado, de rica entonación, donde nada hay de frío o fotográfico”. La vista de Segovia que ya conocimos la pasada semana “responde al mismo tipo”.

Buero Vallejo califica de “admirable conjunto” la obra con que Doré complementa el texto de Davillier. “Tan español que, no obstante el tiempo transcurrido y la condición de extranjero de su autor, en él reconocemos sin vacilar las cosas y los hombres de nuestra patria”, subraya.

Con ello concluye nuestra versión del Viaje por España, aperitivo tentador para que los lectores interesados se enfrasquen en la obra completa que tenemos disponible para el préstamo en nuestra biblioteca. La edición de Viaje por España de 1998, en dos volúmenes, de la editorial Miraguano  y la que dedicada sólo a Andalucía, Viaje a Andalucía, publicada en 2009 por la editorial Renacimiento, con comentario introductorio de Alberto González Troyano.

Puesto que parte sustancial del motivo del viaje fue que Doré conociera a fondo las tierras y tipos de España para así mejor ilustrar el Quijote, la semana que viene cerraremos definitivamente estos Lunes del barón  Davillier con sus ilustraciones para la obra de Cervantes y la opinión que en su día merecieron al gran Antonio Buero Vallejo.

(*) En ocasiones el título que Buero da a la obra no coincide con el que hace de pie de la ilustración en la edición española.

Otras entradas de esta serie:

Los lunes del barón Davillier (1)

Los lunes del barón Davillier (2). De franceses hispanoblantes y de loros francófonos.

Los lunes del barón Davillier (3). De lenguas vernáculas.

Los lunes del barón Davillier (4). De una Barcelona sin Gaudí.

Los lunes del barón Davillier (5). De ladrones y otras gentes de mal vivir.

Los lunes del barón Davillier (6). Del verdadero plato nacional… y no es la paella.

Los lunes del barón Davillier (7). Del animal enciclopédico y calumnias vengadas.

Los lunes de Davillier (8). De cómo buscar emociones imaginando bandoleros de leyenda.

Los lunes de Davillier (9). De Los Siete Niños de Écija a José María el Tempranillo.

Los lunes de Davillier (10). De los toros como “cosa española por encima de todas las otras”.

Los lunes del barón Davillier (11). Del chocolate como excusa para descubrir la España desconocida

Los lunes del barón Davillier (12). De ruidos, violines, guitarras y bellezas antaño ignotas

Los lunes del barón Davillier (y 14). De Doré en la buena compañía de Cervantes y el ‘Quijote’

 

Comparte esta entrada

Twitter Facebook Google+ LinkedIn Del.icio.us Tumblr Del.icio.us

5 comentarios a «Los lunes del barón Davillier (13). De Doré y su visión de España como perfectos compañeros de viaje»

  1. […] Los lunes del barón Davillier (13). De Doré y su visión de España como perfectos compañeros de … […]

  2. […] Los lunes del barón Davillier (13). De Doré y su visión de España como perfectos compañeros de … […]

  3. […] Los lunes del barón Davillier (13). De Doré y su visión de España como perfectos compañeros de … […]

  4. […] Los lunes del barón Davillier (13). De Doré y su visión de España como perfectos compañeros de … […]

  5. […] Los lunes del barón Davillier (13). De Doré y su visión de España como perfectos compañeros de … […]

Deja un comentario

  • Facebook
  • RSS

Instituto Cervantes de París

Biblioteca Octavio Paz

7, rue Quentin Bauchart

75008 París

Tel.: +33 (0)1 49 52 92 71

Lunes a jueves: de 11:30 a 18:30 h.

Viernes: de 10:00 a 15:00 h.

Contacto:
bibpar@cervantes.es

Consulte el catálogo:

Calendario

diciembre 2011
L M X J V S D
 1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031  

Red de bibliotecas del IC en la web social

  • Blogs de la Red de Bibliotecas del Instituto Cervantes
  • Facebook de la Red de Bibliotecas del Instituto Cervantes
  • Twitter
  • Google+ de la Red de Bibliotecas del Instituto Cervantes
  • Canal YouTube de la Red de Bibliotecas del Instituto Cervantes
  • Marcadores de la RBIC en Delicious

Categorías

domingo, 23 de julio de 2023

Profesor especialista en Roma: Jose´Manuel Roldán Hervás

 

José Manuel Roldán Hervás

José Manuel Roldán Hervás
Información personal
Nacimiento 1942 Ver y modificar los datos en Wikidata
España Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Española
Educación
Educado en
Supervisor doctoral Francisco Jordá Cerdá Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Historiador Ver y modificar los datos en Wikidata
Área Historia y antigüedad clásica Ver y modificar los datos en Wikidata
Cargos ocupados
Miembro de Real Academia de la Historia Ver y modificar los datos en Wikidata

José Manuel Roldán Hervás (n. 1942) es un historiador español, especialista en la Historia de Roma, sobre todo en las vías romanas y el ejército romano en la Hispania Romana, profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid.

Biografía

José Manuel Roldán Hervás es licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca, donde se doctoró en 1968. Dirigió su tesis titulada Iter ab Emerita Asturicam. (La Calzada de la Plata), el catedrático de Arqueología de la Universidad de Salamanca, Francisco Jordá Cerdá. Impartió docencia en la Universidad de Salamanca desde 1965 como Profesor Adjunto de Prehistoria, Arqueología, Epigrafía y Numismática.

Amplió estudios en Alemania, entre 1970 y 1972, en el Instituto de Arqueología de la Universidad de Colonia, bajo la dirección del profesor Friedrich Vittinghoff. En 1974 obtuvo la Cátedra de Historia Antigua de la Universidad de Granada y en 1988 la de Salamanca. Desde 1992 es catedrático de Historia Antigua en la Universidad Complutense de Madrid.1

Correspondiente de la Real Academia de la Historia y miembro de los Comités científicos de una docena de revistas especializadas. Además pertenece a la Fundación Alexander von Humboldt.2

Su obra científica se ha centrado en la Historia de Roma, en concreto en el estudio de las vías romanas en Hispania, el ejército y la historia política y social de Roma y de la península ibérica en la Antigüedad.3

Entre sus publicaciones como investigador cuenta con una treintena de monografías y más de un centenar de artículos, donde se ha centrado en distintos problemas de la Antigüedad romana y, en concreto, en el ejército, la historia política y social de Roma y de la península ibérica en la Antigüedad y las vías romanas en Hispania, tema sobre el que dirige desde hace diez años un ambicioso proyecto de investigación de la CICYT Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología.2

Entre sus obras publicadas destacan Hispania y el ejército romano, Salamanca, 1974; Itineraria Hispania,Valladolid-Granada, 1975; Historia de Roma, Madrid, 1980; El imperialismo romano, Madrid, 1984; Césares, Madrid, 2008 y Calígula, Madrid, 2011.

En El Camino de la Plata: Iter o Negotium (Gerión, 2007: 323-340) nos cuenta que ha retomado el tema de su tesis que fue la investigación de la Vía de la Plata porque en 2007 comenzó el proyecto de investigación de la Dirección General de Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia sobre la red viaria de la España romana, y se plantea lo que ha cambiado desde hace 40 años respecto a la Vía de la Plata, cuando solo había restos dispersos de la calzada romana y apenas un objeto de estudio, mientras que ahora es un atractivo turístico al que se apuntan muchas poblaciones cercanas y no tan cercanas.

Así pasado este tiempo, vuelve a definir su objeto de estudio en unos trechos de camino cimentados en la antigua calzada romana, con abundantes miliarios que jalonan la calzada dentro de las provincias de Badajoz, Cáceres, Salamanca, Zamora y León. El autor se centra en la época romana, en el tramo de Mérida a Astorga. Aunque reconoce que el camino originalmente arrancaría desde Huelva o Sevilla, en épocas anteriores.

Sobre el tema de la denominación e identificación, el autor distingue entre caminos o vías (viae) y rutas (itinera) para el viajero, haciendo referencia al Itinerario de Antonino, que es un repertorio de calzadas de época imperial (siglo III). Señalando que el nombre tiene distintas interpretaciones y que no todo el trazado llevaba el nombre popular de camino de la Plata.1

Ha dirigido un Diccionario de la Antigüedad hispana, Madrid, Akal, 2006, que ha contado en su redacción con la participación de medio centenar de especialistas de distintas universidades españolas.

En 2012 publica Calígula: el autócrata inmaduro donde se adentra en la vida y los hechos del Emperador más denostado de la historia, más incluso que Nerón, Domiciano o Cómodo, para descubrir qué hay de verdad y qué de calumnia en los testimonios de la Antigüedad.

Profesor Jordá Cerdá nacio en Alcoy 1914. Paleolítico Superior

 Francisco Jordá Cerdá

  1. Francisco Jordá Cerdá
    Información personal
    Nacimiento 20 de junio de 1914 Ver y modificar los datos en Wikidata
    Alcoy (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
    Fallecimiento 10 de septiembre de 2004 Ver y modificar los datos en Wikidata (90 años)
    Madrid (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
    Nacionalidad Española
    Educación
    Educado en Universidad de Valencia Ver y modificar los datos en Wikidata
    Información profesional
    Ocupación Arqueólogo, catedrático e historiador Ver y modificar los datos en Wikidata
    Área Paleolítico superior y Epipaleolítico Ver y modificar los datos en Wikidata
    Cargos ocupados
    • Catedrático de universidad
    • Director del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena (1950-1954) Ver y modificar los datos en Wikidata
    Empleador Universidad de Valencia Ver y modificar los datos en Wikidata
    Estudiantes doctorales José Manuel Roldán Hervás Ver y modificar los datos en Wikidata
    Miembro de

    Francisco Jordá Cerdá (Alcoy, 20 de junio de 1914- Madrid, 10 de septiembre de 2004) fue un insigne prehistoriador español, especialista en Paleolítico Superior y Epipaleolítico, que destacó como investigador del periodo Solutrense en España y como experto en arte rupestre paleolítico y postpaleolítico.1

    Formación

    Cursó sus estudios universitarios en Madrid y Valencia, donde se licenció en Filosofía y Letras, sección Historia, en 1936. Ya durante su etapa universitaria se inició en los estudios arqueológicos gracias a su mentor y maestro Luis Pericot. Su primer empleo fue como profesor del enseñanza secundaria en esta ciudad al tiempo que se convertía en miembro del Institut d'Estudis Valencians.

    En numerosas ocasiones contaba a sus discípulos sus experiencias personales durante la Segunda República, que vivió con gran intensidad. Iniciada la guerra civil española fue apresado por los franquistas y condenado a muerte. Pero su pena fue conmutada por el confinamiento en diversos campos de concentración, entre ellos en el de Burgos, donde compartió cautiverio y cuadernos de poesía y dibujo con Koldo Mitxelena, y otros más.

    Vida laboral

    Tras su excarcelación en 1943, retorna a Valencia donde es recuperado por su maestro Luis Pericot para trabajar en el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación Provincial de Valencia. Entre otros trabajos, fue copartícipe en la excavación de la cueva de la Cocina desde 1945. Fue su primer contacto prologado con las técnicas de excavación, después vendrían las cuevas de Les Mallaetes, Las Llatas, Cova Negra, etc. De este contacto con la prehistoria levantina comenzaron a surgir sus ideas sobre las peculiaridades del Paleolítico Superior y el Epipaleolítico de la zona y también su metodología de trabajo (inscribible en las tradiciones arqueológicas españolas de fuerte influencia francesa).

    Jordá y parte de su equipo en la Cueva de Nerja.2

    La precariedad laboral de esta fase le provocó no pocos apuros hasta 1950, cuando fue nombrado director del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena y su situación se estabilizó. Después fue nombrado director del Servicio de Investigaciones Arqueológicas de Asturias, por lo que pasó a residir en Oviedo en 1952. Al año siguiente ganó por oposición un puesto de profesor de Historia del Arte en la universidad de esa misma ciudad. Su plaza universitaria le dio la posibilidad de revisitar las cuevas valencianas de La Cocina y Les Mallaetes y de estudiar los grandes yacimientos cantábricos (la cueva del Pindal, la Peña del Candamo, la Lloseta, Les Pedroses...) y le dotó de los medios, los contactos y el tiempo suficiente para completar su tesis doctoral que versaba sobre «El Solutrense en España y sus problemas». La tesis fue defendida en la Universidad Complutense de Madrid en el año 1955 y fue publicada ese mismo año por la diputación provincial de Asturias3​ Su profundo conocimiento de las ocupaciones solutrenses tanto de la zona mediterránea como cantábrica hicieron de esta obra un libro de referencia y llamó la atención a François Bordes sobre la precariedad de su tipología lítica al aplicarse a estas regiones, donde había utensilios que no se conocían en Francia. Entre tanto tuvo oportunidad de viajar al territorio del Sahara español, donde realizó importantes descubrimientos. Asimismo amplió su interés a los castros prerromanos de la zona iniciando excavaciones en el Castrillón de Mohías en Coaña.

    En 1962 consiguió la cátedra de Arqueología de la Universidad de Salamanca, que en esa época se reducía a un equipo escaso en el que destacaban dos insignes historiadores, José María Blázquez y José Manuel Roldán Hervás. Desde Salamanca, el profesor Jordá fue formando un equipo con el que pudo hacerse cargo de numerosas excavaciones, entre las que destacan sus incursiones en la Trinchera de Atapuerca y Ojo Guareña (ambas en Burgos), Cueva de Nerja (Málaga), los castros de San Ḷḷuís (Pola de Allande) y Mohías (Coaña), la Cueva de los Casares (Guadalajara) y diversos trabajos en la provincia de Salamanca (poblados, dólmenes, túmulos, arte rupestre esquemático de Las Batuecas...). Uno de sus mayores logros fue continuar la edición periódica de la prestigiosa revista Zephyrus Archivado el 5 de septiembre de 2006 en Wayback Machine..

    Aunque se jubiló en Salamanca en 1984, siguió ejerciendo su labor investigadora como profesor emérito casi hasta el día de su muerte. Entre sus discípulos más destacados figuran Javier Fortea Pérez, catedrático de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Oviedo; Emili Aura Tortosa, profesor de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valencia; Julián Bécares, profesor de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Salamanca o Luis Arias González, profesor de enseñanza secundaria del IES Fernández Vallín de Gijón; así como su propio hijo, Jesús Francisco Jordá Pardo

    Publicaciones y trabajos

    Fue miembro numerario de numerosas academias, sociedades e institutos de ámbito nacional e internacional, recibiendo en 1983 la Medalla de Oro de la Universidad de Salamanca. También fue nombrado miembro de las siguientes instituciones:

    Entre sus publicaciones destacamos:

    • → y Berenguer Alonso, M. (1954): «La cueva de El Pindal (Asturias)». Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, nº 23, pág. 337-364
    • → (1955): «El Solutrense en España y sus problemas». Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Diputación Provincial de Asturias, Oviedo
    • → (1955): «Los problemas de la investigación prehistórica del Sáhara Español» Archivos del Instituto de Estudios Africanos, tomo 6, Madrid, páginas 61-97
    • → (1957): «La España en los tiempos paleolíticos», en Las raíces de España. Instituto Español de Antropología Aplicada. Madrid.
    • → (1964) «El arte rupestre paleolítico de la región cantábrica: una secuencia crono-cultural» en Symposium on Prehistoric Art of Western Mediterranean and the Sahara (Burgwartenstein, Austria, 1960), Barcelona. Páginas 48-81
    • → (1973): «Sobre la cronología del Arte Rupestre Levantino» en Crónica del XII Congreso Nacional de Arqueología (Jaén, 1971). Zaragoza, páginas 85-100
    • → y Fortea Pérez, Javier (1976): «La cueva de Les Mallaetes y los problemas del Paleolítico Superior del Mediterráneo español», en Zephyrus, nos XXVI-XXVII, Salamanca, páginas 129-166.
    • → y Blázquez José María (1978), Historia del Arte Hispánico, Tomo I, La Antigüedad, Editorial Alhambra (Madrid). ISBN 84-205-0607-9
    • → (1981) «Villamayor de Ledesma. Guijo de las Navas». Arqueología, 1981, pág. 113
    • → (1983) «Villar Mayor. Guijo I de las Navas». Arqueología, 1983, pág. 136
    • → (1983): «El mamut en el arte paleolítico peninsular y la hierogamia de Los Casares», en Homenaje al prof. Martín Almagro Basch, Vol. 1, 1983, ISBN 84-7483-347-7, Páginas. 265-272
    • → et alter (1983): «La Cueva de Nerja», en Revista de Arqueología, nº 29, Madrid. Páginas 56-65
    • → como coordinador (1985): «Los 25.000 años de la Cueva de Nerja». Gráficas Varona, Salamanca, Depósito Legal 103-1985

    Notas


  2. Fuentes:
    *Aura Tortosa, Joan Emili (13 de septiembre de 2004). «Necrológicas: Francisco Jordá Cerdá, catedrático de Arqueología y prehistoriador». Periódico El País. Madrid. ISBN.
    *Fortea Pérez, Javier (1984). «Prólogo». Scripta Præhistorica; Francisco Jordá Oblata. Ediciones Universidad de salamanca. ISBN 84-7481-305-0.

  3. En primer lugar su hijo, Jesús-Francisco Jordá Pardo, después, Pere Ferrer i Marquet, del Centre d’Estudis Contestans, Cocentaina (Alicante). Le sigue el propio profesor Jordá y a su lado el profesor de Prehistoria de la universidad de Salamanca, Javier González-Tablas Sastre junto con Emili Aura Tortosa, también profesor de Prehistoria, en la universidad de Valencia. Por último, un grupo de estudiantes de prehistoria y arqueología.

  4. Jordá Cerdá, Francisco (1955). El Solutrense en España y sus problemas. Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Diputación Provincial de Asturias, Oviedo. ISBN.