viernes, 8 de diciembre de 2017

Mar Alicantino. Orosa poética de Ramón Fernández Palmeral de su libro "Robinsón por Alicante"

Mar alicantino: inigualable fiesta de luz y azul

No hay placer comparable al de andar descalzo sobre la arena entre la juguetona espuma rompiente de las olas vegetales de luz viva reflejada en Alicante.
Mar de Alicante. / Ramón Palmeral.
Mar de Alicante. / Ramón Palmeral.
Los poetas que perdieron Troya cantan inútilmente la furia de Aquiles, parece como si el pasado empujara o se adueñara del futuro, o que resbalara como una babosa sobre el espejo que ya no refleja mi imagen. Este azul es más de griegos que fenicios o romanos. Cuando te miro, mar alicantino,  desde lo alto de tu corona real, desde las almenas del Castillo de Santa Bárbara se me pone azul y verde el corazón y, como un calambrazo, siento, sufro, por todo mi ser la mezcla del combustible entre el aire marino y la luz levantina de los impresionistas: Sorolla, Fernando Soria, Pérezgil, Gastón Castelló, Santana…
Los hombres mediterráneos nacemos con esa pizca de sal marina entre los labios del beso pronto
Como una flecha, en el horizonte se abre una línea detonante de silenciosos azules por donde me cuelo con la atenta imaginación de las aventuras marineras de ultramar y las habaneras, y desde las seguras y dentadas almenas, junto a los oxidados cañones, arrojo infinitos pedazos de mi cuerpo líquido y vegetal, porque nada es igual desde el vértigo abierto de este balcón fortificado de sillares troyanos con garitas en equilibrio, afiladas esquinas doblegadas con el cincel de la civilización y la sangre de los que te defendieron.
Una ristra de piedras blancas me hace sentir la sal de Akra Leuka que guardo en el corazón palpitante, siento la frescura de una brisa mágica, oxigenada que pone el mar en pie como si las olas me saludaran con sus manos espumosas de primera comunión y flores desde el fondo del mar, una tras de otra, sabiendo que van a morir en el malecón resistente escudo del Hotel Meliá; por ello, los hombres mediterráneos nacemos con esa pizca de sal marina entre los labios del beso pronto y rápido de sentimientos y fáciles lágrimas.
Ya son las tres de la tarde, y me dan las cuatro sin que me dé cuenta de que han llegado las cinco, y a las seis me parece pronto para abandonarte en la contemplación imantada, magnética, huella de un recuerdo sin pasado. Porque el tiempo se me pasa soñando.
En la bahía de Alicante, los barcos se contonean con la línea del horizonte, domadores con látigos de estelas sobre fieras de espumas -caballos alados galopando olas iridiscentes-, partiendo en dos el lomo del Ponto, del Odiseo mar y dormitando en brillos, jardín de peces colgados de los árboles submarinos, estrellas de mar entre perchas de fieras marinas, quimeras pasando el día con senos al sol.
Mar alicantino inigualable, que tiene la temperatura de la sangre, luz rezadora, ser divino ecuóreo, acostumbrado a la buena vida de los puertos tranquilos y de las bahías dulcísimas, de clima tierno y complaciente, y  de la buena mesa del caldero y el pescadito frito de la terrazas del puerto, con caldos que de la raíz torcida de las vides del Vinalopó, nacieron tintos, blancos y dulces.  Mar que de la mar me vengo, beso, voy con la prisa de las olas y en el alma me hago una cuna de raso y seda que mi mente borda en recuerdos.
Amo tu mar como amo la vida que rociara su agua desde tormentas dóciles y amables
Amo tu mar como amo la vida que rociara su agua desde tormentas dóciles y amables en esa lluvia cuyas gotas resuenan en los espejos que sobre la tierra húmeda se van formando. Amo tu mar apaciguado de olas vegetales, quizás  perfectas entre la música que  me obnubila y, una sal antigua de minerales que calma los dolores de mi artritis envejecida.
Mi libro Robinsón por Alicante, publicado en Amazon, es la correspondencia que ha mantenido, secretamente, durante años, durante una y otra floresta de los almendros de nata con Alicante. Y es que, como un milagro, porque cuando los almendros florecen iluminan con sus luciérnagas el paisaje de estos campos de Castalla, de Tibi y de  Jijona,  donde se elabora el mejor turrón del mundo, donde las abejas volcaron su dulce miel de los prados exhuberantes de colores vivos. @mundiario

Catálogo de la exposición del poeta Manuel Molina en su centenario

El 31 de octubre al 30 de noviembre en la sala Juana Francés de la Sede de la Universidad de Alicante.

El catálogo me ha llegado anónimamente.

Lamentablemente este catálogo ha llegado después de finalizar la exposición.

7 de diciembre de 2017

Pero ha merececido la pena esperar, porque el catálogo de 80 páginas, es una joya. Muy bien editado por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Haruki Murakami, escritor japonés. En el Japón quien hace algo distinto a lo normal provoca rechazo.

Haruki Murakami (村上 春樹 Murakami Haruki?) (Kioto, 12 de enero de 1949) es un escritor y traductor japonés, autor de novelas y relatos. Sus obras han generado críticas positivas y numerosos premios, incluyendo los premios Franz Kafka y el Jerusalem entre otros.
La ficción de Murakami, a menudo criticada por la literatura tradicional japonesa, es surrealista y se enfoca en conceptos como el fatalismo. Es considerado una figura importante en la literatura posmoderna. The Guardian ha situado a Murakami "entre los mayores novelistas de la actualidad". Ha sido considerado candidato al Premio Nobel de literatura en repetidas ocasiones, sin que hasta el momento haya obtenido el galardón.

Índice

Biografía

Aunque nació en Kioto, vivió la mayor parte de su juventud en Hyogo. Su padre era hijo de un sacerdote budista y su madre, de un comerciante de Osaka. Ambos enseñaban literatura japonesa.
Desde la juventud, Murakami estuvo muy influido por la cultura occidental, en particular, por la música y literatura. Creció leyendo numerosas obras de autores estadounidenses, como Kurt Vonnegut y Richard Brautigan. Son esas influencias occidentales las que a menudo distinguen a Murakami de otros escritores japoneses.
Estudió literatura y teatro griegos en la Universidad de Waseda (Soudai), en donde conoció a su esposa, Yoko. Aúnque no iba a la universidad apenas, trabajaba en una tienda de discos en Shinjuku (tal como uno de sus personajes principales, Toru Watanabe de Norwegian Wood) y pasaba mucho tiempo en unos bares jazz en Kabukicho, Shinjuku. Antes de terminar sus estudios, Murakami abrió el bar de jazz Peter Cat (El Gato Pedro) en Kokubunji, Tokio, que regentó junto con su esposa desde 1974 hasta 1981. La pareja decidió no tener hijos en parte porque "no tengo la confianza que la generación de mis padres tuvo después de la guerra, de que el mundo seguiría mejorando."1

Carrera de escritura

En 1986, con el enorme éxito de su novela Norwegian Wood, abandonó Japón para vivir en Europa y Estados Unidos, pero regresó a Japón en 1995, tras el terremoto de Kobe y el ataque de gas sarín que la secta Aum Shinrikyo (La Verdad Suprema) perpetró en el metro de Tokio. Más tarde Murakami escribiría sobre ambos sucesos.
La ficción de Murakami, que a menudo es tachada en Japón de literatura pop, es humorística y surreal, y al mismo tiempo refleja la soledad y el ansia de amor en un modo que conmueve a lectores tanto orientales como occidentales. Dibuja un mundo de oscilaciones permanentes, entre lo real y lo onírico, entre el gozo y la oscuridad. Cabe destacar la influencia de los autores que ha traducido, como Raymond Carver, F. Scott Fitzgerald o John Irving, a los que considera sus maestros.
Muchas novelas suyas tienen, además, temas y títulos referidos a una canción particular como Dance, Dance, Dance (de The Dells), Norwegian Wood (los Beatles), y South of the Border, West of the Sun (La primera parte es el título de una canción de Nat King Cole). Esta afición -la música- recorre toda su obra.
Murakami es aficionado al deporte: participa en maratones y triatlón, aunque no empezó a correr hasta los 33 años. El 23 de junio de 1996 completó su primer ultramaratón, una carrera de 100 kilómetros alrededor del lago Saroma en Hokkaido, Japón. Aborda su relación con el deporte en De qué hablo cuando hablo de correr (2008).
A finales del 2005, Murakami publica la colección de cuentos Tōkyō Kitanshū, traducido libremente como Misterios tokiotas. Más tarde editó una antología de relatos llamada Historias de cumpleaños, que incluye textos de escritores angloparlantes, incluyendo uno suyo, preparado especialmente para este libro.


Pocos datos asoman de su vida personal: se casó y se vio en la necesidad de trabajar; abrió un bar donde organizaba conciertos de jazz. Posteriormente acabó sus estudios universitarios de Artes Escénicas. No le gustaba estudiar, por lo que nunca se esforzó demasiado (siete años le costó terminar la carrera). Se crio en una tranquila zona residencial, en el seno de una familia pequeño burguesa de asalariados. Leer fue su gran escuela. Si no hubiera leído tantos libros, mi vida habría sido más gris, apática, deprimente, incluso. En ellos aprendió muchas cosas importantes de la vida y no halló ni competitividad, ni reglas absurdas, ni juicios de valor.
En los años ochenta sintió la necesidad de irse de su país; le resultaba difícil escribir en una sociedad que se regía únicamente por el dinero y que se entrometía en su vida personal.
Su incursión en la escritura resulta curiosa: en un partido de béisbol, tras una jugada asombrosa, sintió que él también podía realizar algo increíble como escribir una novela. Sin tener ninguna idea, lo hizo. Al releerla, fue consciente de que lo que había escrito no dejaba ningún poso en el corazón. Entonces analizó el otro aspecto: el idioma. Con su lengua materna, el japonés, cuando intentaba construir frases para expresar un sentimiento, las palabras se le amontonaban. Por eso comenzó a escribir en inglés y, cuando tradujo el primer capítulo, se dio cuenta de que había aflorado una forma de narrar propia de él.
Ese partir de cero, ese No tengo nada que escribir inicial lo transformó en motivación y sobre esa base avanzó en la escritura. Para inventarse un estilo propio, se sirvió de la música, en especial del jazz, así como de frases cortas con una estructura gramatical más bien simple. Quizá no escriba con la cabeza, sino con cierto sentido corporal, como si fijase el ritmo con unos buenos acordes y me dejase llevar después por el poder de la improvisación.
De esta manera, Escucha la canción del viento (1979), su primera novela, ganó el Premio de Literatura Gunzou para escritores noveles, concedido por una revista literaria. Fue su inclusión en el ámbito profesional.
El premio le introdujo en la fama, pero no duda en afirmar que hay cosas mucho más importantes para un escritor que los premios. Lo que permanece en el tiempo para las generaciones futuras son las obras, no los premios. Por eso, solo en dos ocasiones más optó a otro premio, en este caso, el Premio Akutagawa. No le preocupó no ganarlo, es más opina que hubiera sido un inconveniente llamar la atención al trabajar en su bar. Sin embargo, los demás convencidos de que lo ganaría se sintieron obligados a consolarle. Incluso un día se topó con un libro publicado sobre el tema.
Es una persona que necesita mucho tiempo para cambiar el método que tiene de hacer las cosas. Por eso, comenzó escribiendo en primera persona del singular masculino y se mantuvo así durante un largo tiempo. Con sus primeros personajes le ocurrió lo mismo, al principio, era incapaz de ponerles nombre. A la hora de crearlos, no suele partir de una persona real, sino que prefiere fijarse en la apariencia, en la forma de expresarse, de actuar de muchas personas.
Le gusta reescribir, lo define como la actitud de un escritor frente a un trabajo que decide mejorar. Uno puede convencerse de haber escrito algo casi perfecto, pero siempre es mejorable. Por eso en esa fase de reescribir intento apartar mi orgullo y mi presunción. Después llega la primera lectora de sus escritos antes de la editorial: su mujer; discute con ella, pero admite que por lo general tiene razón y nuevamente lo reescribe.
Pocos escritores afirman tajantemente como él que nunca ha sufrido un periodo de sequía creativa. Y es que cuando no se siente con ganas de escribir, traduce del inglés al japonés. La traducción es un trabajo técnico por lo que no interfiere en la necesidad de expresar algo y es un excelente ejercicio de escritura.
La figura del lector no cobró existencia en él hasta que ganó el premio. No es de los que se prodiga en actos públicos, únicamente  da conferencias en el extranjero una vez al año o participa en lecturas públicas con firma de libros incluida. Le satisface que sus obras interesen a distintas generaciones.
Lo negativo de esta su profesión está en la crítica que nunca le ha apoyado —incluso calificaron de “contrariedad” el que un escritor se dedicara a la traducción— y puede que todo se entienda porque en Japón, quien hace algo distinto a los demás aviva una reacción de rechazo. Y en la soledad del escritor. Para él es como estar sentado en lo más profundo de una cueva.
A lo largo del libro reitera sin cesar dos números: el treinta, que alude a la edad en la que se convirtió en escritor y el treinta y cinco, los años que lleva escribiendo. Y es que él mismo se sorprende de llevar tanto tiempo haciendo lo mismo. De ese primer día mantiene la misma sensación a la hora de escribir, como si tocara música, la misma premisa de divertirse y la misma libertad para crear algo original. Soy un individualista nato, decidí hacer lo que quería y como quería.

El realismo sucio («Dirty realism») es un movimiento literario estadounidense desarrollado sobre todo en la primera mitad del siglo XX que pretende reducir la narración (especialmente el relato corto) a sus elementos fundamentales.
Se trata de una derivación del minimalismo que tiene características propias. Al igual que aquél, el realismo sucio se caracteriza por su tendencia a la sobriedad, la precisión y una parquedad extrema en el uso de las palabras en todo lo que se refiera a descripción. Los objetos, los personajes, las situaciones deben hallarse caracterizados de la manera más concisa y superficial posible. El uso del adverbio y la adjetivación quedan reducidos al mínimo, dado que estos autores prefieren que sea el contexto el que sugiera el sentido profundo de la obra.
En cuanto a los personajes típicos, se tiende a retratar seres vulgares y corrientes que llevan vidas convencionales, en la línea de uno de los grandes referentes del movimiento, el cuentista O. Henry (1862-1910). Otra influencia importante en la corriente es la del narrador estadounidense J. D. Salinger (1919-2010).
Son representantes del realismo sucio, entre otros, los narradores estadounidenses John Fante (1909-1983), Charles Bukowski (Alemán)(1920-1994), Raymond Carver (1938-1988), Richard Ford (1944), Tobias Wolff (1945) y Chuck Palahniuk (1962).
Suele adscribirse asimismo a este movimiento una variante en los países de habla hispana, representada por

Cartas a mi amada Alicante

Amada Alicante: se me escapa el corazón de las manos

Robinsón por Alicante son cincuenta cartas de amor a una ciudad, en el Levante de España, situada donde se cuelgan los amores poéticos de un desconsolado amante.

Explanada de España (Alicante). / Ramón Palmeral.
Explanada de España (Alicante). / Ramón Palmeral.
Primera carta: Aún recuerdo como si el presente se quisiera adueñar del pasado, aquel elegido día entre la suerte de la luz y el mar, en que te hallé cercana desde la autovía que pasa paralela al ferrocarril viniendo de Murcia, bordeando el ibérico azul donde los cangrejos hablan griego y latín, lágrimas de alegría de un recordar malagueño, por semejanzas: arriba el monte Benacantil como el Gibralfaro de Málaga, ambos cerros como una corona real que en la historia perviven, como remos que al mar hieren olas. El cielo con algunas nubes de limpia virginidad cabalgaban a lomos de los montes del Cabeço de D´Or, ruta de montañeros de sueños que tienen el silencio incrustado entre sus vertiginosos cortados envidia de afilados cuchillos.
Quiero declarar mi amor por ti Alicante, ramblas de leche, cabaña del sol, playas de Madrid, mar que besas los labios de las estrellas, intrépidos y silbantes céfiros, y las aladas almas de las rosas del almendro de nata de Miguel Hernández, te requiero y te recuerdo, donde en una preciosa elegía a Ramón Sijé, quiere el dolido poeta ser labrador de la tierra de tu tumba para que su alma florezcan entre las rosas de nada de los almendros en flor
Tu pelo rubio taladra mis retinas y al fondo unas montañas difusas entre el azul y los violetas indulgentes, son los cerros del Maigmó, La Carrasqueta, del Puig Campana y el cielo con ligeros algodones que el viento se lleva el óxido y níquel de la tarde. A la izquierda palmeras de brazos altos y verdes limpios, sultanas de cuello de dinosaurios con ojos de pirata; a la derecha dos brazos de hierro tendidos e indulgentes para viajeros, y el bosque de piedras como un malecón abofeteado por espumas secretas y envidiosas de ese mar que pide una atención y un requerimiento de mis ojos.
Llegué a tus brazos un mes de junio de 1990 con la cara hambrienta y el corazón lleno de truenos por un destino nuevo de dos estrellas de oficial, guía de luz mediterránea que apacientas noches en el límite de sombras vulnerables e invisibles hachazos de la emigración. Me acogiste entre tus dos pequeños senos, redondos y nutrientes, desnudez de la nada, dientes de edificios limpios bañándose en el puerto donde habitan barcos de corazones metálicos, y en la explanada cubierto de magnolias altas, flores que navegan ahogadas por el destino de unas olas de piedras transparentes, volando en círculo de besos, aduanas del fisco y vida vertebrada en velas plegadas de veleros amarrados al diente de la tierra.
Has dado porvenir a mi familia y placer espiritual a quien es tu secreto amante y tu confidente de noches que se alargaron en el dolor de sufrir esta mutilación sin perseguirla. Sí, lo sabes muy bien, eres tú, la única, relieve de dulzura: Alicante, mi nueva amante y mi consuelo del hambre adoptiva. Ahora ya lo sabes que vivo en los divanes de la angustia de este amor insobornable y puro, por ti, por amor a la tierra,  por una nueva Arcadia encontrada a la deriva de mi vida y en la singladura de los pasos perdidos del destino que es verte limpia cada día hacia el infinito azul.
Ahora, cuando me he sosegado me siento a escribirte cartas de amor, cartas reunidas en un Robinsón por Alicante, como años atrás lo hiciera mi admirado Antonio Muñoz Molina con Robinsón urbano, o con Metrópolis de Edgar Allan Poe donde el hombre convertido en masa, le horrorizaba.
Tras los jinetes años he ido olvidando la nostalgia de los montes y el mar de Málaga, por ti Alicante, celosa amante, mujer que consuela mis soledades y mis ambiciones de escritor que rellena los calendarios de los años como jóvenes enamorados que se conciertan en próximas citas para verse y arroparse entre cálidos besos y abrazos que palpan la piel desnuda y ardiente de deseo. Porque al verte, Alicante, desde mi balcón se me escapa el corazón de entre mis manos. @mundiario

Gabriel Miró, REA. Gustavo Sapere

Web

Especial Gabriel Miró: Sigüenza, psicagogo

Gustavo Sapere | REA nº 25 | Publicado en Enero de 2016
Segunda parte del Especial con el ensayo magnífico e inédito de Gustavo Sapere que REA editará en cinco partes, sobre la figura de otro alicantino universal: Gabriel Miró. El autor, experto en psiquiatría y pieza clave de estudios como Literatura y periodismo, una historia de relaciones promiscuas, añade grados a esa endémica fascinación intelectual por Sigüenza que es inseparable de su propio autor, el ojo, la piel y el corazón del gran observador estético que fue Miró.


La larga familiaridad con el levantino andariego le vienen, a quien escribe estas líneas, de antiguas ediciones porteñas de la Espasa bicontinental. De sus 12 o 13 años, hace ya medio siglo, estudiante secundario en Buenos Aires. Entonces, la limpia sintaxis de don Gabriel, de su paisano Azorín, del melancólico Juan Ramón o del brumoso Valle Inclán, servían para remachar en sus circuitos mentales los mapas de la gramática estructural, cultivada por entonces con entusiasmo de causa. Aún me acompañan unas cuantas frases de aquellas, bestezuelas lingüísticas que debíamos diseccionar hasta separar el más pequeño de sus órganos.
Repito de memoria algunas de aquellas citas. Por ejemplo, esta del gallego, en su época modernista. (Poco después, con apenas 14 años, la profesora nos iniciaría, sin anestesia, en el esperpento, con Tirano Banderas).
Bajo los húmedos laureles, la tarde era azul y triste como el alma de una santa princesa. (Flor de Santidad.)
O esta estocada juanramoniana:
Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una rueda, queriendo ayudar con el empuje de su pechillo en flor al borricuelo, más pequeño, ¡ay!, y más flaco que Platero. (Platero y yo.)
Se da la circunstancia –si se me permite la confesión– de que por aquel entonces aquel lector adolescente estaba a punto de perder a su padre, que fue una especie de Sigüenza, lúcido y pacífico, estremecido por el dolor del mundo.
Con estas y parecidas apelaciones a una sensibilidad naciente, no es de extrañar que Sigüenza fuera, para aquel muchacho en blanco, el rudimento de una educación estética y ética que aun hoy acude en su auxilio, cuando sus indignaciones de casi viejo lo ponen vengador y cerril por las humillaciones de los tiempos y poderes. La piedad por el dolor del mundo se vuelve a veces insoportable, y no sólo ante las injusticias colectivas, sino –y a veces sobre todo– cuando la crueldad y la indiferencia abren sus ojos amarillos desde el rostro de los buenos o –peor aún– de los inocentes. La “banalidad del mal”, que dijo Hannah Arendt. (Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.)
Esa aparición de la perversidad sin más, alarma a Sigüenza. Y resulta profética para los que, de viejos, confirmamos en el eco de aquellas páginas sensibles las evidencias de la vida amarga. La de después. Como en nosotros, los sobresaltos de Sigüenza nacen de esa comprobación: la crueldad no hace vivac únicamente en los corazones malvados. También en las almas adecentadas o mediocres anidan sus retenes insidiosos. Cuando menos lo esperamos, la lumbre turbia de su tropa insomne chisporrotea en un recodo, una trinchera. La zancadilla feroz de una periodista húngara, que hemos visto hace poco en medio de la huida de los refugiados sirios, es una perfecta estampa sigüenzana. La sonrisa desafiante de uno de los recientes verdugos de París, otra.

Revista de Estudios Alicantinos

domingo, 26 de noviembre de 2017

Comida de Navidad 2017 de EDA. en el restaurante del Casino Mediterráneo.

Comida de Navidad de Espejo de Alicante

Una comida de hermandad tradicional que repite EDA desde hace 14 años, que agrupa a un selecto grupo de pintores, poetas, músicos e intelectuales alicantinos
Grupo de comensales.  / Ramón Palmeral
Grupo de comensales. / Ramón Palmeral
Espejo de Alicante es una asociación alicantina cultural privada que ya lleva 14 años celebrando su tradicional comida de Navidad. Este año se ha celebrado en el Casino Mediterráneo, situado en la zona de ocio del puerto de Alicante, donde hemos asistido unos 150 socios.
Se inició a las 14.15 horas con una palabras de bienvenida de nuestra presidenta Consuelo Giner Tormo, una mujer activa y bien relacionada que consigue realizar, anualmente, cientos de actividades de todo tipo, desde postulaciones de la Cruz Roja, ediciones de libros, exposiciones de pintura, recitales poéticos, musicales, conferencias y actividades lúdico viajeras; porque en realidad esta asociación es un gran hermandad de amigos integrados en la intertextualidad de actividades culturales. Al lado de una gran mujer siempre hay un gran hombre, en este caso, Consuelo cuenta con su esposo Paco Burló, gran gestor y coordinador, y a la vez, apoyado por gran un equipo de vocales, tesorero y fotógrafos como Franchi, que nunca falla un disparo de flash en el momento preciso.
A la entrada se obsequió a cada uno de los comensales  con una bolsa de regalo con caramelos y una botella de cava patrocinada por Bodegas Bocopa, cooperativa vinícola alicantina de gran prestigio y calidad de sus variados productos con denominación de origen. Como compañeros de mesa numero 2 nos tocó a Alejo Ramón y Paco Gallego, y a sus respectivas esposas las pintoras: Juana López y Carmen Jaén, y como conversadora a mi izquierda a mi esposa Julia Hidalgo. En la citada mesa 2 estaban: Eduardo y pareja, José Antonio Sogor y pareja, Bego y pareja, una socia, y Elena de la Romana con Franchi. Por otras mesas estaban otros socios que no voy a nombrar para no caer en omisiones por cuestiones de principios.
La comida fue servida por un equipo de camareros muy profesionales, que abrió con un “Timbal de cangrejo y gambas con tomate raff y huevas de salmón”, servido con vino blanco Alone de  Bocopa y tinto. El segundo de entrantes consistió en “Milhojas de bacalao con cebolla caramelizada y aroma de jengibre”. Luego como plato principal a elegir entra carrillada glaseada con patatas a la crema o bien bacalao con salsa. Postre de tarta de tiramisú de chocolate. A los postres se la añadió los típicos dulce de navidad de mantecados, rosco y turrón blanco alicantino de Jijona. Todo ello amenizado con copa larga de cava alicantino de Bodegas Bocopa, estos han obtenido la medalla de plata en el prestigioso concurso internacional de vinos que tuvo lugar en Lyon, en Francia: Marina Espumante Brut, Laudum Crianza 2009, Marqués de Alicante 2012, Laudum Rosado 2013 y Don Mantillón 2013.
Tras la comida vinieron los cafés y las infusiones al gusto, y una larga plática.
El sorteo de los regalos no pudieron faltar en estas comidas, un cuadro llamado “Lazos” de Palmeral le tocó a una socia de Espejo. El libro Robinsón por Alicante a la pintora Suny Fernández; el libro Perito en Pecados a Fermín, poeta y coordinador de pintura. También se sortearon macetas de flores rojas Pascua (se llama Poisentia, Euphorbia pulcherrima o Poinsettia, y es originaria de México y que no suelen sobrevivir a la Navidad), y caja de ricas uvas del Vinalopó, las ideales es para esta época invernal cridas en parrales dentro de bolsas de papel.
Tras los sorteos llegó a la hora del baile, para rebajar un poco el exceso de comida, pues todos estábamos saciados y es necesario bajar los excesos con el ejercicio y la música. Y algunos metidos en años abrimos puertas y marchamos con la despidas habituales para volver a vernos pronto. El resultado es que nos fuimos con un gran recuerdo y con deseos de que Dios nos dé salud para repetir todos juntos, el próximo año.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Relación nominal de los miembros de la Asociación de Escritores/as Alicantinos






Emilio Górriz Camarasa

Emilio Velayos

Diana Antón Hervás

Edgar Díaz

Cristina Pons Pons

Antonio Buitrago Fernández

Aurea López

Consuelo Jimenez de Cisneros

Angel de Dios Rubio

Alba Silencio

Ana María Moratalla García

Estella Bono

Maruja Mayano Peña

Mercedes Senent García

Miguel Gracia Santuy

Pablo Guillen Tudela

Pablo Navarro Simarro

Pilar Galán García

Presen Lara Menchero

Ramón Palmeral

Ricardo Picó

Rocío Espinosa H.

Valentín Álvarez Tremiño

Fernando Gessa

Fernando M. GarcíaTomé

Fernando Pazín

Francisco Carrión Galera

Francisco Gómez Canella

Irene Robles Martínez

José Alberto Escolar

Luis S. Taza Hernendez

María Serralba

María Teresa Rodríguez