viernes, 22 de julio de 2016

Reseña Histórica de Torrox. LULU/ AMAZON. Ramón Fernández Palmeral. Historia de Torrox

Plano antiguo del municipio de Torrox

Calle del Trueno, hoy calle Valencia)

 Libro a la VENTA.
VERSION DIGITAL:

 VERSIÓN IMPRESA:

  Torrox es un municipio de la provincia de Málaga, en la comunidad autónoma de Andalucía,  se haya situado en el pliegue Sur de la Sierra de Almijara, al Oriente de la Axarquía, a una altitud media de 120 metros sobre el nivel del mar, ubicada en las coordenadas: 36º45´39” Norte y 3º57¨09” =.
    El término tiene forma triangular con una extensión de 51 km² (ó 5.100 hectáreas) con una población creciente de 15.117 habitantes en 2015, de ellos gran número de extranjeros comunitarios en los campos. El mayor número de sus habitante en encuentran en Torrox-Costa.
   Limita al Oeste con Velez-Málaga, Salobreña y Cómpeta, al Este con Nerja y Frigiliana, y al Sur con el mar mediterráneo
     Hoy día las comunicaciones son buenas, desde Málaga a Torrox  hay 51 kilómetros  por la autovía del Mediterráneo A7/E15, por la salida número 285 derecha por la comarcal A-7202 de doble dirección a un kilómetro. Con el depósito lleno porque no hay gasolineras. El piso asfáltico en bueno, aunque no tiene arcenes. La carretera caracolea con abundantes curvas, por lo que no es aconsejable distraerse mirando el bello paisaje montañoso.

Notas de Ramón Fernández Palmeral. 
Historia de Torrox. Axarquía. Málaga
 Historia de Torrox. Axarquía. Málaga
 Historia de Torrox. Axarquía. Málaga

Universidad de Málaga.
Centro de Estudios de la Generación del 27
Diputación de Málaga
Ayuntamietno de Torrox  

Fotos antiguas de Torrox
  
   
Plaza de la Constitución de Torrox, antes Francisco Franco, Emilio Baeza. Totos antiguas.

Parroquia Nuestra Señora de la Encarnación. Torrox. Salvador Márquez Galindo.

Libro del investigador Salvador Márquez Galindo 
Salvador MárquezEl investigador y estudioso torroxeño Salvador Márquez Galindo ha buceado en archivos de toda España, ha hallado documentos sobre hechos únicos en nuestra provincia malagueña y se ha remontado a reliquias del siglo XVI para poder llegar a la fecha clave de este próximo viernes. A las ocho de la tarde al fin podrá ver al fin la luz la edición, con 500 ejemplares iniciales (a la venta en la papelería ‘Libritos’ de la plaza de la Constitución de Torrox), de su libro ‘La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación. Análisis Histórico-artístico del Templo Torroxeño’.
Será la última de las actividades programadas dentro de la Semana del Libro de Torrox en esta edición de 2010. Márquez Galindo ha señalado que se trata de un trabajo de año y medio, pero que arranca mucho antes, a mediados de la década de los noventa con el hallazgo de documentos que por entonces le llevaban hacia la Inquisición en el municipio torroxeño. Su obra ya está considerada por quienes han podido ver sus trabajos previos como “el mayor trabajo de investigación histórica del municipio, precisamente tras los pasos de otro historiador torroxeño, el ya desaparecido Javier Núñez”. La presentación se celebrará en el salón de actos del nuevo edificio de usos múltiples de Torrox-Costa, que ha albergado al mayoría de las actividades incluidas en la Semana del Libro.


El propio autor ha manifestado que según ha apreciado en algunas obras escritas, los fallos y las descripciones erróneas sobre la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación hacen que se le de “muy poco valor” a un templo “que es prácticamente único en su categoría”. Y agrega: “Un templo de gran tamaño y que se enfrenta a una problemática restauración, debido a la falta de medios económicos y carencia de personal especializado y que sepa valorar los elementos singulares que todavía atesora”.
Así se puso en marcha el trabajo que ahora se publica: “Quizás sea la última oportunidad para sacar a la luz la singularidad del mismo y de recopilar de una vez todo lo que de él se sabe para que sea herramienta de referencia para todo el que visite el templo”.

“No existe mucha documentación escrita sobre este monumento, ni sobre el pueblo en sí, la decadencia desde hace muchos años ha hecho mella en uno de los templos más bonitos y más singulares de toda la provincia de Málaga. Durante años se ha investigado en todos los archivos donde pudiera existir documentación relativa a este monumento: Archivo Municipal de Málaga, Archivo Catedralicio, Archivo Diocesano, Archivo Histórico Provincial de Málaga, Archivo Histórico Nacional, Archivo General de Simancas, Archivos Privados
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De igual modo se han investigado las referencias que hay en todas las obras publicadas: crónicas de viajes, enciclopedias del siglo XIX, prensa variada desde 1800 hasta la actualidad. Junto a estas fuentes debemos añadir un profundo estudio de los elementos artísticos existentes y que se pueden apreciar a simple vista, debido en parte, al deterioro del mismo”, argumenta Márquez Galindo.

El resultado de todo esto es “la mayor descripción realizada sobre este templo”. Un trabajo que descubre una gran cantidad de información acerca de lo que fue en su día la construcción propiamente dicha y de todo el patrimonio artístico que hubo a lo largo de su historia. “Junto a fotografías actuales donde se aprecian elementos artísticos singulares hemos añadido algunas fotografías totalmente inéditas de las diferentes épocas; debemos tener en cuenta que en el siglo XX el templo cambia su aspecto por tres veces. Cambios radicales y de los que no hay apenas constancia documental”, finaliza el investigador.
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El problema de estos libros autopublicados es que apenas tienen difisión,venta, ni divulación. Y se agotan para los investogadores. No ewstá enm Internet ni la portada dcel libro.

LEER más información: de Radio TORROX

jueves, 21 de julio de 2016

Blas de Lezo humilló a la flota inglesa en 1744. Cartagena de Indias

Blas de Lezo, el almirante español cojo, manco y tuerto que venció a Inglaterra

Blas de Lezo, el almirante español cojo, manco y tuerto que venció a Inglaterra

Día 25/07/2014 - 15.42h

Este marino consiguió resistir el ataque de la segunda flota más grande de la historia (195 buques) con sólo seis navíos en Cartagena de Indias

JAVIER TORRES
Ante, honorable, buen estratega… muchos son los adjetivos que se pueden aplicar a grandes héroes como el almirante Nelson, cuyo nombre aún resuena en Gran Bretaña. Sin embargo, también son características de las que pudo presumir Blas de Lezo, un oficial tuerto, cojo y manco de la marina española que consiguió resistir el ataque de 195 navíos ingleses con apenas 6 barcos durante el Siglo XVIII.Esta historia, digna de salir en cualquier película de la conocida saga «Piratas del Caribe», es una de las muchas en las que se ha demostrado la capacidad estratégica de la marina española de la época. Sin embargo, se suma a las docenas de hazañas que han caído en el olvido.

Cojo, manco, y tuerto

Blas de Lezo Olavarrieta nació en Pasajes, Guipúzcoa, el 3 de febrero de 1687, aunque aún existe controversia sobre el lugar y el año en que vino al mundo. «Las fuentes son confusas y señalan otro lugar posible de nacimiento y otra fecha dos años posterior, pero en lo que no hay duda es que es un marinero vasco que se convirtió en uno de los más grandes estrategas de la Armada española en toda su historia» determina Jesús María Ruiz Vidondo, doctor en historia militar, colaborador del GEES (Grupo de Estudios Estratégicos) y profesor del instituto de educación secundaria Elortzibar.
Su carrera militar empezó en 1704, siendo todavía un adolescente. En aquellos años, en España se sucedía una guerra entre la dinastía de los Austrias y Borbones por conseguir la corona tras la muerte del rey Carlos II, sin descendencia. «Blas de Lezo había estudiado en Francia cuando esta era aliada de España en la Guerra de Sucesión. Tenía 17 años cuando se enroló de guardiamarina al servicio de la escuadra francesa al mando del conde de Toulouse», destaca el historiador.
Ese mismo año se quedaría cojo. «La pierna la perdió en la batalla naval de Vélez-Málaga, la más importante de la Guerra de Sucesión 24 de octubre de 1704, en la que se enfrentaron las escuadras anglo-holandesa y la franco-española» afirma Vidondo. «Fue una dura batalla en la que una bala de cañón se llevó la pierna izquierda de Blas de Lezo, pero él continuó en su puesto de combate. Después se le tuvo que amputar, sin anestesia, el miembro por debajo de la rodilla. Cuentan las crónicas que el muchacho no profirió un lamento durante la operación», cuenta Vidondo.
Aunque el combate finalizó sin un vencedor claro, el marino comenzó a ser conocido por su heroicidad. «Blas de Lezo fue elogiado por el gran almirante francés por su intrepidez y serenidad y por su comportamiento se le ascendió a alférez de navío», explica el experto en historia militar.
El ojo lo perdió dos años más tarde, en la misma guerra, en la fortaleza de Santa Catalina de Tolón mientras luchaba contra las tropas del príncipe Eugenio de Saboya. «En esta acción y tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una esquirla se le alojó en su ojo izquierdo, que explotó en el acto. Perdió así para siempre la vista del mismo, pero quiso continuar en el servicio y no abandonarlo» determina Vidondo. Sin duda la suerte no estaba de su lado, pero Lezo siguió adelante.
Finalmente, cuando tenía 26 años, el destino volvió a ser esquivo con este marino. «La Guerra de Sucesión había prácticamente finalizado en julio de 1713 con la firma de la paz con Gran Bretaña, pero Cataluña seguía en armas por los partidarios de la casa de Austria. El marino participó en varios combates y bombardeos a la plaza de Barcelona. En uno de ellos, el 11 de septiembre de 1714, se acercó demasiado a las defensas enemigas y recibió un balazo de mosquete en el antebrazo derecho que le rompió varios tendones y le dejó manco para toda su vida», determina el experto. Así, y tras quedarse cojo, tuerto y sin mano, Blas de Lezo pasó a ser conocido como el «Almirante Patapalo» o el «Mediohombre». Su leyenda había comenzado.

Hazañas iniciales

Una vez finalizada la Guerra de Sucesión, Lezo se destacó por su servicio a España. Una de sus misiones más destacadas fue la que realizó en 1720 a bordo del galeón «Lanfranco». «Se le integró en una escuadra hispano-francesa al mando de Bartolomé de Urdazi con el cometido de acabar con los corsarios y piratas de los llamados Mares del Sur (Perú)», sentencia el historiador.
«Sus primeras operaciones fueron contra el corsario inglés John Clipperton. Éste logró evitarles y huir hacia Asia, donde fue capturado y ejecutado», finaliza el doctor en historia militar. Por esta y otras hazañas, el rey ascendió al «Almirante Patapalo» a teniente general en 1734. Sin embargo, su misión más difícil llegó cuando fue enviado a Cartagena de Indias (Colombia) como comandante general.

El mayor reto de Lezo

El mayor desafío de Blas de Lezo se sucedió sin duda en Colombia, donde tuvo que defender Cartagena de Indias (el centro del comercio americano y donde confluían las riquezas de las colonias españolas) de los ingleses, ansiosos de conquistar el territorio. En este caso, los británicos aprovecharon una afrenta a su imperio para intentar tomar la ciudad.
El pretexto fue el asalto a un buque británico. «En este contexto se produjo en 1738 la comparecencia de Robert Jenkins ante la Cámara de los Comunes, un contrabandista británico cuyo barco, el Rebecca, había sido apresado en abril de 1731 por un guarda costas español, que le confiscó su carga. La oposición parlamentaria y posteriormente la opinión pública sancionaron los incidentes como una ofensa al honor nacional», determina Vidondo. La excusa perfecta había llegado y se declaró la guerra a España.
Los preparativos se iniciaron, y los ingleses no escatimaron en gastos. «Para vengar la oreja de Jenkins Inglaterra armó toda una formidable flota jamás vista en la historia (a excepción de la utilizada en el desembarco de Normandía), al mando del Almirante inglés Edward Vernon. La armada estaba formada por 195 navíos, 3.000 cañones y unos 25.000 ingleses apoyados por 4.000 milicianos más de los EEUU, mandados éstos por Lawrence, hermanastro del Presidente Washington», afirma el experto en historia militar.
Por el contrario, Blas de Lezo no disponía de un gran número de soldados ni barcos para defender la ciudad. «Las defensas de Cartagena no pasaban de 3.000 hombres, 600 indios flecheros, más la marinería y tropa de infantería de marina de los seis navíos de guerra de los que disponía la ciudad: el Galicia (que era la nave Capitana), el San Felipe, el San Carlos, el África, el Dragón y el Conquistador. La proporción entre los españoles y los ingleses era de 1 español por cada 10 ingleses», explica Vidondo.
Pero, lo que tenía a su favor el «Almirante Patapalo» era un terreno que podía ser utilizado por un gran estratega como él. Y es que la entrada por mar a Cartagena de Indias sólo se podía llevar a cabo mediante dos estrechos accesos, conocidos como «bocachica» y «bocagrande». El primero, estaba defendido por dos fuertes (el de San Luis y el de San José) y el segundo por cuatro fuertes y un castillo (el de San Sebastián, el de Santa Cruz, el del Manzanillo, el de Santiago -el más alejado- y el castillo de San Felipe).
Lezo se preparó para la defensa, situó varios de sus buques en las dos entradas a las bahías y dio órdenes de que, en el caso de que se vieran superados, fueran hundidos para que no fueran apresados y para que sus restos impidieran la entrada de los navíos ingleses hasta Cartagena de Indias. La guerra había comenzado y el «Mediohombre» se preparó para la defensa.

Comienza la batalla

«El 13 de marzo de 1741 apareció la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares hasta el desembarco de Normandía. Para el día 15 toda la armada enemiga se había desplegado en plan de cerco. Al comienzo se notó la superioridad británica y fáciles acciones les permitieron adueñarse de los alrededores de la ciudad fortificada», afirma Vidondo.
«La batalla comenzó en el mar. Tras comprobar que no podían acceder a la bahía, los ingleses comenzaron un bombardeo incesante contra los fuertes del puerto. Blas de Lezo apoyaba a los defensores con la artillería de sus navíos, que había colocado lo suficientemente cerca. Usaba bolas encadenadas, entre otras artimañas, para inutilizar los barcos ingleses», narra el historiador.
Tras acabar con varias baterías de cañones, Vernon se dispuso a desembarcar algunos de sus hombres, que lograron tomar posiciones en tierra. «Luego, el inglés se dispuso a cañonear la fortaleza de San Luis de Bocachica día y noche durante dieciséis días, el promedio de fuego era de 62 grandes disparos por cada hora», determina el experto en historia militar. El bombardeo fue masivo y los españoles tuvieron que abandonar en los días sucesivos los fuertes de San José y Santa Cruz.
El ímpetu del ataque obligó al español a tomar una decisión dura: «Lezo incendió sus buques para obstruir el canal navegable de Bocachica, aunque el Galicia no prendió fuego a tiempo. Sin embargo, logró retrasar el avance inglés de forma considerable. Blas de Lezo decidió dar la orden de replegarse ante la superioridad ofensiva y la cantidad de bajas españolas», afirma Vidondo.
A su vez, en Bocagrande se siguió la misma táctica y se hundieron los dos únicos navíos que quedaban (el Dragón y el Conquistador) para dificultar la entrada del enemigo. «El sacrificio resultó en vano, pues los ingleses remolcaron el casco de uno de ellos antes de que se hundiera para restablecer el paso y desembarcaron», sentencia el experto. Las posiciones habían sido perdidas y los españoles se defendían en el fuerte de San Sebastián y Manzanillo. Además, como último baluarte, se encontraba el castillo de San Felipe.

Vernon se cree vencedor

Los ingleses habían conseguido acabar con varias fortalezas y asentarse en las bahías de Cartagena de Indias tras pasar los obstáculos puestos por los españoles. Sin duda, sentían la victoria cerca. «Vernon entró entonces triunfante en la bahía con su buque Almirante con las banderas desplegadas dando la batalla por ganada», narra el historiador.
Vernon envió en ese momento una corbeta a Inglaterra con un mensaje en el que anunciaba su gran victoria sobre los españoles. La noticia fue recibida con grandes festejos entre la población y, debido al júbilo, se mandó acuñar una moneda conmemorativa para recordar la gran victoria. En ella, se podía leer «El orgullo español humillado por Vernon» y. además, se apreciaba un grabado de Blas de Lezo arrodillado frente al inglés.

La victoria del «Mediohombre»

Vernon estaba decidido, la hora de la victoria había llegado. Por ello, quiso darle el broche final tomando el símbolo de la resistencia española: el castillo de San Felipe, donde resistían únicamente seis centenares de soldados, según cuenta el historiador. Sin embargo, el asalto desde el frente era un suicidio, por lo que el inglés se decidió a dar la vuelta a la fortaleza y asaltar por la espalda a los españoles. «Para ello atravesaron la selva, lo que provocó la muerte por enfermedad de cientos de soldados, pero al fin llegaron y Vernon ordenó el ataque», sentencia Vidondo.
Según narra el doctor en historia, el primer asalto inglés se hizo contra una entrada de la fortaleza y se saldó con la muerte de aproximadamente 1.500 soldados a manos de los 600 españoles que consiguieron resistir y defender su posición a pesar de la inferioridad numérica. Tras este ataque inicial, Vernon se desesperó ante la posibilidad de perder una batalla que parecía hasta hace pocas horas ganada de antemano. Finalmente, y en términos de Vidondo, el oficial ordenó una nueva embestida, aunque esta vez planeó que sus soldados usarían escalas para poder atacar directamente las murallas.
En la noche del 19 de abril los ingleses se organizaron en tres grupos para atacar San Felipe. «En frente de la formación iban los esclavos jamaicanos armados con un machete», explica el doctor en historia. Sin embargo, los asaltantes se llevaron una gran sorpresa: las escalas no eran lo suficientemente largas para alcanzar la parte superior de las murallas. «El ‘Almirante Patapalo’ había ordenado cavar un foso cerca de los muros para aumentar su altura y evitar el asalto», determina Vidondo. Los españoles aprovecharon entonces y acabaron con cientos de ingleses. La batalla acababa de dar un giro inesperado debido al ingenio de un solo hombre, o más bien, «Mediohombre».
El día siguiente, según afirma el historiador, los españoles salieron de la fortaleza dispuestos a aprovechar el duro golpe psicológico que habían sufrido los ingleses. En primera línea corría Lezo, cargando al frente de la formación mientras sujetaba el arma con su único brazo. Finalmente, y tras una cruenta lucha, los menos de 600 defensores lograron que el enemigo se retirara y volviera a sus navíos. Ahora, y de forma definitiva, la victoria pertenecía a los soldados españoles y, por encima de todo, a un solo combatiente: el «Almirante Patapalo».
Después de esa batalla, se sucedieron una serie de intentos por parte de los ingleses de conquistar la plaza fuerte, pero fueron rechazados. «Vernon se retiró a sus barcos y ordenó un bombardeo masivo sobre la ciudad durante casi un mes, pero no sirvió de nada», determina el experto.
Finalmente, Vernon abandonó las aguas de Cartagena de Indias con, según los datos oficiales, unos 5.000 ingleses muertos. Sin embargo, según determina Vidondo, es difícil creer que la cifra sea tan baja, ya que el oficial tuvo que hundir varios navíos en su huída debido a que no tenía suficiente tripulación para manejarlos y no quería que cayesen en manos españolas. «Cada barco parecía un hospital», afirma el historiador.
De hecho, y según cuenta la leyenda, Vernon sentía tanto odio hacia el «Mediohombre» que, mientras se alejaba junto a su flota de vuelta a Inglaterra, gritó a los vientos «God damn you, Lezo!» (¡Que Dios te maldiga, Lezo!). Podía maldecir todo lo que quisiera, pero había sido derrotado.

La mentira del inglés

Además, según determina Vidondo, a Vernon todavía le quedaba un último mal trago: informar en Inglaterra de que la había perdido la batalla. Al llegar a su tierra, sin embargo, parece que no tuvo valor para dar a conocer la noticia públicamente, por lo que fue pasando el tiempo hasta que, finalmente, sus compatriotas descubrieron el engaño. Cuando salió a la luz, la vergüenza fue tan arrolladora para el país que se tomaron medidas más drásticas para acallar la gran derrota: «El rey Jorge II prohibió todo tipo de publicación sobre la batalla», finaliza Vidondo.

4 Preguntas a Jesús María Ruiz Vidondo

Torrox es de cine. Jaime Ordoñez

Torrox se convierte en municipio de cine con el rodaje de la ópera prima de Jaime Ordóñez

14.07.2016 - 17:43h • EUROPA PRESS
  • El alcalde de Torrox (Málaga), Óscar Medina, ha destacado este jueves que la localidad se convierta en un municipio de cine con el rodaje de la ópera prima de Jaime Ordóñez 'El silencio de los berridos'.
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Muchas de la escena del libro de relatos "Perito en Pecados" se desarrollan en Torrox y Frigiliana.

lunes, 18 de julio de 2016

Patrimonio de la Humanidad. Los dólmens, El Torcal y Peña de los Enamorado. Cueva de Menga. ANTEQUERA

Candidatura

Piedra sobre piedra

manosdolmen
El objetivo de esta iniciativa es la concienciación sobre la importancia de que la UNESCO incluya Sitio de los Dólmenes de Antequera que comprende Los Dólmenes, El Torcal y la Peña de los Enamorados, en su catálogo de Patrimonio de la Humanidad.

El lema Piedra sobre Piedra define no solo la estructura física de los lugares, también evoca el camino seguido por el ser humano hasta hoy. Es un guiño a la ciudad, su historia y su fisonomía y es comprensible en todos los idiomas. Queremos simbolizar y conseguir la ayuda y el esfuerzo de todas las instituciones y personas, para lograr esta causa; para ello, puedes subir tu foto o vídeo de adhesión a la campaña con el hashtag #piedrasobrepiedra a las RR.SS.


Miembros del GRUPO GEMA (Espeleólógico de Málaga en en Torcal. Año 1965). Un grupo mítico.




 El Paraje Natural Torcal de Antequera encierra una de las muestras más impresionantes de paisaje kárstico de toda Europa y, debe su nombre, a las dolinas o torcas, unas curiosas formaciones en forma de depresiones circulares.

En El Torcal predominan las calizas, rocas con más de 150 millones de años, formadas por sedimentos marinos muy sensibles a la erosión. La acción lenta pero continuada de la lluvia, la nieve y el viento sobre este material han moldeado este característico paisaje. Sus cuevas y simas configuran un entorno idóneo para la práctica de la espeleología. Algunas de ellas, como la del Toro y la Marinaleda I, albergan huellas de la presencia del hombre en el Torcal desde la Prehistoria.

Dos rutas invitan a perderse por esta ciudad de piedra. El camino que parte del centro de visitantes Torcal Alto, conocido como ruta verde, es donde las formas kársticas son más espectaculares. En este lugar, el visitante debe dejarse llevar a lo largo del Callejón Oscuro o del Callejón del Tabaco, ejemplos de la multitud de pasadizos originados por el hundimiento de las fracturas del terreno. Las rocas son aquí una colección de esculturas naturales, algunas con formas familiares, como el Tornillo, declarado Monumento Natural, el Sombrerillo, el Cáliz o el Dado, entre otras muchas que esperan ser definidas por la imaginación y la fantasía de quienes las recorran.

Este medio de gran belleza y apariencia inhóspita contiene además una rica y variada vegetación con algunas especies exclusivas. En su paisaje, encinas, quejigos, serbales o arces se entremezclan con plantas adaptadas a vivir en las fisuras de las rocas. Es la llamada vegetación rupícola y, el Torcal Bajo, es el lugar idóneo para conocerla.

Su fauna es rica en aves como el buitre leonado o el búho real, además de en mamíferos como el zorro y la comadreja. Junto a esta zona del Torcal Bajo, el mirador de las Ventanillas se asoma al valle del Río Campanillas, ofreciendo bellas panorámicas de su paisaje y de la localidad de Villanueva de la Concepción.

Cerca del Torcal, se halla la ciudad de Antequera. Al localizarse en el centro geográfico de Andalucía, un importante trasiego de culturas ha dejado su impronta en ella. Las murallas de su castillo y sus numerosas torres o conventos sobresalen entre la arquitectura popular, de cubiertas de teja árabe y fachadas de cal. En esos conventos se elaboran, aún hoy, exquisitos dulces tradicionales como los alfajores, el angelorum, y el bienmesabe. De su gastronomía no hay que olvidar sus afamados molletes, el ajoblanco o la porra antequerana. La gran tradición artesana de Antequera en orfebrería ha dado paso a otros oficios en los que se utiliza mimbre, esparto, vidrio, hierro y madera. 







CUEVA DE MENGA (O CUEVA MEGALITICA)
 Dolmen de Menga, principal exponente de la necrópolis

Los Dólmenes de Menga, Viera y El Romeral forman la necrópolis de este conjunto, siendo el de Menga su exponente principal y el de mayor antigüedad, fechado hacia el 2500 a.C., aunque las últimas investigaciones apuntan a que se construyó más de mil años antes. Su cámara sorprende por sus grandes dimensiones, de 25 metros de largo y siete de ancho, formada por siete grandes monolitos cuadrados en cada lado y una enorme piedra que forma la cabecera. Cinco grandes losas de piedra horizontales descansan sobre tres pilares centrales, convirtiendo a la cámara en una impresionante galería sobre la que se aprecia, desde el exterior, el montículo de tierra que cubre al dolmen, de 50 metros de diámetro. Es el único de los tres dólmenes que tiene unas inscripciones de figuras antropomórficas, situadas en la primera losa de entrada a la izquierda. Y es que, por todas sus singularidades, el dolmen es considerado como uno de los más importantes de toda Europa.

Se localiza sobre una pequeña elevación frente a la vega antequerana y está orientado hacia la Peña de Los Enamorados, hecho que le confiere un carácter casi excepcional. Así, llama la atención que, mientras que la mayoría de los sepulcros megalíticos hallados en la región andaluza se orientan directamente hacia el este, hacia la salida del sol, el dolmen de Menga se encuentra "mirando" a la Peña de los Enamorados. Parece que la peña pudiera ser un lugar de ceremonias, tal como demuestran las pinturas rupestres encontradas en ella, y la orientación, en este caso, sería una forma de rendir tributo a este sitio.



jueves, 14 de julio de 2016

Reportaje de "Andalucía Director" sobre El Acebuchal. Libro

EL OLIVAR DE LA PLAZA DE LA VIÑA O DE MI VIDA



EL OLIVAR DE LA PLAZA DE LA VIÑA O DE MI VIDA



    El helado cadáver de la escultura de cerámica en homenaje a Miguel Hernández de la plaza de la Viña reclama una mirada de mi ojos, de nuestra atención colectiva, es una cerámica del gran escultor Arcadi Blasco que presenta dos bloques decorados con cerámicas refractarias con dibujos que el propio Arcadi me dijo que eran geometría cinética para recordar a Eusebio Sempere, el artista nacido en Onil, la que fábrica los juguetes. En una de sus decoradas moles nos muestra un ojo de cíclope, que a la sombra dibuja un hueco de luz que se mueve.
    En el huerto intelectual cerrado, aunque más jardín encarcelado que huerto, precipitado, circunvalado por una reja de hierro perimetral que le protege del depredador más terrible del mundo: el hombre. El jardín se muestra alegre poblado de pinos, palmitos, encinas, malezas y cambrones, más cuatro olivos sembrados a las cinco de la tarde, recuerdos de una herida cuando los destetaro de su madre del jardín botánico, de un hospicio de olivos trasplantado, y desde entonces se negaron a dar sus fruto redondos como olivas de cristal, perlas aceitunadas del collar de un cuello sometido al yugo del trabajo y el sudor.
    Mientras sentado en un banco de madera, fuera del jardín aherrojado, me concentro en contemplar su fauna, aparecen juguetones gorriones, pardos, blandos y mimosos, tras las palomas zuritas que han llegado en busca de algún trozo de pan que algún niño tiró de su bocadillo tras jugar en el jardín infantil que a su proximidad se sitúa. O los negros  pajarracos, menores que cuervos, casi grajillas que por allí saltan entre los jarales, y la mansa maleza cuajada aún de amarillas trompetas de flores o trompetillas.

    Sobre la tierra aparecen húmedas manchas que son la red de raíces de gomas de las manguera de riegos, que acariciando dulcemente la tierra la muerden con los aspersores, y algunas florecillas violetas, blancas de los romeros dejaron su huella de color en la imagen de los viandantes, que por la sombra de los tilos triste de la plaza de la Viña se dejan pasear con amarres, algunas veces, en los bancos de madera que hace poco renovaron.
    Otros días desde mi terraza puedo ver el jardín que casi puedo acariciar si lanzo el brazo en fantasías y siento como si se me diluyera la imaginación y asciendo hacia ti, para entrar a hablar con Miguel de cabras y de rayos, de cancioneros y de brisas del pueblo, herido poeta por la muerte joven quizás sombras de una guerra, de un odio entre hermanos que no se debe volver a repetir. Por este jardín encarcelado tiene olivos y palomas de la paz que un día el gran Pablo Picasso nos dibujara con manos de ángeles custodios, policías de los cielos y del mundo terrenal.
    Y esta plaza de la Viña, que si cambiáramos la “ñ” por una “d”, obtendríamos otro significado como vida, sin embargo, si lleváramos el espíritu a la realidad permanente de mis días. Yo me paso casi todo el día mirando a esta plaza y paseando por ellas y sentándome e sus bancos armados de listones de madera como lanzas, que es donde con mi bloc de notas escribo mi diario, o incluso algún relato de los que se me ocurren mirando el pasar de la gentes, el jugar de los niños en el jardín infantil, y viendo cómo los asustadizos gorriones se me acercan buscando algún trozo de pan que le ha hubiera caído a un niño a un anciano o algunos de las personas que se sientan en las sillas de las terrazas que aquí se muestran como lugares de esparcimiento, contemplación o refrigerio.
     Y cuando ese ciclista con la camiseta del Barça que vive en la bicicleta y grita repetidas veces ¡Quien no quiera la plaza de la Viña que se muera! Pienso que muy bien me cambiaría por él, o más bien cambiaría mi rodilla derecha “artroprotésica” por una de las suyas, puesto que deben ser de acero por dentro con músculos de un equilibrista.          
   A eso de las doce me llegó la hora fatídica, la hora en que medió un mareo y caí al suelo como un trompo cuando se le acaba la fuerza. Un viandante tuvo la vehemencia de llamar a una ambulancia, que se presentó en cinco minutos. Me había quedado bloqueado como si no me pudiera mover. Me tomaron la tensión la tenía 5 por 8, muy baja para mí, habían sido 2 pastillas contra  la tensión alta. Me llevaron a Vistahermosa, me hicieron análisis de sangre y todo estaba bien. Y así es la vida te caes y te puedes levantar o no te puedes levantar. Vi la muerta cerca.
Alicante, 31de julio de 2013.
Ramon Fernández Palmeral