Matilde Asensi: ´Tenemos una clase política mediocre´
Su curiosidad insaciable le llevó a investigar el Siglo de Oro español y a emprender la aventura de escribir una trilogía
Su curiosidad
insaciable le llevó a investigar el Siglo de Oro español y a emprender
la aventura de escribir una trilogía, con el personaje de Catalina
Solís, una mujer que se viste de hombre, como eje central. Ahora cierra
ese capítulo con La conjura de Cortés (Planeta), novela que ya se ha
situado entre las más vendidas. Matilde Asensi (Alicante, 1962),
periodista, escritora y, por encima de todo, una obsesa de la historia.
Cristina Martínez
Habla mucho, deprisa. Y es capaz de contar su nueva novela de una forma
tan apasionada que crea la necesidad de ir corriendo a una librería para
comprarla. Vive en Alicante, de forma muy discreta, «porque mi base
está aquí, vuelvo cuando necesito hogar», aunque pasa temporadas fuera.
Dejó el periodismo para ser administrativo en un hospital y así poder
escribir. Y desde 1999 solo escribe y van ya 10 novelas. Ayer se
reencontró con las Hogueras, «que me gustan cuando no estoy trabajando».
No podía ser de otra forma. «Nací el 12 de junio, antes de la plantà, y
lo primero que hice en mi vida fue ver Hogueras».
Dicen que La conjura de Cortés es la vuelta de Matilde Asensi a su esencia. ¿Cuál es?Pues
no sé. Quizá es la novela más aventurera de la trilogía, si es que se
refieren a eso. Catalina Solís tenía que evolucionar. Ya no era la chica
de 16 añitos que parecía una tabla y podía pasar por chico. Ahora es
una mujer que no puede disimularlo, tiene pecho y caderas. Y eso ya me
iba dando más tramas para el personaje. Además me fueron apareciendo
unos temas fantásticos durante la documentación y otros que tenía
guardados, y como era el final de la trilogía pues lo volqué todo ahí.
Historia, aventura, enigmas, humor......el
humor no es provocado. Si estoy escribiendo y se me ocurre una
tontería, igual que la digo en la vida, pues la escribo. Me sorprende
ver que la editorial, los periodistas, los lectores en Twitter y en
Facebook destaquen el humor. Yo estoy dentro de la escena y si hay un
momento en que se produciría una situación graciosa en la vida real, la
traslado a la ficción.
¿Qué le hace distinta a otros colegas que escriben también novela histórica?No
hay una fórmula de éxito. Si hubiera una fórmula estarían ya 300.000
escritores aplicándola o las editoriales hubieran puesto a 25 negros ahí
a producir. Pero es verdad que tú cuando estás leyendo detectas si un
escritor te engaña o no. Yo como lectora lo noto y yo creo que eso no lo
pueden decir de mí. Primero, porque respeto un montón a los lectores
que son los únicos que me han traído hasta aquí y segundo, porque yo
procuro ser honesta. Creo que la gente que se gasta el dinero para
leerme, más ahora en crisis, se merece todo mi respeto.
¿Cree que el lector es capaz de diferenciar entre la literatura bien hecha y los oportunistas del género?No
dudes ni por un momento que el lector es inteligente. Le engañas una
vez pero dos no. Aunque no es verdad que sea una moda de los últimos
años, lo que ocurre es que en España aparece hace algunos años. Aquí
durante mucho tiempo hemos tenido una literatura, igual que un cine,
tirando a cutre, en el sentido de que era todo tan exquisito y tan
selecto que estaba pensado para minorías y la inmensa mayoría del pueblo
quedaba fuera de la literatura y el cine. Aquí escribir género era
incluso vergonzoso. Pero de repente aparece Arturo (Pérez-Reverte) en
los 80, luego yo en los 90 y el lector se da cuenta de que puede
disfrutar leyendo, y no solo reflexionar sobre el bien y el mal o sobre
la guerra civil.
Lo que pasa es que han salido muchos autores en este género buscando el éxito fácil.Lo
que ha habido últimamente es un poco de boom, pero imagino que es el
efecto imitación, que es normal. A mí me parece bien porque de todo eso
saldrá alguien bueno, la selección natural hará que quien valga se
mantenga y quien no, no.
¿No se aburre de escribir novela histórica?Pues
no, es que me gusta mucho lo que hago. Me gusta investigar la historia,
me gusta encontrar misterios en el pasado y de repente es una pasión
desbordante que no puedo controlar y ya no hay más en el mundo hasta que
no sepa exactamente qué pasó ahí. Soy terca como una mula vieja. Una
vez que me he comprado un montón de libros, he leído lo que tenía que
leer y tengo una noción del contexto histórico, entonces ya es como un
tapiz que tiene agujeros, en el que el proceso de restauración es ir
cosiéndolos otra vez para taparlos. Y esa es la parte de ficción que yo
aporto, yo meto mi historia en esos agujeros.
Le gusta a usted y parece que también a los 20 millones de lectores de sus libros.Esa
es la inmensa suerte que tengo, que lo que me gusta a mí también le
gusta a mis lectores. Hay muchos que no me leen y no les gusto, pues
perfecto.
Lo que vende mucho no tiene calidad y lo que la tiene se vende para minorías. Desmonte esa reflexión.Eso
va muriendo. La base es la gente. En 1999, cuando saqué El salón de
ámbar, teníamos una población lectora del 4%, éramos el país europeo con
el índice de lectura más baja. Y en doce años estamos en el 56%.
Alucina. Es brutal. Eso se debe a que el nivel cultural de la población
ha crecido y a que, por alguna casualidad del azar, hemos salido, además
todos procedentes del mundo del periodismo, una serie de escritores que
hemos ofrecido esa literatura que la gente estaba demandando.
¿Son los propios lectores los que mandan ahora?Claro.
La gente ya no se lee una crítica literaria para ver si se compra un
libro. Entra en Internet, mira los foros, se fía más de los lectores. Es
el boca-oreja. Internet es un altavoz gigantesco. Allí puedes encontrar
comentarios de todo tipo de libros, puedes leer lo que quieras.
En
esta trilogía usted indaga en el Siglo de Oro y el descubrimiento de
América, y ofrece una visión contraria a la demonización de los
españoles.Los dos mitos más grandes y asentados a este y al
otro lado del Atlántico son que los españoles les robamos todo a los
latinoamericanos y están así por nosotros, y que hicimos una masacre y
acabamos con los indígenas. Pero tiene otra lectura. El pueblo español
no vio ni un doblón de oro, no disfrutó de esas riquezas, era un pueblo
miserable, hambriento, era la época de la picaresca. Estábamos
manteniendo todas las guerras de Europa. Teníamos un imperio donde no se
ponía el sol, llegaban unas riquezas brutales, teníamos una corte, la
de los Austria, que siempre estaba de fiesta y jolgorio, aquello era
jauja, y eso eran unos gastos brutales. El rey se pasaba todo el tiempo
en los toros o de caza... ¿Cómo se mantenía eso? Pues muy malamente, con
préstamos que se pedían a los banqueros europeos, alemanes sobre todo, a
los Fugger, y estábamos endeudados con los alemanes hasta las
pestañas...
Todo eso me suena.¿Verdad? ¿Te
cuento más? Llegaban los baúles llenos de oro, pero se produce la cuarta
bancarrota en España, porque ese dinero iba destinado a pagar los
intereses a los alemanes. Cuando fuí leyendo e investigando iba de
alucine en alucine, no daba crédito a lo que leía, pero eso está en los
libros de historia. Mientras, España se moría de hambre porque no se
invertía nada y la gente quería emigrar. Y en cuanto al mito de las
masacres, es verdad que en toda ocupación siempre hay psicópatas, pero
que hiciéramos todo eso... me chirría. Sí, es verdad que se mató a
muchos, sin duda, pero aparte de eso lo que llevamos fueron
enfermedades. Está demostrado porque se han hecho investigaciones, hay
artículos en la revista Nature y documentales, que el 90 por ciento de
la población indígena murió por enfermedades víricas. No me cuadraba que
fuéramos tan brutos, porque los españoles podemos ser muy bravos, en
aquella época, ahora menos porque se nos están bajando los humos a
recorte forzado, pero no somos gente cruel.
Da un poco de miedo que haya tanto paralelismo entre el Siglo de Oro y la actualidad.La
pena es que después de cuatro siglos seguimos teniendo unos malísimos
gobernantes. Yo no soy de ningún partido político porque para mí son
sectas religiosas. Paso de partidos políticos, paso de sectas políticas y
paso de creencias divinas imbuidas a nivel político. Lo que me da pena
es que tengamos una clase política de tan poca talla, tan mediocre, tan
mala... que no nos esté ayudando a sacar lo que podríamos ser. Al
contrario. Que empiezan a llegar fondos europeos, pues venga esto es
fiesta. Pues no, invierte que esto no va a durar para siempre. Solo
ladrillo y turismo. Invierte en cultura, invierte en industria, invierte
en tecnología... Mientras, duplicamos administraciones, gastamos,
derrochamos, lo mismo que entonces. De 1600 a 2012, quiebras,
bancarrotas, deudas con los banqueros alemanes, gobernantes mediocres,
reyes que estaban todo el día cazando y tenían validos que se lo
llevaban puesto, igual que ahora, eran unos corruptos. ¿Ha cambiado algo
hoy en día? Pues, no. Hemos cambiado los nombres de valido y monarca
por partidos políticos, bueno, y si quieres añadir monarca por la caza,
pues también. Pero no tenemos una clase gobernante digna de lo que ya
por fin creo que nos merecemos.