Los oradores hacen un esquema de lo que van a hablar y se lo aprenden de memoria para no tener que leer. Porque leer aburre a los espectadores. Luego van desarrollando el esquema. No te olvides de saludar y agradecer la asujtencia. Tu te presentas.
Un orador debe hacer uso de una cantidad considerable de recursos audiovisuales que den apoyo a su ponencia; pero principalmente es él mismo su mejor recurso. La proyección de su imagen como una persona segura, confiada, con templanza permite que el público capte a un emisor que conoce el tema y es capaz de dominarlo; asimismo, su voz que transmita seguridad, que sea capaz de oírse en todo el recinto, que sea clara y cónsona. Pero sin duda hay que conocer el tema del que se va a hablar en profundidad. Lop que siver para el sermón sirve para el discurso político. La puesta en escena del presidente de los Estados Unidos. El escenario es importántísimo cuidarlo. El púlpìto, la cacha, el aula, el podium.
Teoría de la homilética.
La homilética trata sobre el discurso o alocución pronunciada en el servicio eclesiástico de la congregación cristiana. Hubo una antigua tendencia manifiesta a incorporar la homilética en la teoría de la retórica; incluso Agustín estuvo gobernado por las teorías clásicas de la retórica y la costumbre medieval de subordinar las artes liberales al servicio de la teología produjo una unión todavía más estrecha con la retórica. Melanchthon estableció en favor del sermón un nuevo genus retórico, el genus didascalicum, pero la oportunidad de elevar la homilética al rango de disciplina independiente no se contemplaba. Hyperius en su intento de fundar la teoría del sermón sobre la Escritura, no halló imitadores y sucesores. Es imposible llegar a un tratamiento digno de esta disciplina teológica hasta que el punto de partida se busca dentro de la teología sistemática y en la comunidad eclesiástica. Considerada de esta manera, la homilética se convierte en una disciplina especial. La comunidad cristiana que ha nacido, está en un estado de crecimiento y por tanto de imperfección, consecuentemente expuesta a las influencias del pecado y del mal. A partir de ahí la posesión de las bendiciones espirituales en la congregación debe ser continuamente avivada y la influencia del pecado y el mal combatida, adaptándose la Palabra a las necesidades de la congregación como medio para cumplir ambas cosas. La mera posesión de la Sagrada Escritura no es suficiente; debe ser usada y aplicada a las necesidades de la congregación; de ahí la necesidad de la predicación. Incluso si la congregación pudiera alguna vez dejar atrás su imperfección, la misma posesión de la verdad cristiana todavía necesitaría de una presentación continua de la Palabra. Esta presentación se origina por tanto en las necesidades pedagógicas y prácticas de la congregación y es un factor esencial en su edificación. Alexander Schweizer distinguió entre homilética general o teórica y material y formal, una división que designa correctamente el curso que la homilética debe tomar, adhiriéndose los escritores homiléticos a la misma, al tratar primero la concepción del sermón, luego su contenido y finalmente su entrega.Si bien es necesario que el predicador prepare y adiestre todas sus capacidades afectivas, mentales e intelectuales para volcarse en el acto de la predicación, de nada vale todo ello sin el poder del Espíritu Santo. El mejor bosquejo, la mejor dicción y las mejores reglas hermenéuticas de nada sirven sin la energía y la unción que el Espíritu Santo da. También aquí es preciso seguir el ejemplo de nuestros antepasados y repasar esos sermones claves a los que ya hemos hecho referencia.
Tipos de sermones
De acuerdo al Ministerio Apostólico y Profético Sendas de Gloria y Poder (2011) "se denomina sermón al género de la oratoria que consiste en un discurso de tema religioso, por lo general pronunciado por un predicador quien se dirige a una audiencia con el objeto de instruirla y persuadirla". Un sermón es un discurso sistemático, dirigido y adaptado a la mente popular y basada en verdades bíblicas, elaborado cuidadosamente, con el propósito de persuadir al ser humano.Hoy día existen muchas formas de exponer la Palabra de Dios. Todas válidas y, en su mayoría, eficaces. Para que tengamos una mejor comprensión de cuáles y cuántas son las clases de sermones, hacemos a continuación una breve descripción:
El Sermón Textual: toma como base un texto específico, generalmente un solo versículo. Por ejemplo, Juan 3:16. Sobre este escrito entramos a desarrollar la enseñanza. El propósito es desglosar su estructura, haciendo particular énfasis en palabras en el sentido particular de las frases.
El Sermón Expositivo: este género de Sermón se desarrolla fundamentado en un pasaje bíblico. Las ideas que se exponen guardan un orden lógico. El predicador no fuerza un versículo para que concatene con otro o quizá para que diga lo que él quiere. Por el contrario, toma con naturalidad cada una de las ideas y puntos que van surgiendo en cada versículo. Es uno de los estilos más complejos pero a su vez, de los más enriquecedores. Charles Spurgeon es uno de los mejores ejemplos de esta forma de predicación. N el siglo XIX ejerció una poderosa influencia en Inglaterra y Estados Unidos con sus poderosos mensajes.
El Sermón Temático: toma un tema y lo desarrolla. Por ejemplo, el pecado. Se analizan todos los versículos en los cuales la palabra pecado ejerce un papel preponderante. Se requiere una exploración bíblica con el propósito de definir sus orígenes, causas, evolución y consecuencias. Tenemos allí un tema expuesto. Este género es muy frecuente en las congregaciones.
El Sermón Biográfico: a diferencia de los anteriores, que se predican desarrollando un tema central, el Sermón Biográfico toma su base en un personaje de la Biblia y es el más apropiado para adelantar predicaciones en serie, es decir, para varios servicios religiosos. Del personaje objeto de estudio, se buscan aspectos positivos, los negativos, qué principios espirituales aplicó a su existencia y cuáles son válidos hoy día, entre otros.
Los jesuítas son grandes predicadores, y grandes enseñantes de la oratoria.
En el siglo XVIII unos pocos autores ingleses y escoceses escribieron sobre el arte de predicar. Principales entre esos tratados fueron los de Philip Doddridge (1751), George Campbell (Lectures on Pulpit Eloquence, 1775) y la bien conocida Rhetoric de Hugh Blair, quien dedica varios capítulos de su obra a la elocuencia en el púlpito. En el siglo XIX la literatura aumentó grandemente en cantidad y valor; pero el interés en el asunto, aunque considerable, no parece haber tenido en Inglaterra el mismo nivel que demostró en Alemania y los Estados Unidos. En América el primer tratado sobre la teoría de la predicación fue el de Cotton Mather, que apareció bajo el título Manuductio in Ministerium (Boston, 1726). Pintoresco y pedante, es característico del autor y de su tiempo, pero no tiene otro valor que el histórico. El comienzo efectivo de la enseñanza homilética en los Estados Unidos procede de la fundación del Seminario Teológico Andover en 1807. Se creó una cátedra de "retórica sagrada", a la que fue llamado, en 1812, Ebenezer Porter. Enseñó el asunto con sinceridad y éxito, escribiendo varias obras menores y finalmente publicando sus Lectures on Homiletics and Preaching (Nueva York, 1834). Esta obra pionera fue continuada por una línea larga y brillante. Distinguidos profesores y predicadores han producido una literatura grande en resumen, en su mayor parte de excelente calidad y dedicada a cada aspecto de la obra de la predicación.