domingo, 30 de abril de 2017

CERVANTES Y LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA, Por Ramón Fernández Palmeral, 2005

CERVANTES Y LA FILOSOFÍA ESPAÑOLA

por

Ramón Fernández Palmeral

(Publicado en la revista "Baquina" de Miami (EE.UU.) en 2005)

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Una invitación al Quijote




Antes de comenzar este ensayo cabría preguntarse qué celebramos cuando en estos días gélidos del mes de marzo de 2005 tenemos el alto honor de ver y oír en TVE la cálida lectura que nos brinda S.M. el Rey Juan Carlos del Capítulo I, de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.

Para exponer esta celebración cultural nada más ilustrativo como una introducción:

Nos hallamos de pleno ante el IV Centenario de la publicación de la I Parte del Quijote, aunque se debió empezar a celebrar a partir del pasado 2004 y no ya en medio del 2005, puesto que fue en 1604 cuando se le concedió a Miguel de Cervantes Saavedra el privilegio o cédula real para la publicación de El ingenioso hidalgo... puesto que dicho privilegio (licencia y condiciones para su impresión) del rey Felipe III y firmado por mandato real por Juan de Amezqueta, está fechado en Valladolid el 26-09-1604, lugar donde en aquellos años se hallaba la Corte (1601-1606), y donde además vivía el autor.

El Testimonio de las erratas [1] fue fechado el 1 de diciembre de 1604 por el Licenciado Francisco Murcia de la Llana, que era médico de oficio. «Halló editor en Francisco de Robles, quien lo dio a imprimir en Madrid a Juan de la Cuesta» [2]. La I Parte de don Quijote salió a la calle los primeros días del mes de enero de 1605 con muchas erratas. La novela está dedicada al duque de Béjar, que según el murciano don Diego Clemencín (1765-1834), se trataba del séptimo duque de Béjar don Alonso Diego López de Zúñiga, que lo fue desde 1601 hasta 1619 fecha de su muerte. Era norma que los autores dedicasen sus libros a los opulentos y poderosos con la intención de que sufragasen los gastos de publicación.

Evento cultural que «me espanta esta grandeza» [3] y es de tal importancia para las letras universales que no podemos dejarlo pasar sin indagar, investigar y aportar los últimos descubrimientos, y cómo no, aproximarnos a la filosofía española que tanto tiene que ver con Cervantes, incluso, aparece en el reverso de los Euros acuñados en España y el español es conocido también como «la lengua de Cervantes». Desde aquí os invitamos a la relectura del Quijote, y además a hacer un repaso a algunos de los libros y ensayos que a lo largo de estos 400 años han escrito los más destacados analistas cervantinos. Y a través de ellos podremos tener argumentos para razonar y comprender «el quijotismo» como filosofía de lo español, no ya porque la coyuntura de la efeméride nos invite a ello, sino por el aprendizaje de la vida y del conocimiento empírico que nos dejará las lecturas del gran molino de los libros, y a la vez, os aseguro, que nos abrirán los ojos del entendimiento y nos descubrirá un mundo de no-ficción, sino real con una vigencia palpable a través de los siglos sobre el pensamiento y la conducta más oculta y secreta del ser humano.

Aunque la filosofía de la realidad sea una pura apariencia, pues ya Ortega y Gasset introdujo el tema de la realidad y sus diversos sentidos cuando buscamos la realidad buscamos la apariencia. «Las verdades son eternas, únicas e invariables» [4]. Para el filósofo español la realidad era una incómoda palabra, estaba convencido de que los objetos materiales poseen una tercera dimensión que ni la vemos ni la tocamos. Y es aquí a donde queremos llegar, a sentir y percibir la tercera dimensión del Quijote, de cómo un pobre hidalgo desinteresado sueña en un mísero lugar con imperios, batallas míticas y laureles de gloria. Y como contraste tenemos a un labrador, Sancho Panza, con los pies en la tierra, que es la sublimación del egoísmo y del materialismo.

Sobre El Quijote y el pensamiento filosófico español [5] nos dieron lección hace más de un siglo don Nicolás Díaz de Benjumea en su Novísima historia crítica de la vida de Cervantes (1878). O el conferenciante don Adolfo Bonilla y San Martín sobre Don Quijote y el pensamiento español, el 6 de mayo de 1905 en el Ateneo de Madrid, en la que nos argumenta que Cervantes no hizo filosofía directamente; sin embargo, todas su obras desde Galatea es filosofía española y de lo español. Patricio de Azcárate [6] consideró a Cervantes como iniciador del método racional de Descartes. Lord Byron escribió que El Quijote es un gran libro que mató a un gran pueblo. Harold Bloom se pregunta ¿Por qué somete Cervantes a su héroe al maltrato físico de la primera parte y a las torturas sicológicas de la segunda?

La lista nominal de escritores, poetas, pensadores y filósofos cervantistas y cervantinos es tan larga que no cabría en este corto espacio. Todo intelectual en español que se precie de serlo ha de enfrentarse alguna vez con El Quijote. Lo hizo Santiago Ramón y Cajal en su ensayo Psicología del Quijote y del quijotismo, 1902. Escribieron también los de la Generación del 98: Unamuno (hizo una defensa de don Quijote contra Cervantes), Azorín (apología de Cervantes y de Castilla), Ortega y Gasset (Meditaciones del Quijote) o Ramiro de Maeztu. Este último, creía que un hombre de cultura no debía considerar al Quijote como una guía del pensamiento, nos advertía que tiene sólo valores literarios porque expresa lo decadente de la historia de España, reiteraba que la obra de Cervantes no debía ser un ejemplo en cómo vivir ni pensar. Maeztu, un hombre de la Generación del 98, dolido por la pérdida de la credibilidad internacional española, se adelantaba a advertir que no viéramos en la España actual el «fantasma doloroso, una cruel pesadilla» [7] de un ayer decadente, pobre y mezquino. Maeztu consideró perjudicial tener como espejo el quijotismo, y atacó contra el complejo adquirido tras el desastre de 1898 (pérdida de Filipinas y de Cuba).

«Si nos creemos inferiores a otros pueblos, es por ignorancia de nuestra Historia. Cuando ésta nos muestra la perspicacia de nuestros genios, el magnífico sentido de justicia de nuestras instituciones tradicionales, el espíritu moral de nuestra civilización, las mentes escogidas pensarán, con Menéndez y Pelayo, que la extranjerización de nuestras almas es la razón de nuestra decadencia» [8].

Se ha visto que era un temor infundado, porque un siglo después los españoles hemos hecho de España un país altruista que mantiene sus tradiciones, y, cree en el progreso y en el proyecto común de una Constitución Europea, y que tiende un puente hacia Hispanoamérica.

Los de la Generación del 27 retomaron el teatro cervantino: Rafael Alberti en Cerco de Numancia [9], en Federico García Lorca con “La Barraca”, representaba obras del Siglo de Oro: Las cuevas de Salamanca, Los dos habladores... Conferencias de Jorge Guillén y Pedro Salinas, y músicos como Manuel de Falla (Retablo de Maese Pedro) y Oscar Esplá con su poema sinfónico Don Quijote velando las armas. Más contemporáneos son la filósofa veleña María Zambrano (de la realidad y el ser de la novela del Quijote), los pensadores Salvador de Madariaga o el mejicano Carlos Fuentes (Premio Cervantes 1987) etc., sí hemos de hacer constar las influencias de Cervantes en la literatura hispanoamericana, las cuales son harto evidentes, además Cervantes intentó pasar a las Indias Occidentales (América) pero no le autorizaron [10], y, ahora, actualmente como escribe Edgar Montiel en «Tesis para una filosofía americana» [11]:

«La literatura latinoamericana ha encontrado ya un rostro propio con el que se presenta al diálogo mundial de las culturas. Esta literatura reconocida y admirada en Oriente y Occidente es una expresión de la civilización latinoamericana. Ahora le toca el turno a la filosofía. Hay que afilar las armas de la razón para convertírsela en la otra filosofía. La filosofía interlocutora de Occidente».



La filosofía española



El Quijote se escribió en el momento de iniciarse el declive español, y por eso es un libro de abatimiento y decadencia social, ciertamente la más genial apología de la decadencia española de primeros del siglo XVII. Por ello Mario Vargas Llosa escribe: « ...y la utopía que fraguaron los seres humanos para huir de algún modo de la inseguridad y el salvajismo en que vivía para encontrar refugio en una sociedad de orden, honor, de principios, de justicia y de redentores civiles...» [12], es decir, olvidarse de la realidad y vivir una ficción. Aunque con el tiempo esta ficción se convierte en realidad, en mito o en el espíritu quijotesco, que se sintetiza en el esfuerzo, en la lucha constante de levantarse de cada caída, sobreponerse a los obstáculos que se presentan con formas de pasiones o intereses, a vencer los fantasmas o enemigos visibles o invisibles, la solidaridad con los débiles, en definitiva, esta es la filosofía española: la voluntad de poder creer en proyectos ilusionantes no ilusorios.

Porque como expuso Menéndez Pelayo, según notas de Alberto Navarro: «no es libro triste y demoledor, sino de exaltación y de fecunda síntesis, es decir, el último y mejor libro de caballerías y el primero e insuperado modelo de la moderna novela realista». Y tiene razón, no es un libro triste, a pesar de las burlas y ofensas que recibe Don Quijote y Sancho. En cuanto estas burlas nos provocan risas es porque no somos solidarios, o es que, por el contrario, alguna vez fuimos objetos de ellas y tomamos nuestra particular venganza.

Es cierto que la sociedad ha cambiado a lo largo de estos 400 años; no obstante, a pesar de los adelantos tecnológicos y económicos, y el bienestar social alcanzado, creemos, y es nuestro parecer, que poco o nada han mejorado nuestros sentimientos o las debilidades humanas. Continuamos practicando la envidia, la insolidaridad, la burla y el abuso sobre el débil, la risa sobre los locos, la picaresca en los negocios de la oferta y la demanda, y si es posible practicar la rapiña, el engaño o la apropiación, continuamos practicando el ritual de las apariencias y del qué dirán, el uso de las recomendaciones, el abuso del patrón o del gobernante de turno, que premian a los necios y se olvidan a los honrados, la discriminación de la mujer, la desconfianza y el recelo ante el Estado o ante la Administración, reverenciamos al famoso o a los que tienen poder, cátedras, títulos nobiliarios o académicos, importunando a los poderosos. Y me pregunto, ¿en qué sentimientos y debilidades hemos mejorado o superado a lo largo de estos 400 años? Quizás con el romanticismo se ganó liberalismo, y con la revolución industrial aprendimos formas nuevas de convivencia social, como el poder del sindicalismo y que la unión hace la fuerza, pero, dónde quedan los sentimientos.

A través de las generaciones que nos precedieron, hemos heredado un legado irreemplazable que son valores reales y ciertos para el análisis y examen de nuestras conciencias, y parte de este legado literario es gracias al ingenio y la imaginación de Cervantes sin excluir a los dos veguistas (Garcilaso y Lope) o calderonianos, que a través de sus obras nos han abierto una ventana, una tercera dimensión a la realidad aparente y orteguiana, un punto de vista y de observación desde donde asomarnos y vernos a nosotros mismos, y nos riamos de la futilidad de la vida que no es más que el quijotismo bien entendido, y, a la vez, es nuestra idiosincrasia a la que no debemos renunciar, puesto que por ella nos hace ser reconocidos en el mundo como un doblón de oro con garantías.

A lo largo de estos cuatro siglos el prestigio de las Letras españolas ha dado lugar a la creación de varias instituciones que llevan el nombre de Cervantes, como por ejemplo el Instituto Cervantes, dirigido actualmente por César Antonio Molina, que despliega por el mundo la enseñanza del español: una lengua para sentir y pensar. Tampoco olvidemos el importante Premio Cervantes de Literatura celebrado en la Universidad de Alcalá de Henares y que se entrega cada 23 de abril (aniversario de la muerte de Cervantes), desde donde con un criterio exhaustivo se reconoce y premia el trabajo y la labor de intelectuales y escritores en beneficio de la lengua española. Premio que anualmente se alterna con los escritores hispanoamericanos.

La influencia o proyección mundial que ha ejercido Cervantes a través del Quijote sobre filósofos, pintores, músicos, escritores, cineastas, teatro o pensadores internacionales es la prueba de convicción de la veracidad del mensaje cervantino que, como un venablo de ideas, llega a impactar en la sensibilidad creadora del hombre como elemento inherente al arte y a la forma de interpretar el mundo.

Por ello, los inequívocos valores espirituales que obtenemos o que nos proporciona la lectura del libro de los libros o el molino de los libros o joya manchega, son los motivos irrefutables para recomendar una invitación a nuestro Don Quijote eterno, y a una nueva meditación que restablezca la luz y el orden en el retablo de nuestras imperfecciones humanas, con una nueva esperanza ante esta equivocada doctrina bélica y tan de lamentar.

Dejadme la esperanza, escribió el poeta universal Miguel Hernández en su poema: «Canción última» de su libro El hombre acecha (1939).



Ediciones singulares en el IV Centenario.




Una de las ediciones más celebradas en este IV Centenario es la mediática edición de la Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2004), con las notas al texto del académico Francisco Rico. Entre cuyos prologuistas se hallan las reconocidas firmas de Mario Vargas Llosa, Francisco Ayala y Martín de Riquer. Aunque echamos de menos la falta de algún artículo del reconocido hispanista, firma crítica, como la de Harold Bloom, para darle colorido y «canon occidental» a este evento internacional.

Mario Vargas Llosa como indiscutible escritor peruano en «la lengua de Cervantes» recibió en 1994 la más alta distinción de las Letras Españolas: El Premio Cervantes, además es académico de número, ensayista y articulista tenaz, y no tiene por lo general, críticas adversas, además de que tiene cara de buen chico, le avalan por sí solo. Sin embargo, al leer detenidamente su artículo «Una novela para el siglo XXI», ya anotado (ver nota 10), hemos podido observar que ha caído en generalidades dignas de ser comentadas, con la mejor intención:

Es evidente que la intención de Vargas Llosa, para tan selecta edición es laudatoria, con muy buenas pretensiones logísticas sobre la carpintería interna de la novela, y, de la que también nos habló Gabo, debido a un indiscutible encargo de la Real Academia Española como señuelo para atraer a lectores hispanoamericanos, que también podrían llamarse «hispanocolombinos» [13]. El artículo es sumamente ortodoxo casi sin riesgos, se divide en seis apartados: el primero doctrinal; el segundo sobre la ficción de un mito que se confunde con la realidad, parecido a lo que leímos: Consejos a un joven novelista [14] de este mismo autor; el tercero sobre la libertad individual, la libertad de pensamiento y nos dice lo que todos sabemos que Alonso Quijano se hace caballero andante «se lanza por los caminos, a buscar remedios para todo lo que anda mal en el planeta»; el cuarto sobre el espacio concreto y humano de la España del Quijote, de un mundo plural y abigarrado de incontables patrias; el quinto es la construcción de la novela como una novela moderna, que fue en su época lo que para la nuestra es el Ulises de Joyce, En busca del tiempo perdido de Proust, Cien años de soledad de García Márquez o Rayuela de Cortázar, nosotros incluiríamos también Tiempo de Silencio de Luis Martín-Santos; y finaliza el sexto apartado sobre los tiempos de la novela en El Quijote, que entendemos de arqueo menor y se podía haber aprovechado para comentar sobre las influencias del pensamiento quijotesco o sobre la psicología del Quijote. Porque en realidad hablar cronológico de los tiempos en la novela de El Quijote, es hablar de un desastre de novela.. Porque en realidad El Quijote empezó siendo una novela ejemplar o corta, una novela a la que su autor le fue cosiendo todo tipo de retales, recortes, sueños de cajón, y restos de novelas desechadas por los editores. No es una novela compacta, ni escrita de un tirón, ni escrita en una cárcel.

Por lo tanto nos encontramos ante una novela narrativa sin intriga, que con el tiempo debemos hablar más de la ucronía del Quijote, o para explicarlo con la acepción de esta palabra: «utopía histórica, o construcción de la historia sobre datos hipotéticos o ficticios» [15]. Un libro que se ha ido engrandeciendo más por los incontables estudios cervantinos de cervantistas o «cervatos» de la lengua que por su lectura ya que muy pocos la han leído. Una novela que se ha ido montando de un halo de inmortalidad con posterioridad, debido a que se ha buscado en El Quijote el sello de lo español como lo ha demostrado nuestra moneda del Euro, de lo cual nada más hay de comentar, porque Cervantes es el logotipo de España, como un recordatorio del Imperio que fue en el siglo XVI. Y nos preguntamos: ¿No hubiese sido más rentable históricamente para nuestro Euro la efigie del Emperador Carlos I de España y V de Alemania? Aunque se hubieran enfadado belgas, holandeses, alemanes e italianos, porque aún recuerdan al malo de la película: a nuestro duque de Alba o a algún capitán Alatriste. En fin, es Cervantes, un hombre generoso, quien tiene el honor de figurar en nuestra moneda de curso legal como espejo numismático de una historia y de una filosofía española.

Francisco Ayala [16] (Premio Cervantes 1991), escribió el ensayo «La invención del Quijote». Discurso leído en la fiesta de la lengua española celebrada en la Universidad de Puerto Rico el día 24 de abril de 1950. Ahora nos lo presentan sin ninguna nota de su ejecución. Este ensayo que ahonda profundamente en el pensamiento quijotesco y sancho-pancismo, necesita de un lector atento. En el discurso de recepción del Premio Cervantes dijo Ayala:

«La imagen de don Quijote tentando en vano el ciego muro que veda la entrada al paraíso de su fantasía me ha resultado, siempre que he vuelto a ella, patética en el más alto grado».

De Martín de Riquer su «Cervantes y el Quijote», es un indudable trabajo eruditísimo de quien se ha dejado las pestañas en los archivos.

Francisco Rico con sus «Notas al Texto» aporta abundantes novedades filológicas y lingüísticas, etnográficas y aclaratorias de indudable valor para un hombre actual que no tiene tiempo literario.

Los trabajos académicos de José Manuel Blecua, Guillermo Rojo, José Antonio Pascual, Margit Frenk y Claudio Guillén sobre «La lengua de Cervantes y el Quijote», quedan reservados para filólogos, y quienes quieran profundizar en la obra desde el punto de vista lingüístico.

La otra edición que más nos han llamado la atención en este IV Centenario ha sido la de Alfredo Ortells, S.L., de Valencia con los comentarios completos del murciano don Diego Clemencín [17] es a nuestro parecer la mejor edición comentada hasta la fecha, con un amplio prólogo de don Luis Astrana Marín y las ilustraciones del francés Gustavo Doré. Clemencín fue injustamente olvidado, casi no existen referencias a su biografía o trabajos, y es ahora gracias a esta edición de Alfredo Ortells, cuando aparece en una publicación asequible y sus muy eruditos y abundantes comentarios al Quijote. A la vuelta del absolutismo don Diego Clemencín fue perseguido, pero no abandonó los comentarios hasta el día de su muerte por culpa de un cólera en 1834. (El comentario contiene 949 páginas a dos columnas en letra minúscula y en papel Biblia, más extenso que la suma de las dos partes del Quijote, y luego nosotros nos quejamos cuando escribimos un folio). Si exceptuamos a Luis Astrana Marín, no ha existido un comentarista de la talla, calidad y precisión como la del murciano Clemencín, ni Juan Antonio Pellicer, Navarrete, ni J. Eugenio Hartzenbushc, ni Vicente de los Ríos, ni Rodríguez Marín, ni Azorín o la del reverendo inglés John Bowler (comentarios aparecidos en 1781), no han podido superar la erudición de don Diego, sus análisis comparativos de los libros de caballería, romances viejos, símbolos, estudios pormenorizados de la gramática y deslices de Cervantes, que según don Diego, no tenía el «príncipe de los ingenios» la costumbre de repasar sus escritos, por ello, a Sancho le hurtaron el rucio en el capítulo XXIII y lo recuperó en el XXX. Además hizo apreciaciones de defectos sintácticos, observaciones que los cervantistas melindrosos no se lo han perdonado.



Conclusiones



A través de estos cuatrocientos años de la publicación del Quijote (1605) de la I Parte, y diez años después la II Parte (1615), se han teorizado y escrito montañas de papel sobre el molino de los libros. Sólo la Bibliografía de ediciones críticas del Quijote entre 1606 hasta 1917, de Juan Suñé Benagés y Juan Suné Fombuena, Ediciones Perelló, Barcelona, tiene 485 páginas, de alto valor bibliográfico y económico. A la que ahora hay que añadir la Bibliografía del Quijote 1905-1997, de Jaime Fernández, SJ Sophia Universita, Japón. Consultar en la red.

Conocida es la observación del Quijote como arquetipo del carácter español y un modo de ser, porque tenemos una particular forma de concebir el mundo, «una manifestación histórica de eternidad» [18], o una forma de enfrentarse a los acontecimientos de la historia, ante los «ruidos» del mundo, de lucha contra el terrorismo, un heroísmo espiritual que se resuelve como en grotesco descalabro superior.

Este IV Centenario ha de servirnos para reflexionar sobre nuestro pasado, nuestro presente y en especial nuestro futuro, teniendo en cuenta nuestra herencia, patrimonio cultural, identidad y valores altruistas y solidarios en un proyecto ilusionante de fe en sobreponerse a las caídas, en definitiva nuestro quijotismo y filosofía española.


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Bibliografía consultada



-Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes, Edición IV Centenario, Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2004. Coordinada por el académico Francisco Rico, lleva unas 5.000 notas, "muy breves", para facilitar la lectura de la obra cervantina, además de un estudio, dividido en cinco partes, sobre "La lengua de Cervantes y el Quijote" Un glosario general del Quijote, con un índice de 7.000 palabras, locuciones, frases proverbiales y refranes, que constituirá "un instrumento valiosísimo" para todo tipo de lectores, completará la edición, según García de la Concha.

-Encuentro en el IV Centenario, Ramón Fernández Palmeral, Colección Brotes/Palmeral, Alicante, 2004. Consta de un prólogo del profesor Manuel Parra Pozuelo, y consta de 18 artículos críticos y 17 láminas.

-La verdad sobre el Quijote, Nicolás Díaz de Benjumea, Imprenta de Gaspar, Editores, 1878.

-El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra, y comentarios de don Diego Clemencín, Editorial Alfredo Ortells, S.L. Valencia, 1998.

-Don Quijote y el Pensamiento Español. Adolfo Bonilla y San Martín. 1905. Conferencia en el Ateneo de Madrid.





Notas



[1] Una vez obtenido el testimonio de erratas se solicitaba la Tasa, que era el documento por el que se establecía el precio del libro de venta al público. La Tasa para la I Parte del Quijote la redactó el escribano de cámara del Rey don Juan Gallo de Andrada, fechado en Valladolid el día 20-12-1604. En cambio, la Tasa de la II Parte de don Quijote, la firmó el escribano Hernando de Vallejo. El precio de la I Parte se estableció en tres maravedíes el pliego, o sea, un total de 290 maravedíes, un precio muy elevado si tenemos en cuenta que una docena de huevos valía 62 maravedíes según E.J.Hamilton. Estos tres documentos habían de ser impresos en las primeras páginas del libro.

[2] Según nota de Luis Astrana Marín, uno de los más ilustres cervantistas, cuya obra Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, que tiene siete volúmenes. Se le erigió un busto en Alcalá de Henares en reconocimiento a su magna labor.

[3] Tomado del primer verso «Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla». Cervantes, (1598).

[4] El tema de nuestro tiempo (1923), cap. X: «La doctrina del punto de vista».

[5] Sobre el pensamiento filosófico de Cervantes nos podemos remontar a uno de los primeros libros sobre el tema Exposición histórico-crítica de los sistemas filosóficos modernos y verdaderos principios de la ciencia, publicado por Patricio de Azcárate, Exposición histórico- crítica de los sistemas filosóficos modernos... (1861). Y un folleto de Federico de Castro Cervantes y la filosofía española (1870).

[6] Patricio de Azcárate Corral (1800-1886). Filósofo y político español, historiador y traductor de la obras de Platón, Aristóteles y Leibtniz. Nació en León donde inició sus estudios, pasó a la Universidad de Oviedo y Santiago de Compostela donde se licenció en Derecho.

[7] «Ante la Fiesta del Quijote», Ramiro de Maeztu, 13 de diciembre 1903

[8] Ramiro de Maeztu; La hispanidad en crisis. «VI Contra moros y judíos» (1 febrero de 1933)

[9] Edición de la Residencia de Estudiantes, Madrid, 1937, la obra fue estrenada por la entonces esposa de Alberti: María Teresa León Goyri en el teatro de la Zarzuela en 1937.

[10] Cansado de sus correrías, en mayo de 1590 dirige una petición al presidente del Consejo de Indias, solicitando un oficio en las Indias de los vacantes a la sazón: contaduría del reino de Granada, gobierno de Soconusco, contador de las galeras de Cartagena o corregidor de la Paz. La respuesta vuelve a ser negativa y decepcionante: "busque acá en que se le haga merced".

[11] El autor de esta tesis obtuvo el Dialôme d´Etude Approfondie de Filosofía en la Sorbona, junio de 1980. Corresponde al texto que se incluye en el libro El humanismo americano. Filosofía de una comunidad de naciones. Perú, Fondo de Cultura económica, 2000.

[12] Pág. XIV, «Una novela para el siglo XXI» Edición del Quijote para el IV Centenario de l RAE y AALE. (Convenientemente anotado en la Bibliografía)

[13] Para diferenciar a los hispanófonos, es decir, distinguir a los americanos de lengua española de los de lengua inglesa, portuguesa y francesa de Québec. Pero esta palabra aún no ha sido incorporada al diccionario y por lo tanto no puede ser liberada de sus dos comillas o barrotes carcelarios del lenguaje artificioso.

[14] Leer en:

http:://www.Ciudadseva.com/textos/teoría/opin/vargas2.htm.

[15] Según el Diccionario Abreviado del Español Actual de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos, de Aguilar, Madrid 2000, es decir, una novela que mucho se ha editado, vendido, y pocos han leído.

[16] Francisco Ayala García-Duarte nació en Granada el 16 de marzo de 1906. A los dieciséis años se trasladó a Madrid. Allí estudió Derecho y Filosofía y Letras. En esta época escribe y publica sus dos primeras novelas, Tragicomedia de un hombre sin espíritu e Historia de un amanecer. Colabora habitualmente en Revista de Occidente y Gaceta literaria. Reside en Berlín entre 1929 y 1931, coincidiendo con el surgimiento del nazismo. Se doctora en Derecho en la Universidad de Madrid, en donde da clases. Es letrado de las Cortes desde la proclamación de la República, y el estallido de la Guerra Civil en 1936 lo encuentra en una gira de conferencias por Sudamérica.

[17] Nació en Murcia el 27 de septiembre de 1755, de padre de descendencia francesa, niño despierto, ingresó en el seminario de San Fulgencio, donde inicia los estudios eclesiásticos, llegó a traducir varias epístolas del griego. En 1778 fue nombrado preceptor de los hijos del duque de Osuna. Viajó a París. Se casó en Madrid con la rica señora Dámasa Soriano. Fue nombrado académico de la Historia y de la Lengua. Desde la Gaceta Oficial y del Mercurio promovió en 1808 un levantamiento contra el general Murat que acabó en el 2 de Mayo. Para evitar un proceso se retiró a su finca de Guadalajara y para distraerse y olvidar sus cuitas se inició en la lectura y los comentarios del Quijote.

[18] Francisco Ayala, «La invención del Quijote» 1950.



Alicante, marzo del 2005

.........................Currículum...................

Ramón Fernández Palmeral nació en Piedrabuena, Ciudad Real, España (1947). Reside en Alicante desde 1990. Escritor y Artista plástico. Su tiempo literario lo dedica a la poesía, a recitales, conferencias y a colaborar con varios medios de comunicación y revistas especializadas con monográficos sobre Cervantes, Zorrilla, Azorín y Miguel Hernández. Fundó en Alicante la revista ilustrada PALMERAL (Poético-Artístico), y actualmente dirige la revista PERITO (Literario-Artístico) junto a la poetisa Rosario Salinas.Buscando a Azorín por la Mancha. Ha colaborado con artículos de opinión en El País, Información y La Verdad, al igual que en las revistas: Utopía (Axarquía), en C-37 Televisión de Alicante y en las revistas oriolanas: El Eco Hernandiano, Orihueladigital y el “iaio” del C.E.A.M. Colabora en la Comisión del IV Centenario de Aranjuez. Asiste y organiza tertulias culturales y recitales en la provincia de Alicante, así como conferencias en la sede de la Universidad de Alicante y en Ámbito Cultural de El Corte Inglés. Ha publicados los libros de poemas: Desolación sin nombre (1983), y Homero en Tarsis (1983); de ensayos cervantinos: Encuentros en el IV Centenario (2004); ensayos hernandianos ilustrados: Simbología secreta de “Perito en lunas” de Miguel Hernández (Palmeral 2005), Simbología secreta de “El rayo que no cesa” de Miguel Hernández (Palmeral, 2004) y “El hombre acecha” como eje de la poesía de guerra (Palmeral, 2004). En el género de novela corta ha publicado: El héroe de Nador (Palmeral, 2005).

La Feria del libro de Valencia se olvida de Azorín

La Fira del Llibre se olvida de Azorín

  • La cita literaria sí ha impulsado tributos por las efemérides de otros autores valencianos como Blasco Ibáñez, Miguel Hernández y Joan Fuster

  • El certamen no incluye actos sobre el escritor alicantino pese a cumplirse el 50 aniversario de su muerte 2 de marzo dde 1967

valencia.

Ya lo dijo el presidente del Gremi de Llibrers, Nacho Larraz, durante la presentación de los actos de la Fira de Llibre, que actualmente está instalada en los Jardines de Viveros: esta 52 edición del certamen era las de las conmemoraciones. Tanto que, durante los doce días que durará la cita literaria -estará abierta hasta el próximo lunes- se honrarán con distintos homenajes a autores de la Comunitat y del panorama nacional de los que en 2017 se celebran distintas efemérides.

Es el caso del año Blasco Ibáñez, en el que se cumple el 15 aniversario del nacimiento del escritor; del centenario del alumbramiento de la poeta Gloria Fuertes; del 75 aniversario de la muerte del poeta y dramaturgo alicantino Miguel Hernández; o los 25 años de la defunción del valenciano Joan Fuster.
Además, el autor homenajeado de esta edición es Carles Cano, profesor, guionista de programas infantiles y escritor valenciano que es uno de los exponentes de la región en lo que se refiere a literatura infantil y juvenil. También se ha rendido tributo al cantante valenciano Paco Muñoz y se han celebrado los 50 años de trayectoria de la cantautora Maria del Mar Bonet con la presentación de un libro sobre su vida.

Muchas fechas en las que honrar a distintos personajes ilustres valencianos en la que los amantes de las letras echarán en falta a otro escritor ilustre de la Comunitat: José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo 'Azorín' (Monóvar, 1873-Madrid, 1967). Del autor alicantino se conmemoran en 2017 los 50 años de su fallecimiento.
Entre los cuentacuentos, visitas teatralizadas, presentaciones de libros y diversas actividades organizados dentro de la Fira, no hay rastro de la figura del alicantino, autor teatral, ensayista y novelista. Durante estos días, en la cita literaria se ha podido desde 'merendar' con Gloria Fuertes y pasear por el Mercado Central de la ciudad de la mano de Blasco Ibáñez a descubrir una actualización de la biografía de Miguel Hernández, de la mano del autor José Luis Ferris y la presentación de hasta tres nuevas publicaciones de la colección de la Universitat de València (UV) dedicada al ensayista Joan Fuster: 'D'Ors a Fuster. Per una història de l'assaig en la literatura contemporània', 'El dit sobre el mapa. Joan Fuster i la descripció del territori', y 'Joan Fuster i la ironia'.

Actos conmemorativos
En 2017 se rinde tributo al 50 aniversario de la muerte de Azorín. Algunos han sido los actos e iniciativas impulsadas para honrarlo, aunque hayan podido pasar más o menos desapercibidas.
Les Corts declaró este ejercicio como el Año Azorín. Por su parte, un documental también mostró las facetas más desconocidas del escritor. 'Azorín. La imagen y la palabra', dirigido por Domingo Rodes, se rodó en su pueblo natal, Monóvar, donde se encuentra la casa museo dedicada a él, y en otros escenarios donde transcurrió la vida del escritor, como Yecla, Valencia, Madrid, Barcelona, A Coruña, Santiago de Compostela, Ávila y París.

Asimismo, se organizó un congreso en Alicante en marzo donde 25 investigadores y expertos de España, Francia e Italia abordaron el alcance contemporáneo de su «figura supranacional».
La Generalitat anunció la edición de un cómic adaptado al público infantil de ocho obras del escritor: 'La Voluntad', 'Fabia Linde', 'El paraguas', 'El pie de la Duquesa', 'El fin del mundo', 'La mariposa' y la llama', 'Un mundo que se acaba' y 'Un cuento de Navidad'. También se ha organizado una exposición 'Azorín y la Comunitat' que está previsto que itinere por la región y la Biblioteca Valencia inaugurará otra muestra este año que incluirá los fondos documentales que posee sobre la vida y obra del alicantino.

Mentir garbanzonamente. Antigua palabra de la Axarquía

Antes, en la Axarquía, los antigua decían al mentiroso gabanzones, o mentira "garbanzonamente", por la particularidad de la nariz de los garbanzos, porque al mientiroso se le agranda la nariz como a Pinocho. Otra particularidad es que no dan la cara porque van en grupo, y se ocultan unos a otros. Y si mientes mucho te tiras "cuezcos" sin parar.

sábado, 29 de abril de 2017

Horizontes Culturales. Día 25 de abril. Miguel Hernández y Azorín. Radio Millenium



Ramón Palmeral, María Teresa Rodríguez y José María Pachón (de izquierda a derecha)
 PALMERAL EN RADIO MILENIUM DE ALICANTE


OÍR LA ENTREVISTA:

viernes, 28 de abril de 2017

El actor Luis Ciges Martinez, era sobrino del escritor de Monovar Azorín

Luis Ciges recibiendo un goya a la mejor interpretación masculina de reparto por su papel en «Así en el cielo como en la tierra», dirigida por José Luis Cuerda. Efe
Luis Ciges Martínez recibiendo un goya a la mejor interpretación masculina de reparto por su papel en «Así en el cielo como en la tierra», dirigida por José Luis Cuerda. Efe 11-12-2002
El actor español Luis Ciges falleció la pasada madrugada en una clínica madrileña a los 81 años de edad, después de haber participado en medio centenar de películas, lograr un premio goya y significarse como uno de los grandes actores de reparto del cine español.
Aunque el gran público conoce a Ciges como un actor de reparto, que se prodigó en la comedia gracias a su reconocible bis para este género, su carrera comenzó como realizador de cortometrajes y guionista, tras haber realizado estudios de realización en el IIEC.
Hijo del escritor Manuel Ciges Aparicio, fusilado por las tropas franquistas. Sobrino de Azorín. su primera aparición en el celuloide se remonta a 1956, en la película de Ramón Comas, «Historias de Madrid». Desde entonces, y hasta su última aparición en «El paraíso ya no es lo que era» (Francisco Betriú, 2000), a Ciges nunca le faltó trabajo.
De ello se encargaron los grandes directores españoles de comedia, como Luis García Berlanga, gran amigo del actor, o José Luis Cuerda. Con el primero participó en nueve películas, de las que hay que destacar «La escopeta nacional» y su saga, donde interpretó al inolvidable criado de los marqueses de Leguineche.
Fue de la mano de Cuerda de quien obtuvo el reconocimiento a su trabajo con el goya al mejor actor de reparto en 1996 por su interpretación en «Así en el cielo como en la tierra». Con Cuerda también participó en cintas como «Amanece que no es poco» o «El bosque animado».
Sin embargo, el registro de Luis Ciges fue aprovechado por directores de muy distinto corte a los citados y así participó en películas clave de la historia del cine español como «Arrebato» (1977) de Iván Zulueta, o «Laberinto de pasiones», de Pedro Almodóvar (1982). 
Hasta sus últimas apariciones se contaron por éxitos, caso de «El milagro de P. Tinto», rodada por Javier Fesser en 1998, o «París Tombuctú», de su entrañable Luis García Berlanga, tan sólo un año después.

jueves, 27 de abril de 2017

Manual de estilo de Azorín

Manual periodístico de Azorín


I.- Ser breve: No debe el periodista ser prolijo ni confuso; debe escribir breve; para escribir breve se necesita tiempo; se escribe largo cuando se dispone de poco tiempo y no hay lugar para acendramiento y la condensación. (...)

II.- Ser claro. Complemento de la concisión es la claridad. En vano ser breve si no se fuera también claro; es decir; comprensible, y en un momento, para todo el mundo. (,,,)

III. Exponer una sola idea. Con una sola idea hasta para un artículo. (...) El libro y el estudio de revista admiten muchas ideas; el artículo de periódico sólo necesita una. (...)

IV.- No ser erudito. O sea, no ufanarse ante el lector, para que el lector nos admire, de una erudición enfadosa. (...)

V.- No improperar. No hace falta para la exposición y propagación de un ideal, el improperio. Pierde fuerza con la invectiva el razonamiento. (...)

VI.- Contar lo que se ha visto. Fatalmente, sin que lo pueda evitar nadie, el periodista que narra algo prime en su relato cosas que él supone que conoce el lector. (.,.)

VII.- No tomar el peor partido porque el contrario tome el mejor. Máxima de Gracián es esta. No nos obcequemos; no sigamos el refrán que dice: “a tuerto o a derecho, nuestra casa hasta el techo”. (...)

VIII.- Insinuación y no exabrupto. No siempre se ha de atacar o explanar una doctrina bruscamente. (...)IX.- Reservar lo decisivo. Cuando se discute o explana una cuestión, no descubramos en el priemr intento todas nuestras razones. (...)

IX.- Reservar lo decisivo. Cuando se discute o explana una cuestión, no descubramos en el primer intento todas nuestras razones. (...)

X.- No usar series. El periódico es una hoja volandera y efímera; se lee y se abandona. Todo lo que en el día se le da al público debe ser acabado. (...).

Se puede estar más o menos de acuerdo con los principios del maestro monovero. Pero su estilo, de una limpieza y exquisitez absoluta, se ha extinguido en la actual profesión del Periodismo por la rigidez y explotación laboral del periodista. Vivimos ahogados por las agujas del reloj y, esta situación, deriva en la aniquilación de nuestra arma más preciada: el lenguaje. Como ejemplo, tomen en sus manos cualquier diario del mundo y atiendan a su redacción. Verán como, lejos de hipérboles y espejismos, todo lo que les relataba coincide con la realidad.

Esta es mi opinión que, ahora, comparto contigo. Si no estás de acuerdo, acepto todo tipo de impresiones personales.

Para ver artículos de Azorín por la web pulsa aquí.

Juanjo Payá.

27 de abril de 2017. Día de la Santa Faz. Alicante. La Peregrina






                                (Capillita de la Santa Faz, propiedad de Palmeral)


 

Romería a la Santa Faz



       Días después de cada Semana Santa  llega el misticismo de la Santa Faz  que retumba en mi interior como una voz que me llamara al recogimiento y a la peregrinación más devota e ineludible.  En este día me veo forzado a bordar la calzada con mis pasos de vía crucis religioso desde el Ayuntamiento hasta el Monasterio acompañando la comitiva oficial con mi caña y pasos silenciosos, mientras pienso en ese rostro divino en el paño de la Verónica, y por un momento eludo los pensamientos mundanos y materiales, pido paz, por los enfermos y las víctimas de cualquier guerra, legal o ilegal. Camino solo entre la multitud, empujado por la fe que es solitaria e interior. Es una romería donde acuden todas las autoridades municipales e  incluso el Presidente de la Generalitat Valenciana de turno.

      Tras ocho kilómetros de alfombra asfaltada y cerrada al tráfico nos acercamos al Monasterio dirección a San Juan que fue construido en 1766 de estilo renacentista y fachada barroca, se lo dejaron  a cargo de las religiosas Clarisas de clausura. Sobre la pila bautismal una placa de mármol da testimonio de que por allí rindieron visitas todos los reyes de España.

       En el solemne y eclesiástico interior trepan exvotos en ofrendas de mandas o favores recibidos. Detrás del ábside, una rica capilla, en la que se guarda con tres llaves la sagrada reliquia (un lienzo en el que la Verónica enjugó el rostro Cristo camino del Calvario). Cuenta la historia que la reliquia fue traída desde Roma en el siglo XV. No podemos olvidar los estudios sobre la Santa Faz del doctor en Historia  y cronista de Alicante Enrique Cutillas Bernal.

       Tres llaves guardan la custodia en la basílica de Santa Faz. Cuando abierta la puerta, el obispo nos enseña a los feligreses la tan solemne y alabada reliquia, y el romero florece en nuestros báculos de caña, hemos conseguido el jubileo. Nuestros muchos pecados anuales han sido perdonados, nos sentimos lleno de una extraña energía espiritual que nos servirá para celebrar un ágape entre amigos y familiares.  Por un día los coches han cedido su fuerza avasalladora y han sido domesticados por el poder extraño de un día de romería reconfortante y religiosa para el cuerpo y el espíritu que nos hace olvidar el belicismo en que vivimos y el bombardeo de un estado permanente de propaganda política en la televisión.

      Pero si fuéramos verdaderos devotos, cualquier domingo nos debería valer para hacer una visita a la reliquia y pedir perdón por nuestros muchos errores morales y éticos, y sentirnos verdaderamente aliviados de nuestro dolor de hierros y bridas entre los que vivimos aherrojados o apresados por hierros.



 Por Ramón Fernández Palmeral



  




 
 




































miércoles, 26 de abril de 2017

Entrevista sobre Miguel Hernández y Azorín, en Radio Millenium


Pinchar para oí el programa de radio "Horinzontes Culturales" de Radio Millenium, presentado por el periodista José María Pachón Crespo, que entrevista a Ramón Fernández Palmeral, y a María Teresa Rodríguez. 25 de abril 2017.
https://www.ivoox.com/player_ej_18347623_4_1.html?c1=ff6600

miércoles, 19 de abril de 2017

"Un día con Azorín", por José María de Loma

Un día con Azorín

19.04.2017 | 04:10 /Diario Información de Alicante/Opinión
 
Como todo el mundo no sabe, hace unas semanas se cumplieron los cincuenta años de la muerte de Azorín [2 de marzo de 1967]. Soy más partidario de celebrar los nacimientos que las muertes, pero en el caso de las efemérides sí soy muy de homenajear. Así que cogí mis bártulos, llené la mochila de intenciones y salí a la calle dispuesto a comprar un libro de Azorín, José Martínez Ruiz, que diera nombre a la Generación del 98, escritor de frases cortas, diputado, periodista, conservador, olvidado, antaño de lectura obligada en los institutos. Blanco fácil también de los dardazos de escritores y columnistas que arremetieron durante una época contra él por varias razones: diferir de su estilo, considerarlo desfasado, provocar y matar al padre de un cierto estilo. El de las frases cortas.

Algunos de los que con él se metieron lo hicieron con gracia; otros, con frases subordinadas que hacían el texto incomprensible. Es decir, le daban la razón a Azorín (1873-1967). El alicantino escribió unas cien obras. La voluntad, por ejemplo. También fue autor de muchísimas colaboraciones en prensa. Pueden o no gustarte sus obras o sus ideas (ojo, que también fue anarquista de joven), pero es absurdo negarle la grandeza literaria.

Es más fácil encontrar la aguja en el pajar, o pincharte con ella, que encontrar un libro de Azorín en una librería, que a veces tienen menos fondo que un atleta de ochenta años. Una vez encontré un volumen suyo en el rastro, en Madrid, que es el sitio donde acaban muchos escritores.

Era una vieja edición de Alianza, de una muy conocida colección, la portada azul y blanca. Le eché un vistazo un rato después de comprarlo en una cervecería de La Latina. También adquirí unos prismáticos de un mariscal prusiano, un sello de Isabel II, un paquete de gusanitos, un facsimil de un librito de Bakunin y un bote de aceitunas. Claro que si este artículo fuese un verdadero homenaje a Azorín tendría que escribir:

Fui al rastro y compre dos libros. Unos prismáticos. Gusanitos. Aceitunas. Más tarde entré a un bar a beber una cerveza.

Esto no quiere decir que siempre escribiera así, que una cosa es la frase corta y otra practicar la telegrafía y ser más seco y cortante que una alfaca. Azorín era conocido en su casa como Pepe y uno de los libros más célebres que dio a imprenta, delicioso, fue Las confesiones de un pequeño filósofo. Practicó un poco la bohemia, no muriéndose de hambre por los cafés y dando sablazos, pero sí vagando por Madrid y sus redacciones, como la de El País de Luis Bonafoux (gran periodista que ahora va siendo recuperado), y haciendo pandi con Maeztu y Baroja (el grupo de los tres, los llamaban). No logré comprar ningún libro y me volví con la mochila de intenciones vacía, pero a veces no encontrar algo es encontrar asunto para una columna. Un poco azoriniana, tal vez.

Los prismáticos los uso mucho.

Azorín en la Ruta de don Quijote, segunda parte, Por Ramón Fernandez Palmeral. EL PAÍS



       











 AZORÍN EN LA RUTA DE DON QUIJOTE, “segunda parte”.

      En el capítulo I de La Ruta de Don Quijote, titulado «La Partida», empieza el personaje principal, el «alter ego»  del propio «Azorín» llamando a gritos a doña Isabel, no sabemos muy bien para qué le llama, la anciana mujer sube a la habitación y mantiene una banal conversación, ella le pregunta que adónde se marcha, puesto que ha visto «la maleta que aparece en el centro del cuarto» y él le responde con pesar, entristecido y resignado, que no lo sabe, luego ella le advierte casi como una enfermera que  «esos libros y esos papeles que usted escribe le están a usted matando».   Azorín le responde con altos ideales mesiánicos «tengo que realizar  una misión sobre la tierra» como un predestinado caballero andante. 
       Un suspiro de Doña Isabel «¡Ay, señor!», le evoca en Azorín una visión  de los viejos pueblos y caserones vetustos,  vocablo repetidísimo por Azorín a lo largo de las 15 crónicas del libro, y en la primera tres veces. Es una de las palabras usadas por Leopoldo Alas «Clarín» en La Regenta: «Vetustas, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo...», que aparece en la primera página de la novela. Lo que presupongo es  un reconocimiento de Azorín hacia Clarín, el cual hico en 1897 hizo «encomiásticos juicios» de los artículos del alicantino.
    Azorín se siente condenado por tener que escribir,  encadenado al destino de escribir.  Pero quizá, fue este estilo pesimista, la idea que buscaba comunicar al lector, la de  una  Mancha pobre y triste, vinícola y labriega y destartalada como la propia figura de ciprés lánguido y seco del Caballero de la Triste Figura, y ridículo caballero andante.
    El capítulo II, «La Marcha», está contado desde la fonda de la Xantipa, cuya dueña era una viuda de Argamasilla de Alba, nos hace un flash back del viaje en tren desde Madrid hasta la estación de Cinco Casas.   Hubo una línea férrea entre Cinco Casas y Tomelloso, con una estación intermedia en Argamasilla de Alba, que se abrió el 15 de febrero de 1914, por ello, evidentemente, Azorín no tomó este tren que le hubiera dejado en el apeadero de Argamasilla. Tenía la línea 19,250 Km, y tres puentes metálicos. Se suprimió el servicio de viajeros en abril de 1971. Continuó como tren de mercancías por la línea de régimen de maniobras. El último tren especial «Manantial del Vino» pasó el 5 de abril de 1987. Ha sido una constante e inútil reivindicación de la Asociación Manchega de Amigos del Ferrocarril. Se pactó una Vía Verde, que los Ayuntamientos no han cumplido hasta le fecha.  Recojo la perdida de esta línea como homenaje a Azorín que tanto amor tenía por  los llamados «caminos de hierro»  como lo demuestra en su libro Castilla.
     Azorín no entró en la Fonda Museo del Ferrocarril de Alcázar, de lo contrario hubiera comentado, necesariamente, sobre los azulejos del zócalo de la sala cafetería, son  mil azulejos sevillanos fabricados en 1875 con diferentes escenas pintadas a mano, a modo de cliché de una película, con toda la obra del Quijote. Una verdadera joya del mosaico andaluz. En el primer azulejo vemos un retrato de Cervantes y en el siguiente la primera frase: En un lugar de la Mancha...
      En el capítulo III nos hablará el cronista de la historia y origen de Argamasilla de Alba «la fundó don Diego de Toledo, prior de San Juan; el paraje en que se estableciera el pueblo se llamaba Argamasilla; el fundador era de la casa de [los Duque de] Alba», y amplios datos tomados de Las Recopilaciones topográficas de los pueblos de España, encuesta mandada a hacer por Felipe II en 1575, cuyo manuscrito se encuentra en la Biblioteca del Escorial.   Nos hablará de los académicos: don Cándido, don Luis, don Francisco, don Juan Alfonso y don Carlos.  Dice Francisco Villagordo Montalbán, que don Cándido y don Luis existieron realmente y se llamaban de apellido Montalbán (nota 14, p-97, de Cátedra nº 214). Los académicos de Argamasilla fueron seis según el pergamino que había en la caja de plomo, al final  de la I Parte del Quijote: El Monicongo, el Paniaguado, el Caprichoso, el Burlador, el Cachidiablo y el Tiquitoc,  cuando se abre la caja de plomo.  Por ellos los eruditos cervantistas, entre ellos Clemencín, Hartzenbusch, y el propio Azorín consideraron que Argamasilla debía ser ese lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme. La anotación 52 del murciano don Diego Clemencín (Editorial Alfredo de Ortells, Valencia, 1998),  donde escribe:
    «La idea de una Academia existente en la Argamasilla lleva evidentemente consigo la de burlarse de sus moradores, y más en el tiempo de Cervantes, en el cual estos cuerpos eran raros hasta en las cortes y ciudades más populosas y cultas».  


Ramón Fernández Palmeral 
Artículo remitido a  El PAÍS